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•C U A R E N T A Y N U E V E•

N/A: Dedicado a una UnaLocaEnGuattpad que me dió una idea respecto a esto, pero le di unos detalles míos, si el drama 😂👏 y dedicado para todos ustedes, gracias por seguir conmigo 💖. Les quiero.

Raphael.

Había llegado para recostarse, estaba cansado pero el sueño no quería llegar, besar los labios de Simón le habían llevado a una tortura peor de lo que estaba, quería más, mucho más de aquel niño, y no sabía hasta cuánto quería llegar, un beso más profundo, tocarlo un poco también, nada prohibido solo tocar  sus brazos o su pelo, pero debía controlarse, no podía estar dejándose guiar por los deseos que sentía cuando en verdad quería algo de otra manera, algo sentimental, pero no podía soportar que Simón Lewis estuviera con Alexander Lightwood, no eran compatibles, nada de nada, ni un poco, ni hacían una linda pareja.

—Raphael, debes irte.

Miró hacia la puerta viendo a Magnus con una bata apoyado en el marco de esta, era la segunda vez que no le veía dormir y estarse preparado para esperar a alguien, pero esta vez se veía un poco mejor, recién bañado, con una loción muy fuerte y bien energético. Raphael se sentó sintiendo el cansancio bajar a su cuerpo, sosteniendose con los brazos, aún debía ir a visitar a su madre y hablar con Tessa sobre los papeles, quería dejarle un poco de herencia que tenía para el para ella, quien se había hecho cargo también de su madre, como una recompensa ayudando con lo que podía.

—Aún no son las diez y no he dormido ni un poco Magg.

—Raphael, va a venir una persona, y no quiero que estés aquí— dijo el chico con firmeza.

—Has como todas las veces, yo estaré durmiendo aquí, cuando vengas a tener tu festiche con mi puerta voy a tapar mis oídos con una almohada y fin a todos los problematico— dijo Raphael.

—¡Raphael!— dijo Magnus exasperado— debes irte.

—Estoy cansado— susurró— ¿Podemos dejarlo pasar? No estoy para irme, necesito descansar. 

Vió como el moreno suspiraba y asentía sonriendo, acercándose hacia el para acostarse en su cama a su lado, el chico parecía distinto, estaba nervioso y parecía ansioso por ese visitante desconocido, algo que estaba sospechando Raphael, sabiendo que cada visitante que llegaba era igual para su amigo, no causaba nada y siempre llegaban más tarde, y Magnus nunca lo echaba de ahí.

—Esta bien, pero promete no salir de aquí ¿Entendido? Este chico es muy cerrado a los gustos que tengo, si sabe que hay alguien entonces se irá.

—Esta bien— respondió entre un bostezo Raphael— iré con mi madre cuando ustedes terminen.

Sintió el beso en la mejilla de su amigo y después como veía a Magnus levantarse para caminar hasta la puerta, cerrando detrás de él, Raphael comenzó a cerrar los ojos sintiendo el ardor cuando se producía a tal cansancio, lo único que recordaba mientras estaba cayendo en la mano de Morfeo eran los labios de Simón entre los suyos, algo que le gustaba y quería recordar por siempre, y si tenía la oportunidad, volverlo a hacer.

Cuando despertó de algo que parecía horas, cuando solo había sido minutos escuchó dos voces fuera de su habitación, mucho más despacio por ser amortiguado por la puerta pero aún audibles, se paró un poco curioso de saber porque aún no se oían en el acto sexual, abrió un poco la puerta sintiendo la necesidad de oír mejor, sabiendo que estaba cometiendo el acto de espiar.

—Estoy encantado de que hayas decidido a venir, pero ofendido a que le hayas hecho eso a tu novio, infidelidad— dijo Magnus.

—No hubiese aceptado tu invitación si siguiera con él, hoy hemos terminado, lo nuestro no ha funcionado Magnus, yo no cometo nunca infidelidades. 

Podía reconocer esa voz desde donde estaba, era de Alexander Lightwood, el novio de su Simón Lewis, siempre se acordaba de las voces de las personas que le molestaban o le agradaba un poco, y ese chico, por puro celos, era uno de los primeros en su lista de recordar, siempre lo haría. 

—Que trágica noticia, no para mí, pero si para ustedes— dijo Magnus— ¿Se puede saber el motivo a tal suceso?

Podía imaginar a su amigo mucho más feliz con lo que se había enterado y el lo estaba más, Simón estaba libre y era como si acabaran de mandarle un milagro del cielo, ahora podía seguir por su cuenta y sin barreras, poder enamorarlo o coquetear con él sin ocultarse de su novio.

—Estamos buscando distintas personas— dijo Alec.

—¿Pero no deberías esperar una semana por lo menos para respetar aquella corta relación? Por la memoria de ustedes— preguntó el moreno.

—¿Vamos a hacerlo o no? Si no vuelvo a mi casa y buscó a alguien más.— dijo molesto el chico.

Sus nudillos picaban, algo que le decía que debía golpear al chico, el principal motivo era por haber usurpado a Simón y después haberse dado cuenta que no estaban destinados para cortar tan rápido y el segundo motivo por venirse a tener sexo después de no tener ni dos horas de terminar con una persona desconocida, y aunque estaba feliz de la separación habían situaciones que le molestaban más.

—Esta bien, espérame un momento— dijo Magnus.

Y era su turno, salió para ir directo hacia donde creía que había escuchado la voz, con su manos en puño y a pasos largos y decididos, le golpearía para después irse y dejarles privacidad a Magnus para hacer lo que quisiera con el chico, de seguro que como pasivo que era se entregaría sin dudarlo. Lo encontró en la sala, parecía ausente mirando un cuadro, y decidió que era su oportunidad, el chico ni reaccionó para defenderse, recibiendo aquel impacto de lleno en parte de su mejilla y boca, viendo como comenzaba a sangrar y caía al suelo un poco desorientado. 

—¡Raphael!

Respiraba como si hubiese acabado de correr una maratón, pero solo era que había podido sacar la frustración que tenía dentro suyo, se acomodó la vestimenta que no se había cambiado y estiró su mano para ayudarlo a parar, el ojiazul no se negó a aquello, recibió la ayuda mirándolo confundido por aquellos actos.

—Gracias— pronunció Raphael en un susurro.

—¿Qué mierda esta sucediendo contigo Raphael?— preguntó exasperado el moreno.

Pero ninguno de los dos le estaba prestando atención, Alexander lo miraba como si entendiera su agradecimiento, como si supiera por el motivo del golpe y aceptaba lo que había dicho, el ojiazul le dió un pequeño palmeo en el hombro formando una sonrisa.

—El te quiere, nunca lo dejo de hacer— respondió el ojiazul tragando con dureza— fue una mentira, el quería ver si lo querías.

Y Raphael volvió a golpearlo como reacción a aquello que había dicho, una maldita mentira de Simón y era confesado por su cómplice, mientras el estaba matandose la cabeza cada vez que llegaba a su casa, vió como Alexander, quien estaba de nuevo en el suelo, seguía sangrando siendo ayudado por Magnus quien le estaba limpiando con un pañuelo.

—Una maldita mentira— musitó molesto— nadie merece una maldita mentira.

Salió de la casa en dirección a ningún lado al principio, sin importar el llamado de Magnus, aún no se había cambiado y parecía trasnochado frente a los ojos de los demás, pero estaba muy molesto, se sentía traicionado, Simón sabía cada suceso que el quería ocultar para no hacerle daño, y había creado eso de una relación farsa haciéndole caer en aquellas mentiras, había mentido y le hizo creer que ya no tendrían oportunidad cuando no era así, la traición. Respiró hondo volviendo a estar consciente de donde estaba, y se dirigió al camino que se había aprendido en el anochecer, la casa donde estaba Simón viviendo para pedirle su explicación de todo aquello que había hecho. Hace unos momentos le recordaba por un beso tan maravilloso y ahora lo hacía con molestia por una mentira.

Llegó después de una caminata larga, donde trataba de pensar con claridad, entender los hechos, el también se había portado mal con Simón pero nunca le había mentido en lo largo de lo que se conocía, y si, le había costado mucho convencerse de que quería algo con él, que le quería, que estaba enamorado y que quería probarlo en todo sus sentidos. Feliz y traicionados así se sentía. Golpeó la puerta encontrándose a una muchacha de pelo azabache con un uniforme formal, debía ser la que mandaba en aquel grupo de la casa, trató de respirar profundo antes de hablar.

—¿Esta Simón? Necesito hablar con él, por favor es urgente.

Como si estuvieran esperando por el, como si Alexander les hubiese avisado que iba hacia ellos, la chica se hizo a un lado para dejarlo a pasar y el no desaprovechó esa oportunidad, entró sin ver la casa, solo siguió a la muchacha hasta la parte trasera de la casa, en el patio, donde vió a Simón esperándole y como si la molestia volviera caminó hasta donde estaba el, saliendo por la puerta, colocándose frente, muy cerca. 

—Ya se todo Simón ¿Por qué?

Siempre había sido paciente para las discusiones, siempre guardaba su molestia dentro como en ese momentos, sus manos estaban en puño donde su molestia parecía estar retenida mientras esperaba alguna respuesta de Simón, que parecía querer solo mirarlo antes de hablar.

—¿Por qué?— volvió a repetir.

—P-Por que creí que no me querias— respondió entre balbuceos.

—Fue lo peor que me han hecho.

Y sin pensarlo más le dió un golpe como lo había hecho con Alexander para verlo sangrar e irse de ahí, no había podido controlar sus impulsos lastimando a dos personas, pero se lo merecian por haberle  hecho tal mentira, el no se merecía aquello ¿Por qué no podía volver a comenzar? No meterse de nuevo con un niño que estaba haciendo niñadas.

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