Un plan de contraataque. ¿Quién eres?
Un plan de contraataque. ¿Quién eres?
Tras recibir ese primer mensaje siguieron otras tantos textos más, algunos acompañados de pequeños detalles u obsequios que podía ocultar en su mochila o los cajones más altos de su armario. No sabía quién dejaba las notas o esas bellas y melancólicas liricas pero estaba decidido a investigarlo. Quería decirle a aquella persona que apreciaba su interés y aquellos gestos tan significativos pero que su corazón ya tenía dueño.
Se trataba de Tristian Nathanael Bonnefoy, profesor de Técnica y teoría del Ballet. Hombre de 1.80, piel clara, cabello castaño y ojos violetas acompañado de un suave acento francés. Era muy exigente con sus alumnos y lo tenía fascinado al poco tiempo de tomar clases con él. Su pasión por lo que hacía lo encandilaba sobremanera además de que, pese a que la mayoría de la clase le temiera, era amable y cortés a su estilo particular.
El moreno sabía que era imposible pero eso no le impedía soñar con la idea de estar juntos aunque no tuviera posibilidad de conquistarlo. Fantasear un poco no le hacía daño a nadie.
Por otra parte, la persona de las misivas parecía más a su alcance pese al anonimato aunque bien podría tratarse de un acosador. No podía saberlo y en las notas no aparecía una pista en concreto. Sabía que era hombre pero no mucho más y aún así Leo no era capaz de fiarse de nada.
¿Cómo sería su admirador? ¿Qué cosas le gustarían? ¿Sería tan tímido y romántico como lo hacían ver sus notas? ¿Querría hablar con él en persona? ¿Cómo podría contactar con él sin asustarlo?
La cabeza de Leo era un desastre. No sabía bien que hacer en situaciones como esa y, si bien era agradable ser el receptor de aquellas atenciones no era correcto jugar con los sentimientos de otra persona.
Tenía que encontrarlo y ser franco al respecto.
Ese día por fin se decidió a responder una de aquellas misteriosas pero agradables liricas tras encontrar un fragmento corto de una de sus canciones favoritas escrita en un separador de libros acompañado de un libro que buscaba desde hace semanas y se moría por leer.
Decidió dejar uno de sus libros en la cafetería donde siempre comía durante los descansos con un mensaje dentro para su secreto admirador aunque eso significara tener que correr y arriesgarse a perder su libro además de dejar solo a Pedro, complemente a merced de los matones y del rubio teñido loco que rondaba a su adorado pariente cada que tenía oportunidad.
Solo intentándolo lo sabría.
Tras pedir lo mismo de siempre –un sándwich, fruta o ensalada con refresco–, el moreno de ojos oscuros saco su libro de inglés, metió una nota adentro y, cuidando que nadie lo notara, deliberadamente abandonó el texto sobre la mesa.
Ahora solo quedaba aguardar a que el autor de ese extraño y desesperante juego del escondite también decidiera jugar tras su movida.
***
¡Hola a todos! Regrese con el tercer capítulo de esta historia. Espero les guste. Ya saben, dudas, sugerencias y opiniones en un comentario. Leer lo que piensan me motiva a actualizar más rápido.
P.S.: Un agradecimiento especial a @por sus comentario y ánimos. No sabes cuánto los aprecio.
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