Capítulo III
El karma es una perra
—Esperen —dije, sentándome en mi cama—. Es cierto... ¿Cómo no lo había notado? —me golpeé la frente.
¿De nuevo hablando sola, Potter?
No, claro que no.
Claro que sí, ¿Cómo que no?
«—Mi hijo es nuevo en la ciudad, quizás podrías hacerle compañía en su estadía, presiento que serías muy buenos amigos.
—Señora, soy una desconocida, solo acabamos de intercambiar unas diez palabras con respecto a un libro que no he leído y que sólo me lo he llevado por obligación, no creo ser la opción correcta. Buen día»
Y luego, el suéter rosa con una mancha blanca de vainilla, el helado en el suelo, mis pies pisados por maletas y...
«Grandísimo hijo de su...»
OH.
GRANDÍSIMA.
Y JODIDA.
MIERDA.
A ver... analicemos, la señora dijo que su hijo llegaría ese día y ese día precisamente, un chico con maletas me pisó los pies y derramó helado sobre mí. No puede ser coincidencia, ¿o si?
A lo largo de mi vida he descubierto que tengo el magnífico poder de tener el peor karma del mundo. Me pasan cosas horribles después de hacer cosas malas, (que muy probablemente las hago sin percatarme) y para colmo, hasta las cosas más insignificantes y no malintencionadas, me afectan.
O es lo que pienso yo.
Una vez pisé una hormiga sin querer, ¡Lo juro! Y luego mágicamente me caí, ¿Cómo lo justifico? Karma.
Otro día iba en el auto con papá de camino a la tienda, activé el limpiador de parabrisas no intencionalmente y cuando bajamos a la tienda, había un piso mojado que no tenía letrero de «Advertencia» y me caí de culo en el suelo mientras me deslizaba. En fin, karma.
Supongo que es una forma de la vida enseñarnos que hay algunas cosas malas que hacemos, capaz sin ser intencional, (tal como me pasaba) pero las hacemos y es malo, entonces llega el karma y el universo a decirnos...
«Here we go, bitch»
En conclusión, mi karma es tan malo que no encontró mejor manera de hacerme pagar que con el hijo de la señora que traté mal en la biblioteca, y lo que faltaba, que me pasaran cinco kilos de quien sabe qué encima de mis pies.
De mis pobres pies.
Pero ésta vez no me dejaría dominar por el karma; no, no sería débil. Después de pensarlo, plantearlo, replantearlo y volverlo a pensar, lo había decidido. Investigaría a la señora, averiguaría si su hijo y el chico de las maletas eran la misma persona y para ello, debía repetir el mismo día.
Misión «darle una patada por el culo al karma» inicia ahora.
Primer paso: Investigar a la señora de los libros.
Me coloqué un overol enterizo corto en color negro de estilo casual, un cinturón café y mis botas Martens negras. Tomé un bolso café y dentro eché unos lapices, mi notario, el móvil y, claro, un poco de dinero. Me miré al espejo del tocador, opté por dejar mi cabello suelto y lentes oscuros sobre mis ojos.
Avisé a mamá que saldría un rato y volvería antes de la cena. Seguí mi camino hacia la biblioteca, lo primero que haría sería averiguar nombres, números telefónicos, dirección y quién sabe qué más. Y para ello, iba a necesitar de la señora R y estoy completamente segura que no se negaría a brindarme su ayuda.
***
—No —dijo rotundamente.
—¡Oh, por favor! R, necesito de verdad ver la base de datos para... —dudé mucho antes de decírselo. Había decidido no hacerlo pero, vaya que la situación estaba algo ruda.
—¿Para...?
—Bien —a regañadientes, le conté lo que me había pasado en la biblioteca, fuera de la biblioteca y en el carrito de helados. Le hablé de la señora y de mis sospechas sobre que el chico de las maletas y el chico nuevo de la ciudad, eran la misma persona.
—Vaya, ya entiendo. Así qué todo esto por un chico, ¿eh? —alzó las cejas repetidas veces de manera coqueta.
—¿Me ayudarás o no? —solté de golpe. Entiéndanme, había perdido el suficiente tiempo aquí y ya no deseaba seguir haciéndolo.
—Quinny, aunque me encantaría ayudarte, ya que me estás hablando de un chico y llevas mucho tiempo sin hacerlo desde...
STOP.
¡Alto ahí, vaquero!
—Vale, ya lo pillo. No puedes ayudarme —la corté rápidamente—. Bueno, creo que será mejor que me vaya, ya veré como encontrar...
—Disculpe, ¿Es usted la encargada? —un chico se acercó a pedirle ayuda a la señora Roset.
¡Oh, claro! ¿Cómo no se me había ocurrido?
Evolet era toda una cotilla, por supuesto que ella sí me ayudaría, le enviaría un texto, informaría mi situación y acordaría un lugar para vernos, ya.
Perfecto.
—Oye cariño, ¿Me estás escuchando? —la señora R apareció en mi campo de visión—. Iré a ayudar a el joven, tiene una problemática con su libro.
—Está bien, R. Yo me iré, nos vemos luego y gracias.
—Lamento no poder ayudarte —me dió una sonrisa triste.
—Tranquila, no es tu culpa —di media vuelta y me encaminé a la puerta, pero...
PEROOO
Volteé disimuladamente y me fijé si se habían ido, vi una planta y me escondí allí. Habían desaparecido por el pasillo de romance y drama, no tendría mucho tiempo, pero algo podría hacer. Me escabullí al escritorio de Roset, busqué en el ordenador la fecha de aquel día.
14 de septiembre.
Busqué mi nombre en el registro, ahí estaba y luego estaba el nombre de la señora de el libro, o bueno, según mis cálculos es ella. Anoté su dirección y nombre, con eso sería suficiente.
Debido a los nervios se me cayó el lápiz, me agache rápidamente y lo recogí pero cuando me levante, choqué mi cabeza con la mesa del escritorio, un golpe seco sonó y me dejó atontada, reaccioné de golpe justo cuando escuche una voz masculina del otro lado del escritorio.
—Uh, eso dolió.
¡Maldición! Nos lleva la pitufichingada.
Debí haber corrido, debí haber gateado y esconderme de nuevo detrás de la planta, debí haber hecho cualquier cosa, menos lo que hice. Coloqué ambas manos en el borde del escritorio, me agarré fuerte mientras poco a poco ascendía.
Lo primero que vieron mis ojos fueron otro par de ojos entre celeste y verde. No era heterocromía, no, su color de ojos era una mezcla de esos colores, no sabía exactamente como describirlo, era único el azul de sus ojos. A medida que iba subiendo vislumbré un cabello castaño oscuro y piel blanca, terminé de levantarme.
—¿Qué se le ofrece? —sonreí amablemente, dispuesta a disimular, claro que sí.
El chico me miró ceñudo.
—Creo que tú no eres la encargada —estaba maquinando que mentira inventar, pero...—, no te preocupes, ya me están atendiendo. De hecho, la verdadera encargada.
Sí, nos llevo la pitufichingada.
Vale, ya me había caído como una patada en el culo.
—¿Por qué te piensas que no soy yo la encargada? —me crucé brazos y lo reté con la mirada, intentando lucir como una matona, pero—. ¡Mierda!, Roset —chillé y me escondí nuevamente detrás del escritorio.
—¿Aún me preguntas eso? —el chico de ojos bonitos se asomó viéndome desde arriba, de su cuello colgaba un collar con el signo de infinito en el.
Le dirigí una mirada cargada de odio y justo cuando iba a replicar:
—¿Se te perdió algo, chico? —escuché la voz de la señora R del otro lado del escritorio, el chico desapareció de mi vista y escuché cuando le dijo:
—Lo siento, me gusta el tipo de madera de su escritorio —conocía a Roset y yo sabía que no le creería tan fácilmente—. Es que estoy remodelando mi habitación y no me gusta el piso que tiene.
—Oh, entiendo. Bueno es la misma que las repisas, allá podrías verla más claramente, si lo deseas.
Vale, vale. ¿Qué acababa de pasar?
El chico me había cubierto y le había mentido.
¡Y ella le creyó!
Es decir, a mí no me hubiera creído.
Debe ser que existen personas que sí saben mentir, a diferencia de ti.
—¿De verdad? —quizás Roset asintió, ya que el chico había tardado en agregar—: Me gustaría que me acompañara.
—Pero, no te incomodaría ir solo, tengo que atender...
—Yo no veo a nadie por aquí —el chico volvió a acercarse al escritorio, disimulando buscar a alguien, me miró y me guiño un ojo.
Sabía exactamente lo que significaba.
«Me debes una»
No importa, igual no le conocía.
Nueva experiencia con desconocidos desbloqueada.
—Por favor —volvió a hablar el de ojos bonitos.
Di que sí, di que sí.
—Está bien, pero solo esta vez.
Escuché sus pasos mientras se alejaban, me levanté precavida, me aseguré de tener la dirección correcta. Salí del registro en el ordenador, dejé todo en su lugar y salí corriendo de allí.
Necesito tu ayuda. Te espero en la dirección de la imagen, es
importante, lo juro, te explico
cuando llegues.
05:42 pm
Sé que es importante, si no lo fuera,
no estarías escribiéndome
a esta hora.
05:42 pm
Estaré allí en 20 minutos <3.
05:43 pm
Muy bien, señora de los libros, recibirá una visita de Quinny Tucker esta noche.
O más bien, señora Samantha Lewis.
***
¿Creen que Quinny encuentre a la señora Lewis? ¿Quién es el chico que la ayudó en la biblioteca? Tantas interrogantes y ni yo sé que va a pasar.
Espero que les haya gustado la doble actualización y la trama que está llevando la historia, aún quedan millones de secretos que descubrir y conocer sobre la... Interesante vida de Quinny.
Título del próximo capítulo: ¿Una familia de mafiosos?
No me pregunten xd.
Siganme en mis redes
Cuidense mucho y besos en el rabo. Nos leemos pronto;)
~Jai.
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