Capítulo VI
Yo cuido tú virginidad
Los días habían pasado, días en los que me había dedicado a perder mi tiempo, investigando a un desconocido, y con ello, la semana de descanso y hoy debía ir a la secundaria. Ya tenía mi mochila preparada con todo lo que necesitaría, ese día empezaba la jornada con Gimnasia, genial.
Nótese el sarcasmo, por favor.
Me coloqué algo sencillo, jeans oscuros, una camiseta gris, tenis y una chaqueta encima. Mi cabello iba suelto y opté por dejar mi cara al natural, no me gustaba usar maquillaje a diario, sólo en ocasiones importantes.
Solía pensar que, si a diario utilizaba maquillaje en algún evento que lo usara, me vería igual a todos los días, es decir, no habría diferencia alguna. Prefería no hacerlo y en ocasiones llegaba a incomodarme.
Tomé mi mochila y bajé a desayunar junto a mamá, que se ofreció a llevarme pero la corté diciéndole que tomaría un bus, prefería caminar, pero, como de costumbre, iba tarde y la secundaria no quedaba específicamente cerca de mi casa. De hecho, debía darle la vuelta a la mitad del mundo antes de llegar.
Exagerada.
Sabes que es cierto.
Claro, por éso nos vinimos caminando la vez pasada.
Eso es distinto.
Ajá.
Mientras iba en el bus, saqué el móvil y le envié un texto deseándole suerte a Evolet, estudiábamos en distintas secundarias, la mía quedaba cerca de su casa y la suya unas cuatro cuadras después. Sin embargo, no conseguíamos vernos ya que no teníamos horarios iguales y cuando yo iba en el bus a casa, ella apenas llegaba cerca de la suya.
Mi secundaria era humilde, sí, era pública pero me encantaba, había estudiado en varias y todas habían sido privadas. Y en ninguno llegué a sentirme tan cómoda como esta, claro que la mayoría parecían animales pero eran personas agradables y sin ninguna creencia, ni ideales y mucho menos etiquetas. Todos éramos iguales y nadie te juzgaba por ser como eras.
—¡Hola, Quinny!
—Hola, Ginger.
Ella no era específicamente una amiga, solo éramos compañeras de clases y la persona con la que compartía lugares y los tiempos de descanso. Vale, sí le tenía confianza y nos contábamos muchas cosas, pero no era lo mismo que con Amanda y Evolet.
Saludé a mis demás compañeros, éramos un salón amoroso, nunca habíamos discutido y teníamos una bonita relación de compañerismo, o éramos todos o no era ninguno. Les tenía aprecio por eso, en los tiempos libres solíamos sentarnos en las gradas todos, es decir, todos, a hablar, contarnos chistes, anécdotas y cotilleo bueno. Y, sobretodo, a pasarnos las respuestas del exámen que seguramente tendríamos en la próxima clase.
Ese día había pasado extrañamente normal, clases, copiar apuntes, reír, hablar, armar grupos para el proyecto, rechazar una diez veces a Perry y otras diez a Byron que era el mejor amigo de Perry. Sí, ambos estaban interesados románticamente en mí, pero ninguno estaba a mi altura o era lo que solía decirles, para no mandarlos directamente a la friendzone.
***
—Entonces, me pego a la encimera de la cocina y follamos.
—¿Y así fue tu primera vez? ¿Y mis detalles?
—A mí solo me importa si te gustó o no —me encogí de hombros, a través de la pantalla de mi computador—. Es decir, dolió ¿No?
—Quinny... —me llamó Amanda a través del auricular, me miraba con los ojos entrecerrados y una sonrisa maliciosa.
No sé de qué iba todo esto.
Oh, creéme, yo sé exactamente de que va.
—Amanda —le dirigí la misma mirada y la misma sonrisa.
—¿Me estás preguntando por qué alguien ya está preparada para perder su virginidad? —dejé de ver a Amanda y dirigí mi vista a Evolet en la pantalla.
Sabía lo que intentaba hacer.
—¿Estás preparada? —le pregunté a Evolet.
—¡Espera! ¡¿perdiste la virginidad?! —chilló Amanda, logrando que casi se me despegaran los auriculares del susto.
Y vaya que era escandalosa esa chica.
En la pantalla, Evolet me miraba con los ojos totalmente abiertos y la boca en una perfecta «O».
—Ciérrala, que te entran moscas —Evolet me dirigió una mirada mortal.
—¡Cuenta! Quiero saber —nos interrumpió Amanda.
—Somos dos, yo también quiero saber —Evolet me dirigió esta vez una mirada recelosa.
Estaba celosa de que no le contará algo que no había pasado.
¿Eh?
Yo me entiendo.
Soy tu conciencia, hago parte de tu cerebro y ni yo te entiendo.
Eso es porque te hace falta cerebro.
Creéme, no soy la única.
Eso ni siquiera tiene sentido.
Lo que tú dijiste tampoco.
—Vale, aclararé sus dudas. Sigo virgen —sonreí y batí mis pestañas angelicalmente.
—¡Lo sabía!
—No lo sé, Rick —dudó Amanda.
—Yo le creo —intervino Evolet antes de que Amanda dijera otra cosa.
—¿Y por qué le preguntaste a Evolet si estaba preparada? Cuándo claramente estaba hablando sobre ti —me miró con los ojos entrecerrados.
—Bueno, lo malinterpreté.
—Bueno, pero... Oh, ¡Hola, amor! —saluda Amanda mirando a otra dirección.
—¡Aww! Definitivamente Dios tiene a sus favoritos —chilló Evolet.
—¡Iugh! Sin demostraciones de afecto, por favor —pedí.
En la vida, hay dos tipos de personas.
—Está bien, amor, ya te alcanzo... Y yo a ti, bebé —se quedó viendo detrás de la pantalla con una sonrisa, así que me aclaré la garganta, llamando su atención—. Chicas lo siento, debo irme, tendré una cita.
—Nos cambias por tu nuevo novio, perra.
—Correción, tu nuevo y desconocido novio, ni siquiera nos haz dicho su nombre.
—Vale, luego lo hago, las amo —el lado donde estaba su cara se tornó negro y solo quedamos Evolet y yo.
—Eso fue...
—Raro, sí —finalizó Evolet.
—De hecho, iba a decir sospechoso.
—No empezaremos otra investigación —me da una mirada cansina.
—Está bien, pero algo nos está ocultando.
—Lo sé.
Nos quedamos en silencio un largo rato, mirando a la nada. Después de cenar, con las chicas habíamos hecho una videollamada para ponernos al día. Amanda solo habló de su nuevo novio y lo bien que la estaba pasando y claro, que había perdido su virginidad finalmente. Evolet nos contó de los desastres que hizo en sus clases, también habló de sus nuevos compañeros de salón y yo solo había hablado de la linda gatita y mi experiencia rescatándola.
Después de que Amanda desapareciera con su novio desconocido, hablé otro muy largo rato con Evolet, técnicamente, hasta escuchar el pitido de la tableta descargada, luego le envié un mensaje desde mi móvil, disculpándome por colgar y avisándole que iría a descansar.
Coloqué la alarma, dejé el móvil sobre mi mesita de noche, encendí una pequeña y mínima luz. Cerré mis ojos y me dispuse a dormir.
***
Capitulazo dedicado a mi querida Mara, que ésta siempre pendiente de todas mis actualizaciones y que le da mucho amor a esta historia<3
¿Dije doble actualización? Me arrepiento.
Mejor, maratón. Pero de cuatro capítulos. 2/4
¿Qué creen que esconda Amanda? El siguiente capítulo es uno de mis favoritos y es donde se desencadena todo.
Bueno, sigamos. Besos en el rabo<3
~Jai.
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