•C I N C U E N T A Y S I E T E•
N/A: Mi semana ha sido no muy bueno, así que antes de comenzar quería poner como aviso que este capítulo romperá su corazones ¿Por qué lo hago? Bueno sucede que debía escribir, pero del ánimo que en ese momento me sentía era muy deprimente, así que salió esto. Ahora sí, disfrútenlo 😊. Ah, no creo que aparezca el otro finde, ahora sí. Les quiero 💜
Raphael
Caminaba de un lado para otro después del largo anochecer y un descanso muy breve, esperaba el diagnóstico detrás de aquella puerta del hospital, cerca de las 9:00 a.m el llamado con una noticia de que su madre había recaído lo había hecho alarmarse toda la mañana, Magnus le había llevado sin decir nada, ambos sabían que podía significar esto, la salud de Guadalupe estaba empeorando y su reloj de vida ya estaba cerca de finalizar, pero él no podía dejarla ir tan pronto, no cuando estaba por comenzar a juntar la plata suficiente para pagar su operación, hasta ya tenía la idea de vender las pertenencias. Se repetía en silencio que era mejor verla no sufrir más, pero era tan egoísta que no podía permitir soltarse de persona que le había dado la vida.
Podía ver las personas caminar de un lado a otro por aquel pasillo, el olor y el ruido significativo a hospital le tenían un poco desconcertado, pero no podía permitirse aquello cuando debía tener la mayor concentración en aquel rezo pidiéndole al señor, cual tanto habían alabado por años, por la salud de la fiel seguidora que tenía. Pero a pesar de que siguiera rezando, no podía tener la esperanza de que ocurriera, entonces el doctor salió de aquel cuarto y supo que algo iba mal.
— ¿Usted es familiar de la paciente Guadalupe?— preguntó el señor.
— Sí, soy yo ¿Cómo está mi madre?
— Lo siento mucho, pero no creo que pase esta noche, la recaída ha sido muy grave y no hemos llegado a tiempo para poder prevenirlo, el virus ya está en su cuerpo. — Explicó— Lo lamento mucho joven, ya puedes pasar a verla.
Raphael asintió, viendo como el doctor le daba un apretón en el hombro y después se retiraba dejándolo decaer, se apoyó en la pared escuchando como un sollozo se le escapaba, la pesadilla cual tanto negaba ver se le había presentado frente a sus ojos y ya no podía hacer nada, su madre moriría ese día.
— ¿Rapha?
Levantó la mirada viendo como Magnus venía con dos vasos, pero la mirada se le torno preocupada dejando lo que tenía en sus manos en el asiento cercano para poder acercarse hasta él.
— ¿Ha pasado algo con Guadalupe?
El chico se abrazó a su amigo buscando un poco de consuelo, un poco de fuerza para afrontar aquello, y Magnus se lo devolvió, le devolvió el abrazo con fuerza susurrando palabras alentadoras aún sin saber que estaba pasando. Después de unos minutos, donde Raphael sintió que estaba más relajado, se soltó del moreno y secó sus lágrimas, aún sin respirar bien se sentó en el suelo ya que sus piernas parecían flaquear, vio como Magnus se arrodillaba frente suyo.
— ¿Quieres hablarlo?— preguntó nuevamente.
—M-Me dijeron que no creen que pase esta noche. — susurró.
Sintiendo los brazos de su amigo rodearlo de nuevo, esta vez comprendiendo lo que estaba pasando, dejando a la vista el dolor que estaba sintiendo después de la noticia, sabía que el dolor de uno era también del otro, eso eran mejores amigos, la empatía por la situación del otro era lo principal que caracterizaba su relación.
—Lo lamento mucho Rapha, lo lamento mucho.
—No quiero que se vaya Magg, no lo quiero.
—Ella estará bien, irá a un lado mejor y dejará de sufrir— dijo el moreno— se que será cruel lo que te voy a decir, pero déjala ir Raphael, ella está sufriendo en estos momentos, despídete de ella que de seguro está esperando eso.
—Prométeme que no le dirás a Simón de esto— susurró— guarda la plata, se la darás cuando vuelva, pero no le dirás nada, vas a convencer a Alexander de que tampoco se lo diga ¿Entendido?
—Raph...
— ¿Entendido?— volvió a repetir con más fuerza.
—Si, lo entiendo.
Después de escuchar eso, Raphael se levantó de donde, estaba secó sus lágrimas como su nariz congestionada, y trató de evitar la sensación de que sus piernas en cualquier momento fallaría, para caminar hasta la puerta de la habitación y entrar por ella, viendo como su vista se nublaba al verla, cerró la puerta detrás de él para caminar hasta su lado, ya había pasado un mes y se había acostumbrado a verla en aquella camilla con aparatos rodeando su cuerpo, pero ahora sabiendo lo que había pasado, como lo que podría pasar, no era algo que podía soportar.
—H-Hola mamá— sollozó— el doctor me ha dado malas noticias, lo sé ambos odiamos las malas noticias, pero no te preocupes, me han dicho que irás con el señor ¿Te acuerdas de las historias que me contabas? El te recibirá con sus manos extendidas, porque él sabe que has sido una cierva fiel y que has dado todo en este mundo, serás la mujer más afortunada por llegar a tocarlo, serás la mujer más feliz porque te darán el pago por todo lo que has hecho.
Dejó escapar un sollozo más grande que le hizo ahogar mientras las lágrimas salían de nuevo, se arrodilló en la cama tomando de su mano, con la mirada baja y los ojos cerrados con fuerza.
— A quien miento, no quiero que te vayas, por favor no me dejes, no puedo perderte, no puedo dejarte ir, nunca me enseñaste a afrontar este momento, por favor no me dejes ¡Por favor no me dejes!
La respiración se estaba volviendo más rápida y la impotencia de no poder hacer nada subía por todo su cuerpo, pero no se movió del lugar donde estaba, mantuvo la mano con firmeza entre sus manos, comenzando a rezar en silencio por un milagro, ya no sabía que más hacer, no sabía en qué camino estar, no podía razonar.
—No me dejes por favor, sin ti yo no soy nada, mi alma se irá contigo madre.
La puerta se abrió pero él no se movió, siguió donde estaba sin importar quien estuviera viéndole, entonces unas manos se posaron en su espalda y le hicieron sobresaltar, al mirarlo notó que era Magnus y que una doctora cómo un enfermero estaban detrás de él.
— Rapha, debemos irnos, van a chequear a tu madre, entraras en un momento, cuando ellos se desocupen ¿Entendido?
Asintió dejándose guiar por su amigo hasta afuera de la habitación, no podía escuchar las palabras que le susurraba, ni escuchar lo que pasaba a su alrededor, ni el particular olor a hospital, solo podía ver como las personas le miraban con tristeza en su camino, sabiendo lo que estaba afrontando.
Después de largas horas, el atardecer ya estaba comenzando a llegar, haciendo que Magnus se fuera, ya que debía trabajar, ya la noticia había llegado a Lidya permitiéndole quedarse, a pesar de no tener personal, de seguro algunos de los bailarines reemplazaría su lugar, entonces comenzaron a llegar cada uno de sus hermanos, algunos hasta con lágrimas en los ojos, haciéndole molestar más por la falta de caradura, pero no dijo nada, su madre estaba en la misma habitación y no quería permitir que su último recuerdo fuera ese, así que solo trató de disfrutar el momento de visita ilimitada por un rato más.
—Tessa nos avisó ¿Cómo está?— preguntó una de sus hermanas.
— La probabilidad de que no pasen la noche son altas— respondió ya desganado— pueden despedirse de ella.
—Lo siento mucho hermano— susurró.
Asintió sin responder, se había colocado a lado de la ventana mirando hacia afuera, el atardecer ya estaba en sus finales y parecía como la noche estaba cayendo sobre el cielo que una vez fue azul, se sentía tan identificado con lo que estaba viendo, porque podía sentir la agonía de la noche caer por su cuerpo y no podía revertirlo, a pesar de que suplicará que no lo atrapara. Podía escuchar los susurros de su hermanos suplicando perdón, despidiéndose a puntos de lágrimas, no podía culparlos, eran sus hermanos menores, los caprichos de su niñez nos cumplidos les habían llevado a tener un resentimiento con la mujer que le había dado la vida, pero ahora, que la estaban viendo en ese estado el resentimiento llegaban a ellos.
—R-Raphael, podrías decir algunas palabras, por favor— dijo uno de sus hermanos más menores.
Se dio vuelta y asintió, se adentro al círculo viendo como sus hermanos le miraban, como sabían hacer cuando era niño y el daba unas palabras.
—Guadalupe, nuestra madre, fue la mujer más fuerte y valiente que cualquiera de nosotros pudimos cruzar por nuestra vida, no solo fue la mujer que afrontó cualquier problema de su vida, si no todos los problemas de la nuestra, siempre poniendo hasta lo último para darnos lo que no tenía. Nunca pudimos tener lo que queríamos, ni comer lo que deseábamos, pero a pesar de no tenerlo, ella nunca nos descuido, nos crío con los mejores valores que ella tenía y siempre nos dio amor, que era lo más importante— sollozó un poco— ella fue madre, padre, amiga y compañera en nuestras vidas, no se olviden de eso, Guadalupe será recordada por todo lo que ha hecho, lo que ha hecho por nosotros. Te amo mamá, ya no tienes porqué sufrir más.
Cuando ya estaba pasando la media noche, habían tenido que volver a salir por una de las revisiones, los ocho estaban tomando un poco de café mientras recordaban los momentos más divertidos que habían tenido con la mujer, entonces Raphael sintió como un vacío en su pecho que no pudo definir, entonces médicos y enfermeros entraron corriendo a la habitación alarmando a todos, pero a pesar de querer ver que estaba pasando la puerta había sido cerrada para privacidad y el chico ya sabía que estaba pasando, Guadalupe ya se quería marchar, después de las despedidas, ya se quería ir.
— ¿Por qué ahora?— susurró— ¿Por qué?
Después de un momento, un doctor salió de la habitación, entonces sus facciones dieron la indicación que tanto temía.
— ¿Familia Santiago?
Todos asintieron, aunque Raphael ya no podía sentir su cuerpo.
—Su madre ha fallecido...
Entonces Raphael ya no pudo escuchar más, su vista se nublo y después todo se volvió negro, sintiendo como caía, su pesadilla se había cumplido, ella se había ido y la noche había caído completamente en él.
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