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Capítulo XXIX

Los nuevos graduados

—Ya estás —abrí mis ojos después de sentir la suave caricia de la brocha con rubor en mis mejillas.

—¿Cómo me veo?

—Estás hermosa —Queen giró la silla y pude observarme en el espejo—. Mira, es muy natural, como lo pediste. Dibujé sutilmente la forma de tus cejas, sombras de colores cálidos y brillantes, el delineado es corto y va de acuerdo con la forma de tus ojos, rubor de un tono naranja suave y un poco de labial. ¿Qué tal? —asentí.

—Me gusta —giré apreciando ambos costados de mi rostro y observé cada uno de los detalles—. Estoy hermosa.

—¡Lo sé! Sobre el peinado, rizos pequeños y los hice de forma que el birrete no te estorbe.

—Muchas gracias, Queen. Gracias por estar aquí y hacer todo esto por mí.

—Quinny, esto y mucho más, todo para mi hermana pequeña. Estoy muy orgullosa de ti y todo lo que haz logrado; Y más que nada, después de todo, para tú tan corta edad haz vivido de todo, Quinn y sé que debería ser yo un ejemplo para ti, pero eres tú quién me demuestra que la vida sigue y que no hay porqué quedarse estancados en un mal recuerdo.

—Lo sé.

—Al menos puedes decir algo más —estrechó sus ojos—. Yo intentando decir algo emotivo y tú solo dices «Lo », ¡Vaya! Gracias, Quinn.

—No hay de qué —ambas reímos y Queen se dirigió a la puerta negando con la cabeza, pero antes de que saliera de la habitación la detuve.

—Queen —ella giró al escuchar mi llamado—. Gracias, hermana, te qui... qui. ¡Joder!

—Me quieres, lo sé y yo a ti —dijo envolviéndome en sus brazos con un fuerte abrazo. Pero yo negué.

—Te amo, Queen. Sé que nunca lo digo pero sí lo hago y... —Queen se había quedado de piedra, pero me calló nuevamente abrazándome y por una vez, se lo permití y también me permití a mí disfrutarlo.

—Bien —sorbió su nariz—. Iré a arreglarme. Hoy es un día muy importante —asentí y ella se marchó, dejándome sola.

Hoy era el día de mi graduación y como de costumbre todos estábamos llegando tarde. Solía planificar mi tiempo con mucha exactitud, pero cuando se trataba de los Tucker, eso era completamente imposible.

Siempre algo les llevaba más tiempo de lo normal y si papá debía quitarse la barba, prefería hacerlo cinco minutos antes de salir a donde sea que tuviéramos que ir.

Llevaba mi atuendo de graduación, el cual se trataba de mi típico suéter, esta vez de un tono naranja suave y un overol de mezclilla blanco.

Queen y mamá me habían estado insistiendo hasta el cansancio que llevara un vestido el último día, pero analicé y finalmente decidí que, si todo el último año había estado usando ropa de mi estilo, merecía graduarme con ella.

Además, estaría debajo de la toga y nadie la vería. Pero eso sí, dejaría el vestido para usarlo en la graduación de Eva, que sería ese mismo día por la tarde.

La graduación de tu macho.

No es mi macho.

Aún no, bonita.

Sonreí como estúpida, mirándome una vez más al espejo antes de bajar. Al pie de las escaleras, un elegante Pat Tucker esperaba por mí, intentando torpemente abrochar el botón de una de las mangas de su camisa blanca.

—¿Lista para el día más importante de tu vida? —dijo, ofreciéndome su brazo.

—Siento como si fuera a casarme —arrugué el rostro y después de rodear su brazo con el mío, caminamos en dirección hacia la puerta.

—!o creo que lleguemos hasta allá, chiquita.

—¿Qué intentas decir con eso? —lo acuchillé con mis ojos.

—Intentó decir que yo solo te soporto porque eres mi hija, no creo que un chico lo haga por amor —abrí la boca ofendida.

—¡Papá! —golpeé su hombro.

—¿Qué? Eso me asegura que siempre serás mi chiquita —batió las pestañas angelicalmente.

—Bueno, que sepas que llegas muy tarde. Ya hay otro chico que ocupó tu lugar. ¡Ja! —di media vuelta y salí de casa dejándolo atrás.

—¡Eso fue bajo! —dijo apenas salió de casa—, ¡Otra hija, diría «papá, siempre seré tu chiquita»!

—Papá, esas mierdas cursis no me van.

—¡Quinny Tucker! ¡Por un demonio! ¡No digas «mierda»! —gritó mamá desde el coche de Quincy—. ¡Y paren con sus gritos!

—¡Eso, muevan el trasero! —gritó Queen a su lado, pintándose los labios de rojo. Sin embargo, Quira la calló, dándole un manotazo en la cabeza.

—¡Tú tampoco grites!

—¡Mamá, hiciste que se me corriera el labial!

—¡Paren de gritar, porque ambas lo están haciendo! —gritó Quincy desde el puesto de conductor.

—¡Quinny, mueve el trasero! —papá se adelantó y me dejó atrás.

—¡No me apuren! ¡Ustedes no estaban listos! —corrí y me subí al puesto de copiloto.

—Bájate —dijo papá llegando a mi puerta. Yo negué al instante.

—Tú vas atrás —papá abrió la puerta y me bajó del auto.

—No después del comentario de hace un rato —cerró la puerta, obligándome a subir atrás junto a mamá y Queen.

—¡Papá, que débil eres! —grité viéndolo desde el espejo.

—¡Tú empezaste!

—¡Oh, por el amor de Dios! ¡¿Pueden callarse?! —grito Quincy, luego de saltarse un muro.

—¡Idiota! ¡Hiciste que arruinara mi maquillaje otra vez! —chilló Queen.

—Que te pintes la boca como payaso, ya es normal —Queen le dió un manotazo a Quincy.

Y así fue como empezó la tercera guerra mundial. Por un lado, Queen y Quincy discutiendo, por otro Pat y yo, también Quira y Queen discutían, hasta que...

—¡BASTA! ¡¿PUEDEN SOCIALIZAR COMO UNA FAMILIA NORMAL Y DEJARSE DE GRITAR?! —gritó mamá y todos callamos, pero...

—¿Mamá? —dijo Quincy con cautela y mamá respiró profundamente.

—Dime, hijito.

—Tú estás gritando también.

—Quincy, querido. ¿Quieres un consejo? Mamá te ama y quiere que sigas vivo... ¡Así que cierra la boca y enfócate en conducir, que ya estamos llegando tarde!

—Claro, mamá —asintió varias veces.

Finalmente llegamos a mi secundaria y después de esperar una hora para organizar a los estudiantes y otra hora para organizar a los invitados, procedieron a hacer entrega de los diplomas.

—Quinny Anne Tucker Allen —sonó la voz del director a través del micrófono.

Seguía preguntándome, ¿Qué tenía de importante decir el nombre completo? Es decir, ¿Para qué? Bien podrían llamarme Quinny y claramente sabría que se trataba de mí.

Caminé hasta la tarima y recibí el diploma en mis manos con una sonrisa en mi rostro, una verdadera sonrisa. Porque sí, estaba feliz y sentía que todas las piezas comenzaban a encajar.

Tenía a mi familia, mis amigos, mi mascota. Ya no tenía los mismos pensamientos pesimistas y oscuros, ya no me sentía mal conmigo misma, había dejado de tener pesadillas, no estaba medicándome. Había logrado salir de noche nuevamente, aprendí a controlar mis ataques de pánico, había vuelto a practicar nado sincronizado.

La vieja Quinny, la que inició el curso, estaría orgullosa de ver todo lo que he logrado, de todo lo que luchamos por lograr. En el camino perdí a muchos y me decepcioné demasiado, pensaba en rendirme pero nunca me atreví a hacerlo.

Giré y en unos lugares más arriba estaban mi familia de pie, mientras aplaudían y sonreían. Lo había logrado.

Querida Quinny del pasado, lo hemos logrado, juntas, gracias por nunca rendirte.

Bajé y volví a mi lugar, esperé que todos los demás estudiantes terminaran de pasar y finalmente el director Masey, habló.

—Este es un momento para mirar atrás y ver todo lo que han logrado. Es un momento para celebrar sus logros y también para reflexionar sobre el camino que les queda por recorrer. Sea cual sea el camino que elijan, estoy seguro que será uno lleno de éxito.

Todos aplaudieron, pero entre la multitud se pudo escuchar:

—¡Masey! ¡Yo iba a decir lo mismo! ¡Lo había sacado de Google!

Sabía perfectamente de quien era la voz. Todos, excepto Masey, estallaron en risas después de la broma de Byron, tan típico en él. Dieron por terminado el acto y todos salieron corriendo fuera del auditorio.

Ginger tomó mi mano obligándome a correr también, mi otra mano fue tomada por Byron y al costado de Ginger, apareció Perry y juntos corrimos afuera. Saltamos, gritamos y celebramos, lanzamos nuestros birretes al cielo y nos deshicimos de nuestras togas.

Abracé a mis amigos porque quizás esa sería la última vez que los vería, ninguno sabía que el destino tenía preparado para nosotros y por eso decidí que disfrutaría de esas pocas últimas horas con ellos.

—Quinny, voy a extrañarte tanto. ¿No vas a darme un beso de despedida? —dijo Byron haciendo un puchero con sus labios.

—Claro que sí —hice el mismo puchero, pero dejé un corto beso en su mejilla—. Aquí tienes, Byron.

—Juro por Dios, que voy a casarme contigo —yo reí.

—Ya veremos qué pasa —me abrazó por unos minutos y yo se lo permití.

—Cuídate mucho y no olvides escribirme.

—Hazlo tú.

—Insisto en que me encantas, chica.

—Lo sé —nos despedimos y acabó marchándose junto a su familia.

—¡Quinn! —chilló Ginger, que me abrazó también, seguido de Perry—. Voy a extrañarte, amiga. No voy a negarlo.

—¿Aja...?

—¡¿A quién engaño?! ¡Quinn, quiero llorar! —se lanzó a mí, dejando sus lágrimas en mi suéter.

—Tranquila, Gin, estaremos en contacto y cuando tengamos vacaciones, planearemos algo y nos veremos los cuatro. ¿Vale? —ella asintió y se separó un poco, limpiando sus lágrimas.

—Gracias por tu amistad y por todo lo que vivimos juntas. ¡Te quiero mucho! —me abrazó nuevamente.

—Si me lanzo a abrazarte ¿A mí también me lo permitirás? —preguntó Perry y yo sonreí.

—Solo porque no los veré en un buen tiempo —Ginger me soltó, permitiendo que Perry me abrazara—. Gracias por todo, eh y sabes a lo que me refiero —él asintió con una sonrisa—. Y cuídame a Gin.

—Por supuesto que sí, la amaré mucho más de lo que te quise —yo sonreí—. Cuidate mucho, Quinn y espero que la vida te trate muy bien, te lo mereces.

—Yo espero lo mismo para ti, Perry y no me olvides —lo señalé.

—Jamás lo haría —les guiñé un ojo y comencé a caminar de espaldas hasta donde estaba mi familia, sin dejar de observar a mis amigos abrazados.

Era una sensación de paz, felicidad, orgullo y nostalgia al mismo tiempo. Sentía tristeza porque no los vería como siempre pero estaba feliz, porque a pesar de todo, sabía que todos teníamos buenos caminos esperándonos.

¡¿Quién es mi graduada favorita?! chilló Eva a través de la pantalla que sostenía Quincy—. ¡Eres tu, amiga!

—Lo sé, soy lo mejor —hice un ademan con mi mano, restándole importancia.

Lamento no estar ahí, ya tengo que comenzar con el peinado, pero... hizo una pausa—. Eso no quiere decir que no tenga tiempo para darte mi pequeño gran discurso de mejor amiga orgullosa.

Eva sacó una hoja de no sé donde, aclaró su garganta y estrechó los ojos intentando entender la letra. ¿Ni siquiera era capaz de leer su propia letra?

Paciencia con nuestra amiga, paciencia.

No es mi culpa.

¡Tú la elegiste!

Se ha portado bien.

Bueno, al menos no elegiste a Amanda, eso sería peor.

Deja a Eva, es mi chica.

Felicidades, estoy orgullosa de ti y sé que tu abuelo también lo está observé como mamá se tapó la boca al escucharla—. En donde sea que esté, en cualquier parte del cielo está orgulloso de ti. No fue fácil, pero lo lograste con el apoyo de tu familia, amigos y también por tu abuelo. Esta es la primera meta tachada de la lista, porque sé que se vienen más; Espero que Dios te dé la inteligencia y sabiduría suficientes para que logres y cumplas lo que se avecina, por tu abuelo y sobre todo, por ti. ¡Te quiero mil vidas! finalizó y sorprendentemente, mis ojos estaban llenos de lágrimas—. ¡No llores!

—¿Cómo pretendes que no lo haga? Si me dijiste todo eso.

¡Ahh! ¡Casi lo olvido! —se golpeó la frente con su mano—. Me hace mucha ilusión tener una futura novia graduada, felicidades. Nos vemos esta tarde, bonita abrí los ojos después de escuchar ese apodo.

—¡Evolet! ¿Qué signi...?

¡Lo sientoo! Debo irme, ya vinieron por mi peinado. ¡Te amo! Estoy feliz por ti. Ya sabes, nos vemos en la tarde guiñó uno de sus ojos, justo antes de colgar.

—Mierda —murmuré mirando al suelo, pero me tensé al escuchar el carraspeo de alguien.

Levanté mis ojos del suelo y lo primero que vi, fue a Quira viéndome con una sonrisa exageradamente fingida y que sabía lo que me decía.

«Estoy orgullosa de ti, pero acabas de decir mierda y eso significa que voy a matarte»

***

—¿Estás lista?

Asentí viéndome una vez más al espejo. No era exactamente una persona que se preocupara demasiado por si se veía bien o no, pero debía admitirlo, estaba nerviosa.

No solo porque estaría con los Jackson, también estaría James ahí y su familia, creo. Y para colmo, Jacob, quien seguía sin hablarme después de aquella confesión.

Llevaba puesto un vestido rojo vivo, de tirantes gruesos y un descote algo pronunciado en el pecho, calcé unos tacones no tan altos, pero no tan bajos y una bolsa de mano blanca a juego con los tacones.

Cambié mi peinado por unas sencillas ondas y finalmente, me retiré el maquillaje anterior, cambiandolo por algo más natural y sencillo. Me miré al espejo y me veía como Quinny, la Quinny de siempre, pero con vestido.

Ese chico se va a morir cuando nos vea.

No me estoy arreglando por él.

Tienes razón, pero sí para él.

No, es para Eva.

Sonaría más creible que fuera para Jacob.

Auch, eso fue cruel.

Mi vida se basa en ser cruel.

Mi vida es tú vida.

De hecho, no, mi vida es tú vida.

¿Sabes qué? No voy a discutir contigo.

Te lo pierdes.

Sí, sí. Desaparece.

No puedo hacerlo, yo le doy sentido a tu vida.

Espera... ¿Qué?

Sí, tienes razón. Mejor desaparezco, luego no me culpes por el desastre.

Pensamientos raros que tenía a diario. Vale, debía agendar una cita con la señorita Bee.

—¡Amiga! Vine por ti, mueve el trasero porque sino me iré sin ti y... ¡Wow! Si me voy sin ti, sería un pecado y no quiero ir al infierno —habló Eva viéndome de arriba a abajo.

—Di algo.

—Wow, es lo único que puedo decir —rodé los ojos y ella habló nuevamente—. Tú... estás indescriptiblemente hermosa.

—Muy bien, gracias. Tú también estás perfecta —se miró al espejo arreglando au cabello lacio.

—Lo sé, no hace falta que me lo digas, amiga —guiño uno de sus ojos en mi dirección y finalmente la abracé por los hombros, para irnos juntas.

Frente a la puerta principal, en la calle nos esperaba el auto de Eros, el hermano de Eva. Ambas subimos a la parte de atrás junto a la señora Martha, que chilló al verme.

—Quinny, estás wow.

—Sí, lo mismo dije yo.

—A ver... —Eros se giró a verme—. Meh, no estás tan mal pero prefiero a mi bella esposa.

—Eros, porque me hayas hecho un cumplido no quiere decir que te perdonaré lo de tú hija —habló la ojiverde desde el puesto de copiloto

—¡Oye! También es la tuya —la señaló acusadoramente.

—¿Saben qué? Quiero llegar a mi graduación, pueden discutir luego de que tenga el diploma en mis manos. ¡Gracias! ¡Que tiernos!

Eros estrechó los ojos mientras veía a Eva y mi amiga lo ignoró, logrando que nos pusiéramos en marcha. Eva se giró a mí, dándole la espalda a su mamá que hablaba por móvil.

—¿Descifraste el mensaje? —alzó ambas cejas repetidas veces.

—¿Tenía algo que descifrar?

—¡No lo hiciste! ¡Demonios!

—Eva, estaba más que claro, no había necesidad de descifrar nada —ella sonrió angelicalmente.

—Perdón, je, je. Estaba emocionada.

—Lo imaginé.

—Oye... ¿Qué pasó con Martin anoche? ¿Qué hicieron, picaros? —me codeó repetidas veces.

—La verdad... es que no lo sé.

—¿Qué?

—Lo último que recuerdo de ayer, es estar en el auto contigo y algunos fragmentos de lo que pasó después.

—¿Y qué pasó?

—Definitivamente sigo siendo virgen, eso lo tengo claro, pero recuerdo estar vomitando en el váter mientras sostenían mi cabello, también recuerdo golpearme la cabeza y no me preguntes por qué, pero una cita de Romeo y Julieta no deja de dar vueltas en mi cabeza y para colmo, un sonido.

—¿Cuál sonido?

—Exactamente algo como... ¡Yoreleijijuuuu! —Eva estalló en risas, mientras se retorcía—. ¿Qué? ¡Oh, universo! ¿Qué fue lo que hice?

—Nada de lo que tengas que avergonzarte, amiga.

—¿Y qué es ese sonido?

—No tengo ni la menor idea.

La señora Martha colgó el móvil y entre todos hablamos de mi graduación y de qué era lo que ambas queríamos estudiar. Ambas estábamos seguras de lo que queríamos, yo quería dedicarme al cuidado de animales como veterinaria y Eva quería estudiar como asistente de vuelo.

Ambas habíamos aplicado a distintas universidades y nos habían aceptado. Otro motivo para estar felices y sí, aunque estaríamos separadas durante algunos meses, ella cumpliría su sueño y no podía estar más feliz por eso.

—¡Muy bien! Abajo, familia —dijo Eva apenas Eros aparcó el auto—. Sal, Quinny.

—Mejor que salga tu mamá primero.

—No, no puede. Sal tú primero.

—Claro que puede. ¿Verdad que puede, Martha? —me dirigí a su mamá.

—Por supuesto...

—Confía en mí, no puedes, mamá —Eva giró advirtiendole que no abriera la puerta.

—Que no puedo —finalizó Martha.

Eva me sonrió y yo le devolví una sonrisa amarga, bufé y salí del auto, logrando captar la atención de varios compañeros y compañeras de Eva.

Seguido de mi bajó Eva y finalmente Martha, junto a Eros y su esposa caminamos dentro para ubicar nuestros respectivos lugares. Eva tomó asiento junto a los demás graduados y nosotros junto a el padre de Eva, Neal y su hermano mayor Eames que iba acompañado de una rubia.

Dieron inicio a la entrega de diplomas luego de algunas palabras de parte de los profesores y directivos.

Distintos chicos y chicas subían, a medida que nombraban sus apellidos por orden alfabético. Hasta que fue el turno de Eva.

—Evolet Alissa Jackson.

Muchos aplausos sonaron en el auditorio mientras Eva subía a el escenario para recibir su diploma. Su familia, incluyendome, nos pusimos de pie mientras aplaudíamos y Eros silbaba celebrando.

—¡Wohoo! —gritó Eames.

—¡Esa es mi mejor amiga! —grité y Eva giró su rostro sonriendo hasta nuestro lugar.

Volvió a su puesto y nosotros volvimos a sentarnos en nuestros lugares, sin embargo podía sentir el peso de unos ojos sobre mi nuca.

Giré y a uno de los costados, me encontré con la familia de James. Estaban Marie quien sonrió apenas me vió, junto a ella estaba Sam y con su brazo entrelazado, seguía Marc. Sin embargo, al lado de Marie, estaba su abuela y acompañandola el mismo señor de la foto de James, era su padre.

Volví mi atención al frente después de escuchar el nombre de Jacob por el micrófono. Todos nos pusimos de pie, una vez más para vitorearlo, aunque era suficiente con los gritos de varias chicas diciendo cosas como: «Jacob, te amo», "
«Hazme tuya» o «Cásate conmigo»

Jacob bajó del escenario con una sonrisa, mientras agitaba el diploma en dirección del público. Por un momento nuestros ojos se cruzaron y sonreí de labios cerrados, pero él se limitó a verme como si le sorprendiera que estuviera ahí, o más bien, que estuviera feliz por él.

Luego de varias letras era el momento de la «m» y estaba preparada para ver a James sostener su diploma, pero me debatía en si debía o no ponerme de pie como había hecho anteriormente.

—Psst —giré mi rostro y vi a Eames llamándome—. Chica, ¿Por qué esa cara?

—Es que el chico que le gusta va a pasar ahora —respondió Eros desde mi otro costado.

—¿Y tú cómo sabes eso? —pregunté yo.

—Eva es una cotilla, tenía que contármelo. Por cierto, Quinny piensas en grande, eh —me codeó—. Te gusta Martin.

—¿James Martin? —dijo Eames y yo asentí—. ¿Te gusta James Martin? —rodé los ojos—. Debiste haberlo dicho antes.

—¿Lo conoces?

—¿Puedes creer que se lleven bien solo porque tienen nombres parecidos? Eso es raro —comentó Eros.

—Tú eres raro —atacó Eames.

—Vale, ya, no discutan. Yo... bueno, no sé si debo ponerme de pie y no quiero ser la única estúpida de estos lugares que se ponga de pie.

—Seré sincero. ¿Crees que tienen futuro? Es decir, conozco a James y sé que es mujeriego —preguntó Eames, pero me vi interrumpida por Eros.

—Pues no lo conoces, él ya no es así.

—No me digas, ¿Cambió? —soltó una risa amarga y Eros lo miró con los ojos entrecerrados.

—Sí, Eames, cambió, porque hay quiénes cambian y sobre todo por amor, y tú, grandísimo tarado, lo sabes.

—Ja, ja, muy gracioso —pronunció con una voz aguda y yo tuve que reprimir una carcajada.

—James Jr. Martin King.

De pronto, James se aproximaba al escenario en busca de su diploma y todos aplaudían y vitoreaban. Giré y vi como todos en su familia se ponían de pie y a pesar de qué también quería hacerlo, estaba congelada.

Tienes un gran poder en mí, James Martin.

—¡Oye, ven acá! —dos brazos tiraron de los míos, poniéndome de pie y Eros sonrió abiertamente mientras aplaudía.

—No te dejaremos sola —Eames me guiñó un ojo y les agradecí a ambos, mientras aplaudía celebrando al chico de ojos bonitos.

—Rápido. ¿Tiene algún apodo? —me preguntó Eros.

—¿Eh?

—Sí, es decir, cuando él se graduó —Eames señaló a Eros—. Yo grité desde el publico «¡Vamos, Eroscito!»

—Oh, cierra la boca —Eros se tapo la cara con las manos.

—¿Eroscito? —dejé escapar unas pequeñas risas.

—Apodo familiar.

—Ah, te entiendo. Bueno, yo le digo Jamón —me encogí de hombros.

—¿Jamón? —asentí—. ¡Lo lograste, Jamón!

—¡Eso, Jamón! ¡Tu novia espera por ti y está orgullosa! —giré mi rostro como la niña del Exorcista en dirección de Eames—. ¿Qué? Mira, te está viendo.

Giré mi rostro esta vez en dirección del escenario y, efectivamente, James me miraba con una de sus tantas sonrisas perfectas. Podía sentir el peso de casi todos los ojos sobre mi y, ¿Cómo no? La «novia» de James no era un término que existiera, puesto que era un mujeriego de primera, pero sobre todo era la curiosidad de quién era la chica que traía a James chorreando la baba.

Y claramente esa eres tú.

Somos nosotras, amiga.

Aunque quisiera no soy yo.

Eres la voz de mi cabeza, claro que lo eres.

Haz vivido engañada todo este tiempo.

¿A qué te refieres?..

¡Buzz! ¡Yo soy tu padre!

¡Noooo!

¡Noooo!

Le devolví la sonrisa un poco apenada y por más que trate, no pude evitar sonrojarme.

—Es que mira ¡Hasta te haz puesto roja! —Eames me señaló y yo bajé su dedo de un manotazo.

—¿Quieres callarte? No son novios —susurró Eros y yo fruncí el ceño—. ¿Qué? Sé gran parte de esta historia.

—Mierda, bueno, si le ves el lado bueno, Quinny, pueden confesar sus sentimientos hoy —le dediqué una mirada mortal a Eames y permanecí en silencio hasta el final del evento.

¿El motivo? Llegué a pensar que si decía algo más, Eros y Eames terminarían discutiendo por quién tiene mejores células en su cuerpo. En fin, hermanos Jackson y eso sin contar a Eva.

—¡Amiga! Me iré a Las Bahamas —chilló Eva lanzándose a mis brazos, luego de apretujar a su familia.

—Claro que lo harás —correspondí al abrazo.

Salimos del auditorio y se tomaron algunas fotos familiares, luego me tome una junto a Eva pero me tensé al ver a Jacob acercarse.

No sabía cómo estaban las cosas entre nosotros y tampoco sabía nada sobre él, mucho menos sabía cómo debía actuar. Sin embargo, mis músculos se relajaron cuando Jacob se acercó hasta mi lugar y me abrazó saludándome.

Sin dudarlo correspondí al abrazo y lo felicité por su logro, finalmente nos tomamos una foto los tres juntos, plasmando el recuerdo de todas nuestras escapadas y aventuras. Tenía los mejores amigos del mundo.

—Entonces... ¿Estamos bien? —murmuré al lado de Jacob y él asintió con una sonrisa—. Y... ¿Quieres hablar o...?

—Q, lo he entendido y no tienes que preocuparte por ello, mucho menos sentirte mal, tampoco tienes que disculparte por nada, de hecho, soy yo quién tiene que hacerlo —tomó mis manos con las suyas, pero lo interrumpí.

—J, nadie tiene que pedirle disculpas a nadie —él sonrió y asintió.

Me excusé para ir al baño, pero mi rumbo cambió al encontrarme con Marie, la hermana de James, que me pidió casi de rodillas que me acercara a saludar a su familia.

Finalmente acepté y cuando estuvimos en el lugar donde se encontraba la familia Martin, ( Lewis, o lo que sea) pude notar que otro chico los acompañaba. ¿Quién sería? ¿Acaso James tenía un hermano?

—Hola, Quinn —Sam se acercó y me abrazó—. ¿Cómo estás?

—Muy bien. ¿Cómo están ustedes?

—Felices, al fin sí pude graduarme —James apareció detrás de su padre—. Hola, bonita.

Me limité a mover la mano como saludo y él esbozo una pequeña sonrisa de labios cerrados, negando con la cabeza.

—Quinny, déjame te presento. Él es mi papá. Papá, ella es Quinny.

—Un gusto, señor...

—James. James Martin.

—¡Vaya! Son dos —reí un poco, contagiándolo también—. Me he cruzado muchos James últimamente.

—Pero ninguno como yo —James guiñó uno de sus ojos.

—Primo, actualiza tus dotes de conquista, esos ya pasaron de moda —dijo el chico que vestía de azul marino y negro.

—Ah, claro. Él es mi primo, Easton.

—Quinny —Easton, que permanecía de brazos cruzados recargado en la pared, ni siquiera se inmutó para responderme, sólo movió su cabeza hacia arriba en forma de saludo.

—¡Quinn...! Uh, Hola a todos, familia de James y chico que no conozco —saludó Eva tomándome de los hombros.

Todos correspondieron al saludo de Eva, menos Easton, (que solo la miró con las cejas alzadas) Marie, (que la miró con una mueca despectiva) Y James, mi James... bueno, no, James hijo, ( que su mirada podía reflejar un «sólo desaparece y déjame a Quinny») sin embargo, eso no borró la sonrisa de Eva.

Sólo se borró cuando...

—Pues yo sí te conozco, Evolet Jackson —un momento de tensión apareció en el ambiente cuando Eva se dedicó a observar a Easton.

Giré mi rostro en busca de James y pude notar como observaba la escena con complicidad y una sonrisa maliciosa. Vale, estos dos se traen algo entre manos.

—¡Auch! —chillé al sentir el apretón de Eva en mi hombro.

—Si... —rió nerviosamente—. Fue un gusto verlos a todos y saludarlos, pero debemos irnos y tengo que llevarme a Quinn conmigo —dió una sonrisa fingida.

—Pero, dijimos que... —intentó decir James.

—Sí, sí. Otro día te la presto, te lo prometo —Eva tachó una «x» en su corazón y James rodó los ojos—. Gracias.

—Ajá.

—Quinny, antes que te vayas, me gustaría que vinieras a cenar con nosotros el sábado de la siguiente semana —dijo la abuela de James—. No quiero que mi nieto esté triste porque no pudo pasar un tiempo contigo.

—Abuela, eso no es...

—Bueno... —había notado como el semblante de James cambió cuando supo que me iría, supongo que se lo merecía—. Está bien, allí estaré. Nos vemos, gracias por la invitación.

Me despedí de todos agitando mi mano a los lados, pero me acerqué a James y dejé un beso en su mejilla, para luego susurrarle:

—Nos vemos, Jamón.

Y obtener cómo respuesta un:

—Nos vemos, bonita.

***

Con ustedes les presento el capítulo más largo de todos (hasta ahora) pero sí, valió toda la pena. Escribir este capítulo fue todo un reto pero es uno de mis preferidos.

Aquí aparecen la mayoría de los personajes de la historia y todo es muy lindo. Les dejé una pista en uno de los párrafos de Quinny. ¿Qué opinan del papá de James? Un señor muy lindo a decir verdad. ¿Y Eames? Él es otro de mis personajes, uno de los primeros de hecho, más adelante lo conocerán.

Quiero anunciarles que apartir de aquí, sólo restan aproximadamente nueve capítulos y se viene de todo, y bueno.

Espero les haya gustado, no se olviden de votar y comentar. Siganme en mis redes como:

Los amo mucho, se me cuidan. Nos leemos pronto y besos muy cariñosos en el rabo<33

~Jai.

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