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❈•≪06. Una pequeña mejora≫•❈

«¿Por qué en un lugar tan visible?».

Exhalando con profundidad, YeoSang continuó viendo su reflejo. La resignación en él era tan palpable como la nueva imperfección sobre su ojo. Apretando sus labios entre sí, la exasperación en su pecho se volvió más sentida. Sus emociones estaban tan revueltas que un lado de su cabeza empezaba a doler.

Un quejido a medio formar quedó atrapado en el fondo de su garganta cuando su atención se vio redirigida, la puerta ligeramente entrecerrada del baño había sido empujada. Sus ojos observaron como su vacilante madre ingresaba.

—Lo siento, fue mi culpa... de nuevo.

Su madre estaba notablemente apenada; su postura era un tanto encorvada e inclusive sus ojos preferían mantenerse dispersos en el suelo. Negados a enfrentarse con los suyos.

Cualquier replica o queja que pudiera expresar, fue sepultada en lo más profundo de su mente. Desde su perspectiva no tenía sentido pronunciarlas porque si lo pensaba bien, no cambiarían nada. Sólo sumarían una carga de culpa extra en la mujer y harían del momento aún más incómodo. Él había intervenido bajo sus propio riesgo, conociendo las posibles consecuencias y desenlaces. Nadie se lo pidió.

La culpa no era de nadie más que suya.

—No importa.— murmuró tras sacudir una mano, regresando su vista al reflejo cansado que su espejo le mostraba—. Estoy bien, en serio.

—Pero...

—No está inflamado y tampoco duele demasiado.— prosiguió con monotonía, ignorando su objeción—. Es como un raspón muy visible.

Las comisuras de su madre cayeron en desacuerdo con su intento de consolación.

—¿Quieres faltar?

«¿Otra vez?». Ante la sugerencia de la mujer, se encontró sacudiendo su cabeza al instante. En una negativa enfática.

La última vez que faltó por una nimiedad similar, se perdió de una prueba importante y si bien fue sólo una semana, se atrasó considerablemente a comparación de sus compañeros. Lo que significó más horas de estudio extra. Asimismo, se padre se había enojado como la mierda tan pronto se dio cuenta de ese detalle. Su registro de asistencia se estaba llenando de faltas y si quería ingresar a una buena universidad, tenía que moderar ese mal hábito suyo, como solía llamarle su padre.

El hombre le había recordado de buena manera que no sólo las buenas notas importaban al momento de aplicar a una universidad, el registro de asistencia y conducta lo hacían también. Su desempeño, su determinación y esfuerzo eran otra parte de la ecuación completa. No podía enfocarse en un sólo aspecto si quería tener éxito.

Su padre se encargaba de grabárselo cada vez que lo consideraba necesario. O cuando sus notas no eran las esperadas y su actitud no le parecía la adecuada.

—Puedo llamar a dirección y decir que enfermaste.— agregó la mujer ante su mudez.

Suspirando, YeoSang se colocó un parche sobre el ojo. Se aseguró de que estuviera bien puesto y con dicha acción finalizada, se dirigió a su madre.

—No es necesario, descuida.

Su sonrisa fue vaga, poco reconfortante y en algún punto, la sintió forzada. Pero no reparó mucho en ello y salió fuera del espacio reducido. Haciendo oídos sordos a los llamados de su madre.

—¿No desayunarás?— le preguntó tan pronto lo vio colocarse su mochila.

—No, estoy justo de tiempo.

Eso era mentira y una descarada. Tenía tiempo de sobra para desayunar, incluso para cruzar algunas palabras con su progenitora.

—YeoSang....

Su tono no había sido autoritario, tampoco contundente y ni siquiera se acercaba a ser un reproche. Siendo precisos, se asemejaba más a un murmullo desganado. Uno que no era lo suficientemente firme como para llamarle la atención y hacer que el aludido se detenga o mínimo, se gire para darle una mirada.

La única reacción que obtuvo de él, fue un resoplido.

—Necesitas....

—¡Mamá!— la voz de YeoSang se proyectó con más aspereza de la que esperaba y al notarlo, respiró hondo. Buscando calmarse, no se supone que su día debiera empezar así—. De verdad, no te preocupes.— agregó con su tono moderado, viéndola—. Luego lo solucionaremos, ¿cierto?

Ella asintió sin mediar palabras. Y conforme con eso, el pelinegro se acercó y un tanto dubitativo de qué hacer, terminó palmeando sus hombros con ambas manos. Su accionar fue torpe y ocasionó una risa en la mujer.

—Ve a clases, te estás entreteniendo demasiado.

—No te olvides que hoy tienes una entrevista de trabajo, buena suerte.

Su madre agradeció y lo despidió con su mano, mientras sus labios se estiraban en un gesto naturalmente afectuoso.

Colocándose sus auriculares, YeoSang se repitió que su día podía mejorar. Con eso en mente, optó por caminar. Le ayudaría a relajarse y a no llegar tan temprano.

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Entrelazando sus dedos, YeoSang estiró sus músculos a la vez que reprimía  un bostezo. Había acabado con sus tareas pendientes para el siguiente día en menos de una hora, estaba conforme.

Cerrando los libros usados, su vista recorrió de manera superficial la biblioteca. No era el único que prefirió optar por estudiar en lugar de tener un almuerzo apropiado.

Redirigiendo su atención, su ceño se arrugó ante las susurradas maldiciones que llegaron a sus oídos. Alguien no muy lejos de él parecía estar teniendo algún tipo de discusión. Y como su afán por entrometerse era inexistente, se halló listo para apartar su mirada, pero ante la aparición de una silueta vacilante, no lo hizo. Únicamente porque reconoció aquella cabellera melocotón.

Ladeando su rostro, vio a YunHo acercarse a su mesa y ocupar una silla con aparente tranquilidad. No traía libros, ni siquiera un cuaderno. Una de sus manos estaba ocupada con una bolsa cerrada de frituras mientras que la otra sostenía una caja de jugo natural. Si no se equivocaba, era de manzana.

Alzando sus ojos, el alto los esquivó por alguna razón que desconocía.

El silencio no perduró mucho más, su compañero se dirigió a él luego de haber aclarado su garganta. En su opinión, hubiera sido lo mismo si no lo hacía. Porque su voz de igual forma salió baja y estrangulada.

—Hola.— murmuró—. Hoy... no te vi a la hora del almuerzo.

YeoSang musitó una exclamación queda, hasta el momento no había aprovechado de ningún receso como tal vez debería. En todos salió directo a la biblioteca.

—Tenía cosas pendientes.— contestó tras apuntar a sus libros.

YunHo asintió, inclinándose con ligereza para curiosear "discretamente".

—¿Eso no es de hoy?— preguntó con cierto matiz de sorpresa.

—Me pareció buena idea adelantar cuantas pudiera.

YunHo parpadeó varias veces, viéndole con lo que parecía ser asombro.

—Necesitó pensar de esa forma también.— comentó tras chasquear su lengua.

Los labios del pelinegro se curvaron, levemente divertido con las palabras del contrario. Era alguien peculiar, en su opinión claro.

Las veces que se dirigía a él, siempre era con una actitud dudosa y notablemente apenada. Pero a medida que la conversación fluía lo mejor que podía, se volvía un poco más confiado. Sin embargo, nunca lo era por completo. Cierto rasgo de timidez tendía a prevalecer en su persona.

Y su apreciación del más alto era superficial, aunque llevaran interactuando con una constancia buena o quizás justa, no era la suficiente como para entender de manera completa el porqué era así.

Una semana no era tiempo suficiente para nada. Aún así, reconocía que no se la pasaba mal. Habían momentos incómodos por no saber qué decir o cómo hacer de la conversación más extensa, pero estaba bien. Era normal. Además, a su compañero parecía caerle bastante bien.

—¿Se puede comer aquí dentro?

—Por supuesto— respondió YunHo tan pronto consiguió abrir el paquete de frituras—, el encargado no me habría dejado ingresar de lo contrario.

—Oh, la biblioteca municipal no permite que se ingrese con bebidas o comida.

—Lógicamente— murmuró el contrario—, van muchas personas. Imagínate cuánto habría para limpiar. Son tres plantas después de todo y eso es igual a mucho trabajo.

—Nunca lo había pensado de esa manera.

—No es como que alguien lo haga, uno simplemente acepta.— sacudiendo sus hombros, YunHo se llevó una fritura a la boca para seguidamente, estirar su brazo—. ¿Quieres?

Su primera reacción fue negar, sacudiendo sus manos con repentina torpeza. Eran frituras de papa, por lo que podía observar. Sentía demasiado descarado de su parte aceptar. Su contraparte en cambio, no pensaba igual. Su brazo no se movió y sus ojos siguieron viéndole.

—Gracias.

YunHo le sonrió y se estiró un poco más, facilitando su alcance. YeoSang lo vio llevarse tres frituras a la boca para luego colocar la bolsa en su dirección. Sus ojos no se fijaron en ningún lugar en particular y su postura se descompuso un poco. Deslizándose hacia abajo en la silla.

Su compañero parecía a gusto, allí sentado mientras bebía de su jugo de manzana. Por un momento, sintió envidia de él.

Las palabras no fluyeron de ahí en adelante, simplemente se mantuvieron en silencio y compartieron un mismo espacio con absoluta serenidad.

El resto del día e incluso cuando llegó la noche y YeoSang se encontró regresando a su casa, destacó que, si bien su día no había mejorado a grandes rasgos, lo hizo un poco y se sintió satisfecho.





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