
Capítulo 9: La espera.
Le dije que sí.
Nunca le había dicho que sí a un chico antes.
De camino a casa, luego de haber salido de la biblioteca, intenté no pensar mucho en el hecho de que iba a tener una cita con Andrew. Si lo hacía iba a volverme loca. Creo que ahora entiendo un poco más a las chicas que se preocupan por qué se van a poner.
Habíamos quedado el viernes después de clases. Que resultaba ser el único día que nos veíamos, a parte de los sábados, claro.
No sabía cómo iba a aguantar toda una semana pensando en el viernes. Era un poco absurdo, ahora que iríamos a una cita (aún no me creo que esté utilizando esta palabra) estaba más ansiosa por el viernes. Me hacía poner nerviosa el solo pensar en ello. Pero no tenía sentido, había estado tranquila toda mi vida hasta que lo conocí. ¿Qué podía tener él de distinto, de especial? Y pensar que los típicos chicos malos y tatuados de los libros nunca fueron mi tipo. Aunque todavía no estaba del todo segura de que Andrew no sea un "chico malo".
Cuando llego a casa, los amigos y "socios" del trabajo de mi padrastro están todos reunidos en la sala. Bueno, la única sala. Intento pasar inadvertida, pero uno de ellos me ve llegar y me dice:
—Mira quien está en casa. —Arrastra las palabras, lo que me confirma que está completamente borracho, o probablemente, drogado—. Trae más cervezas, niña.
Detesto que me digan niña. Por más que tenga 17 años. No soy una jodida niña. Y es mucho peor que me lo diga alguien que no conozco, como los amigos de Luke. Sin contar que me resultan desagradables.
Miro con atención los objetos en la mesa y suspiro. Desde que mi madre nos abandonó, Luke renunció a su empleo y empezó a tener mala junta, al principio eran reuniones a escondidas, luego empezaron a venir sus distribuidores a casa. Y por último empezaron a fabricar su... producto en casa.
Sí. Mi padrastro es un narcotraficante.
No es algo en lo que yo tenga opinión, si me negara o dijera algo en contra de su "trabajo" me diría algo como "si no te gusta vete", y en parte tiene razón. Después de todo esta es su casa. Y yo no tengo relación sanguínea con nadie que viva aquí. Ya es mucho que me deje vivir en su casa y me alimente y todas esas cosas.
Le dirijo una fría mirada a el que me pidió las cervezas, pero prefiero obedecer a su pedido que ganarme un enemigo por una tontería.
Voy hasta la cocina, siento los ojos en mi espalda. Me hace acordar a cuando, hasta hace unas horas, estaba en la biblioteca y mis "amigos" me miraban, como criticándome, por haber mirado a Andrew, lo que según ellos era coquetear.
Abro la heladera, no me sorprende cuando lo único que veo son botellas de cervezas y alguna que otra sobra de pizza de hace varias semanas, o meses. Agarro las estúpidas bebidas y las llevo a la mesa. Corro hasta la habitación por si se les ocurre pedirme algo más.
Por desgracia, Marie se encuentra en el dormitorio pintándose las uñas.
En cuanto me ve su indiferente mirada se clava en mí.
—Vamos a olvidarnos por un momento que nos odiamos, y vamos a pretender que somos amigas. —Deja lo que está haciendo y me indica que me siente a su lado—. Tienes que presentarme al chico que estaba aquí ayer. Ya ha pasado mucho tiempo desde mi último novio y él encaja totalmente en mis gustos.
Me quedo mirándola. Sin poder creer lo que escucho. Nuestra enemistad empezó porque ella me robo a un chico que me gustaba. Y ahora quería robarme a otro. Bueno no es como si los chicos fueran objetos que puedes robar, pero se entiende mi punto.
Si le contaba a Marie que Andrew y yo íbamos a salir a una cita, iba a hacer lo imposible por qué eso no suceda, y que la de la cita sea ella. Y yo no tenía duda alguna de que tenía los atributos para lograrlo.
No sabía si era una sensación de proteger lo que es mío, aunque él no fuera de nadie y mucho menos de mi propiedad. Pero el sentimiento de odio (o lo que sea que es esto) que sentí hacia mi hermanastra, no lo había sentido nunca con tanta intensidad.
La ignoro y voy hacia mi colchón en el suelo que se encuentra en el rincón. Abro un libro, ni siquiera me fijo en cual, no me importa cuál sea con tal de que Marie no siga hablando.
—No te necesito a ti para saber quién es el chico misterioso. Probablemente lo estés obligando a ser tu amigo, o quizás tu novio. Eres patética. —Está por salir, pero se detiene como si todo lo que dijo no fuera suficiente—. Pobre chico, cuando me conozca ya no será más tu amigo.
Sonrío y cerró la puerta con fuerza al salir.
Me prometí no llorar. En primer lugar porque seria estúpido llorar por algo que diga Marie. Uno se acostumbra a las cosas que ella dice. Y esto no sería una excepción. Y en segundo lugar porque la felicidad que tengo por tener la cita con Andrew es mayor que el odio que siento hacia mi hermanastra.
Aunque su última frase me dejó pensando. Marie es mucho más hermosa, simpática y sociable que yo. Sin duda Andrew se enamoraría de ella si la llegase a conocer. Así que si estoy llorando ahora es por la posibilidad de perder a Andrew, aún cuando ni siquiera lo tuve realmente.
Las horas pasan y pasan. Y creo que mis pensamientos me están volviendo loca. Decido salir de casa.
Paso por la pequeña sala y nadie me pregunta a donde voy o si voy a volver. Siempre fue así y siempre lo será.
Tomo mi chaqueta y me dirijo al parque que está enfrente de la casa. Cuando estoy muy concentrada en mis pensamientos, tanto que estos no me permiten pensar, salgo a correr. No soy muy fan de los deportes, pero por alguna razón correr me despeja la mente.
La luz del sol se está yendo, haciendo que el paisaje se vea con un tono anaranjado.
Corro al principio despacio y luego rápido. El viento azota mi cara enredando mi cabello rojo. Cada paso que doy es cada pensamiento que dejó atrás, por ahora. Sé que más tarde mis pensamientos volverán y no me dejarán dormir, por eso aprovecho este momento para no pensar en nada.
Corro alrededor del parque por lo que parecen ser horas para mí pero cuando me fijo en el reloj de mi muñeca, sólo pasaron unos pocos minutos.
Al final había aclarado la mayoría de mis pensamientos. Pero había algo que no había podido sacar de mi cabeza en todo el rato que llevaba corriendo. A Andrew.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro