•C U A R E N T A Y S E I S•
Simón.
Aún cuando se acordaba reía por lo bajo al haber escuchado a Alec en el auto, muerto de vergüenza, como Magnus se había abusado de él en los baños del lugar que habían ido a comprar, estaba conociendo a alguien mucho más atrevido de lo que podía haber visto o estaba cruzándose con alguien que le gustaba meterse cuando veía alguna pareja, aunque en ese caso todo era una falsa, pero igual debía averiguar qué persona tenía en frente para ver si los siguientes pasos a realizar los estaba por hacerlos bien o mal.
— ¡Simón es hora de irnos!— gritó Alec.
El anochecer había llegado rápido y con una suerte de no tener clases había pasado tranquilo bromeando con Jace sobre lo que le había sucedido a Alexander, donde se sonrojaba entero, y después observaba con un sentimiento que lo tenía adormecido e inquieto a los muñecos que Raphael le había regalado, no podía pensar que a pesar de lo que estaba sucediendo con su madre había sacado un poco de plata para aquello, no quería hacerse ilusiones pero nadie hacia aquello por alguien. Se miró al espejo viendo como llevaba un uniforme que más se apretaba a su cuerpo dándole vista a sus pequeños músculos que se ocultaban con su delgadez, le había pedido a Clarissa recortar un poco su pelo y llevaba un perfume diferente, algo que sacó de la habitación de Jace, capaz así Raphael podría notar lo que se estaba perdiendo.
— ¡Simón!— gritó con más fuerza Alexander.
— ¡Ya voy!
Se sonrió dedicándose una guiñada, negando mientras salía de la habitación enrojecido por haber hecho aquello, lo bueno es que nadie estaba viéndole así que no debía porque sentir vergüenza a sus instintos de querer sentirse un poco más seguro cuando no lo estaba ni un poco. Bajó por la escalera encontrándose a su amigo mirando su celular con el ceño fruncido, la puerta abierta estaba mostrando el anochecer y un auto estacionado afuera, confundido se acercó para mirarlo, hoy no había nadie para prestarle el auto así que había pensado que se irían en autobús o algo parecido.
— ¿Y ese auto?— le preguntó al ojiazul confundido.
Vio como el ojiazul se comenzaba a sonrojar apretando los labios para correr la mirada hacia otro lado, sabía quién era la persona que estaba ahí afuera pero solo trataba de no darle atención.
—Es Magnus Bane y Raphael Santiago, quisieron pasarnos a buscar cuando le dije de lo sucedido y que le dijera a Lidya por si llegamos tarde.
—Así que te quedaste con ganas de que te terminará ese sexo oral que te hizo— bromeó Simón— que cochino eres.
A ver cómo su amigo se quedaba sorprendido aprovechó para salir para no escucharle gritar retándole de lo sucedido, dando pasos largos hacia el auto para ver cómo la ventana del acompañante se bajaba para mostrar a Magnus con una sonrisa en el lugar del conductor, sorprendido a no ver a Raphael se le quedó mirando al moreno preguntando con la mirada, aunque pareció no notarlo, pero si notó cuando la puerta trasera se abrió, se acercó hasta la puerta abierta mirando hacia dentro encontrando a Raphael sentado en la otra orilla.
—Entra niño, debemos llegar al trabajo y tú trasero fofo está tapando ambas entradas— dijo Magnus.
Un poco sobresaltado a sentir las mejillas arder por la vergüenza se adentró a los asientos traseros viendo como comenzaba Raphael a acomodarse para quedar cerca de él, Alexander subió en el lugar del acompañante alejándose lo posible de estar cerca a las manos traviesas del chico que estaba en el volante, dos situaciones distintas que tenía a ambos amigos en una situación incómoda porque estaban siendo acechados por dos personas que podían hacer lo que quisiera ya que no era su auto.
— ¿Así qué porque no tienen auto?— preguntó el moreno.
—H-He vendido el mío ya que debía pagar y mantener plata en esta situación de cambios y Simón no sabe manejar, así que ya sabes cómo es todo. — balbuceó Alec.
Simón se estremeció a sentir la mano de Raphael en su pierna, comenzó a temblar teniendo aún la mirada al frente llevando su mano como impulso arriba de la mano del chico dándole una advertencia de que no debía hacerlo, pero no pudo hacer nada, si hacia fuerza para sacar la mano, adelante verían que estaba sucediendo algo, y no estaba para aguantar una pelea de celos de su novio falso, comenzó a sentir como la mano comenzaba a moverse haciéndole que la respiración se le acabará, no sabía a qué estaba jugando Raphael pero no quería eso, lo estaba poniendo muy incómodo y no era muy bueno ocultando lo que le sabía ocurrirle por la cabeza.
—Listo— susurró lo más despacio posible.
Pero Raphael no estaba haciéndole caso, así que lamentando por lo que iba a hacer suspiró, viendo como la situaciones adelante no iba nada bien, cerró los ojos con fuerza a sentir como la mano comenzaba a subir por su pierna, así que sin pensarlo ni medir que estaría dejando en vergüenza a Alexander gritó.
— ¡Alexander una araña!
Después de eso se desató una gran griterío viendo como Alexander salía del auto cuando Magnus había podido llegar a hacer maniobras para pagar aquello, Simón pudo suspirar tranquilo a ver cómo en aquella situación la mano se había salido de su pierna y ya no estaba en una situación incómoda pero ahora debía arreglar lo que sucedía afuera donde su amigo se negaba entrar mientras se abrazaba a sí mismo, la situación era muy particular como el miedo irracional a aquel arácnido, pero no podía decir nada, en esa casa todos tenían algo que les hacía incomodar o dar terror, Jace también era uno, los patos sus peores enemigos y Clarissa aborrecía a las mariposas, Isabelle como el no eran amante de los gatos, así que los animales como insectos en la casa no eran bienvenidos; salió del auto hablando con su amigo para que volviera dentro, pero fue imposible así que al ver que les quedaba poco por llegar, una cuadra, decidió que sería bueno caminar, todo el trayecto habían ido en silencio y cuando llegaron Alec se tuvo que quedarse en la puerta mientras que a él le mandaban, por orden de Lidya, ir a estar trabajando cerca de Raphael, alguien que en verdad no quería ver por un rato, pero no podía desobedecer.
—Hola.
Esta vez ya no estaban en la puerta de la habitación de Magnus ya que habían tenido que ir de refuerzo para la puerta del jefe del lugar que le habían amenazado de muerte, no eran los únicos que estaban así que podía relajarse a ver qué Raphael y el no estarían solos, no podría soportar sentir unas manos en su cuerpo, saldría huyendo como niña pequeña para ocultarse, ya que nunca había tenido experiencia en lo sexual ni en nada parecido, todo lo que estaba sintiendo era algo del nuevo mundo y se sentía inútil por no poder ser un poco más suelto en estas situaciones en lo cual podía aprovecharse de él.
—Lo siento— susurró Raphael— le eres fiel a tu novio y solo a él debes dejar que te toque.
Ellos estaban ubicado un poco más distanciado del otro dúo, cerca del final del pasillo para ver si alguien sospechoso entraba, entonces era los principales en deber parar a aquella persona, así que a la hora de hablar podían hacerlo libremente pero teniendo la voz baja para que no retumbara en el lugar. Se sintió un poco conmovido al pensar que Raphael se le había cruzado por la cabeza que estaba teniendo relaciones sexuales con Alexander, aunque era lógico ya que estaban montando una relación falsa, pero no hacía falta si era falsa o no, la mayoría no tenían sexo al principio de algo.
—No es eso, solo que no estoy experimentado con todas esas situaciones, en el nivel de las personas que han tenido relaciones sexuales o algo parecido, yo estoy bajo cero, con Alexander no hemos hecho nada— respondió— Solo debía explicarte.
Notando una pequeña sonrisa divertida en el rostro del chico.
— ¿Así qué nunca te han dado placer?
—Manuela— respondió Simón.
Vio una cara de confusión en el rostro de Raphael haciendo que enrojecido mostrará su mano izquierda y su compañero sonriera para comenzar a negar por lo que había dicho, dejando escapar una pequeña risa.
—Estoy hablando enserio Simón ¿Nunca, nunca te has dejado tocar o que te toquen?
— ¡Oye! Yo siempre hablo enserio, no lo he hecho porque no estoy preparado, tengo un pensamiento diferente, quiero sentirme seguro a la hora de que llegue esto.
— ¡Santiago, Lewis dejen de hablar y vayan a la puerta de Bane!
Lidya estaba pasando por donde ellos muy molesta, de seguro que Magnus Bane se había metido en problemas una vez más haciendo enojar a la mujer, debía de estar haciéndolo a propósito o queriendo conseguido llevar al ojiazul donde él, pero prefería las preguntas incómodas que Raphael les estaba dando antes de ir a escuchar al otro chico.
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