Simón.

Estaba sentado fuera de su casa, mirando las estrellas alumbrar el patio, a su lado su celular estaba en alta voz escuchándose los autos recorrer cerca de Raphael.

—Creí que no sería tan incómodo todo esto— dijo Raphael.

Y Simón estaba apoyando eso, había esperado tanto escuchar su voz que no se había dado cuenta que podrían tener un momento tan incómodo como en el que estaban.

—Dejaste de hablarme cuando te pedí que me contarás de tu familia. —se quejó Simón.

Tenía las piernas cruzadas mientras veía la ventana donde todos estaban, en unos minutos Alexander saldría por la puerta y le diría que tenían que ir a trabajar, Isabelle le daría un saco para que no pasará frío, Clarissa le daría suerte y Jace algunos consejos de ligue, todo eso ya se lo había informado a Raphael, pero el parecía callar.

— ¿Para qué quieres saber eso?— preguntó Raphael— ¿Acaso quieres robarme mi identidad?

Le gustaba la voz de Raphael, un poco grave pero escondida tras un tono suave que llegaba hasta su cuerpo y le hacía erizar su piel, y no podía evitar imaginarlo a su lado, un chico con sonrisa encantadora, demostrando su humor sarcástico y un corazón más grande que cualquier persona.

Esperaba que el falso Raphael no hubiera mentido en los trabajos.

—Mi familia consiste por mi madre y por siete hermanos— dijo al fin.

Y Simón aplaudió feliz a poder sacar un poco de información de eso, cuando hablaban por Whatsapp solo Simón se dedicaba a hablar de la actualidad, de su día y como se sentían, pero ahora podían profundizar.

—Siete hermanos, es tan asombroso— confesó Simón.

El aliento de Raphael chocaba en su celular, dejando que el ruido de eso llegara como una melodía a Simón, quién le transitoria paz.

—No cuando se juntan una vez por año para saber si la salud de mi madre empeora para tener la herencia— opinó Raphael— ¿y tú?

Algo dentro de Simón se emocionó, estaba preguntando por su vida.

—Lo lamento— dijo Simón— Mi familia consiste por mi madre y mi hermana, mi hermana estudia y mi madre es enfermera. Mi padre murió hace años, pero no lo sientas, tuvo una despedida judía conmemorada.

Una pequeña carcajada salió por parte de Raphael, y algo dentro de Simón vibró.

—Con que me hubieras dicho que tenías una madre, una hermana y un padre fallecido bastaba.

Pasaron una hora hablando, la voz de Raphael se había metido dentro del, era una sensación agradable. En tan poco tiempo descubrió los trabajos de Raphael, con quienes se relacionaban y quién era ese chico que se había hecho pasar por él. Magnus, un chico bien loco, pero le agradecía por poder hablar ahora con él.

— ¡Simón!

Desde la ventana Alec lo llamaba y le mostraba el reloj, era hora de ir.

— ¿Quién es?— preguntó Raphael.

Simón se paró, agarrando el celular entre sus manos y haciendo pucheros por qué iba a tener que cortarle.

—Es mi jefe, debo ir a trabajar.

Otra vez una carcajada por parte de Raphael cruzó por la línea, pero está vez burlesca.

— ¿Así que era cierto que trabajas?

Simón frunció el ceño.

— Si, seguridad nocturna— musitó Simón.

No le gustaba que no le creyeran.

—No te enojes Simón, solo estaba un poco no convencido.

— ¡Simón si no traes tu culo hasta acá iré a romperte ese celular a pedazos!

La risa de Raphael volvió a escucharse.

—Deberías hacerle caso, antes de que te arrepientas si no lo hace.

—Adiós guapo— musitó Simón.

—No te enoj....

Simón había acabado la llamada, no le gustaba que se le burlarán, caminó hacia dentro de su casa, tenía su vestimenta de trabajo puesta desde hace horas, solo tenía que irse.