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🍃SIX🍃


Me encontraba con los codos apoyados en la barra cerca de la caja registradora del restaurante. Mi mente estaba perdida en un punto ciego mientras pensaba en nadie más ni nadie menos que en ese chico lindo del bosque. Eso me pasaba demasiado últimamente; aunque no estuviera dentro del bosque, no había un momento en el que no pensara en él, en su sonrisa, en su mirada, en la manera tan bella en que veía la vida.

JungKook era alguien increíble para mí, era único, alguien con quien seguramente no podría volver a encontrarme ni siquiera en otra vida, pero tuve la suficiente suerte como para hacerlo en esta. Llegué a tomarle tanto apego y cariño, que los días que faltaban para irme a Seúl, esos que antes veía lejanos, ahora me parecían efímeros. Ya no quería irme de esta ciudad que siempre había aborrecido. Y la única razón era él.

No era tan tonto, sabía que JungKook había iniciado a gustarme y eso era un problema porque no pensaba que yo le llegara a gustar a él, es más, ni siquiera sabía si a JungKook podía gustarle alguien, aunque debido a las palabras que había utilizado dos días atrás: "Aunque no es algo que yo pueda sentir, normalmente ese significado en específico se lo dan ustedes". Eso me hizo llegar a la conclusión de que era imposible que JungKook tuviera sentimientos románticos hacia alguien.

Amor secreto... gardenias. Hacía una semana que veía a JungKook con gardenias en la cabeza. Al inicio pensé que era la flor que estaba de temporada y por eso era la única que lograba recolectar, pero luego de que me contara su verdad, y luego de saber que las flores sobre su cabello eran una pequeña muestra de sus posibles sentimientos, ya no sabía qué creer. Además, en caso de que mi hipótesis resultara ser cierta, esos sentimientos no tenían por qué ir dirigidos hacia mí. Tal vez me estaba tomando mucho protagonismo en su vida y haciéndome el muy importante para él.

Suspiré.

Estaba tan confundido.

—¡SeokJin!

Me sobresalté al escuchar mi nombre. Volteé a mi lado izquierdo, encontrándome con SeulGi, con su típica coleta alta y el delantal negro que pasaba como el "uniforme" del restaurante. Mamá la había contratado como mesera hacía un par de meses, aunque yo la conocía desde que estábamos en el jardín de niños.

—¿Qué te pasa? —preguntó ella—. He estado llamándote desde hace rato, pero parece que estás hipnotizado—. ¿Estás pensando en el examen de admisión? —preguntó mientras sacaba del mostrador un pastel de chocolate con almendras—. Es en pocos días, ¿no?

—Mm, sí. Sí, eso me tiene muy estresado.

Por supuesto que era una mentira más que descarada; no había tocado un maldito libro desde hacía meses. No obstante, eso me había dado una gran idea.

—Todo saldrá bien —dijo ella con voz serena mientras servía una rebanada del pastel sobre un pequeño plato de cerámica—. Eres inteligente, seguro ni siquiera necesitarás esforzarte tanto.

—Gracias, SeulGi. ¿Cómo sigue tu abuela?

—Ya está mejor, se ha recuperado del resfriado. Es una señora muy mayor y enfermedades tan pequeñas como esa puede ser de alto riesgo para ella, pero ha salido de ello —sonrió—. Gracias por preguntar.

—Ni siquiera lo menciones, me alegra que ya se sienta bien.

—SeulGi —llamó mi mamá mientras se unía a nosotros—. Por favor atiende a la mesa 2.

—Ahora voy, jefa —mencionó la chica mientras se retiraba con el pequeño plato en mano.

—SeokJin...

—Mamá, antes de que digas algo —la interrumpí—. Quiero decirte que he estado pensando estos últimos días que... mm, creo que no me iré a Seúl.

—¿Qué? —soltó ella, incrédula.

—Al menos por ahora —me apresuré en decir.

—¿Por qué ya no te quieres ir? Creo que ha sido tu mayor sueño desde que tenías 12 años.

—Sí, lo sé. Pero... no me siento preparado para hacer el examen de admisión aún. Planeo seguir estudiando hasta el próximo año. ¿Está bien si hago eso? Prometo que todos los días vendré a ayudarte con el restaurante, a servir la comida, a cocinar, fregar los platos, limpiar, cobrar la cuenta, lo que sea —junté mis manos en son de súplica—. Por favor, no te molestes conmigo.

—Cariño, eso no me molesta —me acarició la mejilla—. No es de sorprender que muchos chicos quieran tomarse un descanso antes de entrar a la universidad y prepararse mejor para el examen. Además, yo tampoco estaba lista para dejarte ir solo a Seúl. No estoy preparada para dejar ir a mi retoño.

—No me llames retoño en público —me quejé. Ella se rio y me jaló de las mejillas, cosa que me hizo soltar un pequeño quejido.

—Está bien, quédate, pero —me señaló con su dedo índice a modo de advertencia—. Vendrás a ayudarme.

—Por supuesto que sí —asentí.

La campana de la entrada se escuchó, anunciando a un nuevo cliente. Dos chicos entraron y fueron directo hacia una mesa, cerca del ventanal que daba vista hacia las afueras del establecimiento. Reconocí a NamJoon, pero el otro sujeto no tenía idea de quién era.

—Ahí está Nam, ve y atiéndelo —me dijo mamá antes de regresar al área de la cocina.

Me acomodé mi delantal y mientras caminaba hacia la dichosa mesa, me aseguré de sacar una pequeña libreta y un lápiz del bolsillo de la prenda que cubría el resto de mi ropa.

—SeokJinie —me saludó NamJoon con una de sus radiantes sonrisas.

—Nam —saludé y también saludé al otro chico mediante un gesto con la cabeza, el lo devolvió también con una sonrisa—. ¿Qué les apetece hoy?

—Ambos queremos japchae y limonada con fresa —me respondió mi amigo.

—Genial —comenté mientras terminaba de escribir la orden.

—Por cierto, Jinnie —NamJoon señaló al chico que estaba sentado al frente suyo, del otro lado de la mesa, quien no me quitaba la mirada de encima—. Él es mi primo, TaeHyung. Tae, él es mi mejor amigo, SeokJin.

—Mucho gusto, SeokJin —habló el chico.

—TaeHyung... —coloqué el lápiz sobre mi barbilla, mientras trataba de relacionarlo con algún posible encuentro anterior—. Te conozco desde hace mucho —miré a NamJoon—. No recuerdo que me hayas hablado de algún primo llamado TaeHyung antes.

—No nos vemos muy seguido —me respondió—. Aunque este año estamos con suerte.

—Mis padres y yo nos mudaremos a Yeosu en unas semanas —añadió TaeHyung.

—¿Tus padres están mal de la cabeza? —cuestioné—. ¿Por qué querrían mudarse a una ciudad tan aburrida como esta?

Bueno, a decir verdad ya no me parecía tan aburrida, aunque eso no se debía tanto a la ciudad en sí, sino a una persona en específico.

—Pues... mis padres miran mucho potencial en esta ciudad —se alzó de hombros—. Y a mí no me afecta en lo absoluto, de todas formas jamás consideré a Daegu como mi hogar. Al menos aquí tengo a NamJoon.

—No seas cursi —se burló Nam y yo también me reí.

Noté cómo TaeHyung volvía a quedarse viéndome de nuevo, con una mirada tan penetrante que parecía un depredador a punto de acorralar a su presa, y esa presa era yo.

—Le mostraré un poco de la ciudad a TaeHyung y luego iremos al cine a las 5, ¿quieres acompañarnos? —preguntó NamJoon.

—Sí, deberías venir —lo secundó TaeHyung. Y por alguna razón su invitación me pareció guardar un trasfondo muy diferente a la de NamJoon.

El tipo me miraba como si quisiera ligar conmigo, y no podía mentir, TaeHyung era extremadamente atractivo. Una parte de mí se sintió culpable al sentir como si estuviera traicionando a alguien, pero otra parte me decía que no debía sentirme así; yo estaba soltero y podía salir o conocer a quien yo quisiera, ¿no?

Ni siquiera me di tiempo de cuestionármelo una segunda vez cuando ya había abierto la boca para responder.

—De acuerdo, iré con ustedes.

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Feliz día del amor y la amistad 💜

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