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Capítulo IV

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Cady encontraba cierta tranquilidad en los viajes en carretera; le gustaba ver cómo el paisaje urbano se desvanecía como la espuma de las olas para dar paso a un tono que pertenecía única y exclusivamente a la naturaleza. Le gustaba ver las copas de los árboles, los parches de luz que vestían la vereda y los pájaros, aquellos que parecían volar con una libertad que encontraba envidiable hasta cierto punto.

—¿Por qué no nos dijo antes? —suspiró Cady, mirando un grupo de pájaros en el cielo.

—No lo tomes personal, Cat. Pasaron muchas cosas desde que teníamos doce años.

Louie se sentía igual que ella. Sabía perfectamente que ocho años pueden cambiar a las personas, tanto para bien como para mal.

—No puedo creer que eso haya influido en su decisión de dejar el patinaje, es que... ¡No sé! Lo encuentro difícil de creer.

—Lo que pasó en Italia fue motivo suficiente para James, con eso basta —dijo Louie, dejando escapar un suspiro—. Sabes perfectamente que su vida no fue la única que cambió, la tuya también... y lo que sucedió con mi familia... Relájate, al menos ahora podemos estar seguros de que no nos está ocultando nada más —Louie miró el reloj del auto que marcaba las dos de la tarde—. Además no sabíamos que Blake se iría de la noche a la mañana. Hablaremos con él.

Tuvieron que posponer su día de amigos debido a que James recibió una llamada de último momento por parte de Danielle, así que —después de pensarlo bastante— Cady y Louie llamaron a Blake para poder reunirse, comer algo y conversar. No pueden ignorar que Blake también fue su amigo y realmente lo habían echado de menos.

Se verían en un restaurante italiano a las afueras de la ciudad. Louie condujo hasta llegar a una pequeña colina sobre la cual estaba el lugar que Blake describió como «el rincón italiano» durante su llamada telefónica. El lugar era muy grande con un diseño arquitectónico hermoso que en verdad daba la sensación de estar en una auténtica villa italiana.

El servicio de valet parking se aseguró de estacionar en un lugar seguro el BMW de Louie. Los recibió un hombre de aspecto pulcro, tenía un uniforme similar al de los camareros, pero se diferenciaba por su corbatín color bermellón. Tenía poco cabello y un bigote cuidadosamente cortado.

—Bienvenidos. ¿Mesa para dos? —enunció con voz elegante.

—Gracias, ya nos esperan. A nombre de Blake Orsen —respondió Louie.

Tras un ligero movimiento, la mirada del hombre buscó en la lista hasta dar con el nombre de Orsen. Con una sonrisa y gesto educado, les pidió que lo siguieran; al entrar se podía sentir un auténtico ambiente que no dejaba lugar a dudas de que definitivamente era un pedazo de Italia.

Llegaron a una zona privada del restaurante: Una terraza con una hermosa vista hacia los coloridos jardines y la naturaleza que envolvía el pie de la colina. A lo lejos se veía la ciudad y la carretera. El viento acariciaba las flores y los arbustos.

—¡Chicos, por aquí! —Blake los saludó con una gran sonrisa mientras se ponía de pie.

El hombre se retiró, despidiéndose de manera educada.

Cady fue la primera en acercarse al moreno, Blake la abrazó con cariño y Louie no pasó por alto que ella era un poco más baja que Blake, sólo por unos centímetros. Algo diferente a la última vez que se vieron.

—Cady, no sabes cuánto te extrañé. No has cambiado nada, a excepción de tus dientes. ¡Te quitaron los frenos!

—¿Se ven bien, verdad? Me los quitaron cuando cumplí trece.

—Te ves muy bien, Cat.

Aww, también te extrañé, Blake.

—¿Les parece si tomamos asiento? Me disculpo con ustedes, pedí una jarra de limonada —dijo nervioso. Sus ojos azules buscaron en derredor—. ¿Dónde está James?

—Patinando —respondió Louie, sirviéndose un vaso de limonada.

—Ah, ¿entonces volvió a patinar?

—Es... una larga historia —dijo Cady, dándole vuelta a uno de sus anillos.

—¿Por qué creen que los cité? —agregó Blake con una sonrisa ladina.

Un mesero se acercó para tomar su orden. Mientras esperaban, siguieron conversando sobre lo que habían hecho en los últimos años y recordando viejas anécdotas de su infancia, como aquella vez en la que Louie tuvo que obsequiarle un ramo de flores a la su maestra del quinto grado. O cuando se quedaron jugando bajo la lluvia toda la tarde y terminaron enfermos en casa de Blake.

Cuando la comida llegó Cady juraba haber babeado un poco (aunque no lo admitiría en voz alta).

Louie, por su parte, miraba a Blake, intentando encontrar las palabras adecuadas para formular su pregunta.

—Blake, —llamó, y Blake lo miró con sus ojos tan profundos como el océano. Louie se puso nervioso— ¿P-por qué te fuiste tan de repente? Ni siquiera te despediste...

Blake sólo se removió incómodo ante la pregunta. Suspiró.

—Ustedes ya sabían que me iría.

—Sí, pero que te irías hasta finales de año, no después del cumpleaños de James —dijo Cady—. Te fuiste tan de repente. Ni siquiera tus vecinos sabían a dónde habían ido.

—Fue algo repentino, lo sé —dijo Blake con pesar—. Quería despedirme de ustedes, pero... No tuve oportunidad de hacerlo... Mis padres... Lo siento tanto. Ustedes eran mis mejores amigos, los únicos que había tenido de verdad, y no quería dejarlos de esa manera.

—Hombre, no llores —dijo Louie, tratando de relajar el ambiente.

Los ojos azules de Blake comenzaron a retener lágrimas hasta que se encontró con la cálida mirada de Louie.

—Nos dolió saber que te habías ido, pero James fue al que más le afectó.

—Tú... sabes por qué, ¿cierto? —agregó Cady.

Blake asintió, cabizbajo.

—James se sentía tan confundido —dijo Cady—. Era el más inocente de nosotros y después de lo que pasó...

—¿Él se los dijo?

Louie asintió.

—Esta mañana. Fue su primer beso, ¿lo sabías?

Blake se sonrojó, Louie se percató del bonito color que encendió sus mejillas.

—También el mío.

Cady fue la primera en decir algo. Louie se quedó callado.

—¡Eso es tan tierno! —exclamó, apoyando su barbilla en la palma de la mano—. ¿Por qué ocultas tu sonrojo, cariño? ¿Será que...? ¡No es cierto! ¿Te gustaba James?

—¿Qué fue lo que les dijo? —preguntó Blake.





Cuando terminó mi fiesta de cumpleaños, Blake me citó esa noche en la casa del árbol porque quería decirme algo importante. Y cuando estábamos allí, él... él me robó un beso... mi primer beso James escondió el rostro entre las palmas de sus manos, no quería que vieran sus mejillas sonrojadas—. Salí corriendo. ¡No sabía qué hacer! No podía dormir, no podía dejar de pensar en eso y terminé refugiándome en la pista de hielo. Estaba muy avergonzado y sentía que no podía ver a Blake a la cara después de lo que pasó, ¿qué iba a pensar de mí? Cuando se lo conté a mis padres, me dijeron que ese tipo de muestras de cariño sólo se hacen con la persona que amas... Pasé día y noche pensando tanto en él y en el beso que comencé a creer que el afecto que sentía por Blake era diferente al que sentía por ustedes, por mis padres o por alguien más... Que era el tipo de amor que tienes hacia alguien especial. Blake era especial para mí y quería saber si yo también era especial para él. Quería convencerme de que ese beso fue real... Cuando fui a buscarlo era demasiado tarde, él ya no estaba. Nadie sabía a dónde habían ido y no pude evitar sentirme como un idiota. Yo sólo quería saber si él correspondía mis sentimientos y ahora no dejo de preguntarme si sólo fue una broma o un juego de niños.

¿Blake tuvo algo qué ver con que abandonaras el patinaje? —preguntó Louie.

Siempre me inspiraba el amor que tenía hacia mi familia, mis amigos y el amor que sentía por el deporte. Después de todo eso, no lo sé, estaba confundido, no dejaba de pensar en que había un nuevo tipo de amor en mi corazón, uno que jamás había sentido.

Tú querías a Blake —dijo Cady, James asintió—. ¿Entonces por qué aceptaste a Michelle cuando se te declaró en el séptimo grado?

Ya había demasiados rumores sobre los patinadores masculinos...

James —dijo Louie.

¡No quería que me molestaran por eso! Cuando lloraba sin razón era porque pensaba en él, hasta que pasó eso —exclamó James, pasándose las manos por el cuello—. Dejé de patinar, le rompí el corazón a Michelle, me olvidé de Blake... No sé cómo me sentiría si lo vuelvo a ver. Sólo sé que no estoy listo, emocionalmente no lo estoy.

La habitación se quedó en silencio por unos momentos hasta que Louie preguntó:

¿Y tú quieres verlo?





Blake no sabía qué decir.

—No se pondrá feliz cuando se entere de que te contamos esto —dijo Louie—. Muchas cosas cambiaron, Blake, muy pocas aún se conservan...

—El romanticismo de James es una de ellas —dijo Cady con voz suave.

Blake, pensativo, dirigió su mirada hacia el verde del paisaje que se podía ver desde su lugar. Se encontró preguntándose: «¿Fue correcto haber regresado? ¿Será que todavía siente algo por mí? ¿Así como yo siento algo por él?»

La comida con sus amigos resultó mejor de lo que esperaba, pasaron muchos momentos agradables y llenos de risas. Blake se despidió de sus amigos con una sonrisa que guardaba tintes de nostalgia mientras miraba el auto de Louie alejarse por la carretera.

Blake caminó hasta la fuente que adornaba la entrada del restaurante. Una lujosa camioneta negra se detuvo frente a él y de ella bajó un hombre robusto, su mandíbula estaba tensa y su rostro carecía de expresión. Le abrió la puerta de pasajero.

—Amo Orsen.

Blake respondió con un movimiento de cabeza y subió al vehículo.

El hombre se puso tras el volante y encendió el motor del vehículo. Blake se colocó el cinturón de seguridad, apoyando la barbilla sobre la palma de su mano mientras veía el paisaje a través del cristal blindado.

—¿A dónde vamos ahora, señor? —preguntó el conductor.

—A la mansión —respondió Blake con voz apagada.

El paisaje natural cambiaba lentamente a uno más urbano. Muchas preguntas rondaban la cabeza de Blake, todas tenían un motivo de ser, específicamente un nombre y apellido: James Auclair. Blake intentaba no pensar en él, pero su corazón sabía que si lo veía una vez más podría latir tan fuerte que se le saldría del pecho.

—¿Están los señores en casa? —preguntó Blake en una luz roja.

El conductor comenzó a tocar la pantalla táctil ubicada en el tablero del auto. Hizo contacto visual con Blake a través del espejo retrovisor y respondió:

—No, señor. Salieron hacia el aeropuerto con destino a Suiza.

Blake se quedó en silencio por un momento.

—Cambio de planes. Iremos al centro deportivo. —El conductor asintió y cambió la dirección del GPS.

El cielo se nubló en pocos minutos y Blake no pudo evitar recordar su infancia; terminó por acostumbrarse a la soledad desde los trece años. Le destrozaba ver cómo el resto de los niños convivían alegremente con sus padres; él tenía a su amada abuela, de vez en cuando a su madre, pero no era lo mismo.

Tras unos minutos conduciendo llegaron a su destino. Blake tomó su maleta del portaequipajes y caminó hasta la entrada del complejo. El guardaespaldas lo seguía a una distancia prudente. Al ingresar al área de la piscina, Blake sintió que la tristeza de sus recuerdos se desvanecía; el suelo bajo sus zapatillas estaba humedecido por las gotas de agua.

Se cambió, y tras hacer ejercicios de calentamiento, se colocó en un carril vacío y saltó al agua. Comenzó a nadar. Se sentía libre. En el agua todo el dolor desaparecía.

Con cada vuelta que terminaba veía el rostro infantil de James. Recordó cuando veía sus competencias por televisión, y recuerda lo elegante y precioso que se veía mientras patinaba. Su corazón latía con fuerza ante el recuerdo.

«¿Cómo se sentirá él?», pensó mientras el agua se deslizaba entre sus dedos.

Aún recuerda lo confundido que se sintió cuando James anunció que se retiraría del patinaje; él hablaba todo el tiempo de llegar a ganar un Campeonato Mundial o una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno. James siempre soñaba en grande. Él quería ser de los mejores patinadores, él iba en serio. Quería hacer historia en el mundo del patinaje.

Si bien ahora desconocía completamente los sentimientos de James Auclair, podía estar seguro: Quería verlo una vez más. Quería saber si aquellos sentimientos aún prevalecían.

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MAY.13.2024

hello, sunshines!
¿cómo han estado? feliz inicio de semana. 🤍

¿qué les pareció el capítulo? ¡ya se reunieron con Blake! bello, bello, bello. aunque todavía faltan más cosas por ver (creo).

me estuve dando cuenta de algo, ahora que estoy editando lo que queda del primer libro, ¿por qué no junte a Blake y a Louie? tienen potencial, ¿no lo creen? (necesito soltar esto de alguna manera, me creé una nueva necesidad). 😭

gracias infinitas por todo el amor y todo el apoyo. 🤍

¡nos leemos pronto!

xx.

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