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• S E S E N T A Y C I N C O •

Simón.

Miró a Raphael con un traje que Jace le había prestado para la ocasión, él se veía mucho más guapo en aquel traje negro que le quedaba ajustado a su cuerpo, y era sorprendente verlo así, algo dentro del menor hacía sentirse extraño con solo verlo. Pues Raphael Santiago era hermoso de ver.

¿Acaso estaba soñando?

Todo lo que había pasado la noche anterior, todo lo que había escuchado salir de la boca de Raphael de lo cuánto le quería, sus cuerpos unidos y ahora verlo ahí cambiándose delante de él como si fuesen una pareja desde hace tiempo le hacía entender que no era un sueño, que todo era real ¿Cómo había comenzado todo? Solo había sido Instagram quien le había llevado a su encuentro y ahora estaban ahí, juntos. Era sorprendente.

— Simón vamos, no quiero bajar solo. — avisó Raphael.

La mañana parecía ser mucho más buena para el menor desde lo que se la había imaginado antes, le dolía un poco su trasero pero se sentía como una persona nueva, llena de energía, con ganas de sonreír y cantar, gritar. No podía pensar si aquello era efecto de lo que habían hecho con Raphael o si era porque ahora lo tenía para él, ahora eran novios.

— Simón ¿Acaso me estás escuchando?

— Estoy tan feliz— dijo— y me duele el trasero ¡Bestia!

Raphael sonrió mientras Simón le miró acercarse ¿Y si dejaban la fiesta atrás para tener una mañana juntos? Aunque sonaba tentador sabía que era el casamiento de Jonathan Morgenstern, una de las personas que había sido de mucha ayuda en sus vacaciones. Si no iba, le odiaría por toda la vida. Sintió los labios de Raphael en los suyos haciendo que el menor sonriera para querer atraerlo a él aunque el mayor no se dejo.

— Vamos, levántate de la cama, vas a arrugar ese traje.

— No me gusta mi traje, me queda feo.

— Simón no hagas berrinches, solo serán unas horas después te lo sacarás.

El menor asintió, ambos bajaron viendo como las personas ya viajaban por la casa, muchos pintorescos, un hombre con una túnica hablando con Jonathan, quien lo estaba guiando hacia el patio, Simón tomó de la mano de Raphael para llevarlo hacia afuera viendo como las personas se estaban acomodando en las filas de sillas para contemplar el casamiento, se molestó mucho cuando vio a Jordán acercarse hasta ellos agarrando con más fuerza la mano del mayor quien se quejó.

— Simón, amigo de Simón— dijo el chico apenado— solo lamento lo que sucedió anoche, yo no podía controlar mis actos, estaba muy pasado de copas.

— Vete de aquí si no quieres que te rompa la cara— musitó Simón.

Viendo como el chico asentía para irse y sentarse en las últimas filas, estaba muy molesto que si no fuese porque Raphael le estaba acariciando con su pulgar las manos se hubiese parado para ir sobre Jordán, pero solo respiró hondo y mirar hacia el altar para distraerse viendo donde Jonathan estaba con Clarissa quien le acomodaba la corbata, hoy era un gran día para ser arruinado.

— Simón, quería hablarte de algo— dijo Raphael.

Pero justo cuando iba a continuar una anciana se sentó a su lado manteniendo una conversación animada con ambos, hasta que Joselyn Morgenstern anunciaba que la novia estaba acercándose, todos debían hacer silencio. Las bodas no eran algo que emocionaba ni les gustaba a ninguno de los dos, así que estuvieron hablando por lo bajo sobre temas que no iban con el contexto que estaban.

La boda término cuando ambos dieron el acepto y terminaron en un casto beso, algo que desilusionó a todos los invitados, pasaron a las mesas que estaba en el otro lado del patio, Simón se dedicó a presentar a Raphael a cada persona que se le cruzaba cerca, para después sentarse en una mesa y comenzar a besarlo. Pero se incómodo cuando las personas comenzaron a verle de mala manera haciendo que se separa un poco.

— Rapha, todos nos miran mal— susurró Simón.

Nunca le había pasado aquello, y era una persona homosexual libre y orgulloso de quien era, pero aquellas miradas de personas desconocidas, comentando con otros mientras le miraban de mala manera lo hacía sentir mal, pero sintió la mano de Raphael en su mejilla buscando su mirada.

— ¿Acaso ellos te conocen? ¿Son importantes en tu vida? ¿Son tu familia?

Negó con la cabeza, sabía en qué dirección iba y sabía que estaba haciendo mal dejando que personas desconocidas le causarán aquel efecto.

— ¿Me vez mal a mí por cómo nos miran esa persona? No, porque ellos no son nada para nosotros— siguió hablando Raphael— está mañana te pedí ser mi novio y tú aceptaste, esto lo vamos a afrontar siempre, porque hay personas que aún no aceptan este tipo de cariño, pero ¡Oye! Mira todo lo que hemos pasado para llegar a esto ¿Vas a dejar que te afecte esto?

— Si me hubieran dicho que Raphael Santiago se ponía tan cursi cuando se enamoraba entonces hubiera estado a tu lado mucho antes— comentó riendo Simón.

Esta vez volvieron a acercarse, se besaron sin aquella incomodidad de ser observados o hablando mal de ellos, estaban tomadas de la mano, se susurraban cosas sin sentidos donde reían ambos como niños pequeños y se acariciaban de vez en cuando. Jace y Clarissa se les unieron a la mesa después de un rato, Simón no pudo dejar de sonreír cuando los tres, sus dos amigos y Raphael comenzaron a establecer conversaciones con confianza, solo faltaba que Isabelle le conociera y diera su vista bueno como su segunda mamá, pues ella se lo diría a su madre y tendría el apoyo de las dos mujeres que eran importantes en su vida.

— Tierra llamando a Simón.

Parpadeó viendo como los tres le miraban, tenía que dejar de hacer aquello, meterse por completo en sus pensamientos, siempre se perdía la mitad de las conversaciones.

— ¿Si?

— ¿Así que te duele el trasero?— preguntó Jace.

El menor no pudo evitar sonrojarse tapando su cara con sus manos para escuchar las risas de los tres. ¿Cuándo sería el día que alguno dejará de meterse en su privacidad? Era muy vergonzoso.

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