
Capítulo 22: Decisión.
No recuerdo haberme ido a dormir.
Ni siquiera me acuerdo de haber vuelto a casa, pero cuando me desperté, de algún modo, estaba allí.
Cuando, a causa de la luz, mis párpados se abrieron, me costó recordar todo lo ocurrido con exactitud. Sé que hoy tenía clases, pero incluso antes de terminar de despertarme, había decidido no ir. No iba a poder concentrarme en nada que no sea Andrew.
Era como si tuviera una resaca. Sólo que sin haber bebido en absoluto. Mi cabeza dolía y sentía los ojos hinchados. Aunque no recordaba haber llorado en la noche.
De repente, recuerdo lo más importante. Andrew preso por posesión de drogas. Mi padrastro.
Me levanto de mi cama y me dirijo, casi corriendo, hacia la sala. Sin embargo cuando llego, en la mesa sólo se encuentra Marie.
—Ya se ha pasado la hora de ir al colegio. —No me mira cuando habla, mantiene los ojos en su revista.
Hasta ese momento no me había preocupado de que sea tarde y me haya perdido las clases. Ya había planeado no ir.
—¿Dónde está tu padre?
Ahora si levanta la mirada. Con una ceja alzada deja la revista en la mesa. Sí, era raro que yo pregunté por Luke.
—Trabajando. ¿Por qué?
Estaba segura de que Marie sabía acerca de lo que había hecho su padre. Ellos se contaban todo, no había manera de que no lo sepa. Y la manera en la que me sonrió ayer en la noche, cuando se estaban llevando a Andrew, sólo confirmaba mis sospechas. Sin embargo, también sabía que si le preguntaba directamente, no me lo contaría.
Pero tampoco tengo nada que perder.
—¿Qué hacías en la casa de Andrew ayer en la noche? —El odio de mi voz era casi palpable.
—No te importa. —Se va hacia la cocina. Escapándose de mí y de mis preguntas. La sigo.
—Te vi. Estabas extrañamente contenta con todo lo que estaba pasando.
Ella me mira y entrecierra los ojos, intentando leer mis intenciones.
—¿Qué estás insinuando? —Dice finalmente. Se acerca, quizás demasiado, hacia mí.
Dudo en contarle mis sospechas. Dudo en contarle que creo que le han puesto una trampa a Andrew para que este desapareciese de nuestras vidas. Aunque yo seguía sin saber el porqué. El hecho de que mi padrastro haya hecho eso sólo porque no le caía bien sonaba muy vago. Había algo más. O quizás mi teoría estaba equivocada, y ellos no tenían nada que ver. Sin embargo eso también sonaba muy improbable. Cuando algo malo me pasaba, normalmente mi padrastro o Marie tenían algo que ver.
—¿Qué le hicieron a Andrew? —Pregunto con determinación.
—¿Hicieron? —Abre los ojos sorprendida. Pero yo ya no me creo sus actuaciones baratas— ¿A quién más estás culpando de no haber hecho nada?
Por un momento creí que realmente me había equivocado, pero una sonrisa, para nada bonita, se forma en los labios de Marie.
—Oh, ya veo... —Dice con una sonrisa un tanto psicópata en sus maquillados labios—. Creíste que mi padre había hecho algo para que tu novio vaya a la cárcel.
Suelta una carcajada y es la primera vez que no reconozco a mi hermanastra.
De repente todo tiene sentido.
—Tú... —Me alejo lo más que puedo de ella hasta que choco con la pared—. ¿Qué hiciste?
Ahora sólo siento rabia hacia ella. ¿Cómo se puede ser tan hija de...
—Sólo utilicé un par de contactos... —Ríe.
—Pero, ¿por qué?
En ese mismo momento se abre la puerta, mi padrastro entra por ella. La expresión de Marie vuelve a ser de una chica completamente inocente. Zorra.
Luke nos mira intentando descifrar la situación. Finalmente, nos ignora y se va al cuarto. Él no sabe nada de lo que Marie hizo.
—Te odio. —Le dije y me fui azotando la puerta. Lo que hice fue muy inmaduro pero tenía mucha furia en mi interior, y no controlaba mis acciones.
Tenía que arreglar esto.
Los Monroe tenían que saber la verdad.
En todo el camino hacia su casa pensé en un plan para que la policía me creyera y liberara a Andrew. Para cuando llegué me di cuenta de que no tengo pruebas.
Justo cuando llego el señor y la señora Monroe se están yendo en su auto, pasan a mi lado sin verme.
—¿Ann? ¿Ha pasado algo? —Me doy vuelta para encontrarme con Noah, quien está parado en la puerta de la casa. Me hace una seña con la cabeza para que entre. Sin pensarlo, le hago caso. Necesito hablar de esto con alguien.
Dentro me recibe el aroma de galletas recién horneadas. Me pregunto si Noah cocina. El imaginármelo con un delantal haciendo galletas hace que me ría internamente.
Lo sigo hasta el salón y me doy cuenta de que no estamos solos. Una cabeza azul se asoma por uno de los sillones.
—Hola Charlie. —El me saluda también. Ya se me estaba haciendo costumbre el verlo por aquí.
Nos sentamos y nos quedamos en silencio unos minutos.
—Hay algo que tienen que saber.
Ambos me miran, expectantes.
—Andrew no tenía drogas. Bueno, él no sabía que las tenía.
Me miran como si no estuviera diciendo ninguna novedad. Como si les fuera algo obvio.
—Lo sabían. —Digo.
—Mi hermano es un idiota, sí, pero drogas... —Niega con la cabeza— era algo imposible.
—¿Y qué han dicho los policías?
Esta vez el que contesta es Charlie.
—Tenía muy pocos gramos encima, el señor Monroe pagará la fianza aunque conservará los antecedentes. Quién quiera que haya hecho esto, no es muy inteligente.
Si voy a hacer mi movimiento, es ahora o nunca.
—Sé quién lo hizo.
Ahora tengo su atención fija en mí y en mis siguientes palabras.
—Deja el misterio pelirroja.
Inhalo profundo y digo:
—Mi hermanastra.
—¿Por qué ella haría eso?
Me encogí de hombros. No estaba muy segura de la razón.
—No lo sé, pero me lo ha confesado.
Observo como ambos se paran. Creyendo que se irían y me dejarían sola, me levanto también.
—¿A dónde van?
Noah me mira desde la entrada.
—¿No es obvio? —No, no lo era—. Vamos a la policía.
Al principio no lo entiendo. Luego me doy cuneta de lo que quieren hacer, pero no estoy muy segura de que yo quiera lo mismo.
Detesto a mi hermanastra, pero si la denuncio entonces, todo el negocio de mi padre caerá, y ambos irán a la cárcel. Y yo no tengo otro lugar en donde quedarme. Dependo de ellos al cien por cien.
Es un paso muy grande. Y no sé si estoy dispuesta a darlo.
Sin embargo, mis pies se mueven solos cuando me dirijo a la puerta, donde me esperan los chicos.
• • •
—¿Dónde se conocieron?
Estamos de camino a la estación de policía, mis pensamientos giran una y otra vez sobre la misma cuestión, si los denuncio, ¿dónde voy a vivir? Aún tengo diecisiete, tendré que ir a un orfanato si no encuentran ningún pariente mío. Sería sólo por este año, hasta que cumpla los dieciocho, pero aún así no podría soportarlo. El quedarme sola en el mundo.
Por todo esto decido distraerme y dejar que Noah y Charlie me cuenten de dónde se conocen.
—Somos amigos de la infancia junto con Andrew. —Me lo imaginaba.
El autobús se detiene cuando llega a su destino final, y al nuestro, la estación de policía.
Respiro hondo pero los nervios no se calman.
Bajamos y nos dirigimos hacia la puerta.
—Probablemente ya hayan liberado a Andrew, y ahora estén en casa. —Dice Noah abriendo la puerta para nosotros.
El olor a café invade mis fosas nasales. El lugar está repleto de personas uniformadas de color azul. Es tal y como las películas lo muestran.
Nos acercamos al mostrador, donde una recepcionista con cara de no querer estar ahí ni un segundo más, nos recibe.
—Es lo correcto. —Me anima Charlie al ver que dudo cuando tengo que hablar.
Sí, es lo correcto. Pero no deja de ser algo desfavorable para mí.
—Hola —Le digo a la recepcionista, quien me mira amargada—, quiero hacer una denuncia.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro