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•C U A R E N T A Y S I E T E•

Raphael.

Cuando caminaba a lado de Simón para cambiar de lugar de donde le habían mandado a trabajar "la puerta de los infiernos" como se llamaba ahí dentro por los demás trabajadores que pasaban por ese lado, no podía evitar mirar un poco más atento que otras veces al chico que caminaba a su lado, parecía llevar un uniforme más apretado a su cuerpo que de costumbre, ya no estaba suelto como le había visto la vez anterior, está vez podía notar el diámetro de su cintura, lo ancho de su espalda, la extensión de sus músculos, podía notar que su pelo esponjoso y largo ahora estaba un poco más corto, arreglado y no desparramado como las anteriores veces, una pequeña nariz casi respingada, pestañas largas, ojos claros casi grisáceos, unos labios pequeños y casi finos de color rosados, su piel de color lechoso y pequeñas cicatrices invisibles de golpes de la torpeza de la niñez decoraban su cara y parte de su cuello como recordatorio de que era medio torpe. Y podía decir que era lo más hermoso del mundo, como si cada vez que le viera las ganas de observarlo no se acabaran, quería tenerlo entre sus manos o que más pudiese encerrarlo en una caja de vidrio para poder observar todo su tiempo, lo quería para él y que dejara de ser de pertenencia de otro, de Alexander Lightwood.

—Déjame de observar, me estás colocando nervioso Raphael.

Corrió la mirada sonriendo, estaba siendo tan indiscreto, haciendo notar a Simón lo que pasaba dentro de él, no sabía que había cambiado de ese chico, porque se había arreglado y las razones de porque él no podía comportarse igual que con las otras personas, ignorarlos o hablarle lo justo y necesario, tenerlo cerca sacaba la parte cual no tenía costumbre de sacar para practicar, pero ya era imposible, había caído hasta el fondo y los deseos de ser la primera persona en tocarle le invadía un poco dentro suyo, Simón era una de esas personas que encontrabas de suerte, y el debía conseguir la suya que había sido arrebatada.

— Aún me es imposible creer que...

— ¿Qué sea virgen?— preguntó Simón molesto— es algo que aún existe, no todos somos una máquina llena de hormonas alborotadas que lo único que piensan es sexo, sexo y sexo.

—Claro que no, que aún no hayas sentido el placer de tener a alguien haciéndote sentir un momento único, mientras te acaricia, te haga sentir miles de emociones que creías no poder sentir, es mucho mejor que estar saciando con una mano.

Vio como Simón enrojecía y apartaba la mirada, sabía que con su comentario anterior estaba mintiendo cuando en verdad si era un chico lleno de hormonas alborotadas exigiendo salir antes de explotar, suplicaban por alguien que tocará su cuerpo, le hiciera sentir único, y aún él podía tener la oportunidad de lograr eso, solo debía tentarlo un poco más, mostrarle que él podría ayudarle con ese descubrimiento, aunque tuviera su novio para eso, no quería que nadie le ganará la oportunidad esa, no importaba si era egoísta y estaba siguiendo los pasos de Magnus, seguramente comportándose como su amigo podría conseguir mejor su objetivo, aunque no lo haría, si lo hacía entonces significaría el fin de la persona que era, no podía permitirse.

— No sé porque alaban eso, sabes los gérmenes que hay en ese proceso, si te lo meten por la parte de atrás trae gérmenes, si lo haces a una mujer por delante trae gérmenes y si haces un oral de seguro, cien por ciento que hay más gérmenes.

—Dices eso porque nunca has probado— se burló Raphael— si supiera cómo se siente entonces esas palabras no serían como les describirías.

Otra vez el chico volvió a enrojecerse sin querer mirarle, ambos ya estaban por llegar solo faltaba medio pasillo, Raphael procuró dedicar un lamento rápido antes de hacer lo que iba a mandarse, agarró a Simón del brazo cuando comprobó que no había nadie cerca y lo volteo hacia él, ambos estaban cerca, como él se había dispuesto a hacerlo, y sin pensarlo ni esperar una reacción del chico por su parte le beso, haciendo que se convirtiera en un beso desesperado donde intento probar cada parte de su boca, saboreando y sintiendo como una corriente atravesaba por todo su cuerpo, había sido un beso torpe por parte del chico, pero para Raphael con solo tocar sus labios ya estaba feliz y con ganas de más. Vio como Simón, tratando de que su respiración volviera a la normalidad, se daba vuelta y caminaba a largos pasos hacia donde debían ir, sin dudar le siguió tratando de normalizarse el también, solo había sido un beso como para que el chico se molestará, pero sin decir nada se ubicó en su lugar y estando en silencio espero a que su compañero diera la primera reacción de aquel suceso que habían pasado, algo que duró por muchos minutos.

— ¿Qué quieres lograr Raphael?— preguntó en un susurró.

Le miró asombrado, la pregunta le había tomado de sorpresa y no sabía que responder, Simón parecía como decepcionado, como si en verdad se arrepintiera de ese beso cuando el, a pesar de lo mal que estuvo, no lo estaba haciendo.

— ¿Qué?

—A veces pienso que te quieres vengar por haber hecho aquello, confesarme y después aparecer con una pareja, o solo en verdad me quieres y estas tratando de tener un momento en los baños o en algún lugar— dijo Simón sonrojado— L-lo siento, no pienso cuando hablo.

La puerta de la habitación se abrió mostrando a Magnus con esa sonrisa donde mostraba que había estado espiando, abrazando al hombro a Simón apretándole las mejillas, Raphael no sabía si Simón tenía conocimiento de lo que había sucedido en la mañana, así que le dirigió una mirada de advertencia a su amigo para que sus labios se sellaran sobre ese tema, vio como Simón trataba de apartarlo, sus mejillas se habían colocados rojas, no sabiendo si era porque estaba avergonzado o porque lo estaba apretando con fuerza, y Magnus después de una carcajada se alejó.

—Mi dúo favorito— dijo contento— ¿Qué hacen por estos lados?

—Lidya nos llamó— respondió Raphael.

Se imaginaba situaciones inimitable de porque la chica rubia estaba tan molesta y les había mandado a ellos a cuidarle, Magnus Bane estaba sacando de quicio a todos por su ninfómana actividad sexual, si no dejaba de hacerlo de seguro le iban a despedir aunque nadie como su amigo aguantaría las actitudes de ese lugar.

— ¿Ustedes creen que me estoy sobrepasando con estos niños? Es que están tan deliciosos— dijo sonriendo Magnus— pero quiero mi plato principal.

—Culpa tuya muchos se están quedando sin trabajo, maldito egoísta— musitó Raphael.

No quería que el tema de plato "principal" revelara a Simón Lewis lo que estaba sucediendo, no quería que se esté que ese chico que tenía a su lado quería comer a su novio porque de seguro a enterarse haría que él y el ojiazul dejarán de trabajar en ese lugar por esas razones.

— ¿Yo? Es culpa de ellos que no pueden resistir a sus hormonas de "Yo soy un macho y te deseo" pues ya saben soy pasivo así que la culpa no es mía— dijo Magnus sonriendo.

—Eres el que provoca.

Simón ni hablaba, miraba como ellos dos nomás estaban discutiendo, al parecer se había decidido que no era un tema suyo y que por ley debía mantenerse callado, aunque podía notar como moría por decir algo.

—Mis necesidades deben ser saciadas, no es culpa mía que tú no me entiendas— dijo ya molesto su amigo— has durado años sin tocar a alguien y puedes controlar tus impulsos, pero yo no.

Y como un niño caprichoso el moreno se adentro de nuevo a la habitación para cerrar la puerta de un golpe haciendo sobresaltar a ambos, aunque Raphael ya estaba acostumbrado a esos comportamientos de su amigo, pero para Simón era nuevo en ver esa parte del moreno, así que estaba un poco tenso por lo que acababa de ver.

—No te preocupes siempre es así, después de un tiempo se vuelve soportable y algo que ya no incómoda ver— dijo Raphael para calmarlo.

— ¿Cómo haces para soportarle?— preguntó Simón en un susurró.

Raphael miró hacia la puerta, de seguro que Magnus estaba escuchando, no iba a poder soportar espiarlos cuando no tenía nada bueno que hacer allá adentro.

—Porque es mi mejor amigo— dijo Raphael— somos unido, yo estaré para él y él para mí en todos los momentos que pasemos, él es uno de mi sostenes para pasar todo lo que debo pasar, aunque sea así le quiero lo bastante como para decir que siempre, a pesar de todo, estaré a su lado defendiendo y trayendo presas para saciar ese gran sentimiento que tiene.

La puerta se abrió mostrando a Magnus con una sonrisa y los ojos brillosos al ver que estaba aguantando las lágrimas, se sorprendió cuando su amigo se tiró encima de él para abrazarlo y después se alejó otra vez.

— ¿Viste de la persona que te has perdido Simón?— preguntó Magnus— esta persona vale oro, gracias Rapha, has llegado hasta mi corazón con tu palabras, eres la mejor persona.

Vieron como Simón sonrió a penas, después de eso los tres estuvieron hablando de otros temas, pero siempre eran interrumpidos por una persona o por otras. Al llegar ya el final el ojiazul llegó hacia ellos, sin mirar a Magnus saludo a todos y tomó de la cintura a Simón, otra vez frente a sus ojos haciéndole molestar si solo dijera lo que sabía el chico nunca más se acercaría al ojiazul, pero solo se controló.

—Bueno es hora de irnos Simón, lo siento por no quedarnos a hablar más— dijo Alexander.

—Nos vemos mañana, fue bueno conocerles más— se despidió Simón.

Comenzando a caminar con el ojiazul, quien ya le había soltado, hacia los pasillos para ir a la parte trasera del lugar, y Raphael no podía aguantar la molestia que había despertado en el aquello.

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