Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo XVI (Primera parte)

¿Juegos deportivos? Querrás decir, juegos del hambre

Corría bajando las gradas, tratando de no tropezarme, esquivando a todo el que se me atravesara. Cuando mis pies estuvieron tocando el césped del campo, me detuve y ahí lo vi.

Me veía con una sonrisa en su rostro sudoroso, aún con su uniforme y el balón en la mano, corrió hacia mí. El partido había terminado y solo quedaban unas pocas personas marchándose. Entre ellas, él y yo.

He ganado —anuncia con una sonrisa, llegando frente a mí.

Haz ganado —reafirmé, devolviéndole la sonrisa.

Y me han dado un trofeo —seguía sonriendo. ¡Dios! Él no se imaginaba todo lo que sentía cuando lo veía sonreír.

He visto tu trofeo, ¡Buen premio! —una pequeña risa ronca se escapó de su garganta.

Sí, pero no me gusta, no quería ese premio —desvió su cara a otro lado y volvió a posar sus ojos en mí.

¿Por qué no? Es un bonito trofeo, si me hubiera ganado un premio así, lo venderí... —fui callada por sus suaves labios en un dulce beso.

Beso que no tardé ni cinco segundos en seguir, posé mi mano en su nuca y lo atraje más a mí, como si eso fuera posible. Él me tomó de la cintura y me acercó a su cuerpo, chocando con su torso marcado por debajo de la tela de su uniforme.

Nos separamos por falta de aire, rompiendo el contacto de nuestros labios, permanecimos con nuestras frentes tocándose. Mantenía mis ojos cerrados, con una sonrisa tonta en mi rostro, su aliento de menta acariciaba mis labios, fue cuando suspiró que abrí mis ojos, encontrándome con el celeste de los suyos y la misma sonrisa que yo tenía.

Ese era premio que quería.

Sería lamentable que hubiera ganado el equipo contrario —su sonrisa se extendió aún más.

¿Qué hubieras hecho de ser así? —entrecerró sus ojos, viéndome.

Quizás los hubiera premiado, pero muy seguramente te habría consolado —mis manos descansaban en su cuello y las suyas en mi cintura.

Entonces de una forma u otra, habría ganado —dejó un fugaz beso en mis labios, nos tomamos de la mano y salimos de allí.

Recordé el sueño que había tenido esa mañana, apenas fue tan romántico conmigo, supe que se trataba de otro sueño pero no me molestó en lo absoluto, quizás si soñaba que lo besaba, algún día mis sueños se harían realidad.

Me reí de mis ideas extrañas.

James me gustaba, me encantaba, de hecho, cada vez que miraba sus fotos sentía mi corazón acelerarse, me sentía bien al mirar su sonrisa, pero sus ojos, podía notar la intriga y los secretos en el azul de ellos.

Había decidido dejarle de escribir, ya que siempre obtenía el mismo resultado y sí, no quería sentirme más patética. Es decir, me gusta el chico con el que suelo soñar, que estrelló un helado en mi suéter, que pasó kilos de cosas por encima de mis pies, que prefiere los videojuegos a los libros, (respeto sus gustos, pero no los comparto) que solo conozco en fotos, que hemos hablado unas diez veces diciendo únicamente «Hola» y «Adiós», que fue un idiota la primera vez que lo vi.

Un idiota que te ayudó.

Te habías tardado, en aparecer.

Estaba esperando a que dijeras algo lo suficientemente estúpido para reprochartelo.

No soy estúpida.

No te estás dando cuenta de cosas que ya noté, créeme, eres estúpida.

¿Cosas cómo cuáles?

Si las digo, ¿me harás caso?

Tienes razón, mejor largo.

Bien, pero estaré ahí para decirte «Lo sabía» y te vas a sentir más patética.

Sí, sí. Ya cállese, señora.

Una llamada entró a mi móvil interrumpiéndome. ¡Basta! Solo yo los puedo llamar, no ustedes a mí, ¡Entiendan eso!

Miré el remitente. Ah, claro, era Evolet.

—¿Qué pasa? —pregunté apenas descolgué el móvil.

Prepara tu mejor conjunto, chiquita.

—No me digas así.

Perdón, se me fue, ¡Ups! se excusó—. ¡Hoy salimos!

—¿Si notas que son alrededor de las tres de la tarde? Espera —despegué el móvil de mi oreja para ver la hora—. Son las cuatro y veintidós, Evolet.

¿Y...?

—¿Cómo qué «Y...?» ¿Estás consciente que no salgo de noche?

Sí lo haces.

—No, no lo hago.

Hace unos días saliste de noche.

—Eso fue algo esporádico.

¡Lo hiciste por James! Hazlo por tu mejor amiga.

—No lo hice por James.

¡Bien! Pero el punto es que lo hiciste, además, Jacob irá y yo estaré contigo, todo va a estar bien, Quinn.

—¿Jacob irá? ¿A dónde iremos?

Tendremos unos juegos deportivos en mi secundaria, como a las seis de la tarde, y luego habrá una fiesta, y antes de que me interrumpas. ¡Tenemos que ir!

—Eva, sabes que no salgo de noche y aquella vez no lo hice por James, simplemente estaba investigando. ¡Gran coincidencia que fueran la misma persona!

Vale, vale. No lo hiciste por él —suspiró y siguió hablando—: Quinn, quiero salir contigo, como antes, como solíamos hacerlo. Pero no voy a presionarte si aún no estás lista, iré al partido de Jacob y luego volveré a casa, ¿Bien? Llámame si necesitas algo.

Sabía que ella me entendía, tenía miedo de salir pero estaba esa pequeña vocecita diciéndome «Hazlo Quinny. Sal, Ve». Había estado lo suficientemente escondida del mundo, atrapada en un mal recuerdo y era hora de soltarlo y volar.

¿Quinny?

—Mueve tu trasero y tráelo aquí. Nos arreglaremos juntas.

Te amo, joder. ¡No sabes cuanto! —chilló emocionada.

—Vale, sí. ¡¡EVOLET MUEVE EL TRASERO AHORA!! —le grité al móvil.

¡Ya voy corriendo! ¡Mamá, me voy! —gritó en el móvil.

_Te espero.

Muy bien, Quinny es ahora o nunca. Hoy saldrás como una adolescente normal, a vivir una vida que no haz estado viviendo y que si lo haz hecho, ha sido con miedo. Y ya basta, saldrás, gritarás en ese partido y luego irás a esa fiesta y disfrutarás junto a tu amiga que se lo merece. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Escuché el timbre de la puerta principal y corrí escaleras abajo, encontrándome a mamá abriéndole la puerta a Eva, que traía consigo una mochila colgando, una maleta en su mano y en la otra su caja de maquillaje.

—Creo que traje lo necesario, pero no sé si sea suficiente —dijo Eva, viéndome—. Por cierto, dormiré aquí esta noche.

—Espera —dijo mamá—. ¿Saldrán? ¿De noche? —me miró.

—Sí, Evolet extraña las salidas nocturnas de chicas.

—Me alegra escuchar eso, si necesitan algo, estaré en la sala —sonrió y luego se marchó.

Le hice una seña a Eva con la cabeza, indicándole que subiera y tomó todas sus cosas y subió las escaleras chillando de la emoción. La ayudé con su maleta y ella entrelazó nuestros brazos.

—¡Gracias, gracias, gracias! —no dejaba de repetir.

—Ajá. Más bien, explícame, ¿Cómo es que llegaste tan rápido? —Eva reprimió algunas risitas.

—Buenooo... puede que haya presionado demasiado al conductor diciéndole que debía llegar inmediatamente, que terminó saltándose un par de luces rojas, nada del otro mundo —hizo un ademán con su mano, restándole importancia.

—A veces eres increíble —negué con mi cabeza.

—Lo sé.

—Fue sarcasmo.

—Bueno... —pareció caer en cuenta de lo que había dicho—. ¡Oye! —me miró indignada y ambas estallamos en risas.

Les juro que nunca, jamás, de verdad, había buscado tanta ropa que ponerme, no era una persona de elegir minuciosamente cada conjunto que me colocara, pero si me gustaba estar cómoda mientras me sentía la octava maravilla del mundo.

Pero esto, esto era diferente. Debía ser memorable, saldría después de mucho tiempo y merecía hacerlo como se debía, callando las bocas que dijeron que no podría. Y si de la secundaria de Evolet se trataba, debía resaltar esa noche.

Pero era complicado, tenía que sentirme cómoda, pero también tenía que verme como una diosa, pero también debía ser adecuado tanto para el juego, como para la fiesta y sobre todo, tenía que verme como yo misma.

Después de haber buscado y rebuscado en mi guardarropas, me decidí por una falda sobre mis rodillas de cuero negro, una blusa de tirantes gris, encima una chaqueta de cuero y mis botas de tacón. Evolet se encargó de delinear mis ojos y pintar mis labios de un rojo vivo.

Ella por su parte, optó por usar un enterizo corto color vino y sus tenis con plataformas negras. Delineó sus ojos, iluminó su rostro y colocó brillo sobre sus labios. Ambas dejamos nuestros cabellos sueltos y contentas con el resultado bajamos a la sala.

—¡Taraan! —anunció Eva, llamando la atención de mamá.

—¡Oh, por Dios! ¡Están preciosas! ±chilló mamá, quitando sus lentes—. ¡Queen!

—¿Qué pasa? —mi hermana salió de la cocina, secando sus manos— ¡Cielo santo! —exclamó apenas nos vió—. Estoy orgullosa, mirense. ¡Cuanto han crecido! —lloriqueó.

—¡Vaya, que guapas! —Quincy apareció también.

—Y disponibles también —Eva le guiñó un ojo a mi hermano y él le regaló una sonrisa coqueta.

—Ya haz crecido, Eva —seguía sonriendo como un idiota, justo cuando pensaba regañarlo, un paño de cocina se estrelló en su cara.

—Con ella no, desvergonzado ±le recriminó Queen.

—¡Oh, por favor! Ni siquiera es tu amiga.

—No, pero es la de Quinny. Creéme, prefieres ese pañuelo en tu cabeza, que la forma en la que ella pensaba reprenderte.

La verdad, tenía toda la razón.

—Vale, luego siguen con su pelea —los interrumpí—. Quira, nos largamos.

—Espera, quiero tomarles una foto.

Lo que había sido una foto se habían convertido en unas fotos, con Queen, con Quincy, con mamá he incluso una selfie en la que, para mi gusto, Quincy se había acercado más de la cuenta a Evolet y ella parecía estar muy contenta con eso.

Quincy nos había traído a ambas a la secundaria de Evolet, no si antes decirnos que si necesitábamos que fuera por nosotras estaría disponible, sobre todo si se trataba de una fiesta.

Lo sé, mi hermano es mi mejor ejemplo.

Estábamos frente a la secundaria de Evolet, esperando a que el guardia viniera a abrirnos. Mientras tanto, Evolet escribía no sé qué en su móvil a no sé quién, pero lo supe en el instante que se acercó a mi. El mismo instante en que el guardia nos abrió la puerta, dejándonos entrar.

—Muy bien, Quinn —entrelazó nuestros brazos una vez más—. Jacob dijo que dentro de media hora empezaría el partido, tenemos tiempo de sobra para ubicarnos. Entonces, iremos a desearle suerte antes de ir a nuestros puestos.

—Supongo que está bien —encogí mis hombros mientras pasábamos varios salones, doblamos en un pasillo que en el fondo tenía dos puertas enormes—. Es el gimnasio.

Fue más una afirmación que una pregunta.

—Sí, está en los vestidores de chicos, tu tranquila.

Cruzamos la cancha de baloncesto rodeada de gradas, al final había una puerta al lateral y otra junto a esa quedando de frente a nuestro camino. Sin embargo, nosotras nos adentramos en la puerta lateral.

Apenas cruzamos las puertas varios chicos buscando sus pertenencias en sus casilleros posaron sus ojos en nosotras, había de todos los colores, formas, olores y ¿quién sabe? Hasta sabores.

Algunos sin camisa, otros con toallas enrolladas en sus cinturas y otros con el uniforme que llevaban sobre la protección. Eva se detuvo un momento escaneando todo el lugar y cuando pareció dar con alguien, comenzamos a caminar entre los cientos de chicos que no dejaban de vernos y muchos silbidos se escuchaban en nuestra dirección.

—Eva, creo que... —intenté decir, pero me vi interrumpida por su exclamación.

—Aquí estás —dijo extendiendo los brazos para abrazar a su primo.

—Evolet, te dije que esperaras fuera —le regañó Jacob, siendo apretujado por los brazos de Eva alrededor de su rostro.

—Lo sé, pero decidimos venir hasta aquí para desearte suerte —esta vez los ojos de Jacob se posaron en mí, quizás no eran los únicos.

—¿Qué tal, J? —junté mi dedo indice y medio sobre mi frente y en una seña lo saludé.

—Viniste, Q. Me alegra verte aquí —sonrió guiñándome un ojo, correspondí su sonrisa como respuesta.

—Vásquec, no me digas que el capitán del equipo se salta las reglas —declaró una voz detrás de nosotros, logrando que giraramos en esa dirección.

Y lo que vi, fue lo que mis ojos no se esperaban ver esa noche. Era James Martin, frente a mí, en carne y hueso.

Estos no serían juegos deportivos no, estos serían los jodidos juegos del hambre.

Y vaya que ya empezaba a sentirla.

***

Este capítulo está dividido en dos partes, doble actualización siga leyendo.

Y no se olvide de votar, comadreja.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro