Capítulo XVII
Nuevas traiciones, heridas sanadas y sensaciones descubiertas
Sin siquiera pensarlo, Evolet y yo nos encontrábamos caminando en dirección de Amanda. Apenas llegamos se dedicó a ignorarnos, como sino nos conociéramos.
-Amanda -le llamó Evolet.
-¡Hola, Quinny! -saludó Perry, acercándose para dejar un beso en mi mejilla.
-Perry, ¿Qué haces aquí?
-Ah, vine con mi novia -señaló a Amanda que seguía fingiendo no conocernos-. Cariño, ella es Quinny, la chica que es mi amor imposible -apenas lo dijo, la sonrisa de Amanda se esfumó.
-Un gusto -extendió su mano en mi dirección.
Y ahí lo entendí todo. No estaba fingiendo, antes lo había hecho, pero ella, ella era la verdadera Amanda, la Amanda que siempre había fingido ser nuestra amiga, quién sabe para qué.
-No le doy la mano a los hipócritas -le dirigí una mirada fría, mientras ella sonreía maliciosamente. Evolet estaba descolocada.
-Amanda -esta vez giró el rostro en dirección de Eva-. ¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿No se supone que deberías estar en tu universidad? ¿Y qué carajos haces con Perry? Tienes novio y dudo que haya sido él -señaló a Perry-, de quién nos haz estado hablando todo este tiempo.
Justo cuando abrió la boca para hablar se vió interrumpida por otra voz, la voz que llevaba años sin escuchar y que por un buen tiempo, fue la dueña de mis suspiros.
-Amanda, amor. Vine por ti, vámonos -Alec llegó a nuestro lugar-. No tenemos nada que...
Se calló apenas notó que era yo. No me debilitó su presencia y no sentí nada cuando sus ojos oscuros conectaron con los míos, al contrario, le sostuve una mirada incluso más fría que la de Amanda.
-Quinny... -balbuceó.
-Alec -no bajé la cabeza en ningún momento.
-¿Habías venido por mí? ¿O por ella? ¿Otra vez? -habló Amanda, podía notar su rostro enrojecerse, de seguro estábamos haciendo una escena.
-Sí, amor, por ti. Estoy aquí por ti -juntó sus manos en señal de súplica-. Ni siquiera sabía que Quinny estaría...
-Quinny, otra vez Quinny. ¿Por qué todo en mi vida tiene que ver con Quinny? ¿Qué tiene ella?
Aunque sabía que el problema era conmigo me sorprendió la forma en la que se expresó de mí. Recordé a la Amanda que alguna vez había sido, que me había apoyado y consolado incontables veces. La Amanda risueña que no paraba de reír con mis comentarios, la Amanda que había sido mi amiga y hoy, solo veía una desconocida.
-¿Hay algún problema? -interrumpió James en la conversación.
-¿Y tú qué? ¿También vienes a defenderla a ella? -me señaló-. Porque en toda su vida ha necesitado de todos los demás para que la defiendan, y todos como lamezuelas van detrás de ella. ¿No es así, Evolet?
-Oh, bien, con que esas tenemos -gruñó Eva acercándose a su lugar-. Prepárate porque...
Justo cuando iba a saltar encima de Amanda, los brazos de Jacob se enrollaron en su torso, alejándola de ahí. Eva no paraba de gritarle insultando a todos sus antepasados. Di unos pasos tomando el mismo camino que Jacob con Evolet, pero me detuve y giré volviendo al lugar de Amanda.
-Amanda -la llamé, ella regresó su vista a mí y se me acercó peligrosamente, la miré de arriba abajo y sin ninguna expresión en mi rostro, dije-: No creas que pienso rebajarme a pelear contigo, tengo mejores cosas en que gastar mi tiempo y tú, simplemente, no lo vales. Pero eso sí, no pienses que esto se quedará así -giré y caminé solo unos pasos.
»Si tienes algún problema conmigo, te agradecería que no involucres a nadie más, mírate -la señalé con mi palma abierta-. Estás tan desesperada por obtener atención que no te importa avergonzarte en frente de personas desconocidas. Das pena, amiga.
Seguido de mis palabras, me marché al lugar en el que me esperaban Jacob y Evolet, quiénes mantenían una pequeña y civilizada discusión.
-¿Por qué no me dejaste arrancarle la peluca? -Eva permanecía sentada de brazos cruzados.
-Evolet, ya estaban armando una escena -señaló Jacob.
-¡Me dijo lamezuelas! ¡¿Qué te creías?! ¡¿Qué me iba a quedar de brazos cruzados?!
-Técnicamente, ahora lo estás -interrumpí, llegando a su lugar-. Tranquila, ya le di su merecido.
-¿Cuántas veces golpeaste su rostro? -sus ojos brillaban de emoción.
-Ninguna.
-Vale, me haz decepcionado.
-Herí su ego, no vale la pena para recibir un puñetazo de mi parte.
-Tienes razón, pero un buen jalón de cabellos no le hubiera caído mal, eh -reímos al unisono, pero fuimos interrumpidos por una voz masculina.
-Chicos -James apareció detrás de mí, todos giramos nuestros rostros en su dirección-. He sacado a la chica de la fiesta, junto al chico... Eh, un... ¿Rubio?
-Perry -dije, logrando que sus ojos se posaran en mí.
-Él, sin embargo, el pelinegro que estaba ahí, sí se quedó en la fiesta -nos miró en busca de alguna reacción-. Fue lo único que pude hacer.
-Está bien, Martin. Gracias, apreciamos el gesto -agradeció Eva en una media sonrisa.
Jacob lo miró y asintió en agradecimiento, igualmente no alivió la tensión que se sentía entre ambos.
-Gracias -agradecí también, de una forma u otra me había ayudado, no me quedaba de otra que dar las gracias por ello.
-No hay de qué -sonrió, pero es de esas sonrisas que te desarman por dentro-. Espero que todo eso no les dañe la noche y decidan quedarse.
-No, yo creo que nos ire... -intentó decir Jacob.
-Nos quedaremos -afirmé, viéndolo.
-Me alegra escuchar eso -su sonrisa crece aún más-. Disfruten -después de eso, se perdió entre la muchedumbre de la fiesta.
Claro que disfrutaré, pero contigo en mi cama, bombón.
-Pensaba que querrías irte -me miró Jacob.
-No. Me siento bien, llevaba años sin salir de noche y... me gusta esto.
-No se diga más, ¡Por unos tragos! -exclamó Eva antes de marcharse por los tragos, dejándome a solas con Jacob.
-Quinny -me llamó-. Hay algo que quiero decirte.
Jacob, que solía llamarme Q, que siempre estaba bromeando, que de su boca no saliera otra cosa sino una idiotez, estaba serio y estaba hablando en serio.
-¿Qué pasa?
-Eh -rascó su nuca-. No sé, como pero... -se vió interrumpido por el sonido de su móvil. Se excusó diciendo que iría a contestarlo y me quedé sola.
Miré a mi alrededor, muchísimos chicos de mi edad bailando y disfrutando de todo, el ambiente era cómodo y animado. Pero cambió cuando sentí un escalofrío recorrer mi espalda, había alguien detrás de mí y no pude evitar tensarme. Giré dispuesta a golpear a quien fuera que se me estaba acercando tanto y la persona con la que me crucé, era con quién menos me apetecía hablar esa noche.
-Quinn -pronuncia Alec apenas nuestros ojos se cruzaron.
-Solo le permito a mis amigos llamarme así y para tu desgracia, no eres uno de ellos.
Sus ojos negros se veían cansados, como si llevará varios días sin dormir, el cabello largo caía en su frente, aún tenía la misma tez blanca, también llevaba una barba de pocos días. Su estilo estaba algo descuidado, para nada el mismo de el chico del cuál había estado enamorada y el brillo tan característico que desprendía, se veía apagado.
Recordé los primeros días que me alejé de él, como se sintieron y, sobretodo, como me sentía. Todo lo que pasé durante esa etapa y luego lo de la noche, fueron tantas cosas al mismo tiempo, tanto que manejar, tanto que digerir y yo solo quería eso, apagarme.
-Vengo en son de paz -alzó sus manos en señal de rendición-. ¿Cómo haz estado?
-Alec, si aún tienes un mínimo de aprecio por mí o si en algún momento me consideraste, aunque sea, tu amiga. No finjas que todo terminó bien entre nosotros, no finjas que nunca fuiste una mierda conmigo y no finjas que todo está bien, que no me heriste y que seguimos siendo amigos. Ya tuve suficiente de eso, la verdad.
-Quinn...
-Quinny -corregí.
-Quinny, no tengo cara para verte a los ojos, siento mucho todo lo que te hice en el pasado, sé que no merezco tu perdón pero me gustaría que supieras, que no hay un día en que no me arrepienta. Te mereces algo mejor y sí, te sigo queriendo, pero mereces algo sano y eso jamás podré dartelo.
-Me alegra que te des cuenta, tarde pero lo hiciste. Imagino que eras tú, la pareja de Amanda -asintió-. A pesar de que haya fingido ser mi amiga todo este tiempo, puedo ver que solo necesita ser querida, ella tampoco merece compartir su vida con alguien como tú, no hasta que madures.
-Tienes razón, espero que te vaya bien y que encuentres la persona que siempre haz buscado. Y no dejes que nadie te haga el mismo daño que yo, no es justo contigo.
-Tranquilo, eso no pasará -asintió y se dió media vuelta dispuesto a marcharse -Y, Alec, cuídate, y suerte.
-Gracias -sonríe de labios cerrados, marchandose.
La Quinny de antes hubiera sentido un vacío al verlo partir, hubiera sentido que un pedazo de ella se iba con él, pero no. Esta vez, solo sentí paz y tranquilidad, sentí como un capítulo de mi vida se cerraba, sentí que el daño que Alec había causado en mí ya no era nada, sentía que esa herida había sanado.
Evolet aún no regresaba y Jacob tampoco, sabía que me arrepentiría pero me adentré en el lugar abarrotado de chicos contemporáneos a mi edad. No conocía a muchos de ahí pero reconocí perfectamente a la pelinegra del partido cuando pasó junto a mi y, sobretodo, cuando accidentalmente derramó un trago en parte de mi chaqueta.
-¡Oh, lo siento tanto! -las palabras se le enredaban y hablaba en un tono demasiado alto.
Vale, que estaba borracha.
-Tranquila. ¿Sabes donde puedo limpiarme? -quizás mi mejor opción no era preguntarle eso a una borracha, pero era la única que tenía.
-Arriba, pasillo a la izquierda, segunda puerta mano derecha, encontrarás una habitación, ahí hay un baño disponible.
-Está bien, gracias.
Me acerqué a la mesa de tragos, intentando encontrar a Evolet pero a lo lejos, a quién pude reconocer fue a James, que me miraba mientras bebía de su vaso para luego regalarme una de sus tantas sonrisas perfectas.
Muy bien, creo que ahora sí necesitamos ir al baño.
(ADVERTENCIA: Escena de contenido sexual +18, no apto para todo público, sino te sientes capacitado para leer, sigue tu camino, buen soldado, no es necesario hacerlo)
Tomé un trago, copiando su misma acción y sentí electricidad cuando nuestros ojos conectaron. Él se veía como la noche y yo como un gran día soleado. Sin querer seguir su juego, lo ignoré y subí las escaleras, intentando recordar las instrucciones de la pelinegra.
-Arriba, pasillo a la izquierda -giré y me quedé viendo el lugar-. ¿Cómo era?
-Segunda puerta, mano derecha -respondió una voz detrás de mí. Seguido de eso, un brazo rodeó mi cintura y nos adentró en la habitación que había dicho la pelinegra.
Mi espalda permanecía recostada sobre la puerta por la que habíamos entrado, un brazo a la altura de mi hombro me acorralaba contra el cuerpo que se cernía sobre mí. Todo estaba oscuro, pero la luz de la luna se colaba por una ventana, creando una mínima iluminación pero la suficiente como para poder apreciar los ojos azules que detallaban cada facción de mi rostro.
-Muy bien, bonita. Solos al fin y ahora vas a darme las felicitaciones que me merezco -su rostro estaba peligrosamente cerca del mío-. ¿O no? -agregó mientras rozaba la punta de nuestras narices.
Lo pensé, no crean que fui fácil, les juro que me debatí por ello. Pero, entiéndanme, ¿vale? Me encantaba ese chico y ya había estado tan cerca de besarlo, ¡Justo como en mis sueños! No iba a desaprovechar la oportunidad de besarlo verdaderamente.
¡Claro que no! Yo no te juzgo.
-Sí, lo haré.
No le di tiempo siquiera de reaccionar, cuando junté nuestros labios en un agresivo y necesitado beso, (no lo negaría, sí me moría por besarle) posé mi mano en su nuca, atrayéndolo aún más a mí, logrando que su cuerpo me presionara a la puerta.
Sus labios se movían con experiencia sobre los míos, (no es que nunca hubiera besado, pero no lo había hecho tantas veces) una de sus manos se posó en mi cintura y la otra en mi mejilla, chupó, lamió y besó mis labios de todas las formas existentes y a mí empezaba a estorbarme la ropa.
Nos separamos en busca de aire, sus ojos perforaron los míos y no supe qué hacer, tampoco supe qué decir, pero todos mis pensamientos se esfumaron cuando sentí la mano que permanecía en mi cintura pasearse por mis piernas desnudas.
Dios, dame esto que lo necesito.
Me miró con una pregunta clara en sus ojos «¿Puedo?» no sabía qué responder, pero si de algo estaba segura era que sí quería. Asentí y cerré mis ojos, dejándome llevar de las sensaciones y de lo que pedía mi cuerpo.
Sus dedos trazaron líneas en la piel descubierta de mis muslos y gracias a mi falda, subió su camino colando su mano por mi entrepierna, podía sentir sus ojos sobre mí pero no me atrevía a abrir los míos.
-Aquí no -le escuché susurrar, abrí mis ojos abruptamente y sentí que había hecho algo mal pero, todo eso cambió cuando me levantó para sentarme sobre el tocador que había en una de las esquinas.
Como pudo, se las arregló para subir mi falda, tomó una de mis piernas y me hizo rodear su cintura con ella.
-Ahora, voy a tocarte, bonita.
Fundió nuestros labios en un beso calmado pero sensual, podía sentir su dureza presionándose contra mí, logrando que torpemente me frotara contra él. Un gruñido salió de su garganta, pero eso no impidió que siguiera besándome.
Sus dedos jugaron con el borde de mi braga, para luego hacerla a un lado y hacer contacto con la humedad que desprendía mi entrepierna. Un gemido se escapó de mis labios al sentir sus dedos frotar en medio, justo en mi punto débil.
Sus dedos se movían como expertos por toda mi zona, frotándose en movimientos circulares. Con un beso calló uno de los gemidos que dejé escapar al sentir dos de sus dedos adentrarse en mí de golpe para luego comenzar a bombear con ellos, mientras que con su pulgar seguía trazando círculos.
Otro gemido fue callado al sentir un tercer dedo dentro de mí, seguía bombeando, trazando y besándome como si no hubiera un mañana. Llevando al éxtasis del placer, aruñé su espalda por encima de la ropa, estaba a nada de correrme y sabía que él no se detendría.
Sus dedos aumentaron la velocidad, sus besos se volvieron más agresivos y exigentes y mis gemidos más fuertes y excitantes para él.
-Abre tus ojos, bonita -susurró con voz ronca en mi oído.
Abrí mis ojos, que al instante dieron con los suyos, estaban más oscuros por la intensidad de la situación. Sus movimientos aumentaron más, nublándome la mente.
-Mírame bien y recuerda este rostro, porque no será la última vez que lo veas, bonita.
Y esas simples palabras, fueron los detonantes para que las oleadas de placer cosquillearan por todo mi cuerpo, haciendo estragos de haberme corrido en sus dedos.
Continuó besándome y cuando pensaba devolverle el favor, el móvil en mi chaqueta nos interrumpió. Él se separó y me indicó que contestara.
A regañadientes saqué el móvil de mi chaqueta y vi la imagen de Evolet en mi pantalla, de la nada espabilé, me bajé de la peinadora y contesté.
-¿Dónde estás? Tenemos que irnos ya -probablemente estaría en el auto.
-Ya voy para allá -intenté no sonar agitada pero no creo haberlo logrado. Colgué y giré mi rostro para ver a James.
-Hasta luego, bonita -se acercó y dejó un corto beso en mis labios.
-Pero... No lo sé, no quiero dejarte así -lo señalé.
-Yo me encargó de eso, tengo la imagen de tu rostro perfectamente grabada en mis recuerdos, eso funcionará hasta la próxima vez -sonrió guiñándome uno de sus ojos.
Arreglé mi ropa y salí corriendo de la habitación, bajé las escaleras, salí de la casa y seguí corriendo rumbo al auto. Apenas llegué vi a un Jacob con cara de culo y a Evolet siendo Evolet, esperándome en el auto.
Me adentré en los asientos traseros, luego de disculparme unas cien veces con ellos y excusándome de que los había perdido.
-Venía corriendo, por eso se escuchaba agitada -le dijo Evolet a su primo.
No pude evitar sonrojarme al escuchar eso, ya luego le contaría. Jacob encendió el auto en dirección a mi casa y en todo el camino, no pensé en algo más que los besos de James y todo lo que sentí estando con él, en general, no dejé de pensar en él.
***
¡Si vieron que leer tanto erótico me sirvió de algo! XD no sé ni que fue lo que hice pero me gustó el resultado, espero que a ustedes también les haya gustado.
Aparte de eso, me gustó mucho este capítulo en general, ya que Quinny lográ superar varias cosas, sobre todo lo de Alec y... ¿Lo de Amanda? Eso apenas comienza, ¿Cómo les quedó el ojo?
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Se me cuidan, los amo y besitos sensuales en el rabo<3
~Jai.
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