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4. Tu nombre es Rayder. ✔

🔆Nosotros no colapsamos; chocamos, nos accidentamos, nos herimos, salimos casi muertos. Jamás fue algo tan suave como la brisa del otoño.🔆


***

Inhalé hondo como por tercera vez.

Sabía que lo que estaba haciendo era ilícito.

Venga, sabía que podía ir a la cárcel y en el camino arrastraría a Dan, sin embargo, me sentía con la adrenalina a tope en mi cuerpo, y tremendamente me gustaba. Me gustaba esa sensación de estar rompiendo las normas sociales. Siempre me había considerado una chica normal, ya sabes, sin problemas, pacífica y tímida, no obstante, en este momento sentía como si estuviera a punto de cometer el delito más grande del mundo.

—¡Vamos, Dess! —me animó Dan—. No puedes echarte para atrás en este momento.

Su voz fue suave y baja como si temiera que alguien nos escuchara, lo cual iba a ser imposible pues el callejón estaba, literalmente, desolado. Lanzó el cerrojo de la puerta trasera de la tienda en sus manos, estaba jugando con él.

Para Dan era imposible dejar de mover sus dedos cuando estaba nervioso, era algo así como un tic que le había descubierto de niños.

Con los nervios a flor de pie abrí la puerta y me adentré a la famosa tienda de discos, asentí en acuerdo con Dan y comencé a caminar entre los pasillos hasta llegar a la oficina del gerente.

La tienda era grande, apostaría al decir que era una de las sucursales más llamativas en el pequeño pueblo así que necesitaba personal. Un escritorio de madera me dio la bienvenida y la silla giratoria por detrás. Noté varios archiveros donde fácilmente me colé, solo había papeles sobre industrias y pedidos para la tienda, al pasarme al segundo sonreí con complicidad: estaba ordenado alfabéticamente con el nombre e información personal de cada trabajador de la tienda.

Saqué varias carpetas y comencé a hojearlas me detuve en la imagen de un hombre, era el mismo estaba casi segura, un frío aire entro por la puerta y erizó cada fibra de mi piel. Eché una mirada sobre mi hombro y no vi nada importante. Una densa capa de sudor se extendía por mi frente, tenía nervios.

—¿Qué acaso no te dije que no indagarás?

Palidecí.

Mi cuerpo choco contra el escritorio en un intento por retroceder de su cuerpo. Dejé mis manos apoyadas en la fría madera sin perder de vista sus ojos.

—¿Qué demonios estás buscando? —lanzó la pregunta con un toque de furia y frustración.

—Yo solo —me quedé callada cuando lo vi acercarse. Su quijada estaba apretada y sus pestañas cubrían sus intensos ojos verdes. Estaba molesto. Demasiado a mi parecer—. Solo venía...

—Pues no vengas —inquirió con rudeza—. Ni tú ni tu amigo. ¿Qué demonios tengo que hacer para que te alejes, Destiny?

Mordí mi labio cuando su piel hizo contacto con la mía.

Sabía mi nombre, y no le pregunte de donde me conocía, me límite a quedarme quieta.

—Solo venía por un trabajo —mentí. Me alegre por no haber tartamudeado aún cuando esa había sido la peor mentira de toda la historia.

—No es bueno mentir —esbozó una sonrisa altanera. Me percaté de que era lo mismo que había dicho Dan hoy por la mañana—. Sé lo que llevas en esa carpeta, y sé también que no te servirá para nada.

—Tu nombre es Rayder —me adelanté. Resistí el impulso de acariciar sus labios por alguna desastrosa razón. Llegué a pensar que él pensaba lo mismo cuando dejo su mirada en los míos. Las palmas de sus manos encarcelaron a mi cuerpo contra el escritorio y su cuerpo.

Respiraba frenéticamente, me deje llevar por el gesto cuando relamió sus labios frente a mí. Nos quedamos así por varios segundos, como sí el mundo nos perteneciera.

Fue tan real que sentí como si ya lo hubiera vivido.

—Rayder deja tu coqueteo para después —vociferó la voz de una mujer—. Ya vienen.

Temerosa extendí mis dedos hacía su tatuaje. Joder, debí haber apostado conmigo misma, su piel era suave y cálida y parecía encajar con la mía. Independientemente de que sus ojos parecían listos para atacar me sonrió.

—¿Puedes verlo? —me pregunto con voz suave.

Asentí en respuesta.

Mis dedos se quedaron ahí, con delicadeza los guie hacia su pecho. Estaba segura de que su corazón latía rápidamente, casi como el mío. Parecía estudiarme, lo note, quería cerciorarse de algo.

—¡Rayder! —la chica rubia se metió a la habitación—, ya vienen, imbécil.

—¡Joder, Grace! —Rayder la miró y trato de esconder su satisfacción—, la sacaré de aquí.

Grace —como parecía que se llamaba—sonrió en complicidad y se marchó. Estábamos tan cerca que pude distinguir lo tupidas que eran sus pestañas.

Después el comentario de la chica llego a mi mente de nuevo. Ya venían. Y estaba segura de que era la policía, tenían cámaras, por supuesto que me descubrirían. Iba a ser vergonzoso que descubrieran que una chica se metió a robar información de su enamorado.

—No es la policía, cielo —dijo Rayder por fin. Ignoré su apodo—. Te has puesto pálida, confía en mí cuando te digo que no dejare que te pase nada.

Me apartó el cabello de la cara. No confié en él.

Dejé la carpeta en su lugar y cerré las gavetas de la oficina, antes de salir por la puerta Rayder tomo mi muñeca con delicadeza. Hundí los sentimientos que mi cuerpo desarrollo con su tacto.

—Vuelve a decirlo —dijo intentando mostrarse indiferente—. Repite mi nombre.

Me paralicé y mis cejas se arquearon.

—No confió en ti —confesé—, y quiero salir de aquí.

—Confía en mí —estrecho sus ojos verdes hacía mí; parecía desesperado porque confiara en él. Me tragué el pánico que se me subía por la bilis cada vez que recordaba los sueños. Me sentí impotente y enojada, era un manojo de nervios que solo consumía. Tenía miedo. Tenía miedo de él, pero al mismo tiempo me parecía catastróficamente atractivo.

—Tenemos que salir de aquí, si alguien llegará a darse cuenta de que entre me multaran a mi amigo y a mí. Tengo que salir de aquí —hablaba sin parar y sabía que lo hacía cuando estaba nerviosa.

Hubo un silencio, parecía decepcionado.

—Quédate aquí y por nada del mundo te muevas —buscó mis ojos con determinación. Se irguió y soltó mi muñeca como si mi piel le quemara, me sentí sola.

—Gracias, Rayder —susurre. No sonrió ni expreso la satisfacción como hace unos minutos solo lo dejo pasar y se marcho cerrando la puerta detrás de él.

Me acerqué al pomo de puerta y la abrí con suavidad, mis ojos viajaron hasta la figura de Rayder y de Grace, él le dijo algo y ella asintió caminando hacia el lado contrario de donde están. Me quedé unos segundos contemplando su cuerpo. Era alto, definitivamente le llegaba al hombro su cabello negro se veía desordenado y sus hombros eran anchos, pero sin llegar a verse tan exagerado, aun cuando quise apartar mis ojos de él no pude.

El rostro de mi amigo inundo mi memoria y al se hizo añicos en mí tan solo el pensar que le suceda algo, y solo en este momento extraño mi teléfono celular. Salí por el pequeño espacio de la puerta, deslizándome sigilosamente, con todos mis sentidos alertas.

—¡Dijiste que la matarías! —fue un grito de mujer que hizo que me sobresaltara. Mi respiración amenazo con descontrolarse y me dije a mi misma que a este paso padeceré de asma.

—No tengo la mínima idea de donde este —me detuvé cuando escuché la voz suave de Rayder.

—Mientes —puntualizó la mujer. Soltó una risa irónica y continuó hablando con un filo de advertencia—. Ya entiendo. La proteges. Rayder siempre siendo tan humano.

—La mataré —a diferencia de su respuesta anterior esta vino cargada de enojo. Sentí como mi corazón arremetió con fuerza contra mi caja torácica. Él de verdad esta metido en cosas ilícitas.

—Nunca fuiste bueno para mentir —confesó la mujer.

Me quede recargada en un buro de discos tratando de regular mi respiración, tratando de no caer aquí mismo. Escuché pasos en algún pasillo cerca de mí e inconscientemente lleve mi vista a los dedos de mis manos solo para cerciorarme de que no estoy soñando, de que esto es real, de que tal vez este a punto de morir por meter mi curiosidad donde no me llaman.

Una mano tapó mi boca y traté de luchar hago lo primero que mi cuerpo exige y muerdo a mi atacante.

—¡Joder! —dice Grace en voz sumamente baja—, ¡Me has mordido!

Deslizó sus ojos negros hacía mí y me observa sin ningún toque de delicadeza. Logro ubicar el mismo tatuaje: dos alas invertidas en la palma de su mano, tomé su mano con la intención de pasar mis dedos por el dibujo dándome cuenta de que es tan real como los demás, al igual que en el «pozo» y en Rayder.

—¿Puedes verlo?

Ahí estaba de nuevo esa pregunta.

—Sí —respondí mirando a Grace—. Rayder también lo tiene. ¿Dónde se lo tatuaron?

Sonrió con burla.

—Esto, cariño —levantó su mano, mostrándome el tatuaje— se gana siendo una niña mala.

La miré desorientada.

—También esta en el pozo —farfullé con la voz tensa.

—¿Qué eres? —interrogó acercándose a mí.

No conteste.

—¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión? —pregunto de nuevo aquella voz—. Íbamos a vengarnos, Rayder. Íbamos a comenzar una nueva era, tú y yo.

Grace blanqueó sus ojos con cansancio.

Hizo una señal de que siguiera avanzando hacía la puerta trasera del lugar mientras ella se quedaba en su lugar cuidando de que nadie venga. Muerdo mi labio inferior con cada centímetro que gateo en el suelo de mármol.

Estaba aterrorizada.

Más que eso, estoy a punto de no querer volver a ver a Rayder, ni por sueños ni en la vida real.

Estuve al tanto cuando Grace corrió por un lado de mí.

—Aunque la escondas, la encontraré. Aún cuando vayas en contra de todo por ella te la quitaré, así hayas caído por ella Rayder, no la tendrás.

Entonces me eché a correr con fuerzas.

Lo último que vi fue a Rayder y a Grace pelear inhumanamente. Algo que me hizo cuestionarme si ya había perdido la cabeza. Salí por la puerta trasera y tomé a Dan de la muñeca.

—¡Tenemos que irnos! —exclame con un mal presentimiento originándose en mis adentros—. ¡Irnos ahora, Dan!

—¿Qué pasa? —pregunto tomando su mochila y quitándose los audífonos de sus oídos—, ¿Dess estás bien?

Le mentí.

—Estoy bien. Creo que la policía ya viene.

Y me sentí pésima por eso. Salí del puñetero callejón con la respiración agitada y mis pulmones ardiendo por dentro. 

***

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