Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Dos

"No hagas algo estúpido..." se repetía en el transcurso de la mañana. Era su último día en tierras niponas y se dirigían a una última visita a las oficinas de Nikken Sekkei para despedirse y agradecer apropiadamente a los directivos de la empresa por sus buenos tratos. Blake insistió en no querer dejar el auto, pero Vanessa no paraba de recordarle que debía comportarse como el presidente de Orinson y no como un adolescente que evita encontrarse con su exnovio tras hacer algo estúpido, cosa que tal vez no estaba tan alejada a la realidad.

Cruzaron las puertas de cristal, saludando cortesmente a la recepcionista quien les indicó que el señor Tadao podría recibirlos en el momento. Subieron al ascensor y Blake comenzó a relajarse.

Harás las cosas bien. Demuéstrale que has cambiado —se repetía en el trayecto.

Las puertas de abrieron, aquel piso permitía una excelente vista panorámica de la ciudad de Tokio; cientos de edificaciones de diferentes tamaños, el cielo matutino cubriéndolos con suaves tonos azulados resaltando los vibrantes colores de la Torre de Tokio y algunos otros edificios de gran altura.

—Ahí están mis nuevos socios —saludó Tadao enérgicamente—. ¿Cómo están? ¿Desean algo de desayunar?

—Agradecemos la invitación, señor Tadao —habló Blake, tomando su postura ejecutiva—, pero hemos venido a despedirnos, a agradecerle también por la excelente atención y por permitirnos una buena relación que beneficiará a ambas empresas.

Los tres chicos dirigieron una sonrisa cálida al nipón, quien imitó el gesto e hizo una ligera reverencia.

—El placer ha sido nuestro, por favor, regresen pronto. Los recibiremos con los brazos abiertos —dijo de manera educada—. Nos mantendremos en contacto para seguir con los detalles previos a la construcción.

—Me parece excelente —respondió Blake—. Cualquier cosa que necesite, háganoslo saber.

—Muchas gracias —Tadao desvió la mirada hacia una de las oficinas de cristal aledañas—. Antes de retirarse, ¿podría acompañarme un segundo, señor Orsen?  —asintió— Señores Robinson, siéntanse libres de pedir lo que gusten, no demoraremos.

Los hermanos agradecieron y tomaron palabra a lo dicho por el presidente, en poco tiempo ya disfrutaban de un té verde calientito que les sentó de maravilla. Tadao caminaba un par de pasos por delante de Blake, llegando a la dichosa oficina con paredes de cristal. Una cabellera castaña levantó la vista de su computadora, saludando a los hombres.

—Señor Orsen, como recordará, James Auclair se hará cargo del proyecto —habló con voz tranquila.

—Lo recuerdo —respondió de igual manera.

—Esta mañana a primera hora presentó los primeros bocetos para el diseño del edificio y se le veía un tanto intranquilo sobre si sería del agrado de ustedes—James tomó su libreta de dibujo y hojeó hasta llegar a la página mencionada, extendiéndosela al de cabellos oscuros.

Los trazos eran delicados pero definidos y sólidos, los colores hacían resaltar los pequeños detalles arquitectónicos. De cierta manera, al ver el grafito sobre el papel acompañado de tinta, viejas memorias llegaron a la mente del azabache pero no era el momento para eso.

—¿Qué le parece? —preguntó James, con un tono que rayaba en lo seco.

Zafiros se encontraron con el serio par de esmeraldas que tenían enfrente.

—Está bien, aunque se está limitando a un diseño básico por no decir casi estereotipado sobre la arquitectura urbana de Estados Unidos, subestimando su creatividad y nuestra imagen. Somos una empresa que apoya los sueños y objetivos de las personas, que financia proyectos en el campo de la ciencia, tecnología, artes y para las futuras generaciones, poseemos también gran parte de la industria automotriz norteamericana. Basando siempre nuestras acciones bajo la sencilla frase "Limits Doesn't Exist"—terminó con una sonrisa un tanto retadora hacia el castaño.

—Una excelente retroalimentación, señor Orsen —dijo Tadao con una sonrisa y voz tranquila—. Tómala en cuenta, James.

—Lo haré —respondió serio.

—Excelente. Entonces, señor Orsen —se viró hacia el moreno—, agradezco su visita y espero podamos vernos nuevamente.

—El gusto ha sido todo mío —ambos hicieron una ligera reverencia y Tadao abandonó la oficina, dejando a los dos hombres a solas—. Cuando tengas el diseño listo envíamelo por correo electrónico, será un honor poder verlo. Oh, y también cuando vayas a llegar a Boston, los conduciré al apartamento.

—No tienes porqué hacerlo, podemos quedarnos en un hotel —respondió, manteniendo su seriedad.

—Para tu mala suerte esa decisión fue tomada por los directivos.

—¿Piensas obtener algo de todo esto? —enunció un tanto molesto.

Blake se acercó un poco hacia él, aún con esa pequeña diferencia de alturas que ambos recordaban. Sus ojos volvieron a encontrarse, pero parecía que uno terminaría por dominar al otro.

—Sólo soy un cliente que quiere un buen edificio, eso quiero obtener. Lo demás ya se verá —dijo con voz ligeramente sugerente, apareciendo una minúscula sonrisa al notar cierta tensión en el cuerpo del menor—. Con su permiso, señor Auclair.

Con los ritmos cardiacos a tope salió del lugar y, junto a los hermanos, abandonó las instalaciones de Nikken Sekkei. James se quedó en su lugar, con mil y un cosas en su mente, preguntándose por qué era él el encargado de aquel proyecto.

—Idiota —murmuró mientras veía el dibujo en la libreta, arrancándolo para desecharlo en el cesto de basura. Recordando lo dicho por el moreno.

Caminó por la oficina, vió por el ventanal las calles de la capital e intentó relajar sus músculos y su humor. Regresó a trabajar, intentando realizar una lista de lo necesario para el diseño del edificio. Se reunió con su equipo y comenzaron a trabajar, llevándose mucho tiempo en lo que eran los bocetos arquitectónicos que encajarían con la retroalimentación por parte del presidente de Orinson. Su ceño se fruncía a medida que recordaba la breve reunión que sostuvo con el mismo horas antes, molestándose consigo mismo por no haber sido más asertivo y poder expresarse como el excelente y renombrado arquitecto que era, pero terminó dándole el gusto de verle tenso y, tal vez, nervioso.

Un terrible dolor de cabeza se hizo presente. Definitivamente ese proyecto le traería más de ésos y tal vez uno de ellos hasta tendría ojos azules.

❀ ❀ ❀

—¿No crees que hiciste algo estúpido? —Estaban en pleno vuelo cuando Blake se dignó a contarles sobre la última visita al arquitecto a cargo del proyecto. Vanessa bebía un frappuccino que compró en el aeropuerto— Aunque, bueno, no es como si no hicieras lo mismo con otros socios.

—Exactamente, Vanessa, sólo hice lo que tenía que hacer —respondió el moreno restándole importancia.

—¿Pero no crees que él se haya sentido incómodo o algo así?

—Creo que sí se tensó un poco... —hizo memoria de lo ocurrido en la oficina, creyó recordar un momento en el que James desvió la mirada por milímetros pero tal vez fue su imaginación— Qué mierda de visita —murmuró.

No tocaron el tema por lo que restaba del vuelo; se dedicaron a avanzar en algunos trabajos, organización de agendas, se pusieron en contacto con algunos de sus clientes que buscaban presentarles nuevos propuestas de proyectos y ocasionalmente dormían un poco. En algo tenían que aprovechar tantas horas en el aire. Al llegar, Blake no se sentía con el mejor de los ánimos y se fue directamente a casa.

El apartamento lo recibió con una corriente fría que le erizó los vellos; encendió la luz, aumentó un poco la calefacción, arrojó la maleta en su habitación y se sentó frente al televisor. No prestaba mucha atención a la serie policiaca que se transmitía, sólo podía tener en mente aquel par de esmeraldas oscuras carentes de emoción hacia él. Una cabellera castaña y una esencia totalmente diferente a la que recordaba.

—Sí fue estúpido —se recriminó.

Algo confortó su corazón alterado y fueron las memorias que llegaron a él tras observar los trazos en el papel.

Un día soleado. La sombra de un árbol de peras y un campo de flores de lavanda cubriendo los alrededores. Una casa de campo. Y una pierna enyesada.

Una cafetería con aroma a canela. La lluvia dejando su marca en la cristalería. Una mesita con cinco tazas multicolor. Risas. Y una esencia a durazno que tanto le gustaba.

El destino había hecho de las suyas, nuevamente, para que sus caminos se juntaran. Y vaya que llegaba en momentos para nada gratos.

Se masajeó el puente de la nariz e intentó relajar sus músculos sobre la tela grisácea prestándole atención a lo que hacían Olivia Benson y el resto de los policías en el programa. Haciéndose una nota mental para revisar su bandeja de correo electrónico en las próximas horas. Poco a poco sus párpados fueron cubriendo sus ojos color zafiro, nublándole la vista al mismo tiempo que el cielo de Seattle mostraba señales de lluvia.

Cayó dormido.

Contrario a él, un joven de cabellos castaños bocetaba sin parar en las hojas de su libreta de pasta gruesa. Sus trazos creaban diseños increíbles, que superaban por algún mínimo detalle al anterior, pero todos terminaban en el cesto de basura o a su alrededor. Quería concentrarse, de verdad que quería, pero un demonio zafiro no paraba de hacer acto de presencia en su mente con su voz haciendo eco dentro de él.

Limits Doesn't Exist —¿Qué demonios significaba eso? ¿Estaba poniéndolo a prueba o algo así? Lo único que James quería era terminar con ese proyecto lo más pronto posible y volver a su vida tranquila—. Pedazo de imbécil —susurró.

Dejó la libreta de lado para tomarse un descanso y continuar con los preparativos para la fiesta de cumpleaños de Miharu. Los señores Fujiwara confirmaron la asistencia de sus hijos, Hadzuki y Masahiro, el mismo día en la mañana al igual que las familias Segawa, Maruyama y Kimura. James sabía que la mera presencia de los hermanos Fujiwara era más que suficiente para su hija pero aún faltaban algunas personas más por confirmar. Miharu era una niña muy sociable, por lo que esperaba que la mayoría de sus amigos pudieran asistir.

El sonido de su teléfono celular le interrumpió, mostrando la adorable fotografía de Baaya con un fondo otoñal en la pantalla.

—もしもし (Hola) —respondió en un tono amable.

—ジェームズ (James) —saludó Baaya al otro lado de la línea—, me encontré con el señor Okajima y su hijo Kotaro al pasar por Miharu a la escuela. Kotaro se veía muy feliz por poder asistir a la fiesta.

Aquella noticia hizo que James se relajara un poco, la cantidad de invitados confirmados aumentaba y eso le hizo sentir feliz ya que su hija deseaba que estuvieran ahí.

—Me alegro mucho, muchas gracias por la noticia Baaya —sonrió. Observó su reloj de muñeca y habló:— ¿Ya van de regreso a casa?

—Sí. Compraremos unas acuarelas para la clase de arte en el camino.

—Yo las compraré, comeremos juntos —al otro lado de la línea se escuchó un gritito de alegría por parte de la pequeña—. Nos veremos en una hora.

Se despidió y colgó la llamada. Pasaría su hora de descanso en compañía de su familia; le serviría para aclarar su mente y enfocarse en lo dicho por el presidente de Orinson para el diseño del edificio. Tomó su abrigo y se acercó a la oficina de Tadao.

—Tadao-san —llamó, el hombre despegó su mirada de la computadora y le sonrió ligeramente al castaño—, iré a casa a comer con mi familia en la hora de descanso, volveré en cuanto termine.

—Tómate tu tiempo, James —dijo amablemente—. Pero no llegues tarde.

—No lo haré —el hombre hizo una leve reverencia con la cabeza a manera de despedida y James se retiró.

Se subió al auto, encendió el estéreo y dejó que Aimyon fuese su compañía en el trayecto. Pasó por su tienda favorita de materiales de arte en el centro, demorándose un poco más de lo esperado debido al tráfico; afortunadamente pudo llegar a casa sano y salvo, encontrándose con su hija y Baaya viendo una de las caricaturas favoritas de la pequeña sobre unos chicos nadadores.

—¡Papá! —saludó Miharu, abrazando las piernas de James con una sonrisa y las mejillas rosadas—, bienvenido.

—Estoy en casa —dijo acariciando sus cabellos castaños. Tomó la bolsita violeta y la entregó a Miharu con una sonrisa—. Compré tus acuarelas.

—¡Son hermosas! —respondió alegremente al sacarlas de la bolsita—, muchas gracias, papi. Ahora podré pintar algo muy lindo para ti.

—Estoy seguro de que así será —Miharu abrazó a su padre, tomó la bolsita y subió a su habitación para cambiarse de ropa y avanzar en sus tareas de la escuela —. 帰りに何か問題がありましたか? (¿Tuvieron algún problema en el camino de regreso?)

—いいえ、すべて大丈夫でした (No, todo estuvo bien) —respondió Baaya.

—そっか。心配してた。(Ya veo. Estaba preocupado) —rascó un poco su cuello y caminó hacia la cocina. Baaya observó su semblante por unos momentos.

—¿No estarás preocupado por alguna otra cosa, James? —dijo con voz calmada. James titubeó un poco antes de negar— ¿No será algo relacionado al proyecto en Estados Unidos?

James evadía lo que preguntaba la mujer de cabellos platinados, revolvía la alacena en busca de los ingredientes para preparar lo que comerían pero en ciertas ocasiones sus manos temblaban y Baaya no pasó por alto aquello ya que no era normal en él.

—James —tomó la mano del británico, este le dirigió una mirada ligeramente cristalizada y la mujer habló—, ¿qué te sucede?

—E-Es... Es ese maldito proyecto. No logro idear algo que le guste al cliente y si no obtengo algo pronto los tiempos se vendrán encima a mí y al a equipo poniendo en riesgo todo el negocio que se hizo con ellos —respondió con frustración y la respiración un tanto acelerada.

—¿Te dió algún requisito en específico? —Baaya acariciaba la espalda del castaño en un intento de tranquilizarlo— ¿A qué se dedica la empresa?

—Invierten en negocios y proyectos de ciencia y arte, tienen gran poder en la industria automotriz... cosas de ese estilo —suspiró con pesadez—. Tienen además este estúpido lema de "Limits Doesn't Exist" y quieren que el edificio lo represente... no sé a qué se refieren con eso y me molesta.

—Bueno, no sé mucho de arquitectura eso es obvio. Pero sé que los límites no existen en cuanto a la imaginación del ser humano. Tal vez eso pueda ayudarte —habló tranquila.

James repasó mentalmente sus últimas palabras e intentó encontrar una relación con lo que hacían en Orinson.

—Ahora, deja que me encargue de picar los vegetales mientras tú te encargas de la proteína —Baaya tomó la tabla de picar y comenzó a cortar las verduras a manera de tiras para después acomodarlas en el papel de arroz.

El castaño cocinaba con dedicación y cariño aquellos trozos de salmón, dejando el arroz en la arrocera y ayudando a Baaya, quien tomó las riendas de la cocina al instante; llenando la habitación de un aroma delicioso. En un par de minutos más la mesa ya estaba puesta y la comida servida.

James terminó de lavar la última sartén que utilizó, secó sus manos y subió la escaleras para llamar a Miharu para comer, encontrándose con la puerta entreabierta.

—Miharu —llamó.

—Adelante —respondió de manera educada.

James entró a la habitación. Los muebles de la niña eran en su mayoría blancos, al igual que el papel tapiz de los muros que tenían delicadas rosas pintadas; la habitación contaba además con ciertas tonalidades de colores pastel, decoraciones metálicas en color dorado y detalles de madera. Miharu se encontraba en su escritorio, con lapicera en mano.

—La comida está lista —dijo James. Vió por encima del hombro de la pequeña percatándose de la hoja en blanco que sólo tenía por título "私の家族" (Mi familia).

—Papi... —habló con voz bajita—, ¿extrañas a mamá?

Se quedó en silencio por unos segundos. Los ojitos de color verde oscuro de la pequeña le miraban conteniendo las lágrimas y el labio inferior le temblaba un poco. James se puso a la altura de la niña, colocando un mechón de cabello detrás de su oreja. Dándose cuenta del ligero parecido que tenía con Yukari.

—Claro que la extraño —respondió con voz calmada y esmeraldas cristalizadas.

Miharu abrazó por el cuello a su padre dejando en evidencia lo pequeña que era en comparación a él. Sus ojitos soltaron las lágrimas y su naricita se puso de color rosa. James acariciaba su cabeza.

—Yo quiero que vuelvas a enamorarte, papi —susurró.

James secó las lágrimas de la pequeña y le dedicó una sonrisa.

—Tengo todo el amor que necesito gracias a Baaya y a ti, mi dulce niña —acarició su mejilla—. No necesito nada más en esta vida.

Miharu sonrió bajito, se limpió la nariz con un pañuelo y bajaron a comer. Aún así, la pequeña sentía qué tal vez, y sólo tal vez, su padre no estaba siendo honesto del todo.

❀ ❀ ❀

Después de la comida, James pasó un tiempo meditando en el jardín de su hogar. El agua de la fuente, el cántico de las aves y el sonido de las cigarras eran su compañía. El ligero calor del los rayos de sol chocaba contra su rostro a la vez que su mente trazaba mil y un ideas para aquel diseño.

Haciendo memoria de las cosas que podrían ayudarle a cumplir con ello...

"Somos una empresa que apoya los sueños y objetivos de las personas..."

"Los límites no existen en cuanto a la imaginación del ser humano..."

"Limits Doesn't Exist..."

James creyó haber ideado lo que representaba Orinson.

Fue directamente a su estudio, tomó su libreta de pasta gruesa, un lápiz y comenzó a trabajar. Líneas rectas, curvas, difuminados, texturas... lo que tenía en su mente estaba siendo plasmado en, lo que esperaba fuese, el último boceto. Al terminar le dió un último vistazo, examinó los detalles y guardó la libreta en su maletín colgándoselo del hombro.

Se despidió de su familia y fue a reunirse lo más rápido posible con su equipo de trabajo. Llegaron a un acuerdo sobre los materiales a utilizar así como la afinación de detalles estructurales para poder hacer posible aquel dibujo.

Tadao dió el visto bueno al proyecto.

Comenzaron a trabajar en lo planos.

Blake recibió un correo nuevo a altas horas de la madrugada.

El proyecto de Nikken Sekkei para Industrias Orinson, había comenzado.

No pararon de trabajar hasta que dieron poco más de las seis y media de la mañana del día siguiente. Se sentían agotados y con cierto dolor de cabeza presente en casi todos los miembros del equipo.

James regresó con un portaplanos en la espalda y múltiples vasos de café y bocadillos para su equipo.

—お疲れ様でした (Gracias por su arduo trabajo) —dijo con una sonrisa.

Los miembros del equipo agradecieron, tomaron las bebidas y comenzaron a comer. James se retiró de la oficina para dejar los planos recién impresos en la oficina de Tadao para su revisión y, de ser necesario, corrección. Caminó al baño y se remojó la cara, marcada en parte por bolsas bajo sus ojos.

La presión y trabajo por hacer eran menos, al igual que el tiempo que quedaba para la entrega final y presentación ante Orinson. El cumpleaños de Miharu estaba cerca también.

El timbre de su celular resonó en aquella habitación recubierta de azulejos color gris claro y madera de pino.

—Hola —respondió con voz cansada.

Te escuchas terrible —dijo Louie—, ¿noche larga?

—A veces quiero morirme —bostezó—. ¿A qué debo el honor?

Sólo quería decirte que llegaré un par de días antes para ayudarte con los preparativos.

—Eso es perfecto, muchas gracias, Lou —una sonrisita se le dibujó—. ¿Cuándo llegarás?

Mañana por la tarde.

—Pasaré por ti al aeropuerto entonces.

No es necesario, conozco el camino a tu casa —James no lo veía, pero sabía que el castaño sonreía al otro lado de la línea.

—No confío en tu sentido de la orientación. La última vez casi terminas en el Monte Tanzawa.

No tenías que recordármelo —suspiró—. Bien, entonces te veo mañana. Te envío por mensaje los datos del vuelo.

—De acuerdo, Lou. Hasta entonces.

Ah, y James —interrumpió—, no olvides descansar un poco. No querrás parecer un zombie en el cumpleaños de Miharu.

—Sobre eso... —estuvo dudando sobre si debía comentarle lo dicho por su hija el día anterior, pero optó por guardárselo para cuando viera a su mejor amigo en persona.

¿No estarás pensando en hacer la fiesta con temática de zombies? —preguntó sarcástico.

—Cla-Claro que no —se recargó en el lavabo, estirando con cuidado sus músculos—. Olvídalo, hablaremos cuando llegues.

Buu~ —bromeó, aún así Louie percibió a su amigo un tanto intranquilo—. Está bien. Cuídate, Jay.

Colgó la llamada y guardó el dispositivo en el bolsillo de su pantalón. Mirando al techo en un intento por perderse entre las marcas del cielo raso para no tomarle importancia a lo que dicho por Miharu.

"Yo quiero que vuelvas a enamorarte..."

Cerró sus ojos.

—Tal vez no quiera hacerlo... —musitó. Aunque le costaba creerse esas cinco palabras.

Tal vez sí le hacía falta algo y simplemente no quería admitirlo. Desde hace tiempo que mentirse a sí mismo era algo que comenzaba a tornarse algo normal.

• ❀ ❀ ❀ •

¡Hola! Espero hayan pasado unas fiestas increíbles y que este año 2019 les traiga cosas lindas y bellas.

💖

Qué mejor manera de iniciar el año que con un nuevo capítulo de esta historia. Comencé a escribirlo poco después de terminar con el primero pero por estar trabajando en otras cosas relacionadas a historias futuras, y ya existentes, y algo de procrastinación... no pude terminarlo hasta ahora, y claro, sin dejar de lado la bonita tradición de publicar cosas a las tres de la mañana, lol ámenme. XdXd

😚

No olviden dejar una estrellita si les está gustando la historia. También me gustaría saber qué opinan del capítulo, sí es muy diferente escribir los de este libro en comparación al primero; también si comienzan a tener alguna teoría sobre lo que está por suceder pueden dejarla en los comentarios; saben que adoro leerlos, me encantan.

💖

Sin más por momento más que desearles un bonito inicio de año con mucho amor y buenas vibras, me despido.

Cuídense mucho. ✌︎('ω'✌︎ )

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro