<Capítulo I>
"Celebremos y Bailemos."

—¡Vamos, Dipper! —Rogó una vez más a su amigo, sus ojos reflejaban suplica mientras que sus manos estaban juntas como si estuviera rezando.

—No quiero ser el reemplazo de tu amigo ese que te dejo plantado. —Rodó los ojos con fastidio y fue a guardar unos archivos en un cajón de su escritorio.

—Si no vas conmigo, le diré a Mabel que me dejaste solo en una fecha importante para mi. —Amenazó para luego enderezarse intentando dar miedo, aunque al menor solo le dio risa.

—Ay, ya, vieja. Esta bien, te acompaño.

Wirt salto con felicidad y se dirigió al otro para sujetarle las mejillas con emoción, las apretó para formar una cara graciosa formada por sus largas manos hasta que recibió un manotazo de parte de Dipper.

—No soy un bebé, no toques mis mejillas.

—Te conozco desde que lo fuiste, así que para mi, seguirás siendo aquel bebé de nalgas gorditas.

Rieron un poco mientras seguían hablando, el tiempo paso relativamente rápido pues ya no tenían nada que hacer, su último trabajo ya había acabado y eso era el motivo de querer celebrar, aunque al Pines no le agradaba la idea de salir, solo quería estár en su casa jugando con su tierno gato color naranja que su hermana le había regalado hace al menos dos años, pero sus planes fueron frustrados al observar entrando a su compañero de trabajo y amigo por la puerta de su oficina.

—En la noche te recojo en tu apartamento, para que estés bañado y perfumado. Quién sabe, quizás consigas un nuevo ligue. —Comentó con picardía junto con ligeros codazos en su hombro.

—O un revolcón. —Agregó con burla cuando vió el rostro de Wirt.

—¡¿Pero qué palabras son esas?! No seas vulgar, Mason Pines.

—No soy un niño, ya sé que no debes amar a la persona con quien lo hagas. —Respondió al regaño como si fuera lo más obvio del mundo, estába apenas en sus 26 años, le quedaba mucho por disfrutar según él.

—¿Cómo está eso de que las personas en el porno no se aman?

Dipper lo miró con gracia y le sonrió. —Vete a molestar a Marco, orale. Debo seguir organizando todo esto.

El otro asintió sonriendo como si le hubieran dicho la mejor idea de su vida y se fue caminando a la oficina del latino que se encontraba en el segundo piso. Sonrió un poco mientras negaba con la cabeza, sujeto varios papeles que metía en distintas carpetas dependiendo de la información que tuvieran y así fue toda la tarde hasta que dieron las cinco de la tarde que era su hora de salida, observo su lugar de trabajo con unos ojos orgullosos de el orden que él mismo hizo con ayuda del tiempo; caminó hasta su chaqueta azul marino para acomodarsela a el mismo y seguir su camino a fuera del grande edifício, ya fuera de éste y luego de despedirse de todos los empleados que se topaba, se dirigió al metro donde tomo el que lo dejaba a unas cuadras de su hogar.

Treinta minutos pasaron donde el solo miraba la ventana como si fuera muy interesante lo que había fuera pero solo era la pared del túnel pero finalmente llego a su destino tan esperado, trotando, llegó a la puerta de su apartamento que estaba de igual forma en un edifício rojizo, la abrió con velocidad para terminar feliz por recibir la soledad del lugar junto con los ronroneos de su pequeño gato que se frotaba entre sus piernas con cariño, dio un largo suspiro y se encaminó al sofá donde solo alcanzó a lanzarse encima de él para cerrar los ojos con lentitud disfrutando del leve ardor que éstos daban por su repentino descanso y se quedó dormido sin darse cuenta.

[…]

Los fuertes golpes en su puerta lo hicieron despertar con molestía, arrugó su nariz y se froto los ojos, se levantó de su lugar de descanso con irritación para maldecir a quien estuviera tocando tan temprano.

—¿Quién es? —Pregunto luego de un bostezo cansado, deseaba tanto volver a su cama.

—¿Quién más voy a ser, loca? Soy Wirt. —Respondió al parecer un poco enojado.

Dipper abrió los ojos sorprendido cuando giró su cabeza en dirección al reloj donde daban las ocho con treinta minutos, intento fingir el mejor tono de que estába totalmente despierto y que no se le había olvidado para gritarle a Wirt que esperará porque aun no terminaba de arreglarse y salió corriendo a su habitación con cuidado de no pisar a Jade quien descansaba en el suelo del pasillo cómodamente. Agarró la primera ropa que sus ojos vieron, su playera naranja y unos pantalones negros pero éstos ultimos decidió cambiarlos por un short de igual color gracias al calor que hacía ese día, buscó sus tenis por todos lados hasta que dió con ellos abajo de la cama, miró en su tocador el perfume que le había dado Mabel por su cumpleaños el año pasado y sin pensarlo, se puso de este en su cuello y muñecas para terminar por correr a la puerta principal y abrirla con lentitud, simulando no estár cansado junto con una sonrisa al ver al otro castaño con una cara de pocos amigos.

Soltó una risilla nerviosa. —Es que me tarde bañándome...

—No seas mentiroso, te escuche correr por tu pasillo desde aquí, siempre has caminado muy pesado. —Cruzó los brazos con enojo pero luego suspiro y se relajo.

Caminaron al auto estacionado que los esperaba en la calle, se subieron a el donde Wirt se sentó en el asiento del piloto mientras que Dipper se sentó en el asiento del copiloto.

—¿A qué bar vamos a ir? —Preguntó curioso al que manejaba.

—Ya verás.

Y se dirigieron al ansiado bar esperando una celebración.