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Capítulo XXIII

Olvidar

—¡Quinny! ¡Baja ya!

—¡Voy bajando, Quira! —tomé mi maleta, mi bolso con mi móvil y los audífonos con el libro que leería en el camino y bajé.

Al encontrarme en las escaleras, Quincy comenzó a guardar nuestro equipaje en el auto de mamá. Quira estaba en la cocina, preparando algunos aperitivos para el camino.

—¿Ya nos vamos? —pregunté, tomando una botella de agua.

—Aún no, esperaremos media hora a tu hermana, nos despediremos y luego nos iremos —asentí y regresé a la sala para ayudar a Quincy.

—¡Hermana! Justamente te buscaba a ti —Quincy me abrazó por los hombros.

—¿A mí? —asintió con una sonrisa y yo arrugué mi rostro—. ¿Y a mí para qué? ¿Qué hiciste?

Me detuve, posando ambas manos en mi cintura en forma de jarra, estábamos frente a la puerta principal que se encontraba abierta. Quincy estrechó los ojos y luego hizo un movimiento con la cabeza en dirección a la puerta, señalando afuera. Cuando giré mi rostro, de pie y junto al auto de mamá, vi a James.

—Está buscándote —anunció Quincy y yo asentí, tomé un paraguas y salí.

Aún lloviznaba un poco y el clima permanecía frío, maldije por mis adentros por no tomar una chaqueta para colocarla encima del suéter que llevaba puesto, el mismo suéter rosa.

James esperaba a que llegara a su lugar, con una sonrisa sincera adornando sus labios, sin siquiera importarle las pequeñas gotas que caían del cielo y terminaban mojando su ropa y cabello.

—Hola —saluda apenas llegué a su lugar—. ¿Podemos hablar?

—Hola, ten —le ofrecí el paraguas, el cuál aceptó y se aseguró de que ambos estuviéramos cubiertos, sobre todo yo—. ¿De qué quieres hablar?

—Quinny —interrumpió mi hermano que se encargaba de empacar las cosas—. Ve a caminar con él un rato mientras hablan, Queen aún no llegará.

Lo pensé durante un rato y al final acepté, pidiéndole a mi hermano que avisara a Quira de mi ausencia y luego de recibir una afirmativa por su parte, emprendí la caminata junto a James.

La brisa hacía que mi cabello suelto volara en diferentes direcciones, teniendo que colocar varios mechones tras mis orejas. Hacía mucho frío y me abracé a mí misma para intentar calentarme.

—¿Quieres mi chaqueta? —James se ofreció a dármela, pero yo negué—. Es muy cursi para ti, ¿no? —asentí—. Quinny di algo, en todo lo que hemos caminado no haz dicho nada.

—Eras tú quien quería hablar. Te escucho, habla.

—¿Eso quiere decir que no quieres hablar? —me detuve y él también lo hizo.

—¿Qué ganaría con hablar? ¿Ya no lo he hecho lo suficiente, James?

—Lo sé, pero escúchame antes de que te vayas.

—¿Cómo sabes que me iré? ¿Y cómo sabes dónde vivo?

—Evolet —rodé los ojos y seguimos caminando—. Nessa, ella... no es exactamente mi novia, pero es la chica que Marc le dijo a mi madre que me presentara para que me comprometiera con ella y pensaba hacerlo en un principio, pero luego descubrí muchas cosas, entre ellas, a ti.

—Entonces... lo de Nessa, ¿Es sólo un acuerdo? —él asintió.

—Aunque mi lógica me dice que la mejor opción es estar con ella.

—Al parecer, tu familia también lo dice —interrumpí.

—Prefiero hacerle caso a mi corazón.

—¿Y qué dice tu corazón?

—Que te quiere y que si todo este tiempo he querido estar con alguien, ha sido contigo.

Una de las comisuras de mis labios se estiró en una media sonrisa, pero esa sonrisa nunca llegó a mis ojos, y James lo notó, ya que su sonrisa se borró al instante.

—¿No sientes lo mismo...?

—No es eso, de hecho, contigo siento más de la cuenta —él sonrió—, pero no sé si haz llegado a tiempo, James. ¿Por qué haz venido? ¿Por qué me marcho? ¿Tenías que sentir y saber que me perdías para poder decirme la verdad?

—Esa no es la verdad, bonita.

—¿Y cuál es, James? ¿Vas a decírmela?

—Lo haré, te lo diré, pero no ahora, no es el momento —mi rostro decayó—. Es algo muy delicado y temo que por ello no tenga una oportunidad contigo, la oportunidad que quiero.

—Y una oportunidad que estás perdiendo, James —sus ojos azules me miraban con ilusión. Y me dolía, me dolía romper su corazón, pero era justo después de que él hubiera roto el mío—. Consideralo una despedida.

—Quinny, al menos dame la oportunidad de...

—¿Crees que no te di la oportunidad, James?

—Pero esto ni siquiera ha comenzado.

—Creo que eso no es mi culpa.

—Bonita, no te imaginas todas las cosas que he hecho por ti, porque quiero estar contigo —mis ojos se cristalizaron y los de él, también—. Sólo te pido un poco de tiempo.

—¿Cuánto tiempo?

—Después de la graduación, es todo lo que necesito. Por favor —suplicó, casi estaba a punto de arrodillarse para pedírmelo—. Quinny, yo... no te imaginas todo lo que haz causado en mí, todo lo que soy ahora es por ti, bonita —dejó caer el paraguas y tomó mi rostro en sus manos.

»He hecho cosas que jamás haría por nadie y solo quiero una oportunidad, una verdadera oportunidad. Déjame demostrarte que te quiero.

—¿Me quieres? —mis ojos escanearon en los suyos, buscando algún ápice de duda, pero no encontraron ninguno. Él decía la verdad—. ¿Y confías en mí?

—Sí, confío en ti.

—Entonces dime ¿Qué es lo que te impide estar conmigo? —él pegó su frente a la mía y vi como una lágrima resbaló por su mejilla—. Puedes decírmelo, James, yo no...

—No, no puedo decírtelo, Quinny —se separó de mí—. Y si eso significa que tengo que dejarte ir para salvarte, lo haré.

—James, te estoy dando la oportunidad de que me digas qué es lo que pasa, que confíes en mí, que... —él me dió la espalda y negó varias veces.

—Supongo que me enamoré de la persona equivocada —mi corazón decayó después de escuchar sus palabras, pero no me derrumbé.

—Supongo que yo también y también supongo que ya no hay nada más que decir.

Esperé que dijera algo más y cuando no lo hizo, tomé el paraguas del suelo y, dispuesta a regresar a casa, dejé salir las lágrimas que tanto reprimía mientras emprendía mi camino.

—Espera —me detuve, quizás...—, ¿Te marcharás?

—Sí —contesté en un hilo de voz—. No tengo nada que me detenga y tengo mucho en qué pensar.

—Si te pido que te quedes... ¿Lo harías? —giró a verme y su rostro estaba rojo, sus mejillas mojadas por lágrimas y sus ojos, los ojos que tanto amaba se veían apagados, como si el infinito hubiera desaparecido de ellos.

—No —él miró al suelo—. Necesito estar lejos de ti, James. Quererte tanto duele y lo mejor para ambos, es que mantengamos distancia. Tú te olvides de mí y yo te olvide a ti —él asintió y secó una de sus lágrimas con su pulgar.

—No podré olvidarte, bonita, aunque me lo pidas, no lo haré —se acercó a mi lugar, mientras colocaba ambas manos en su nuca para luego de unos segundos, tener su collar con el colgante del signo de infinito frente a mí—. Quiero que lo tengas, mi padre se lo dió a mi madre y luego de que se divorciaron, él me lo dió a mí; me dijo que se lo entregara al amor de mi vida cuando lo encontrará, y ese eres tú, Quinny.

—Yo... James, yo no... No puedo aceptar... —él negó.

—Te lo he dicho, me dijo que se lo entregara al amor de mi vida, sé que no habrá nadie más que tú, Quinny. Y si no vas a darme la oportunidad y darme el tiempo que te pedí, al menos deja que te lleves esto que significa mucho para mí —con lágrimas en mis ojos, asentí y dejé que lo colocara en mi cuello.

—¿Qué significa?

—Significa que cada vez que lo veas, recordarás que estoy ahí y que siempre te cuidaré, cuando menos lo creas siempre estaré, bonita.

Asentí y no sabía si abrazarlo o simplemente marcharme, él miraba a cualquier lugar que no fuera mi rostro y yo entendí que todo había terminado.

Narrador Omnisciente.

Quinny dió media vuelta y retomó el camino de regreso a casa mientras lloraba y tomaba el collar que James había colgado en su cuello.

La lluvia había vuelto a caer y todo estaba empapado. El auto de Quira ya estaba encendido, Quinny sabía que su madre estaba esperándole pero eso no evitó que corriera a darle un fuerte abrazo de despedida a sus hermanos, quiénes esperaban frente a la puerta principal la partida de su madre y hermana. Después de despedirse, Quinny regresó al auto y antes de subir en él, vió a James.

Que a unos pasos más atrás del auto de Quira, también esperaba a que Quinny se marchara, sin importarle que la lluvia mojara su ropa o que más tarde pescará un resfriado. Sin embargo, Quinny se acercó a su lugar y lo abrazó, él inmediatamente correspondió su abrazo.

El cielo cada vez tronaba más y los chicos que se querían permanecían abrazados. Al caer la lluvia sobre sus cuerpos, también caían lágrimas de sus ojos. Ese día, era su despedida.

Quizás ya no volverían a verse, el destino los había juntado suficientes veces, pero, ¿Lo haría una vez más? ¿Merecían Quinny y James un final feliz juntos?

Quinny se separó de James y él besó su frente con sus fríos labios por el clima lluvioso. Quinny corrió nuevamente dentro del auto y, esta vez, se marchó junto a Quira.

James solo podía observar como el auto se alejaba y las luces se perdían en la oscuridad de la noche y lo único que pudo pensar fue:

La vi subirse al auto y mi corazón cayó. Y al marcharse, se llevó mi corazón consigo.

Quinny, por otro lado, veía las casas de su vecindario desaparecer a medida que el auto pasaba, secaba sus lágrimas con el dorso de su mano y con la otra tocaba distraídamente la ventanilla del auto por la cual se deslizaban algunas gotas de agua y mientras esnifaba su nariz, el único sentimiento que abarcaba su corazón era la tristeza.

Y no solo sentía que me marchaba de casa, también me marchaba del corazón de James.

Pero ninguno sabía que cada uno eran dueños del corazón del otro.

A Quira le afligía ver a su hija triste, no era algo normal en ella y como pudo, se las ingenió para robarle pequeñas sonrisas.

Quincy y Queen, apiadándose del pobre chico que lloraba sentado en el césped frente a su casa, lo invitaron a tomar chocolate caliente mientras le tendían una manta.

Quinny estaba dispuesta a dormir un rato, tomó una de las mantas y, al hacerlo, algo duro cayó en el suelo. Cuando logró conseguir el objeto, no era otra cosa más que el balón de fútbol americano, ese mismo que llevaba escrito:

«Te dije que ganaría. Eres mi amuleto de la suerte, bonita»

Finalmente, James le había cumplido su promesa y había recuperado lo que le pertenecía, ella era la única dueña del apodo del ojiazul. Quinny abrazó el balón y con lágrimas logró quedarse dormida.

Sabiendo que no sería fácil olvidarse de el chico de sus sueños.

***

Espero que les haya dolido tanto en el alma como a mi, porque de verdad me enfoqué en eso, Lol.

Lo sé, es triste, creo que no tengo nada que preguntar pues, dejé mis preguntas en la narración de tercera persona. ¿Tendrán Quinny y James un final feliz juntos?

Aunque no lo crean, nos quedan unos doce o trece capítulos por publicar, aunque conociéndome quizás sean más.

Espero les haya gustado, no se olviden de votar y comentar. Siganme en mis redes como:

Los amo mucho, cuidense y besos en la cola con lágrimas<33

~Jai

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