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Capítulo XXX

Noche de Entierro

Y ahí estábamos, de pie frente a las puertas del gimnasio ya decorado, listas para entrar al baile de graduación de la secundaria de Eva.

-Amo tu vestido -susurró Evolet, tomando mi mano.

-Lo sé, ya es la décima vez que lo has dicho, yo también amo el tuyo -le di un apretón a su mano y ella sonrió.

Evolet llevaba puesto un vestido de satén largo hasta los tobillos, de color marfil y tacones altos a juego; su cabello lacio caía en sus hombros, su maquillaje consistía de tonos dorados y lápiz labial rosa.

Mientras yo había optado por un vestido corto blanco, que se transparentaba en ciertas partes, cubriendo lo más importante y unos tacones lace up de color blanco. Mi cabello, como de costumbre, permanecía suelto con ondas y el maquillaje, que no se si podría llamar «maquillaje», eran tonos naturales y brillo. Y es que, si iba a ir a una fiesta y debía usar vestido, tenía que ser lo suficientemente Quinny y esto era perfecto.

-Bueno, mis queridas damas, ¿Entramos y disfrutamos de esta noche? -Jacob apareció en medio de ambas, abrazándonos por la cintura.

-Yo digo que sí -Eva lo rodeó con su brazo por los hombros y ambos me miraron.

-Sería un privilegio entrar al baile con los más populares -sonreí y también los rodeé con mi brazo.

Los tres entramos abrazados a el lugar he inevitablemente, muchos ojos se posaron sobre nosotros. ¿Y cómo no? Es Evolet Jackson la que va a uno de mis lados, tan solo el apellido tenía peso, pero también era la típica chica hermosa, popular y nada pesada de la secundaria, todos la amaban.

Jacob Jácquec era el primo de Evolet, el capitán del equipo de fútbol americano y el chico ardiente por el cual la mayoría de las estudiantes se babeaban. ¡Claro que se girarían a vernos!

Pero ahí estaba yo, Quinny Tucker, quizás una desconocida para la mayoría, una chica sencilla pero que bien podía hacerse notar entre la multitud. Después de todo, era la mejor amiga de Evolet, la chica que le gustaba a Jacob y la supuesta novia de James Martin.

Ja, ja, ja.

¿Qué es tan gracioso?

Es que... ¿Quién lo hubiera imaginado? la palabra «novia» y Quinny en una misma oración.

¿Se supone que deba reírme?

No, el que seas amargada ya es algo normal.

Comienzo a odiarte.

Me odiarás aún más al final.

¿Qué?

¡Ay, mira! ¡Ponche!

¡Oye! ¡No te...! Y se marchó.

Echamos un vistazo alrededor y aunque traté de disimular, tragué grueso cuando reconocí la espalda cubierta por la tela azul marino de la camisa de mangas largas que llevaba James esa noche.

Mis ojos se cruzaron con los de Easton, que estaba frente a él. Easton también llevaba una camisa de mangas largas, pero a diferencia de su primo, la suya era blanca. Una sonrisa se formó en mi rostro y giré a mi izquierda, viendo que Eva tenía la misma, o quizás una peor, reacción a la que yo tenía.

Definitivamente tenía que saber qué había pasado entre ese chico y Eva.

Sintiendo mi mirada, Eva giró su rostro en mi dirección y cambió su expresión de «Ay mierda, tragame tierra» a «¡Ay, hola, Quinn! Tranquila, no ha pasado nada» Tan solo con una sonrisa angelical.

-Bueno, chicas, suerte con eso -Jacob besó nuestras mejillas he intentó caminar, pero Eva lo detuvo.

-¿A dónde crees que vas? -lo miró con ojos entrecerrados.

-A la pista de baile, con mi club de admiradoras -se sacudió un polvo ficticio del hombro y siguió su camino, pero antes de perderse en la multitud gritó-: Si me disculpan, hoy es noche de entierro, queridas.

-Afs, los hombres son idiotas -murmuró Eva a mi lado.

-Nunca tan de acuerdo contigo, amiga.

-Sobre todo los de mi familia.

-No objetaré en contra de eso -levanté las manos en señal de rendición y Eva no tuvo más remedio que reír.

-Ven, vayamos por algo -me jaló del brazo y caminamos hasta la mesa con bebidas y algunos aperitivos.

Aperitivos que debía aprovechar.

Tomé algunos, y Eva tomaba un líquido que no estaba segura si era jugo o alcohol. Pero lo estaba tomando, porque el que no arriesga, no gana.

Estaba llenándome la boca con unos nachos llenos de una deliciosa salsa que ofrecían para acompañarlos y sentí como tiraron de mi brazo fuera de la mesa.

-Ven, vamos a bailar.

Al ritmo de Cheap Thrills de Sia, Eva y yo nos adueñamos de la pista, (Eva más que nadie) sin importarnos los montones de ojos que se posaban sobre nosotras.

Y a mí muy poco me importaba que se corriera el maquillaje, que mi cabello se despeinara, que los tacones ya me estuvieran matando. Nada de eso importó y mucho menos luego de ver la sonrisa de mi mejor amiga frente a mí, mientras ambas sacudimos nuestros cuerpos al compás de la música.

Justo cuando comenzábamos a sacar los pasos prohibidos, detuvieron la musica y bajaron las luces, iluminando así un solo lugar en el escenario donde un señor algo mayor tomó el micrófono y anunció a los ganadores del baile.

Eva y yo fingimos sorprendernos al escuchar el nombre de Jacob ser pronunciado a través de los altavoces. Seguidamente nombraron a la reina, que no era nadie más que... ¿Recuerdan a Carrie? ¿La chica de la cafetería? Así es, ella había ganado.

-Me huele a nuevo shippeo -dijo Eva a mi lado, observando con una sonrisa a los reyes juntos tomarse fotos.

Para ser sincera, no eran mala pareja.

-Hablando de shippeos -la codeé-, ¿Qué hay contigo y el primo de James?

-¡Mira! Ya está de vuelta la música, vamos a bailar -tiró de mí pero me mantuve firme.

-¿Vas a contarme? -negó-, entonces se lo preguntaré a Easton.

-¿Se llama Easton? -arrugó las cejas.

-¿Cómo es qué esconden algo y tú no sabes su nombre? Anda, cuéntame -me empiné un vaso de refresco.

-¡Ay, amiga! -suspiró- Te contaría... si lo recordara -escupí mi bebida.

-¡¿Qué me estás diciendo?! -chillé y Eva asintió.

-Lo último que recuerdo es que me había dicho que escogiera un lugar donde dormir, su cama o la de Marie.

-¿Y cuál escogiste?

-Bueno, dormí con...

La confesión de Eva se vió interrumpida por un nuevo cambió en el ambiente. Esta vez, las luces cambiaron de color a tonos rosa y rojo suave, el DJ reemplazó la canción anterior por una melodía más suave y romántica.

Eso solo me alertó una cosa.

Hora del momento romántico.

Donde las parejas bailan

Y se tocan

Y confiesan sus sentimientos.

Y se besan.

Iugh, cállate. No ayudas.

Era la idea.

Dirigí mi atención al lugar de Eva para pedirle salir, hasta que la mierda cursi se acabara pero ella ya había desaparecido.

Cobarde.

Giré mi cuerpo, buscando la salida pero me detuvo la voz gruesa del altavoz que presentó el acto de ese momento.

-A continuación, James Martin. Un aplauso, por favor.

Algunos silbidos y muchos aplausos resonaron en el gimnasio. Di la vuelta para encontrarme a James subiendo en el escenario con su guitarra y un micrófono en mano.

Tomó asiento en una silla alta que habían preparado anteriormente y levantó sus ojos justo en mi dirección, después de regalarme una sonrisa, comenzó a tocar la canción.

Tocó una suave melodía como intro y seguidamente lo acompañó la pista de la canción Always de James Arthur.

Una recopilación de momentos junto a ese chico aparecieron en mi cabeza como una película para mis ojos. Recreé y reviví cada uno de ellos.

Desde la primera vez que lo vi en la biblioteca, sin siquiera saber que alguien tan insoportable se convertiría en una de las personas más importantes para mí.

El día en que soñé con él por primera vez, cuando arrojó mi helado sobre mi suéter. Mis ojos se llenaron de lágrimas y sonreí mientras lo veía cantar.

La vez que me dijo que no podía cantarme. Hasta el día de hoy, no sé porqué no lo hizo, pero en el fondo se lo agradezco, pues ahora que lo veo hacerlo, no me queda duda, estoy jodida.

Estoy enamorada de James.

Aparté las lágrimas que amenazaron por salir de mis ojos, al James finalizar la canción. Millones de aplausos estallaron en el lugar y él sonrió murmurando un par de agradecimientos al público, pero su sonrisa no estuvo completa hasta que sus ojos volvieron a encontrarme.

Pero esa sonrisa se esfumó, después de que saliera corriendo del gimnasio. Sabía que era estúpido lo que estaba haciendo, sabía que era una idiota por querer alejarme, sabía que James no correría detrás de mí.

Al menos, así lo creía. Pero que equivocada estaba.

Me detuve en la puerta principal de la secundaria, la brisa fría erizaba los vellos de mi piel y podía sentir como mi aliento agitado humeaba debido a la temperatura de la noche.

El estacionamiento estaba lleno de coches, pero ningún estudiante caminaba por allí, ni siquiera algún profesor o un guardia de seguridad.

El toque de unos dedos sobre mi hombro me alertaron y giré dispuesta a golpear muy fuertemente a la persona que intentara sobrepasarse conmigo, pero sí me sorprendió encontrarme a James de pie frente a mí.

-¿Estás bien, bonita? -un mechón de su cabello se había escapado y caía en su frente, sus ojos lucían llenos de preocupación y sus mejillas se habían sonrojado debido al frío.

Como pude asentí, él suspiró y posó una de sus manos en mi mejilla mientras la acariciaba de manera lenta con su pulgar, brindándome una sensación de calma a cada rincón de mi cuerpo.

-Sabía que era mala idea que me escucharas cantar -bromeó.

-Tengo miedo, James -él pareció tensarse.

-¿A qué le temes, bonita?

-Tengo miedo de lo que estoy sintiendo por ti -su rostro expresó una mezcla de sorpresa, confusión y alivio al mismo tiempo.

-¿Y qué es lo que sientes por mí?

No iba a decirle que estaba enamorada de él, bueno... no exactamente eso.

-Lo mismo que sientes por mí -él alzó una ceja divertido-. Y-o, yo... yo te quiero, James.

Logré decir rápidamente y apenas lo hice, escondí mi rostro dirigiendo la vista al suelo, pero James levantó mi mentón con uno de sus dedos y con una sonrisa en su rostro, pronunció las palabras que hicieron a mi corazón latir aún más fuerte que nunca:

-Yo también te quiero, bonita.

Sentí el mundo detenerse cuando sus ojos reflejaron la verdad de sus sentimientos, James me quería y yo lo quería a él. Sin poder resistirme, acerqué mis labios a los suyos acariciándolos para luego fundirnos en un beso suave.

Un beso que se sintió mejor que muchos otros, un beso que selló la confesión de nuestros sentimientos, un beso que fue testigo del amor que surgió de ambos jóvenes corazones.

Sonreí sobre sus labios recordando a la abuela, a Eva, a Quincy y al resto de mi familia, a Marie y Sam. Al final, todos habían tenido razón.

Pero, ¿Cómo no recordar al principal cómplice en todo esto? El universo, llámenme loca, pero sí, él me ayudó.

Sin despegar nuestras frentes permanecimos abrazados, abrí los ojos y noté como James me miraba con ilusión y felicidad, como si tenerme en sus brazos fuera un sueño.

Miré al cielo estrellado y susurré:

-Gracias, universo.

-¿Cómo que universo? ¿Es que acaso el universo te besó? ¿O soy yo tu universo? -bromeó James.

-Oye, apenas acabo de decirte que te quiero. No te ilusiones tan rápido, Jamón.

-Suena lindo.

-¿Qué cosa? ¿Jamón? Sí, ya me lo haz...

-No, el que me quieres, eso también suena lindo -interrumpió con una sonrisa.

-Sí... pero no te acostumbres -lo señalé-, no te lo diré todos los días, ni a cada segundo.

-Entonces, ¿Esto va para largo? -nos señaló a ambos.

-No sé de qué hablas -me hice la desentendida, mientras caminaba al estacionamiento pero James se acercó nuevamente a mí y tomó mi mano.

-Salgamos de aquí, quiero hablar contigo.

-Pero la fiesta, y...

-La fiesta se puede ir al carajo, si hay algo que me importa más que nada ahora, es hablar contigo, bonita -lo miré perpleja-. Además, sabía que vendrías, fue el único motivo por el que estoy aquí.

No sabía qué decir, estaba pensando y debatiéndome en si sería buena idea irme, es decir, Eva estaba allá dentro y yo había venido con ella.

-Bueno, bonita, el que calla otorga.

-No, no, no. ¡Espera! -intenté detenerlo pero fue muy tarde cuando ya me tenía sobre su hombro como un saco de papas-. ¡James! ¡Bájame! ¡Dialoguemos como personas normales! -James corría dejando atrás la secundaria.

-¡Yo no soy una persona normal!

-¡Dios! ¡¿Por que?! ¡Mira donde me he venido a meter! -lloriqueé señalando y hablando con el cielo-. ¡James, bájame o te juro que..!

-¡Espera! ¡Ya casi llego!

-¿Qué? ¿A dónde crees qué...? -me puso nuevamente sobre el suelo.

-Listo, hogar dulce hogar -señaló a su derecha y sí, allí estaba la casa de James.

-Pe-pe, pero yo, y luego -señalé detrás de mí-. ¡Ay!

-Entremos -tiró de mí y ambos entramos a la casa oscura.

James encendió un interruptor y todo estuvo iluminado en un segundo. Todo estaba exactamente igual que la última vez.

-¿No hay nadie en casa? -pregunté mientras tomaba asiento en uno de los sillones de la sala.

-No, mamá está en la fiesta junto a Marie y Easton, la abuela está en su casa con papá y Marc... no es mi problema lo que él haga -encogió sus hombros-. ¿Quieres tomar algo?

-Sí, algo frío.

-Pensé que me dirías que te apetecía tomar, pero sólo me pides algo frío. Eso es nuevo -me señaló antes de perderse en la cocina.

-Es que en la mayoría de los lugares que visito ofrecen bebidas calientes, como té o café y no es que no me guste el té o el café, solo que me gustan las bebidas frías.

-Entiendo, así alimentas a ese corazón frío -susurró en mi oreja, colocando un vaso con hielo y jugo de naranja frente a mis ojos-. ¿Tienes hambre?

-No, gracias. Ahora explícame de qué querías hablar, pero antes, ¿Puedo quitarme los tacones? -pedí casi en una súplica.

-Debería ser yo quién te los quite -un poco del jugo de naranja se subió a mi nariz, haciéndome toser sonoramente-. ¿Estás bien?

Asentí, sobando mi pecho calmando la tos debido a las palabras del ojiazul. Después de calmarme quité los tacones de mis pies.

-Muy bien, toda oídos.

-¿Qué es eso del universo? -rodé los ojos.

-¿Me trajiste hasta aquí para hablar del universo? -James se encogió de hombros-. Eres increíble -él me guiño un ojo y yo continué-. El universo me ha estado ayudando últimamente, sobre todo contigo.

-¿Quieres decir que todo lo de esta noche fue gracias al universo? -asentí-. No voy a juzgarte, aunque yo creo más en el destino.

-¿En serio? ¿El destino?

-Claro, dicen que el destino baraja las cartas -dijo orgulloso.

-¿Y no haz escuchado lo que le sigue? -puso una mueca de confusión y yo rodé los ojos-. «El destino es quién baraja las cartas, pero nosotros somos los que las jugamos»

-Uh, me gustas cada vez más -rodé los ojos nuevamente-. Yo... Quinny...

-¿Puedo preguntarte algo? -él asintió-. ¿Por qué Marie se quedó con Sam y tú con tu padre? ¿Cuestión de preferencia? -él arrugó la cara.

-Para nada, ellos dicen que «James se queda con el niño y yo con la niña» pero yo creo que es más una cuestión de prevención.

-¿A qué te refieres? -James exhaló y continúo hablando.

-Sabes que mi relación con Marc es un asco y así ha sido desde que mamá vivía en la ciudad, pienso que por eso tomaron esa decisión.

-Entiendo. ¿Y tu padre a qué se dedica?

-¡Ah, no! Si quieres saber los secretos de los Martin, tienes que venir a la cena de mamá.

-Le dije a tu abuela que vendría, tonto.

-Esa es la cena de la abuela, que será en unos días y sí, cuando hay discordias en tu familia las cenas se multiplican, acostumbrate -levanté una de mis cejas curiosa.

-¿Ah, si? ¿Y eso por qué? -acerqué mi rostro al suyo.

-Porque cómo mi novia tendrás que venir a las cenas conmigo -respondió cerca de mis labios.

-¿Cómo tu novia, eh?

-Así es. Entonces... ¿Quieres ser mi novia, bonita?

Sonreí abiertamente y él me devolvió la misma sonrisa, pero se esfumó al instante en que pronuncié mi respuesta.

-No, Jamón.

-¿Qué? Pero tú...

-Al menos, no por ahora -le interrumpí.

-¿Qué estás tramando? -se alejó entrecerrando los ojos.

-No te lo pondré fácil. ¿Quieres estar conmigo? Bien, yo también pero no te lo ganarás tan fácil.

-Bien, es lo justo. ¿Qué es lo que tengo que hacer?

-Quiero citas -él asintió-. Y quiero conocerte, de verdad, James, quiero hacerlo.

James pareció pensárselo un momento y finalmente asintió.

-¿Entonces? ¿Me das una nueva oportunidad? -asentí con una sonrisa-. Bien, comenzaré -se puso de pie y me extendió su mano-. Acompáñame.

Acepté su mano y me guió escaleras arriba. A oscuras caminamos un pasillo y giramos a la izquierda hacia el pasillo que tenía la oficina de Marc al final.

Por las grandes ventanas se colaba la luz de la luna, iluminando un poco nuestro camino. Para mi sorpresa, James se detuvo frente a una de las mismas ventanas y la abrió, me indicó con su mano que saliera y sí, del otro lado de la ventana había un balcón.

Me tomé un tiempo para observar a mi alrededor, el cielo estrellado, la blanca luna y las casas del vecindario frente a nosotros. James tomó mi mano y con cuidado cruzó el balcón, aterrizando en el techo de la planta baja de la casa.

Seguidamente imité su acción y unos segundos más tarde, estábamos sentados sobre el techo de la casa de James, mientras él destapaba una botella de vino que escondía en ese lugar.

Él tomaba de la botella, bromeamos y hablamos de trivialidades, cosas que nos gustaban y anécdotas. No voy a negarlo, quizás también le había dado un par de tragos a la botella y empezaban a subirse a mi cabeza, pero James, ¡Oh, James! Él estaba peor que yo.

-Escucha esto -carraspeó y comenzó a recitar un par de versos:

«Bajo la luna contemplé,
tu silueta en las gradas.

Y me estrellé cuando
chocamos miradas.

A mi lado pasaste y
de ti quedé cautivado.

Cerca estuvimos,
pero nunca dijimos nada.

Tu voz escuché y
me dejaste hipnotizado.

Una vez más te contemplé,
y mírame, aquí sigo enamorado».

-Nada mal, nada mal -aplaudí-. Pero ahora mira esto.

«Dos mundos tan diferentes,
como la luna y el sol.

Dos miradas tan diferentes,
como el frío y el calor.

Junto al verano caminas
y el invierno me acompaña,
ya deja de provocarme tanto
tan sólo con tu mirada.

Como una loca,
parezco obsesionada,
me imagino una vida
donde tú también estés enamorado.

Bailo con un fantasma,
aquí en mi morada,
miro a la ventana y encuentro
a la luna alumbrada.

Y recuerdo aquella noche.
Aquella noche de estrellas
pobladas:

-¡Dios! ¿Cómo lo haces? -me encogí de hombros-. ¿De qué te inspiraste?

Por supuesto que no iba a decirle que él era la musa de mis poemas, entonces dije algo más.

-Amo el frío pero me encantan los días soleados -me encogí de hombros.

-A mí me pasa igual pero distinto.

-Contradictorio, muy contradictorio.

-Es decir, me encanta la noche pero amo las bebidas calientes.

-Somos raros.

-¿Soy raro? -asentí-. ¿Por qué? ¡¿Es un crimen que me guste lo caliente solo porque no te gusta a ti?!

-Vale, vale pero no te alteres -alcé mis manos en señal de rendición-. No me gusta lo caliente.

-¡Patrañas!

-¿Qué?

-¡Patrañas! Te gusto yo, entonces te gusta lo caliente -tomó otro trago.

-¡Oye! Yo nunca he dicho que me gustas.

-Tampoco lo haz negado -sonrió como tonto.

Su sonrisa se borró cuando escuchamos unos pasos en el pasillo de nuestro costado. Sin pensarlo dos veces, me puse de pie con cuidado, lista para saltar del techo si era necesario.

Sin embargo, James, que también se había levantado del techo, se colocó frente a mí, utilizando su cuerpo como un escudo para mí. Acercó su dedo índice a sus labios, indicándome que guardara silencio y así lo hice.

Un escalofrío recorrió mi columna vertebral y recordé la sensación de aquella noche, y aunque mi respiración se hizo un poco más pesada, me sentía segura porque delante de mí estaba James y estaba segura de que él me protegería y no dejaría que nada me pasara.

Los pasos se acercaban cada vez más al balcón a nuestro lado y apenas una sombra se reflejó en el piso, me estremecí recordando la sombra de aquella noche.

«Son sólo tus ideas, Quinny. Son sólo tus ideas»

No dejaba de repetir en mi cabeza. Tragué grueso cuando James levantó la botella de vino en su mano, dispuesto a herir a quién sea que estuviera a punto de salir por allí y cuando lo hizo mi cuerpo reaccionó, dando un brinco logrando que resbalara en el techo.

Pero James tomó mi brazo fuertemente y pude volver a tener estabilidad. Giré mi rostro a la persona que nos observaba de pie en el balcón, con una sonrisa apenada.

-Lo siento, chicos. No quise asustarlos y tampoco interrumpir su momento de novios y...

Intenté dar un paso al frente para que James dejara de cubrirme con su cuerpo, pero su mano en mi brazo lo impidió. Sabía que se llevaba mal con su padrastro, pero tampoco era para tanto.

-Hola, Marc -saludé animadamente-. No te preocupes, todo bien aquí.

-Qué bueno -sonrió-. Bueno, no los interrumpo más, estaré en mi oficina al final del pasillo, par de enamorados.

-No somos ningunos novios -dijo James fríamente.

-¡Oh, lo siento! Mi error, me marcho.

Y así Marc desapareció dejándonos solos nuevamente. Giré para ver a James, que se mantenía viendo el lugar donde había estado Marc, sin embargo, pareció sentir el peso de mis ojos y giró a verme.

-¿Estás bien? -preguntó.

-¿Qué carajos fue eso? ¿Me pides una oportunidad, me recitas un poema? ¿Y ahora dices que no somos nada? ¿Qué te pasa, amigo?

-Lo sé, lo sé. ¡Lo siento! No quiero que Marc sepa de nosotros, él todo lo bueno y bonito que ve o toca, lo daña. Y no quiero que pase eso.

-Entiendo, pero pudiste decírmelo -lo señalé.

-Lo sé -revisó el reloj de su muñeca-. Ya es medianoche, debería llevarte a casa -pasó sus manos por mi cintura, acercándome a él.

-Sí, tienes razón, deberías -pasé mis manos por sus hombros, para unirlas detrás de su nuca-. Pero no quieres hacerlo.

-Claro que no quiero hacerlo -acercó su rostro peligrosamente al mío-. Quiero quedarme contigo toda la noche.

-Entonces hagámoslo -él pareció no esperarse esa respuesta, pero tampoco le desagradó la idea-. Déjame quedarme contigo esta noche, Jamón.

Sonrió y dejó un casto beso sobre mis labios.

-No se diga más, esta noche dormiremos juntos, bonita.

***

QUÉ-

¿CÓMO DICES QUE DIJISTE? Creo que el próximo capítulo tendrá salseo. ¿Ustedes qué dicen?

Otro de mis capítulos favs, espero les haya gustado.

Será doble actualización, hoy madrugo trayendoles el siguiente capítulo.

Besos en el rabo<33 L@s amo.

~Jai.

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