•C U A R E N T A Y O C H O•
SIMÓN
Estaba gritando mientras golpeaba el suelo del auto, se habían pagado un taxi que el señor les miraba extrañado por el retrovisor, golpeando con los pies mientras reía nervioso tocándose los labios con las yemas de sus dedos, ya habían salido del lugar e iban directo a su casa, Alexander estaba riendo a su lado mientras Simón temblaba y contaba entre balbuceos lo que había sucedido, todo dentro de él le estaba comenzando a hacer descomponer, lo ansioso que se estaba sintiendo podría llegar al punto de hacerle devolver o solo estaba sintiendo los reflejos de aquello, todo dentro de él temblaba, no podría controlar sus manos y sus labios, y no podía dejar de tocarlos con sus dedos tratando de recordar aquel recuerdo tan maravilloso, no podía dejar de sentir y repetir mentalmente que era la mejor noche de todos.
— ¡Me beso!— gritó contento— ¡Fue como una escena de libro! Me dio vuelta y me beso, el mejor beso de mi vida. Aunque es el primero ¡Pero es el mejor de todos!
— Simón cálmate, te dará algo niño— dijo Alec— y Isabelle no va a querer verte alterado a estas horas de la mañana.
— Es que me gusta— dijo sonrojado— me estoy comportando como un maldito tonto, pero cielos Alexander esto es maravilloso, nunca me he sentido tan así.
— Es el amor Simón, ahora por el amor de todos los ángeles quédate tranquilo o vamos a chocar y antes de morirme te mataré a ti, y si no te voy a revivir y matarte, y no creo que el hombre quieta tener un accidente por tu culpa.
Se quedo tranquilo, riendo por lo bajo, viendo como el amanecer a través de la ventana estaba asomándose, todo parecía ser más lindo después de aquel suceso y cada vez que pestañeaba podía recordar aquello con todos los detalles, hasta su cuerpo despertaba sentimientos también, los labios de Raphael en los suyos moviéndose entre los suyos, sabiendo que no había podido disfrutarlo mucho pero había podido sentir como el chico controlaba aquellos movimiento llevándole a un éxtasis que ni él conocía ni había sentido, se había excitado sin pensarlo, queriendo que aquellas manos le tocaran en ese instante todo su cuerpo, acariciando y calmando aquello que sentía, o había comenzado a sentir desde que le había visto.
—Alexander ¿Cómo sabes que estás excitado?— preguntó curioso Simón.
— ¡¿Qué?!— preguntaron ambos, el señor y Alec asombrado.
El ruido de los frenos del auto les hizo aturdir un poco e ir hacia adelante llevando su mano al asiento delantero para no impactar con su cabeza viendo como su amigo hacia casi lo mismo, le miró molesto por aquella acción que podría haber costado su vida, viendo como Alexander le miraba sorprendido, a pesar de lo que había pasado, sus labios estaban medios abiertos y estaba sonrojado.
— L...Lo siento— se disculpó el hombre.
— ¿Q-qué estás diciendo Simón L-Lewis?— balbuceó el chico asustado— debo llamar al grupo, sabíamos que algún día llegaría, esto es una llamada de emergencia número ¿Cuál número habían dicho? Cielos, ya no me acuerdo ¿Número 123? "Bebé en fase de curiosidad sexuales".
— Los odio— se quejó Simón— no sé porque me cuidan tanto, me hacen sentir mal, como un niño, como si no tuviera especialidad en estas cosa, te pregunté no a ti y esperaba que no hicieras todo este escándalo.
Vio como Alexander tomaba su celular para marcar algún número y llevárselo al oído, iban a hacerlo, todos se levantarían de su cama a esa hora de la madrugada para hablar con ellos de lo sucedido, esperándole con algún café en la sala esperando para darle algunos consejos y haciéndole sentir más avergonzado de lo que se estaba sintiendo en esos momentos, pudo escuchar cómo Alec decía el mismo número que le había dicho hace unos minutos antes y después le colgaba para reír por lo bajo de algo que había escuchado, burlándose, y él se sentía como un niño pequeño cuando llegaba a la adolescencia, aunque ya era lo bastante grande para pasar por eso. El auto volvió a conducir con precaución hasta la casa.
— ¿Entonces qué haremos con esta farsa? Ahora ya sabes que tienes loco a ese chico por ti, era obvio desde el principio y que tú estás loco por él ¿Para qué van a seguir así cuándo pueden intentarlo? Ya sabes tirarte al nuevo mundo y probar tu suerte— dijo el ojiazul— y si el amor falla en algún tiempo, no te desanimes, es el primero que tienes, a veces el primero no es el más importante, pero si ambos sienten lo mismo puede serlo, tú me entiendes.
— ¿Pero cómo podemos acabar esta relación falsa?— preguntó Simón— no quiero que termine de una manera mala, ya sabes eres un gran amigo para mí y agradezco todo lo que has hecho para ayudarme en todo esta farsa, pero no sé cómo acabar esto antes de que se haga peor.
El ojiazul sin sacar la mirada de adelante le desbloqueó el celular para tenderle a sus manos, Simón confundido lo tomó viendo un mensaje en la pantalla, donde el emisor del mensaje aparecía con el nombre Magnus Bane, sabía que el moreno andaba un poco emocionado siguiendo a Alexander como un perro alzado, pero no sabía que había llegado hasta el punto de optar por mandarle un mensaje, se comenzó a sonrojar cuando lo leyó.
<<Chico bonito de los ojos azulados más lindo que mis ojos han visto, no creas que ando metiéndome con todo el mundo cuando he llegado a estos niveles mandándote un mensaje, era de esperarse que llegaría después de aquel momento íntimo que hemos tenido, tampoco pienses que no respeto tu relación con el niño de Raphael, si niño de Raphael, solo te estoy invitando mañana a la mañana a mi casa, no estará nadie, solo tú y yo una charla de amigos ¿Se llama amigo a alguien que le di una sección oral y no pudo ser terminada? En fin, sabes mis intenciones y espero que las acepte, no soy de rogar Alexander Lightwood, eres al único que he llegado a estos niveles. Te esperaré si no vienes, entonces sabré que amas a ese niño que no te ama. M. >>
Simón sorprendido tapó su boca sin poder asimilar lo que el mensaje decía, Magnus Bane estaba invitando a su amigo de una manera formal a una sección de sexo en su casa, y por un lado no podía negarlo, podía ver el interés que ambos tenían, Alexander quería ir a esa invitación, podía notarlo y el moreno debía estar ansioso de esperarlo, era la manera más justa para hacer la separación de ellos.
—Ya lo tengo ¡Alexander debes ir!— dijo emocionado.
El ojiazul lo miró un poco confundido, pero sin tener la mirada en el por mucho tiempo ya que debía mirar al frente por precaución a que no pasará lo mismo si el hombre hacia lo mismo.
— Ir a tener sexo con Magnus ¿Acaso me vez como una presa fácil?— preguntó Alec— porque sabes que no lo soy, además soy activo ¿Y si él lo es? No, no iré.
— No te hagas, desde que te hizo aquel trabajo en los baños del supermercado andas extraño, sé que también quieres esto, y puedes optar por comenzar todo desde el principio mostrando que eres el activo.
— Pero recuerda que tú y yo estamos en una relación falsa ¿Acaso el beso te ha afectado el cerebro? Si hago eso te estaré siendo infiel.
Entraron ya por la cuadra y Alexander sacó su billetera sacando unos billetes, cuando se estacionó delante de la puerta de su casa Simón vio como la puerta se abría en par en par mostrando a una chica morocha en pijama, a su amigo rubio con el torso desnudo y la pelirroja con un pijama como la otra chica, los tres sonriendo esperándole para atacarlo, bajó tragando con dureza. Espero a Alexander y cuando el taxi arrancó, ambos comenzaron a caminar hacia dentro.
— ¿Así que te has excitado?— preguntó en tono de broma Jace— prepara tus oídos, hoy te daremos una clase sexual gratis.
— Mira la hora que es ¡Debes contarnos todo!
— ¡Por lo menos déjenme entrar!— gritó exasperante Simón.
Entrando para ver cómo Jace le abrazaba por el hombro para llevarlo a los sillones mientras detrás venían todos, sería un día largo, muy largo y todo era culpa de Alexander.
— Pero yo no soy el único, Alexander recibió una invitación de sexo para más enseguida.
— ¡¿Qué?!— preguntaron todo a la vez asombrado.
Por lo menos ahora no estaría solo en todo eso, sino que también cargarían a Alexander disminuyendo un poco la atención.
— Puedo explicarlo— dijo avergonzado el ojiazul.
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