Capítulo XI
¿El chico de mis sueños?
—¡MIERDA! —chillé, logrando que Quincy escupiera el agua que bebía.
—Chiquita... —intentó decir papá, pero se vió interrumpido por alguien más. Sí, era Quira.
—Quinny Anne Tucker Allen.
—Uh, eso es peor que decir «chiquita» —carcajeó Queen, pero su sonrisa se borró al instante que vió mi rostro.
—¿Tenías que decirlo completo? —le recriminé con hastío.
—No me recrimines nada, sabes que en la mesa nada de malas palabras.
Eso, Quira Allen era una verdadera maniática del control, todo debía estar en armonía con ella y si no era así, sería muy literalmente un grano en el culo. Y la mesa, en definitiva, era su terreno y nosotros la respetábamos ahí, aunque yo no lo hacía muy seguido.
¿Sabes a quién me recuerda?
Vale, a mí me gusta el orden y lo único que controlo es el tiempo que invierto en ciertas cosas. Pero no soy maniática.
Ajá.
—Pero no tenías que decirlo completo.
—Es tu nombre, acéptalo —estrechó la mirada en mi dirección.
—¡Ay, por Dios! Todos sabemos de tu nombre, tranquila —dijo Queen en una sonrisa.
—Claro, Margaret —se burló Quincy de ella, que lo acribilló con los ojos.
—Perdona, Joshua. Es que tienes el nombre más lindo de todos.
Papá a mi lado reprimió una carcajada. Mientras Quira se limitaba a rodar los ojos.
—Muy bien, acepto el mío. Es decir, papá —llamé su atención fuera del estofado de papas.
—¿Humm? —me miró.
—¿No pudiste haber elegido mejores nombres para ellos?
—En mi defensa, tu madre eligió sus segundos nombres.
—Ah, con razón —digo.
—Claro, ahora todo tiene sentido —asintió Quincy.
—Era de esperarse —finalizó Queen.
Con eso, nos ganamos la mirada mortal número ya-no-tengo-idea de mamá. Me ama, lo sé.
Esa noche la pasamos en risas, anécdotas y chistes. Solía ser siempre así cuando papá llegaba; había sido una gran noche, tanto así que Queen decidió quedarse y Quincy por su parte, nunca había tenido problema en hacerlo. Entonces sería una noche familiar.
Quira se levantó con Queen de la mesa y ambas fueron a la cocina. Nosotros tres nos dirigimos a la sala y para cuando volvieron traían consigo una bandeja con tazas humeantes. Tomé una y revisé el contenido.
Uh, chocolate caliente, arrugué la nariz y Queen me reprendió al instante.
—Tomátelo.
—Está bien, pero al menos pudieron haberle agregado unos trozos de hielo ¿Qué les costaba?
Y sí, otro dato curioso de mí: no eran de mi agrado las bebidas calientes. ¡Ni siquiera en invierno! Pero claro en ocasiones —como esta— me veía en la obligación de tomarlas calientes, aunque tenía un pequeño truco escondido.
—Lo acepto, solo porque trajiste malvaviscos —fingí tomar un sorbo y puse una mueca.
—Chiquita —me llamó mamá, dirigí mi atención a ella.
—Quira —ella rodó los ojos y lo que dijo fue como música para mis oídos.
—Ve y agrégale hielo.
—Pero mamá... —intentó decir Queen.
—Cállate —dije luego de sacarle la lengua mientras me dirigía a la cocina. Queen, por su parte, me enseñó el dedo corazón, ganándose una reprimenda por parte de mamá.
Entré a la cocina y busqué el hielo. Comencé el proceso de enfriamiento, mientras esperaba un poco saqué mi móvil y volví a ver la foto.
En ella salían algunas compañeras de Evolet que conocía, Evolet también aparecia pero lo único que lograba captar toda mi atención, era el único chico que estaba en medio de todas ellas.
No era la clase de chica que se impresionaba por el físico de alguien, pero debía admitirlo: el chico era extremadamente atractivo y ardiente. Su tez era blanca, tenía el cabello achocolatado, una perfecta sonrisa y...
«Podía apreciar pequeñas pecas sobre sus mejillas coloradas. Sus labios rosados me invitaban a probarlos...»
«¿Aún me preguntas éso? —el chico de ojos bonitos se asomó viéndome desde arriba, de su cuello colgaba un collar con el signo de infinito en el...»
«Es un chico que estudia conmigo, antes lo hacía pero se había mudado y dejó de estudiar en mi secundaria. Y ahora volvió...»
No, no, no.
—MI —pausa—, ER —pausa nuevamente—, DA —otra pausa.
—Okey, ya haz dicho «mierda» demasiadas veces hoy. ¿Qué pasa? —irrumpió Queen en la cocina.
Dejé caer el móvil de mis manos, causando un estruendo, que fácilmente pudo haberse escuchado en la sala. Esta vez apareció Quincy en la cocina, con el ceño fruncido.
—Basta de pele... —se calló apenas nos vió—. ¿Qué le pasó? ¿Por qué tiene esa cara? Está blanca como un papel.
—No lo sé, desde que entré está así —Queen se encogió de hombros.
—Idiota —le dió un pequeño manotazo por detrás de la cabeza—. Ayúdame a hacerla reaccionar.
Podía escucharlos, verlos y oírlos, pero mi mente estaba en blanco, estaba petrificada y era demasiada información que procesar. Queen me cacheteó un par de veces y logré recomponerme, pero mi mente no paraba de maquinar y tener pequeños flashbacks de todo, muchas imágenes se esclarecían en mis recuerdos y estaba demasiado confundida.
—¿Qué es esto? —vi que Quincy tenía mi móvil en las manos—. ¿Es por él qué estás así?
—Yo... Yo —no lograba articular ninguna palabra.
—¿Te hizo algo, Quinny? —preguntó esta vez, Queen se acercó a ver el móvil.
—¿Es él...? —apenas mencionó eso, lo único que pude hacer fue negar con la cabeza.
—Quinny —volvió a hablar Quincy.
Sentía mi vista nublarse un poco, mis manos no paraban de sudar y empezaba a tener pequeños temblores en brazos y piernas, mis labios se sentían secos y mi saliva era como agua. Veía como Quincy movía sus labios, mientras hablaba pero un pitido sordo era lo único que escuchaban mis oídos.
Incluso logré observar cuando Queen reprendió a Quincy dándose cuenta de lo que me estaba pasando. Estaba teniendo un ataque de pánico, el rostro de Quincy se transformó en preocupación pura y corrió fuera de la cocina.
Queen seguía a mi lado, me sentó en una de las sillas de la mesada de mármol que teníamos en la cocina. Podía sentir como acariciaba mi espalda con su mano, su rostro era de tranquilidad pura y me brindaba mucha seguridad y paz, aunque me reconfortaba, seguía sin poder calmarme.
Un líquido dulce y frío descendió por mi garganta, era el chocolate, pero era mamá quién me empinaba la taza con una sonrisa dulce en su rostro. Observé como papá apareció con Marco en uno de sus dedos, mi vista ya no se veía nublosa y no me sentía tan tensa.
Noté como mamá le hizo señas a alguien detrás de mi, que supuse sería Quincy, y efectivamente, colocó un par de libros en mis piernas y se quedó de pie junto a papá. Me sentía segura, protegida y en paz, justo como decía la señora Blair que debía estar cuando ocurrían estos episodios.
El pitido desapareció y logré mover mis manos y tomar el vaso que tenía el chocolate frío, luego de regalarles una sonrisa sincera a todos, me dispuse a tomar de él tranquilamente.
—Estoy bien —mi voz sonaba rasposa y ronca.
—Lo sé —dijo mamá.
—Esta vez no fue tan fuerte —señala Queen, que estaba sentada en una silla, junto a mí.
—Apenas comenzaba... —intenté decir. Estaba algo afligida.
—Pero lo controlaste —afirma Quincy.
—Sólo porque estaban ustedes ahí...
—Lo controlaste —Quincy tomó mi hombro y le dió un pequeño apretón.
—Pero, ¿si algún día llegará a pasar y ustedes...?
—Siempre estaremos —esta vez me interrumpió papá—. Quizás no estemos todos, pero estaremos, chiquita. Nunca te faltaremos.
—No quiero depender de ustedes.
—No lo haces, te ayudamos a controlarlo, pero tú lo harás, Quinny. Haz pasado por tanto, eres muy fuerte y podrás sola —sonreí
—Muy bien, en muestra de agradecimiento por sus buenos servicios, dejaré que me abracen. Sé que mueren por hacerlo —hice un gesto con mis brazos extendidos y todos nos fundimos en un gran y fuerte abrazo.
—Eh, papá —habló Quincy.
—Calla. ¿En serio tienes que interrumpir este momento? —escuché a Queen reclamar.
—Papá es mi trasero el que estás tocando, no el de mamá.
—Iugh —chilló papá, limpiando su mano en mi cara.
—¡Eww! Basta —grité y todos estallamos en sonoras carcajadas.
Se sentía bien estar así, protegida y con el calor de mi familia empalagosa rodeandome siempre.
***
—Ten _entró Queen en mi habitación entregándome el móvil—. Espero que siga vivo.
Iluminé su pantalla y se lo mostré.
—Sí, aún sigue vivo. Gracias —le regalé una sonrisa.
—No hay de qué —se sentó en mi cama, mientras miraba alrededor.
Como si nunca hubieras visto mi habitación Queen.
—Quinny... —volvió a hablar.
—Pregúntame de una vez, Queen —rodé los ojos.
—Ese chico —me tensé al instante—. ¿Quién es?
—¿Por qué crees que me puse así por el chico? —dije un tanto a la defensiva.
—Uno, acabas de responder una pregunta con otra pregunta. Dos, estás a la defensiva. Tres, no creo que te hayas puesto así por Evolet y cuatro, dudo mucho que te gusten alguna de las otras chicas. A menos que tus gustos hayan cambiado luego de...
—Pet. Pet, pet —la apunté callandola—. Ni una palabra más. Te contaré.
Terminó de recostarse en mi cama y justo cuando me disponía a contarle, irrumpió Quincy en mi habitación.
—Quinn, lo siento. No quería causarte un ataque, ni nada por el estilo y como disculpa, estaba pensando ver una película con ambas, ¿Qué opinan? —Queen y yo nos miramos—. Traje palomitas.
—Nos interrumpiste, pero está bien —dijo Queen.
—Ya entiendo... me ocultan cosas y no quieren incluirme a su conversaciones de hermanas. ¿Saben? yo soy el único chico aquí y estoy a punto de pedirle a papá que le haga un hermano a mamá y cuando lo tenga, no les hablaré a ustedes, hum.
Y ese es Quincy en modo dramático, señoras y señores. ¡Un aplauso, por favor!
—Muy bien, siéntate. Les contaré a ambos —acepto, mirando al techo.
—Bueno, ya que insistes —se regresó con el tazón de palomitas en sus manos—. Échate —miró a Queen de arriba a abajo.
Queen le hizo un espacio a su lado, pero terminó en el centro de la cama, ya que Quincy se encargó de aplastarla como si el espacio no fuera suficiente para su trasero.
¿Engreído? ¡Oh, por favor! Esa palabra no era nada cuando de Quincy se hablaba.
—Bien, hace unos días tuve un altercado en la calle de regreso de la biblioteca, en el que acabé con un helado encima y pies golpeados por las ruedas de una maleta. Tenía el indicio de quién podía ser el chico, así que, al día siguiente, regresé a la biblioteca por información.
»Me crucé con otro chico que era un completo idiota, pero a pesar de eso me ayudó con un lío. Empecé mi investigación por el chico de lo videojuegos y resultó que ese chico todavía no había llegado a la ciudad, entonces dejé de investigarlo.
»Luego tuve un sueño con otro chico en el que casi lo besaba —miré a Queen que pareció recordarlo—. Entonces, hablaba con Evolet y me contó de un chico nuevo en la ciudad, que era súper atractivo con el que había posteado una foto y fui, revisé la foto y fue la que vieron.
—No entiendo —dijo Queen.
—Es decir, crees que el chico del helado, es el mismo que te encontraste en la biblioteca, el mismo que estabas investigando y el mismo que Eva conoce —chilló Quincy con emoción, mientras comía una palomita.
Asentí en respuesta.
—Caray, este es el mejor chisme de la historia —empezó a reírse.
—Incluso mejor que tú idea de película —le dijo Queen.
—¡Oh, cállate! Tú ni siquiera le estabas entendiendo _tiró un par de palomitas en la cara de Queen.
—Bien, bien. ¿Qué piensas hacer?
—¿No es obvio? Seguir investigando.
—Estoy de acuerdo —apoyó Quincy.
Y luego de eso, terminamos contándonos anécdotas de chicos y chicas, claramente ellos más que yo. Pero compartimos un agradable momento de hermanos y agotados terminamos durmiéndonos los tres en mi cama.
Mañana sería un largo día y sobre todo porque tenía un objetivo fijo en mi cabeza: Encontrar al chico de mis sueños.
***
Maratón 2/5
Capítulo dedicado a la bella Sabrina, que me hace llorar con sus hermosas palabras de aliento XD.
Otras sopresas en el próximo capítulo.
Por ciertoo, ¡el día se acerca! Cada vez Quinny está cada vez, más cerca del desconocido... ¿O ya lo está?
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