🍃ONE🍃
Los canales de la televisión iban cambiando cada tres segundos. Mi dedo pulgar no dejaba de presionar el botón para pasar al siguiente programa mientras una ligera molestia iniciaba a crecer en mi interior. Odiaba cuando no había nada más que noticieros o películas de terrible presupuesto, ni siquiera en las plataformas de streaming había encontrado algo interesante para ver.
Llevé una uva del cuenco que tenía sobre mis piernas hacia mi boca. Inicié a masticarla mientras apagaba la televisión y me recostaba más sobre el sofá.
—Basura —murmuré con desgana, sintiendo aún la fruta abultando mi mejilla.
—¡SeokJin!
De inmediato me enderecé y gire el rostro hacia donde vino la voz. Mi mamá apareció por la puerta del patio y traía consigo una pequeña maceta color verde.
—¿Qué sucede? —pregunté.
—Te dije que cuidaras las plantas mientras tu padre y yo estuviéramos de viaje —me acercó la maceta para que viera a la pobre planta decaída y rogando por una pizca de agua.
—Lo siento, lo olvidé —me alcé de hombros.
—Siempre lo olvidas —se quejó ella.
—Mamá, ¿por qué te molestas? Solo compra otra planta y ya. No es la gran cosa.
—Eres increíble —suspiró ella—. ¿Sabes qué? No tengo tiempo para discutir, ve a vestirte, que no puedes llegar tarde a tu ceremonia de graduación.
Sonriendo en mis adentros, acaté su orden. Me puse de pie y subí hacia mi habitación. Tomé una larga ducha, quizá más de lo necesario, y luego salí para alistarme con el uniforme del instituto.
Me sentía feliz, por supuesto. Era el día de mi graduación. Por fin había salido del maldito instituto y pronto ingresaría a la universidad. Para un chico de dieciocho años, como yo, ese era un logro muy importante y significativo en mi vida. En especial siendo de una ciudad tan pequeña como lo era Yeosu. Jamás pensé en quedarme aquí por siempre, mis planes estaban en estudiar e irme a vivir a la capital. Estaba aburrido de este lugar, pero aún debía aguantar hasta que las vacaciones terminaran y pudiera inscribirme para hacer el examen de admisión de la universidad.
Como sea, mi mente estaba enfocada en salir de aquí.
El resto del día estuvo lleno de felicitaciones por parte de amigos, conocidos y familiares. En la ceremonia acudieron únicamente mis padres y se empeñaron en tomarme fotos hasta que la batería de sus celulares se acabó.
En este momento estaban nombrando a cada alumno para que subiera al escenario por su diploma, yo ya había recibido el mío, por lo que todo empezó a volverse aburrido y un poco fastidioso para mí.
—Oye —escuché que me susurraron. Volteé a la derecha, viendo de reojo a NamJoon detrás de mí—. Todos los chicos del salón están planeando una fiesta cuando esto termine.
—¿En serio? —sonreí de forma disimulada. Las cosas se estaban volviendo interesantes de nuevo—. ¿Dónde será?
—No podemos hacerlo en casa de ninguno de nosotros o nuestros padres nos matarán, así que están pensando en ir al bosque.
—¿Al bosque? —cuestioné.
—Sí. Dime, ¿te apuntas?
Lo pensé por unos segundos, no veía otra forma en cómo pasar la noche, por lo que terminé asintiendo. NamJoon me dio un leve empujón en el hombro con orgullo y no hice más que sonreír.
•••
Todos esperamos pacientemente a que se dieran las diez de la noche. No tenía la menor duda de que algunos chicos inventaron excusas para salir mientras que otros, incluyéndome, simplemente nos escapamos de casa. No era la primera vez que lo hacía, aunque debía tener cuidado. Al ser una ciudad pequeña, casi todas las personas se conocían y los rumores se esparcían como la pólvora. Todos vivían en boca de todos, y esa era otra razón por la que quería huir de este lugar, pues siempre me pareció una mierda que las personas se preocupasen por estilos de vida que no les pertenecían.
Cuando llegué al bosque junto a mi mejor amigo, NamJoon, me sorprendí al ver el ambiente tan animado que se presentaba ante nosotros. Había una fogata, música en alto, todos los chicos de último año de mi instituto se encontraban ahí y al parecer, también había mucho alcohol.
No dudé en ir a tomar un poco de lo que parecía ser vodka.
—¡Mira esto! —le dije a NamJoon a la vez que miraba la botella—. ¿Quién lo habrá conseguido? Nadie aquí tiene la edad aún para comprarlo.
—¿Acaso importa? —se burló. Tomó dos vasos desechables y los colocó frente a mí—. Anda, sirve un poco.
Solté una pequeña carcajada e inicié a verter el alcohol dentro de los vasos. Hicimos un brindis y sin pensarlo demasiado llevamos el líquido a nuestras bocas.
Ambos arrugamos el rostro y soltamos un quejido cuando el alcohol pasó por nuestras gargantas.
—Maldición, esto es asqueroso —dijo NamJoon.
—¿Qué tal si bebemos cerveza? —sugerí.
Ambos asentimos. Botamos los vasos al suelo y nos dirigimos hacia la hielera que estaba un poco apartada de la fogata, bajo el tronco de un árbol. Tomamos una lata cada uno y esta vez el sabor nos pareció un poco más pasable.
Iba por mi quinto trago cuando mis ojos se enfocaron en un chico en especial, uno que ocasionó que mi cuerpo se quedara petrificado por un segundo y que un escalofrío me recorriera la espalda.
—Mierda, pensé que no iba a venir —empujé a NamJoon frente a mí como si de un escudo se tratase, pues quería esconderme del tipo.
—¿Quién? —preguntó viendo hacia varios lados, de forma para nada disimulada.
—DongMin, bobo. ¡Deja de ser tan evidente, NamJoon! —asomé mi cabeza por encima del hombro de mi amigo, observando a DongMin saludando a su grupo de amigos junto con otro chico que no era del instituto pero parecía muy feliz de estar ahí—. Ese idiota.
—SeokJin, ya debes olvidarte de él. Por favor no te conviertas en esos tipos que se obsesionan con sus ex.
—No estoy obsesionado —contraataqué, frunciendo el ceño—. ¿Pero cómo tiene el descaro de traer a esta fiesta a su nuevo novio sabiendo que yo puedo estar aquí? Es un inconsciente.
—Pues actúa como si no te importara o solo les darás la satisfacción.
—No voy a actuar —volteé a verlo—. Porque no me importa —le di otro trago a la lata de cerveza.
•••
Probablemente ya habían pasado cuarenta minutos, la verdad no lo sabía, no me había interesado contarlos. Pero pareció una eternidad cuando solo me la pasé sentado junto a NamJoon en el césped mientras bebía cerveza y observaba a DongMin desde la distancia. Parecía tan feliz el muy hijo de puta.
Entrecerré los ojos, casi como si quisiera asesinarlos con ellos. Aunque mis fantasías fueron interrumpidas cuando mi vejiga me pidió ser vaciada.
—Voy a orinar, ahora vuelvo.
—No te vayas tan lejos.
—Sí, ya lo sé.
Como pude me puse de pie y recién hasta ese entonces me di cuenta de que estaba muy ebrio, pues me sentí mareado de golpe y no podía caminar bien.
Me alejé de la fiesta mientras maldecía en voz baja. Había llegado aquí para divertirme, no para ahogar mis penas en alcohol a causa de una estúpida relación fallida. NamJoon tenía razón, tenía que superar a ese idiota.
Cuando caminé lo suficiente dentro del bosque, le di el último trago a la cerveza antes de lanzar la lata al suelo. No me importó realmente dónde cayó, lo único que quería era conseguir bajarme el cierre del pantalón.
—Estúpido DongMin. ¿Quieres saber qué pienso de ti? Esto pienso de ti —la orina inició a salir, marcando el tronco del frondoso árbol que se encontraba frente a mí.
De repente, sentí que mi cabeza dolió cuando aparentemente algo había sido lanzado contra mí. Bajé la mirada hacia el pasto, donde escuché al objeto caer. Entonces me di cuenta de que se trataba de la misma lata que había tirado segundos atrás.
—¿Qué carajo? —fruncí el ceño. Terminé de acomodarme el pantalón y luego me agaché para tomar la lata de nuevo en mis manos. Observé hacia todos mis costados, pero no vi nada que llamara mi atención—. De acuerdo, ¿quién fue el desgraciado que me lanzó esto?
Volteé a mi izquierda y luego hacia mi derecha nuevamente. Esta vez logré ver lo que parecía ser una sombra. Sin detenerme a analizar la situación, caminé tras ella a paso apresurado. Estaba molesto, DongMin estaba aquí con su nuevo novio y un idiota se atrevió a golpearme en la cabeza con una lata mientras hacía pipí. ¿Quién rayos hacía eso?
—¿Fuiste tú? —seguí la sombra hasta adentrarme aún más en el bosque. No estaba seguro si mis ojos se habían acostumbrado a la oscuridad, si la luz de la luna estaba siendo demasiado eficiente o si era a causa del alcohol, pero ese lugar se veía más iluminado de lo normal.
Me detuve cuando al fin una figura se postró ante mí. Mi mente quedó en blanco por unos segundos. Se trataba de un chico, uno cuyo rostro no reconocía. No era del instituto, jamás en mi vida lo había visto.
Vestía de blanco, rasgos delicados, cabello abundante, castaño y brillante, haciéndose notar incluso aún en la noche. Sus ojos... aunque eran grandes, hermosos e hipnotizantes, no resaltaban como probablemente deberían, pues su entrecejo arrugado les quitaba su hermosa gracia. Además... parecía que un par de ramas sobresalían de su cabeza.
Eso último me confundió un poco, aunque decidí no prestarle atención debido a lo alcoholizado que aún me sentía.
Pero a pesar de eso, su belleza seguía impactándome, podría jurar que casi parecía ser un ángel.
—¿Quién eres tú? —pregunté como si estuviera en alguna clase de trance. Mi mano involuntariamente fue perdiendo fuerza del agarre y la lata terminó cayendo al suelo de nuevo.
El chico extraño soltó un pequeño bufido mientras juntaba aún más sus cejas, en muestra de lo molesto que se sentía. Alzó su dedo índice para señalarme con él.
—¡Quiero que se larguen de aquí!
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