❈•≪04. Simple curiosidad≫•❈
Llevando una mano a sus labios, YunHo cubrió su naciente bostezo. Aunque para su desgracia, el sonido había cruzado su barrera. Captando la atención de varios compañeros y el profesor del momento. Apenado se encogió en su asiento, al mismo tiempo que la campana sonó.
Pronunciando sus últimas palabras, el hombre se retiró. Dejándolos libres. Emocionados, sus compañeros comenzaron a guardar sus cosas, otros simplemente salieron fuera. En busca de alimentos por ingerir.
Era el tercer receso y si bien no era muy corto, tampoco lo suficientemente extenso como para desperdiciar segundos en aspectos innecesarios.
Levantándose de su asiento, YunHo se encaminó hacia la puerta. Siguiendo a sus apresurados amigos. MinGi llevando la delantera de ellos.
—¿Por qué últimamente estás tan entusiasmado por todo?— preguntó al llegar junto a SeongHwa. El rubio ladeó su rostro, sin ralentizar sus pasos.
—¿No siempre soy igual?
El de cabellera melocotón compartió una mirada con el pelirrojo a su par, queriendo comprobar si no era el único con una clara expresión de que eso no era así. Y no, el chico de facciones exóticas lucía como si aquello expresado por el moreno, fuera un mal chiste.
Ambos sabían que, para cuando los jueves llegaran, MinGi estaría con el ánimo más menguado. Era casi natural en él.
Debido a que solía empezar sus semanas con mucha energía, para cuando éstas se acercaban a su final, terminaba como la mayoría de chicos: fatigado y con una sombra de hartazgo en su rostro.
Lo que hoy y hace días no parecía ser así.
Y por la obviedad de esto, llamaba a la curiosidad. Tanto de YunHo como de SeongHwa. Aunque éste no lo expresara como el primero.
—Definitivamente no.
Volteando hacia el frente, MinGi guardó silencio por unos segundos antes de responder.
—Papá dijo que si traía buenas notas para cuando el primer semestre acabara, me compraría una nueva computadora.
«Ahh» fue la exclamación que ambos chicos compartieron. La comprensión bañando la misma.
La portátil del rubio era vieja, por lo que su funcionamiento aparte de tardío, era incompetente algunas veces. No sólo sabían de eso por las reiteradas quejas que el alto hubiera hecho en el pasado. Sino que lo habían experimentado al haber hecho tantos trabajos juntos.
Y la frustración que palparon en la voz de carácter grave de su amigo, la sintieron ellos también. En primera persona.
Esa máquina era un infierno.
—¿Por eso el buen ánimo?— preguntó el pelirrojo.
—Si tienes una mentalidad entusiasta de manera constante, todo se hace más fácil.— respondió MinGi, encogiéndose de hombros y saltando los últimos dos escalones. Aterrizando de manera limpia—. Eso leí por ahí. En una revista, creo.
Riéndose, el pelirrojo sacudió su cabeza—. Si eso te funciona.
Los tres eran dedicados y considerablemente aplicados cuando de sus estudios se trataba. No eran genios, eso sí. Pero como todos, trabajan duro. Hasta el cansancio podría decirse.
No es como si tuvieran muchas opciones tampoco.
Ingresando a la cafetería, no lo pensaron dos veces y como el resto de personas allí, se dirigieron de manera directa hacia donde los snacks estaban. No tenían mucho tiempo como para gozar de un almuerzo más completo y satisfactorio, esa era la razón por la que todos optaban por snacks de cualquier tipo.
Sus amigos no tardaron demasiado en decidirse por sus alimentos de ese receso, usualmente comían lo mismo. Por alguna razón desconocida, rara vez variaban. En cambio él, era lo contrario. Por lo que ahora, se hallaba dudando sobre qué agarrar.
—Las de sabor original son más deliciosas.
Virando su rostro, sus ojos dieron con el perfil afilado de su amigo más cercano. No le miraba, sus ojos rasgados se mantenían escrutando sus opciones con seriedad. Queriendo ayudarle tal vez. O esperando que elija las de su preferencia para luego poder comer de éstas también.
«Era lo más seguro», razonó para sí al recordar los malos hábitos del moreno.
—Estaba pensando en escoger las rojas..."garden salsa"— replicó con su vista donde los snacks, queriendo confirmar que ese era su nombre.
—No saben mal.— agregó SeongHwa, sumándose a la conversación—. Pero son algo picantes. Pueden no gustarte.
Viendo hacia éste, YunHo notó qué se encontraba comiendo. Goguma Kkang, no eran muy diferentes de los que él estaba pensando elegir. Si optaba por los de sabor original, claro.
«Cómo sea, otro día los pruebo».
Leyendo el ambiente que esos dos proyectaban, simplemente eligió coger los Sun chips sabor original. Le gustaban, no demasiado admitía, pero para ese momento estaban bien.
Escuchando a MinGi celebrar entre dientes, rodó sus ojos. Percibiendo a su vez cómo se alejaba de su persona.
—¿MinGi-yah?
SeongHwa y YunHo presenciaron el momento exacto en que el nombrado se atragantó con la cantidad poco agraciada de mini galletas que se había llevado a la boca, como normalmente hacía.
Apresurándose en actuar, el de rojizas hebras golpeó la espalda del rubio. Sus reflejos habían sido mejor que los suyos, quien como los dos desconocidos, sólo miraba alarmado al moreno.
—¿Estás bien?
La pregunta fue realizada por un castaño, aunque en observación de YunHo, ambos chicos allí lo eran. Aunque uno poseía una tonalidad más oscura de dicho color que el otro.
—Seguro, ¿necesitan algo?— su voz sonó algo rasposa y el rosa en su rostro se volvió más visible por la vergüenza.
Desviando su mirada, YunHo miró a las personas regresar a sus salones. No sería bien visto si se reía. Y aprovechando ese lapso de inactividad, se dispuso a comer de su alimento.
—Yo no, él sí.
El chico con una cabellera más oscura, sonó brusco al momento de hablar a pesar de lo relajada que era su expresión entera.
En cambio el otro, rodó sus ojos con exageración y sonrió hacia MinGi, al mismo tiempo que le tendía un libro grueso. Curioso, lo miró con detenimiento. Era en su mayoría negro y una mariposa azul resaltaba, creando contraste.
—Papillon*...—leyó su amigo.
—Esta será la lectura de la siguiente semana— pronunció el chico con afabilidad evidente. Su tono suave inclinándose casi hacia la zalamería—. No estoy seguro, pero creo que su clase trabajará este libro también, así que pensamos que sería buena idea verlo de antemano.
La expresión del rubio se iluminó, primero por el asombro dedujo YunHo. Para luego desplazar dicha emoción por la calidez del agradecimiento.
—Oh, muchas gracias. Por el libro y el aviso.
Llevándose una papa a la boca, la mirada del chico con hebras melocotón se desplazó de regreso al castaño. Quien sacudió sus pequeñas manos con fugacidad, en un gesto que buscaba quitar importancia a su acción.
—Como no habrá reunión hoy, creímos que sería adecuado.
Cruzaron más palabras y para cuando el dúo se despidió, MinGi sonrió enormemente. Y con una ceja en alto, YunHo no supo a quién en específico.
—¿Compañeros de tu club?— preguntó SeongHwa, una vez retomaron su camino al salón.
—Así es. Son lo más activos.— agregó, acabando sus galletas.
Pronunciando un sonido apreciativo, el pelirrojo asintió—. ¿Y tienes que leer la mitad para el lunes, eh?
—Eso dijeron.
—¿Y cuántos son allí?— musitó YunHo, sumándose a la conversación. Un deje de curiosidad decorando sus palabras.
Inclinando su rostro, la expresión de MinGi se volvió pensativa—. Si no conté mal, doce.
Ninguno allí se sorprendió, la mayoría de clubes contaban con más de diez personas en ellos. Incluso podían haber hasta quince. Y el número límite dependía de cada club.
Para cuando estuvieron de regreso, la mayoría de compañeros estaba allí también. Conversando con sus pares más cercanos de manera entusiasta.
Pero los ojos vivaces de YunHo, se detuvieron en quién al parecer, no se había movido de su puesto en ningún momento. Ladeando su rostro, observó lo ensimismado que YeoSang lucía en su tarea, suponía él, a pesar del evidente alboroto a su alrededor.
Como si fuera un agente externo de aquello que lo envolvía también.
Por alguna razón, lo encontró intrigante.
Aunque no era el único allí estando por su cuenta, notó milésimas después. Ya que habían un par de chicos más estando en sus móviles o simplemente en sus asientos, escuchando música con sus auriculares mientras esperaban por el sonar de la campana.
—¿Qué miras?
Dirigiendo su atención a MinGi, YunHo negó con suavidad.
—Nada relevante.— respondió, suave. Mirando con absoluta indiferencia la mano del moreno que se colaba al interior de su bolsa azul, robando de sus papas con total confianza.
—Mhm.
Llevándose esas cuatro papas a la boca, el rubio se dirigió a SeongHwa, estirándose sobre el asiento, le robó de su almuerzo también. El pelirrojo resopló pero nada más.
Ya estaban acostumbrados.
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—¿Qué tienes ahí?
Ocupando asiento en una de las mesas libres de la cafetería, YunHo se sintió curioso por la cena de su amigo.
—Sopa de huevo...— arrugando su ceño, MinGi usó de sus palillos para extraer algo de ésta—, con carne.— agregó, sonriente—. Y arroz para acompañar, claro.
Asintiendo, el chico de cabellos melocotón se enfocó en su propia cena. Kongguksu*, contento por el platillo cogió sus palillos y empezó por una mitad de los huevos cocidos en la cima. Degustando del segundo, miró en dirección de su amigo tan pronto éste pronunció una exclamación de complacencia.
—La carne sabe bien.— expresó al mismo tiempo que la masticaba.
—Me doy cuenta.
Llevándose sus fideos blancos a la boca, YunHo miró a su alrededor mientras comía. Eran ocho en punto, y se hallaban en un receso de sus clases. Y en ese momento es cuando más podía apreciarse lo amplio que su alrededor era.
El escenario que mayormente estaba repleto de personas yendo y viniendo, o simplemente destacaba por las cabezas bloqueando todo lo demás, ahora lucía desolado. Las mesas, los asientos y aquellas cosas que componían la estructura del lugar podían verse con perfecta claridad. Incluso los tres cuadros que decoraban una de las paredes.
Volviendo a su amigo, lo observó comer de su arroz con calma. Usando de sus palillos a pesar de la cuchara que se encontraba en su tazón de sopa casi vacío. Esbozando una fugaz sonrisa, se dedicó a beber su propio caldo. Disfrutando de lo frío que estaba.
Para cuando terminó, se limpió la boca e hizo la bandeja hacia al frente. Alejándola unos escasos centímetros.
—Una pregunta.— exclamó luego de un silencioso minuto.
MinGi no levantó la mirada de su comida, pero aún así asintió. En señal de haberle escuchado y al mismo tiempo, en aceptación.
—¿Haz hablado con alguno de los chicos nuevos?
Deteniéndose, el moreno se enderezó. Enarcando una ceja dijo:
—¿Con alguien en específico?— terminando de tragar, agregó de inmediato—. Porque con la mayoría sólo comparto saludos.
—No, sólo tenía curiosidad.
Apreciativo, MinGi se tomó sus segundos antes de agregar algo más, si es que lo haría. Por lo que, luego de llevarse algunas cucharadas de sopa a la boca, exclamó:
—La curiosidad siempre nace en base a algo.
—Es que tengo la idea de que quizás aún no se integraron bien, algunos de ellos.— murmuró, sin ninguna emoción en particular. Calmado y con una expresión sosegada.
—De eso se encarga el presidente de la clase, ¿sabes?
—Lo sé, lo sé. Sólo...— moviendo sus manos, no supo explicarse. Así que dejó sus palabras a medias.
Con su sopa acabada, el chico de cabellera rubia por fin, miró de manera completa a su amigo.
—En tercer año, cuando ninguno de ustedes fue asignado a una clase conmigo, me tomó casi cinco meses integrarme.— comentó con suavidad. Sus brazos cruzándose—. Así que, en mi opinión, creo que es normal.
Y YunHo concordó. Con ese sistema que la mayoría de instituciones poseían, las personas menos sociables por así llamarlas, tardaban en incorporarse al grupo. La situación y el entorno en sí, se volvían incómodos.
Desde su propia experiencia, es cómo lo interpretaba: incomodidad.
Sabía que para su amigo habría sido algo más complejo que sólo eso, puesto a que pesar de su apariencia y su comportamiento ruidoso, era bastante tímido y reservado en primeras instancias. No llegaba a extremos pero su ritmo era más lento.
—Lo sé.
Sonriendo, el moreno hizo su asiento hacia atrás. Y cogiendo su bandeja, comentó:
—Siempre puedes ser amigable con ellos.
MinGi sabía cómo los aspectos más insignificantes o a veces más ordinarios, llamaban la atención de YunHo. Era alguien muy curioso, casi como un gato a pesar de que su personalidad y apariencia misma, encajaran más con la de un perro.
Por lo que, no veía lo malo en darle un consejo tan inocente como ese.
Además, YunHo era bueno para hacer amigos.
¿Qué daño podría causarle el tener uno más?
*Papillon (파피용): Conocido también como "Le Papillon des étoiles" es un libro de 2006, muy conocido y que pertenece al escritor francés, Bernard Werber.
*Kongguksu: Es un plato de fideos blancos que se sirve en un caldo de leche y soja frío.
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