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•C I N C U E N T A Y U N O•

Raphael.

Se sentó en un banco de una plaza cayendo en lo que había hecho, miró el nudillo de su mano izquierda viendo como estaban aún enrojecidos, molesto apretó la mano y suspiró, nunca se había sobrepasado de mala manera con alguien, siempre había controlado sus emociones concentradas para dejarlas salir en otras situaciones de una manera no agresiva, pero ahí estaba, golpeando a dos personas, una que quería y otra quien había seguido solo las ordenes de la primera persona, dos personas que ahora podían estar heridas y todo por no haberse controlado, su madre no estaría orgullosa de lo que había hecho, no le crío para cometer tales errores, y la necesitaba en estos momentos para recibir algún castigo como cuando era pequeño.

Se paró para caminar hacia el hospital, pero frenó a no sentirse de ánimos, no queremos a que su madre le sintiera así, no podía controlar sus propios problemas como para soportar la situación de salud que le fueran decir, así que solo se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia casa, de seguro que con lo pésimo que se había comportado arruinó el encuentro que Magnus tanto había estado esperando tener. Pero no había podido evitarlo y aunque quisiera seguir caminando por el lugar para no interrumpir debía volver a su casa para encerrarse en su habitación. Cuando llegó a la casa y abrir la puerta no escuchó nada.

—He vuelto— dijo en voz alta— ¿Hay alguien?

— ¿Raphael, eres tú?

Vio como Ragnor y Catarina asomaban la cabeza por el umbral de la puerta de la cocina, a veces era imposible saber cuando estaban en casa o no, sabiendo que ellos amaban estar paseando, trabajando, viajando o compartiendo momentos de pareja, por eso ahora estaba sorprendido que estuvieran ahí y por lo menos se acordaran de su nombre.

—Es bueno volverlos a verles ¿Cuando se van?— preguntó.

Entró a la sala donde estaba ellos viendo como estaban tomando café juntos, aún a pesar de llevar ya treinta años de casados el amor seguía intacto, ellos luchaban para que la rutina no les alcanzarán y por eso estaban feliz, porque se divertían hacer que su relación tuviera bueno momentos y el estaba alegre por ellos, rara vez se veían parejas así con el mismo sentimiento de amor desde la primera vez.

—Magnus nos ha llamado, dices que has golpeado a personas y nos preocupamos por ti, quisimos venir a ver que estaba sucediendo contigo, nunca te has comportado mal con nadie y pensamos que debía ser muy importante para haber hecho algo tan así— dijo Ragnor— así que pensamos que apareciendo por aquí, ibas a querer abrirte y contarnos que te anda sucediendo.

—Mis padrinos mágicos han llegado a salvarme— comento molesto Raphael.

Aunque estaba feliz de verles, no estaba alegre de que aparecieran para husmear los problemas que se estaban causando.

—Raphael— dijo Catarina— te conocemos desde hace años, tus molestias son nulas para nosotros, tarde o temprano nos terminara contando.

— ¿Donde está Magnus?— preguntó cambiando de tema.

—En su habitación, está frustrado al parecer— respondió Ragnor— interrumpimos su reproducción sexual con un chico joven, pero lastimado.

El asintió y se paró para caminar hasta la habitación de su amigo golpeando la puerta cuando llegó, no recibiendo ninguna respuesta, de seguro su amigo estaba molesto con el por lo que había hecho, y no podía decir ni excusarse con nada porque tenía razón cuando había cometido errores graves a darle aquellos golpes a esa persona, siguió golpeando la puerta reiteradas veces buscando llegar a sus objetivos, irritar a su amigo para que le abriera la puerta.

— ¡Deja de golpear Raphael!— gritó Magnus desde adentro.

Pero él no se detuvo, siguió golpeando mirando la puerta, podía escuchar cómo su amigo musitaba molesto dentro de la habitación pero no abría, y él seguía insistiendo sin arrepentirse de irse a su habitación y dejar de insistir en buscar el perdón de su amigo. Magnus era lo más importante para él, tenerlo enojado no era algo que quería, era extraño.

— ¡Raphael te lo advierto!

Hizo caso omiso suspirando, cuando la puerta se abrió y un golpe le sorprendió en la mejilla haciéndole doler, cerró los ojos llevándose la mano a su mejilla, le había sorprendido por completo aquella acción.

—Esto fue por el golpe de Alexander y Simón— dijo.

Comenzó a sobarse para calmar el dolor comenzando a reír porque sabía que se lo merecía, y a pesar de que quería devolverle el golpe a su amigo supo que tenia merecido aquello, así que solo se adentro a la habitación pasando por alado de su amigo para recostarse en la cama viendo como Magnus se colocaba a su lado.

— ¿Cómo te sientes?— preguntó el moreno.

— ¿Por el golpe o por la mentira?

—Por la mentira— respondió— te volviste una bestia cuando supiste de eso, me sorprendiste y cuando te fuiste supe que te había dolido, no pensé que tú objetivo era ir a golpear a Simón.

—Fue lo primero que sentí, yo lo quería Magnus y a pesar de eso me mintió, creo un estúpido plan y me las creí, no puedo soportar tanta humillación— dijo Raphael— trabajamos en el mismo lugar, lo veo esta misma noche pero no puedo, no quiero volverle a ver.

—No te preocupes, por lo que me enteré hace unos segundos por Alexander Simón se irá por un mes con la pareja amiga a no sé dónde— dijo el moreno— ahora ven, necesito que me ayudes con unos trajes, sabes que Mike es de tu talle y necesito perfeccionar, además necesito que me graves una canción en español, según Alexander es ardiente el idioma y necesito aprenderlo.

Raphael se paró viendo como su amigo también lo hacía para pasarle una vestimenta muy extrovertida como colorida, el caminó hasta el baño de la habitación cambiándose la vestimenta actual para colocarse aquel disfraz y salir de la habitación, aún las palabras de Magnus resonaban, haciéndole sentir más culpable, culpa de él y su golpe ahora Simón se iría por un tiempo lejos, vio como el flash de la cámara le sorprendió y después la risa del moreno, después dejó el celular y le hizo seña a él para que se arrimara, Raphael pudo ver cómo su amigo tenía en sus manos hilos y una aguja para ponerse mano en acción, subió los brazos para darle más comodidad al moreno.

— ¿Así que Simón se va?— preguntó inconsciente— ¿Será por el golpe que le di? Cielos, yo nunca había hecho eso.

Sintió un pequeño pinchazo en la parte izquierda de su cadera donde frunció su ceño un poco aguantando el dolor, su amigo estaba tarareando una canción pero se había detenido cuando dio aquel error con la aguja.

—Raphita, Raphita— dijo entre una risa el moreno— Simón se ha ido porque él te ama Rapha y este error es muy significativo para ambos, debe estar muy arrepentido y quiere darte tu espacio por un tiempo alejándose del panorama.

—Está huyendo el cobarde. — susurró.

—Después del golpe, cualquiera va a querer huir— respondió el moreno— ahora toma mi celular y comienza a cantar, debo memorizar y más rápido lo haga más rápido tendré a Alexander ardiendo por buscar placer en mi.

Obedeció a su amigo recibiendo entre su manos el celular del moreno para buscar el grabador y comenzar con una canción que su madre sabía escuchar en su tiempos de joven, donde sabía cantar en voz bajas y la cantaba con pasión, el se acordaba verla como disfrutaba aquella canción y a pesar de solo mirarla, sabía que ella se acordaba de un amor mientras copiaba cada palabra, trató de cantarlo lo más lento que pudo, para que el moreno pudiera cantarlo también, siguiendo sus palabras pero también marcando el ritmo de la canción original, hasta que llegó a su fin y dejó el celular en su lugar viendo cómo Magnus finalizaba el trabajo y el sin decirle nada se fue hacia el baño, cambiándose y sintiéndose que en cualquier momento se iba a descomponer, había estado pensando en Simón mientras cantaba y no había podido evitarlo.

—Mierda— soltó.

—Vamos, debes salir, me tengo que bañar— dijo Magnus— ¡Raphael sal de ahí!

—Ya va, ya va— dijo— no me apures.

La maldición de Simón Lewis le iba a perseguir por un gran tiempo y no quería eso, prefería arrancarse el cerebro antes de estar así, mal por ese chico, aunque sabía que nada podría evitar recordarlo.

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