• D I E C I S I E T E•
SIMÓN.
Una venda atravesaba su nariz, algo que sostuviera su nariz por el golpe, había sido más duro de lo que creyó, bajo sus ojos, ojeras moradas lo acompañaban y una cortadura de su boca. Simón sabía reírse de las películas que después de una golpiza mínima salieran con vendas por su cara, pero viviendo en carne propia ahora sabía que no era tanta exageración. Había tenido que correr para rendir en su materia, al parecer lo confundió con otro día y gracias a Raphael pudo llegar a tiempo, aunque logro aprobar a penas, rasguñando, pero como había estado y como había corrido sin haber estudiado nada por ser un confiado, esperaba menos notas que esa.
— ¿Cómo te fue?
Isabelle estaba en la puerta, con los brazos cruzados y haciendo el significante ruido con sus pies esperando la mala noticia para darle con un palo por la cabeza.
—Aprobé.
Cuando Simón estaba por pasar por su lado para irse a su habitación y festejar con Raphael su triunfo, que era de ambos por haberle hecho acordar, la mano de Isabelle le detuvo, frunciendo su ceño.
— ¿Con cuánto Simón Lewis?
El chico mordió su labio arrepintiéndose al momento cuando su labio comenzó a arder, aún estaban sensible por el corte recibido, aunque nadie de la casa en cambio se burlaban de el por ser muy exagerado.
<<Un corte es un corte. >>
Jace y Alexander sabían recibir a menudo de esos en sus trabajos, pero para Simón alguien que recién ahora comenzaba a trabajar en lo de Alec y nunca había recibido un golpe, era como sufrir la paliza más fuerte del mundo, con solo mirarse al espejo lo notaba. Aunque ya había sido bautizado "Simón exagerado Lewis", ahora todos le creían una mariquita.
—Seis—susurró.
Encogiéndose un poco, comenzó a correr hacia la habitación, no necesitaba ahora un reto por la mamá gallina, quería festejar que a pesar de lo sucedido había aprobado, pero con lo distraído y corriendo hacia la habitación se cayó de las escaleras, golpeando en la cabeza y viendo todo oscuro al instante.
Cuando despertó se encontró en el hospital, con Isabelle a su lado izquierdo y en el otro lado a Alec, Jace y Clary, parecían hablar y el estaba comenzando a sentir la puntada por el golpe.
—Me llevaré a Simón conmigo, su madre ya acepto— dijo Isabelle.
—No dejaré que te vayas sola, iré contigo, si debo buscar un trabajo allá lo haré— respondió Alec.
—Nosotros también, todos vamos hacia el mismo lado Izzy— agregó Jace.
Simón comenzó a quejarse, haciendo que todos comenzarán a preguntarle cómo se sentía, para pasar de preocupados a molestos.
— ¡Te he dicho que no debes correr en las escaleras!
— ¿Acaso quieres morir?
La enfermera, su salvadora, se dio cuenta de la situación y sacó a cada persona que estaba dentro de la sala, Simón solo pidió que Alec se quedara dentro porque sería con el único que podría hablar y no iba a regañar por lo sucedido.
—Simón, estoy pensando que estás buscando excusas para no ir a trabajar— dijo Alec.
Que estaba sentado a su lado, llevaba su vestimenta de trabajo y algunas notables ojeras bajaron sus ojos, aunque aún parecía intocable.
— ¿Qué es lo que está diciendo Izzy?
Se trató de sentar aunque la punzada en su cabeza y el apretón de una venda en su cabeza volvieron a hacerlo acostar.
—Nos mudamos querido amigo— dijo Alec sonriendo— todos seguiremos a Isabelle a la dirección que ella vaya.
Simón sonrió.
— ¿Y todos los adultos?
El ojiazul asintió arrimando su mano a su pelo para revolverlo un poco.
—Los pichones algún día deben volar lejos de sus nidos y padres— respondió Alec— de igual manera vendremos a visitarle, no te preocupes Simonsin.
La puerta se abrió mostrando a Isabelle con el celular en su oído mientras tenía los labios fruncidos, mostrando que estaba un poco en desacuerdo.
—No me hables en ese tono mocoso, tengo casi tu edad así que no me trates así— dijo Izzy— Simón tu amigo Raphael quiere hablar contigo.
Simón tomó el celular sonriendo y llevándolo a su oído, viendo como Alec y su mamá gallina se iban de la habitación para darle privacidad.
—Hola guapo— dijo Simón.
Cuando vio que ya no había nadie.
— ¿Y ahora que te sucedió? Dejamos de hablar por un rato que debes rendir, descanso de mi resfrío y cuando trato de contactarme contigo resulta que estás en el hospital.
El chico de lentes, ahora sin ellos porque no sabía dónde estaban, dejó escapar una carcajada.
—Me sucedió por distraído mi guapo, nada más que eso.
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