Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

GNIK

La fiesta había empezado.

No cómo tal, pero se podía ver a la gente ya bailando y tomando vino, platicando entre sí.

¿Yo? Yo esperaba a mi hermana. Ella todavía no se hacía presente en la fiesta. De seguro se quedó decidiendo que vestido ponerse, como había hecho miles de veces.

Yo ya estaba enterado de que ella tardaría, así que decidí ir por mi propia cuenta. Y ahí estaba, en la fiesta de la familia más poderosa de Britannia, sentado junto a mis padres mientras hablaban de que tenía que seguir los pasos de mi padre y otras variables.

Y la ví.

Ahí, parada, caminando por el lugar, observando cada detalle. Usaba un antifaz. Yo también tenía uno, porque me pareció curioso de ver, pero no lo usaba en realidad.

Mis padres seguían hablando, lo sabía porque escuchaba sus voces. Pero mi cerebro no las procesaba, estaba ocupado observando a la chica castaña, que se había llevado toda mi atención.

Hubo un momento en el que se fijó en mi presencia en aquella fiesta, pero solo me vió como un invitado más de esta.

Dejé de verla por momentos, más mi mirada siempre terminaba en ella, de uno u otro modo. Ya harto, me acerqué a ella. Estaba a punto de subir a la segunda planta, la detuve en su acción. Fue un impulso el haber agarrado su muñeca suave y delicada, acaparando su atención y deteniendo su caminar.

— ¿Bailas? —Fue la única palabra que podía pronunciar en ese momento. Volteó a verme, y pude ver más de cerca sus facciones. Tenía ojos morados, con un brillo especial albergando en ellos. Su cabello estaba amarrado en dos largos tramos por los que se deslizaba una brillosa melena castaña poco más abajo que los hombros. La mayoría de su cara estaba cubierto por ese antifaz.

Quitó su mirada de encima mío, volteando a ver otra cosa. Dudé si respondería o si había quedado como un completo imbécil, pero para mi total sorpresa, aceptó

— Claro.

No pude ocultar mi asombro. Había pensado que se alejaria,diciendo algo como "¿Y tú quién eres?", como harían la mayoría de las chicas

La llevé a la pista, posé mi mano en su cadera y ella en mi hombro, con la otra cada quien sostenía su antifaz.

La melodía era lenta, y se podía disfrutar con tranquilidad, pero en partes iba más veloz.

Dando vueltas, ella empezó a reír. Por un momento me sorprendí un poco, pero luego me uní a su risa tan pegadiza, mientras bailabamos. Abrió los ojos, conectando con los míos, pero no desvió la mirada en ningún momento.

■□■□■□■□■

Para el final del baile, se alejó del lugar. Me gustaba su compañia, y ver que se iba no me gustaba en lo absoluto. Antes de pensar, ya estaba deteniéndola

— ¡Espera! —. Ella se detuvo, pero no volteó a verme, si no que se mantuvo quieta, dándome a entender que escuchó. — ¿Cómo te llamas?

Fue lo primero que se me vino a la cabeza. Ella no parecía dar señal de querer responder, pero terminó hablando

— Diane—. Procesé su nombre, Diane. Parecía ya marcharse, pero volvió a detenerse—. Tus ojos son hermosos.

Y empezó a caminar otra vez. La observé marcharse, hasta perderse entre la gente. Todavía no había terminado de procesar lo que sucedió, hasta un rato después.

Suspiré, cansado. Iba a tener que volver con mis padres, quienes buscaban a una pretendiente con quien enamorarme.

Cuando me senté, me dí cuenta de que estaban dos personas más: mi hermana, la cual no había visto en todo el rato que llevábamos, y mi tía Gerheade. Ninguna de las dos usaba máscara.

Mi tía era de ojos morados oscuro, y un pelo marrón, parecido al rojizo.

— ¿No vas a decirle nada a tu hermana favorita?

— Sí, ese vestido no te queda. —. Ella rueda los ojos, esperando otro comentario más amistoso. Es más que obvio que lo comenté para molestarla, pues ella siempre escoje la mejor opción.

Me senté en la silla, viendo a mi tía, que sonreía de oreja a oreja. Me miraba, feliz, y eso no me gustaba nada. La conocía lo suficiente para anticipar que algo se traía entre manos.

Un momento después, habló.

— ¿Todavía no tienes pareja?

Faltó poco para atragantarme con mi propia saliva. De hecho, hubiera preferido aquello que contarle mis relaciones amorosas a mi tía.

— No me interesa tener pareja. —murmuré, con fastidio.

— Ya vas a cumplir 18, ¡en 6 años eres el sucesor! ¡6 años! Eso se pasa volando. De hecho, quiero presentarte a alguien, ¿sí?

No, por favor, no lo hagas.

Vino una chica, de pelo rosado. Se acercó a mí, corriendo y me empezó a sacudir el brazo.

Esta sería una noche larga...

■□■□■□■□■

Después de un largo período tratando de soportar a la chica, me levanté de la mesa, y me fuí sin decir nada.

Sabía que me costaría un regaño, pero en serio necesitaba un respiro. Esa chica era muy fastidiosa, y su voz no me gustaba en lo absoluto. ¿Qué pensó mi tía? "Voz odiosa, actitud de chicle, solo habla de ella... Bien, le gustará a mi sobrino, soy la mejor tía"

Salí, con algo de temor de que me hubiera seguido. Dirigí mi mirada hacía el frente y ví a una chica con dos coletas. Ya sabía quien era con solo ver su silueta.

— ¿Diane?

Giró a verme. Se había puesto el antifaz, pero no quise cuestionarle el porqué.

— Ayúdame. —Susurré

— ¿Ayudarte? ¿Cómo?

— Eh...

Antes de contestar, sonó un ruido. Estaba seguro que era ella. Regresé a verla, con pánico.

— ¡No hay tiempo! Ayúdame, por favor.

Me empujó contra un pilar, pero no alcancé a quejarme, ella salió de la puerta, y estaba enojada. Pasé saliva, con un sabor amargo, y me puse detrás del pilar.

— Disculpe, señorita, ¿no ha visto a un chico de pelo naranja, y piel blanquecina por aquí?

— Sí, ví a alguien irse de la fiesta hace unos minutos. ¿Lo buscaba?

— Lo que me faltaba... Gracias, señorita.

Volvió a entrar a la fiesta. Sabía que estaría en problemas, pero eso ahora no importaba. Salí de atrás de aquella estructura

— Gracias. Oye, y...

— Esta bien, no pasa nada. Entiendo que te hayas equivocado.

— ¿Equivocarme? ¿En qué? —. No recordaba que me hubiese equivocado en nada. ¿Creía qué no le quería hablar?

— En el baile, claro. Es normal, llevaba un antifaz, está bien.

— No me equivoqué en nada.

— ¿Y por qué te sorprendiste al conocerme?

— Porque no pensé que aceptaras. Si alguien viene y te dice "¿Bailas?", la mayoría no acepta.

Me regresó a mirar, pude ver sus facciones iluminadas tenuemente gracias a la luz que la Luna proporcionaba.

— Eh... Ya me voy.

— ¿Te llevo? —. Fue un impulso que dije sin pensar. No había nada malo en ello, pero si era de otra familia no creo que sea conveniente que fuera con la mía.

— No. —Contestó casi al instante.

Ahogué un suspiro en mi garganta, y se fue. No me dí cuenta de que retenía el aire hasta que expulsé todo lo que había en mis pulmones

Podía volver a entrar, o podía ir a casa. Si iba a casa me esperaba un regaño por dejar a una mujer, y si entraba también, pero con una chica ofendida.

Avancé hasta la limusina. Sería más fácil enfrentar a mi familia en casa que en una fiesta, donde cuidaban su reputación de cualquier tipo de mancha.

— ¡Harlequín! Hombre, ¿Qué te pasa? ¿No quieres entrar a la fiesta?

— No, ya no quiero ir.

— ¿Ya no quieres? ¿No será por cierta chica que su voz se escucha hasta la otra punta del océano?

— Sí, es por eso mismo. ¿Qué haces aquí? —cuestioné, más relajado.

— Pues, bueno, fuí invitado a esta fiesta.

Nos quedamos en silencio unos segundos.

— ¿Cómo conseguiste entrar?

— Me infiltré con una tarjeta tirada del suelo.

Solté una risa. Ese chico ya era todo un caso perdido.

— Helbram, tú sí que estás loco.

— Y así te agrado, ¿a qué sí?

— A que sí. Me iba a ir de la fiesta después de todo lo que pasó, a mi casa.

— Ah, entonces vamos. No creo tener inconvenientes en todo esto, de cualquier forma. —Lo hacía sonar como si le hubiera invitado. No hacía nada contra ello, él lograba que yo, tarde o temprano, acepte.

— ¿En qué viniste?

— En la cajuela de la limusina de tu hermana. Venía con una chica, creo. No estaba muy atento a eso, me preocupaba más el camino.

Viré los ojos, no preguntaré cómo entró ahí porque me saldrá con una tontería de las suyas.

Quizás por eso me caía bien.

— Está bien. Vamos, no perdemos nada.

Subí a aquel carro elegante, Helbram replicó mi acción.

Adentro del carro, Helbram hizo de las suyas para lograr sacarme una risa. No era tan difícil, Helbram siempre sabía hacerme reír.

Durante el trayecto hablamos, siendo Helbram el que decía más palabras entre ambos.

— Y entonces, después de matar a aquel hombre, desperté.

— ¿Pues que clase de sueños tienes?

— No lo sé, parecía más un universo alternativo. "Helbramverse" ¿Te gusta?

— Recuérdame por qué somos amigos.

— Porque te hablé tanto que te harté.

— Ah.

Hubo un silencio durante dos segundos.

— Yo sé que me amas.

— Amaría verte muerto, ¿eso cuenta? —Ironicé.

Helbram me regaló un codazo, con molestia.

—Sí yo muriera, te seguiría durante el resto de mis días como espíritu.

— Sí tu murieras —Repetí—, yo sería el que te matara.

— Gracias, en serio eres mi mejor amigo, Harlequín. Sabes, si te regalo una tarjeta de muerte en tu cumpleaños, no te quejes, te la ganaste. No, peor, dejaré de enviarte un "gg" En las partidas de videojuegos.

Reí un poco. Cosas de hombres.

— Prefiero la tarjeta, gracias.

Llegamos, y en la mansión enfrente mío, puedo ver un motivo por el que la mayoría de gente pensaría que soy un superficial.

En parte, con la chica de la fiesta, lo fuí un poco. Solo la observé pocas veces y, veéme aquí, pensando en ella.

De un momento a otro, adentro de la mansión, se encontraba Helbram aprovechando el eco de las paredes para cantar un tema que no es de nuestro país siquiera.

— Rata inmunda, animal rastrero... Escocio perdido, adefesio mal hecho...

— Así no va, no la cantes.

— ¡Rata de dos patas! ¡Te estoy hablando a ti! ¡Porque un bicho rastrero, aún siendo el más maldito, comparado contigo, se queda muy chiquit...

— Helbram, cállate. —dije, viendo cómo algunos trabajadores se quedaban a ver aquel desvergonzado sin modales a lado del sucesor al trono, o sea, yo.

— Amargado, vive un poco.

Me gustaba la actitud de Helbram la mayoría de veces. Siempre fue así, muy despreocupado, a pesar de ser un chico reconocido. Nunca le importó la presión que sus padres le daban, actuaba incluso un tanto inmaduro. Actuaba como un chico de 17 años normal.

Pero claro, si decía eso me caía un problema de los gordos.

— Deberías ser más maduro.

Esa era la forma que yo tenía de decirle que le había agarrado cariño. Y él la entendía a la perfección.

Quizá por eso éramos mejores amigos.

■□■□■□■□■

Jugabamos videojuegos. Porque podré ser un chico de familia adinerada, pero eso no quiere decir que no tendré momentos de paz jugando a veces.

— ¡No puede ser! ¿Cómo me ganaste?

— No fue la gran cosa. —Se encojió de hombros tratando de disimular su satisfacción, pero quedando delatado con esa sonrisa socarrona.

Durante 5 segundos no hablamos.

— Te dije que no diría "gg", cumpló mis promesas.

Entendí a lo que se refería, y rodé los ojos.

Debía ya estar llegando mi familia.

— ¿Te quedarás a dormir?

— ¿Puedo? ¡Pero claro!

Salí, ví a todos llegar por la puerta.

_ ¡Harlequín Fairy! ¡Presentate al frente mío en este preciso momento!

Lo hice. Me acerqué a paso firme, pero solo yo sabía que temblaba.

— ¡¿Qué fue eso?! ¿No te enseñé modales o qué?

Callado, aceptaba todo lo que decía. Si hablaba, terminaríamos en gritos. La última vez fue horrible.

— ¡¿Eh?! ¿Eres un niño a caso? A tu edad ya deberías controlar tus impulsos impredecibles. Eres de la familia Fairy, comportate como tal. Nada de relajos, nada de babosadas tuyas. Serás el sucesor, tu debes estar preparado física y mentalmente para eso, no te puedo cortar las alas sí aún no te ha crecido. ¿Por qué demonios sigues siendo así de inmaduro? Ya deberías ser más fuerte, más poderoso.

Aún no lo veía. Si me iba a atacar, que lo hiciera rápido.

— ¿Qué es eso de irte de la fiesta? Que sea la última vez que pasa eso. Tampoco andes con desconocidas así.

Me sorprendí por sus palabras.

Observé sus ojos. Estaba furioso. Miré a mi madre, quien desvió la mirada, doliendóle ver a su hijo así de indefenso. Miré a mi hermana, ella tenía decepción, de no defenderme ahora.

Recordé a Diane.

Y me dí un regaño mental por ser tan cobarde.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro