[5]
SIMÓN
Después de una tarde bien pesada, donde restos de yuyos, espinas y mugre se pegaba a su cuerpo, Simón se tiró al suelo a descansar. Sentía sus brazos doler por el uso de tener que tirar tallo y arrancarla del suelo, su cadera al tener que agacharse reiteradas veces y su conciencia.
Si, su conciencia. Había estado pensando de su vida mientras cortaba pasto, y de ese momento no pudo sacarse ese tema. ¿Acaso era un adicto a las redes?
No es que se sintiera adicto, si no que no podía estar sin hablar con alguien nuevo y tratar de crear una amistad, en cambio el quería ser amado, querido, por las personas detrás de computadoras, y si pensaba si esa persona era la que decía o no, ¿Acaso uno de sus "amigos" era un hombre, de cuarenta y tres años, con gatos a su lado y él en ropa interior? No lo sabía, porqué estaba confiado en que esa persona lo que quería.
— Hoy sacaré un poco de amigos de mis redes— susurró.
Al mirar el cielo la angustia dentro de él volvió a aparecer, quería a alguien a su lado, saber que se sentía tener a alguien por primera vez que le amara, que tuvieran momentos inolvidables, fotos, y sonrisas. No como la vez que su mejor amiga e Isabelle quisieron probar con él lo que significaba una pareja, ninguna de las dos funcionó, ahora Clarissa estaba con Jace e Isabelle era como su segunda madre.
— Pero cielos, quiero una pareja.
No sabía porque aquel deseo de tener a alguien a su lado, capaz que cada momento aparecía frente a sus ojos y no lo tenía, quería tenerlo a toda costa y el día de hoy quería una pareja.
—Simón ¿Qué haces ahí?
Este subió la mirada viendo como Alexander le miraba desde arriba, el chico filosofía había conseguido un trabajo doble como seguridad nocturna en un restaurante y parecía fresco después de estar horas despiertos.
— ¿No vez el patio?
La risa del chico de ojos azules le puso más irritado, no sabía si era por el trabajo que había hecho y no estaba acostumbrado a hacer o la envidia a la resistencia de su compañero de casa.
—Era merecido, debes buscarte un trabajo— dijo Alec— tengo uno para ti, trabajas conmigo y ganas dinero.
Era una buena propuesta, trabajar como de seguridad, con un uniforme negro y en la puerta de aquel lugar, aunque tenía sus contras, como permanecer como un zombie después de las 6 a.m, y estudiar, pocas horas para dormir al igual que hablar por celular.
— Lo pensaré.
La puerta que daba al patio se abrió y Isabelle salió para ponerse a su lado.
— ¿Dime quién es Raphael Santiago?
Tenía sus manos en sus caderas, y le miraba con curiosidad, a su lado Alec también lo hacía.
—Un chico que no me responde los mensajes— contestó Simón— ¿Por qué?
La chica le mostró el celular, la pantalla estaba bloqueada, porque Simón no dejaba nada sin algún patrón para que ningún curioso como ella espiara, se veían notificación, Simón acomodó sus lentes y siguió recostado.
— Este chico acaba de enviarte un mensaje.
Simón sorprendido y emocionado se levantó como pudo y agarró el celular mientras corría hacia la habitación, abrió el mensaje en el camino y sonrío, le había mejorado su día.
<< Hola Simón, siento no contestar días atrás.>>
Podía sentirse invencible, su cuerpo ya no dolía y podría limpiar la casa si Isabelle se lo podía, Raphael le había respondido y eso le daba esperanza a lo que su cabeza podría estar imaginando.
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