Capítulo XXV
A la mierda, irás al campamento
Los días habían pasado después de la visita a casa de la abuela Kiara. ¿Me sentía bien? Quizás estaba mejor que antes. ¿Había pasado algo nuevo? La verdad es que no. ¿Qué había pasado con James? Desde la despedida no sabía nada de su existencia.
Los demás... ahora que lo notaba, estaban bien. Bueno, Evolet algo desaparecida por la visita de su hermano, Jacob seguía sin hablarme, mamá todos los días apoyándome y pidiéndome que llevara un día a la vez, Quincy, al parecer, lo había dejado con Eva, puesto que cada noche me hablaba de una chica distinta de las cuales olvidaba sus nombres, Pat seguía en su trabajo y Queen estaba a punto de terminar el semestre de la universidad. Creo que todos estábamos ocupados en nuestras cosas.
Eso me daba más tiempo para mí, para seguir pensando, (aunque ya no hubiera nada que pensar) y para hacer las cosas que me gustan. Dentro de unos días retomaría el entrenamiento de nado sincronizado, ¿Quién sabe? Más adelante podría entrar a una que otra competencia.
Tendría tiempo con los libros y para devolver el libro a la biblioteca, aunque sentía que ese libro tenía mucha historia y quería darle un lugar en mi biblioteca personal. Sí, verlo ahí era un recordatorio de James, pero sería un recordatorio para toda la vida de que el amor sí existe y está donde y con quien menos te lo imaginas.
Pensé en todo lo que había pasado con James, en como comenzo está mágica, loca y extraña aventura. Empezando por mis sueños, luego el libro, la investigación, lo cerca que siempre estuvo y nunca lo supe, pero sobre todo el cómo empezamos a coincidir tantas veces. ¿Éramos nosotros o era el destino?
Sólo habría una forma de averiguarlo y estaba completamente segura de cuál era la decisión que había tomado.
***
—¡CÁLLATEEE! ¡Noo!
—Oh, sí —asentí al móvil sin importar que no pudieran verme.
—¿Es eso lo que haz decidido?
—Así es.
—No puedo creerlo.
—¿No estás contenta? —hizo una pausa.
—Sí, es decir, si estás bien con eso yo también, Quinn —volvió a hacer otra pausa—. ¿Pero estás segura que James...? ¡Ay hija de tu...! —logré escuchar una especie de forcejeo y algunos quejidos.
¿Qué cara..?
Pero, Evolet ¿Qué andas haciendo que no invitas, eh?
—¿Perdona? ¿Evie? ¿Eva?
—¡Alguien quíteme este demonio de la cabeza! —gritó y tuve que alejar el móvil de mi oreja. Hay unas risas infantiles de fondo.
—Cielo, no. ¡Vas a arrancarle la peluca a tu tía! —escuché una voz masculina al fondo.
—Eh, ¿Eve?
—¡Ay, Diosito! —volvió a hablar el hombre/chico, lo que sea.
—Eso es... —intentó decir Eva
—¿Qué es? —pregunté yo.
—Sí, es un trozo de cabello —afirma la voz masculina del lado de Evolet, luego se rió—, espero que tengas buen peluquero
¿Tan intenso fue que le arranco un pedazo de cabello? Amiga, esto me gusta.
—Evo...
—Quinny, ya vuelvo. ¡Iré a dejar a alguien calvo y con ganas de irse a buscar una peluca para no tener frío! —se escucharon unos pasos en el suelo y luego colgué.
¿Qué había pasado?
Tengo un par de ideas.
Claramente eso no fue lo que pasó.
¿Quién sabe? ¿Estabas ahí?
No, pero... ¡Puaj! Olvídalo.
Bajé a la sala en busca de compañía y solo estaba Quira, que revisaba su portátil y su móvil. Una llamada entrante interrumpió lo que sea que estaba haciendo en su portátil y me indicó que lo apagara, antes de desaparecer por la puerta que daba al patio trasero.
Me acerqué y apenas vi la pantalla, quedé petrificada. ¿Para qué Quira quería enviar a Queen a un retiro? En realidad, era una especie de campamento, que era apto para niños a partir de diez años y para jóvenes hasta veinte años.
Recordé que Queen había estado sumamente atareada con su final de semestre, no creía que tuviera tiempo para eso, pero quién sí tenía tiempo era Quin... ¡Mierda! Era yo.
Apagué el portátil y lo cerré de golpe. ¿Qué demonios? ¿Por qué rayos quería Quira enviarme a mí a un retiro o campamento? Lo que sea.
¿Sobre qué era?
¡No lo sé! ¿Crees que eso importe?
Bueno pero no te enojes. No soy yo quién te va a enviar a un campamento.
No ayudas.
¡Lo sé! Es genial. Jajaja.
Quira entró a la cocina nuevamente y ceñuda vió mi cara de evidente molestia. Yo crucé los brazos y mantuve la cara de molestia, porque sí. ¡Claro que estaba molesta! ¡Ni siquiera me preguntó!
Tengo una idea de porqué no lo hizo.
Cierra la boca.
Ciérrala tú.
¡Es la misma boca!
¡Tú empezaste!
—Chiquita...
—Ni se te ocurra llamarme así —levanté un dedo en su dirección y mamá se quedó confundida por mi actitud.
—Eh... ¿Quinny, pasa algo?
—Claro que pasa. ¿Cuando pensabas decírmelo? —mamá contrajo su rostro a la normalidad, pareciendo entender de lo que hablaba.
—¡Ah, eso! Apenas acaban de llamarme para confirmar.
—¿Qué? ¡¿Ya confirmaste?! —chillé alterada y ella asintió con una sonrisa—. Quira, ni siquiera me preguntaste.
—No sabía que tenía que hacerlo —abrí la boca indignada.
—Pero... ¡No estoy de acuerdo!
—¡Pues ya está tomada la decisión!
—¡Mamá, pero...! ¡Argh! —pasé las manos por mi rostro—. ¡No iré al puto campamento!
—¡Oh, sí...! Espera, ¿Qué?
—Que no iré al puto campamento.
—¿Qué campamento de...? —estrechó los ojos pareciendo recordar—. ¿Estabas fisgoneando en mi portátil?
—Claro que no, eso estaba ahí.
—Ajá. Bueno, yo hablaba de que me ascendieron en el trabajo —abrí los ojos.
—Espera, yo... —intenté decir.
—«Espera, yo» nada, no quiero saber. Castigada, chiquita —se acercó y pellizcó mi mejilla—. Y debido a tu reclamo y forma de hablarme, irás al campamento.
—Pero, Quira...
—¡A la mierda, irás al campamento! —se giró y comenzó a ignorarme.
—Ganaré esta batalla y no, Quira, no iré al campamento —fue lo último que dije antes de salir de la cocina.
—Ya veremos —le escuché murmurar por lo bajo.
Y así fue como salí con una sonrisa triunfal de la cocina, con una sola cosa en mente: «No iré al puto campamento»
***
—Sonrisas, sonrisas. Grandes sonrisas de amistad. Abrazos, abrazos, todos juntos a cantar. Queremos un buen día juntos estar y con cariño saludo al de atrás —cantaban todos al unísono.
Ahí estaba yo, Quinny Tucker, viendo como un adulto de la edad de mi padre convertía cualquier palabra que se le cruzara en una misma melodía por repetidas veces. ¿Era un tormento? Claro que lo era.
Y sí, al final Quira había ganado. La cara que tenía me ayudaba a mantener a todos los niños alejados de mí y prefería que lo hicieran, puesto que era capaz de estrangular a alguien si cantaba cerca de mí.
Ni siquiera podía leer con sus voces chillonas taladrándome los oídos y solo esperaba que llegáramos pronto al destino final. Quizás eso sería lo único bueno de todo este campamento.
Tampoco podía escuchar música con mi móvil ya que me lo habían quitado por enviarle mensajes a Eva en el camino. Ellos dijeron que era una especie de retiro y la idea era estar desconectados, definitivamente el señor cantante chillón retirado era una de las personas que más se ha ganado mi odio en este año.
¿Y Eva? Ella ni siquiera se ofreció a ser parte de esta supuesta aventura conmigo. ¿No que siempre me apoyarías? En fin, la hipocresía.
Sabía que el campamento era de distintas edades y hasta ahora no había nadie de mi edad, solo un montón de niños y chicos de trece o catorce años. Pero al menos sí había alguien que me entendía.
Una chiquilla parecía estar igual o peor de irritada que yo, mantenía sus brazos cruzados a la altura de su pecho y la cara arrugada con hastío. No sé cuál de las dos la está pasando peor.
Seguramente ella, tú al menos te lo mereces.
Bueno, gracias por lo que me toca, eh.
Cuando quieras, querida.
Finalmente comenzábamos a llegar al lugar y no mentiría, me emocionaba, no quería pasar ni un minuto más ahí dentro. Tomé mis cosas, antes de llegar y apenas abrieron las puertas para que saliéramos, me adelanté a todos los niños y salí de primera.
—Pero... —balbuceé.
—¿No es hermoso, niños, niñas? ¿Chicos y chicas? —se escuchó una exclamación de deslumbramiento de parte de los demás—. Aquí instalaremos las tiendas.
Conocía el lugar, claro que sí. La parte en la que íbamos a acampar estaba cerca de donde el abuelo y yo teníamos nuestro lugar. Perdida en mis pensamientos, un cuerpo chocó parte del mío y giré dispuesta a decirle múltiples groserías a quién fuera que había sido, pero era la chiquilla cara de culo.
—No pienso disculparme, tú tampoco lo hiciste cuando me atropellaste allá en el bus —giró y siguió caminando a un lugar un poco alejado de los demás para comenzar a instalar su carpa.
Decidida me acerqué a su lugar y justo al lado de donde comenzaba a armar su tienda, comencé a armar la mía.
—Lo siento, ¿Vale? No quería estar otro minuto en ese bus —me disculpé mientras unía las varillas de la estructura.
—Yo tampoco, pero si querías mi lugar podías pedirlo, no tenías porqué empujarme.
—Lo siento, no lo noté.
—Ya qué, da igual —encogió los hombros y le restó importancia—. ¿Por qué armas tu tienda aquí?
—Porque me caes bien, extrañamente.
—Tú también me caes bien —sonrió y ambas nos dedicamos a armar nuestras tiendas.
Finalmente después de haber logrado armar nuestras carpas, nos reunieron a todos, mientras nos explicaban en que basaba el campamento y qué haríamos todo ese día.
La niña se mantenía a mi lado y en varias ocasiones la pillé viéndome y luego sonreírme, era raro pero amigable, entonces solo le devolvía la sonrisa. Mientras explicaban que haríamos a continuación, una voz y algunos pasos apresurados interrumpieron al instructor.
—Lo siento, llegué un poco tarde. Tuve problemas con la carpa —giré mi rostro en su dirección, reconociendo a la perfección la voz.
Apenas giré, mis ojos se cruzaron con sus ojos celestes y su sonrisa perfecta. Seguía pareciéndome hermoso, sin embargo, había algo diferente en él, se veía renovado con una apariencia más relajada, más tranquila.
James se acercó a dónde estábamos y saludó a la niña, ambos cruzamos miradas y me regaló una sonrisa, mientras yo me limitaba a rodar los ojos y eso solo hizo que su sonrisa se extendiera aún más.
Intenté prestar atención a algo de lo que decía el instructor, pero el castaño ojiazul y la chiquilla en medio de ambos se robaban mi atención, mientras secreteaban en el oído del otro.
Intenté fijarme en el rostro de la chiquilla y hacer memoria, la conocía pero no era capaz de recordarla. A veces mi cerebro era inútil.
¿A veces?
Sí, a veces.
Tienes razón, las demás tonterías son obras tuyas.
James parecía ni siquiera querer disimular y me echaba un par de miradillas, las cuales ignoraba o cuando me las cruzaba, solo lograba que sonriera. Su perfecta y estúpida sonrisa.
La niña notó que la miraba y sonrió, mientras James le susurraba algo en el oído y como respuesta asintió. Siguió hablando conmigo, hasta que finalmente nos separaron por grupos, en mi grupo estábamos la chiquilla y yo, puesto que James había tocado en otro grupo.
—Entonces... conoces a James, eh —dije desinteresadamente.
—Claro, es mi hermano.
Espera.
Giré mi rostro en su dirección de golpe con los ojos desorbitados, recibiendo un par de carcajadas de su parte.
—¿Marie? —ella asintió con la cara roja después de tanto reir.
—Hola, Quinny.
—Pero no pareces tú.
Y de verdad no lo parecía, ya no tenía esa apariencia de niña mala hija de mafiosos. No, parecía una niña normal, ni siquiera llevaba sus típicas coletas, solo era su cabello recogido en un moño alto y ropa de colores.
—¿James te pidió que hablarás conmigo? —ella asintió.
—Así es, él quiere llamar tu atención.
—Es decir, que tú solo haces esto porque sí —bromeé.
—No, desde que te vi me gustas para mi hermano, a pesar que sea un idiota, lo quiero mucho y se merece algo que de verdad valga la pena y me encantaría que fueses tú mi cuñada. Sé que puedes ofrecerle eso, Quinny, tú no eres como cualquier otra chica.
Me limité a sonreír, no sabía qué debía contestar a eso, sobre todo después de todo lo que había pasado con James.
—Bueno, estoy de acuerdo en que tu hermano es un idiota —ambas reímos y seguimos con la actividad de conocernos.
Finalmente, nos dejaron descansar por cinco minutos, ni más ni menos, tenía pensado ir a mi lugar con el abuelo pero no llegaría a tiempo y terminaría perdiéndome la próxima actividad, que trataba de encontrarse con el ambiente que nos rodeaba.
Decidí ir a mi tienda y cambiarme mi camisa por algo más ligero, debido al calor que hacía. Entre mis cosas busqué un top deportivo y una playera de Quincy que me quedaba algo holgada y me coloqué esa ya que tendría mejor entrada de aire.
Revisé mi reloj de mano y ya habían pasado los cinco minutos, antes de salir le pedí al universo que todavía siguieran ahí y no tendría que llegar tarde, pero claro, no tuve suerte.
Caminé rápidamente y apenas vi un grupo de personas, me acerqué al lugar pero no era mi grupo, no, era el grupo de James. Apenas me notó una sonrisa se posó en sus labios.
—Señorita Tucker. ¿Puedo ayudarle en algo? —el instructor mayor se dirigió a mí.
—Eh... ¿Sabe dónde está mi grupo?
—Claro, fue un cambio de planes y se han ido al lago, pero no le recomiendo aventurarse sola en el bosque, lo mejor es que se integre con nosotros.
—Pero la actividad...
—¡Oh! No se preocupe, aquí también haremos las mismas actividades. Ahora, por favor, siéntese por aquel espacio vacío —señaló.
Al girar mi rostro en dirección a dónde señalaba, no era otro lugar más que a un costado de James. ¿En serio, universo? ¡¿En serio?!
Mientras caminaba a mi lugar, el instructor nos indicó que calentariamos primero. No mentiré, pensé que se refería a que nos daría una introducción al tema, pero no, literalmente eran ejercicios de calentamiento.
Con mi cara de culo magistral y James a mi lado con su estúpida sonrisita, dimos inicio a los ejercicios de calentamiento en pareja. ¿Y quién era mi pareja? Por supuesto, James.
En lo único que pensaba era en venganza, porque me vengaría de Quira al día siguiente. ¡No quedará impune!
—Llegas tarde —canturreó el castaño a mi lado, haciéndome rodar los ojos.
—Gracias, no lo había notado —dije con el tono más agrio que pude conseguir, sin embargo, eso no evitó que unas pequeñas risas se escaparan de su garganta.
—¿Por qué tan a la defensiva, bonita?
—Porque así nací.
—Antes no eras así conmigo. ¿Lo recuerdas? —giré mi rostro en su dirección con una sonrisa notablemente fingida, pero eso no evitó que se callara.
»«Si quieres enamorarte, no me molestaría acompañarte, y si te vas no importa, pues yo estaré esperándote»
Recitó a la perfección un fragmento de uno de los poemas que había escrito, logrando que abriera mis ojos en sorpresa.
—Cállate, cállate, por lo que más quieras solo cállate.
—¿O sino qué? —retó acercándose a mi lugar, quedando peligrosamente cerca de mi. Para no caer en su juego, me limité a decir.
—Solo cállate y ya.
—«Ya déjame quererte, solo quiero conquistarte y sino lo quieres así, no te preocupes, no me cansaré de amarte»
Volvió a recitar el poema y yo me le lancé encima, tapándole la boca con mi mano. Claro que no esperaba para nada lo que me diría después. Nos miramos a los ojos y yo quité mi mano de su boca lentamente y en un susurro dijo:
—La verdad imaginaba que sería yo quién taparía tú boca para callar tus gemidos mientras te follaba en una mesa —recordé el día de la fiesta y supe perfectamente porqué lo dijo.
Retrocedí por inercia, medio atontada, ¿Por qué a quién quiero engañar? Sus palabras hicieron que se me erizara la piel, y sin notarlo, perdida en sus ojos, choqué con alguien y casi me fui de bruces contra el suelo, pero él me agarró rápidamente.
Pero me solté de su agarre para evitar tener que mirarlo a los ojos o tenerlo tan cerca, porque eso era un peligro y mucho más, después de la decisión que había tomado.
***
En el próximo capítulo pasarán más cositas en el campamento entre éstos dos.
¿Qué creen que Quinny haya decidido? ¿Dónde están todos los que aman a Marie? ¿Todos estamos seguros de como James sabe de los dichosos poemas? Pero la mejor pregunta, ¿qué creen que pase en el siguiente capítulazo?
Espero les haya gustado, ya que me costó mucho escribir este capítulo, tenía pensado subirlo desde ayer, pero me encuentro en la misma situación de Evolet.
No se olviden de votar y comentar. Siganme en mis redes como:
Los amo mucho, se me cuidan. Nos leemos en el próximo capitulazo, besos en el rabo<33
~Jai.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro