❈•≪03. Torpeza nerviosa≫•❈
—Te ves cansado.
Levantando la mirada del suelo, YunHo se fijó en su madre. La cual se encontraba en la cocina, la radio encendida en una emisión conocida, música sonando suavemente a través de los parlantes y llenando el lugar con ligereza.
Un escenario típico que solía presenciar siempre que se despertaba en hora.
Intentando sonar su cuello, pensó en que no estaba cansando. Sino que fatigado. La semana ni siquiera estaba cercana a terminar y partes de su cuerpo estaban adormecidas, desganadas al momento de ejecutar los movimientos más simples.
—No dormí demasiado.— terminó pronunciando, escueto y con evidente monotonía. Desechando la idea de explayarse.
Bostezando con amplitud, el chico se dirigió hasta unos estantes, sacando de ellos una caja medio vacía de cereales. La miró por unos momentos, evaluativo y hasta que el pensamiento con respecto a si abrir una nueva, se fue. Sacudiendo sus hombros, colocó la caja sobre la isla de cerámica blanca. Rascando la parte posterior de su cuello y aún con movimientos flojos, cogió un pequeño tazón donde los depositó.
Percatándose que apenas y llenaban hasta poco menos de la mitad. Descartando el añadir leche, hurgó por una cuchara y finalmente, tomó asiento frente a su madre. Dispuesto a desayunar.
Acción que se vio frustrada a lo poco de iniciarla. El vibrar de su móvil lo distrajo y al ser continuo, supuso que era alguno de sus amigos. Mandándole algún mensaje por quién sabe qué motivo.
Llevándose dos grandes cucharadas de cereal seco a la boca, movió su zurda hasta el bolsillo de su reglamentario pantalón y extrajo de él su aparato. Con cierta brusquedad, reconocía. Observando cómo en la pantalla rezaba el nombre de su amigo: «MinGi^^».
MinGi^^
Oye, ¿ya te despertaste?
7:10 am.
MinGi^^
YunHo, YunHo, YunHo, YunHo,
YunHo, YunHo, YunHo, YunHo.
¿Estás despierto?
7:10 am.
MinGi^^
No te olvides de traerme mi libro de matemáticas.
7:11 am.
YunHo
Entendido, ahora déjame desayunar.
7:14 am.
Su móvil vibró dos veces más, pero él no se molestó en revisar qué clase de respuestas había recibido. Volviéndolo a guardar, continuó comiendo lo poco que quedaba en su tazón.
—¿Hoy también tienes clases de auto-estudio?
Haciendo el tazón vacío a un lado, YunHo terminó de masticar lo que había en su boca antes de responder con un simple farfullo:
—Sí. Así es.
Asintiendo la mujer lo miró—. ¿Y estás seguro que no quieres que tu padre vaya por ti?
—No es necesario. Estaba pensando en dejar de asistir.
Alzando ambas cejas con suavidad, su madre pareció honestamente sorprendida por el anuncio inesperado. Y apretando sus labios, YunHo se forzó a no sonreír.
—¿Y no necesitas de una nota de tus padres para eso?— inquirió con serenidad.
—Sí, pero dije que lo estaba pensando. Aún no lo sé.— comentó con tranquilidad, pasando una de sus manos por sus ojos—. Siento que es mucha presión y a comparación de otros, no me ayuda realmente. Además, creo que pierdo tiempo allí.
Las clases de auto-estudio, eran obligatorias para todos excepto quienes tenían notas de sus padres excluyéndolos de asistir. Por los motivos que fueran. Y las funciones de estas clases ya habían sido señaladas con anterioridad.
Viendo a la mujer inclinar su rostro, esperó por una contestación de su parte. Al parecer, estaba procesando sus palabras con seriedad. O eso es lo que podía conjeturar en base a su expresión reflexiva ya conocida.
—¿Crees que pierdes tiempo?— fue su exclamación, una inquisición suave.
YunHo asintió cortamente—. Con las clases diarias y esas dos horas de estudio forzado, para cuando llego a casa tengo que invertir tres horas más en tareas y resúmenes para las pruebas.— expresó con calma, apoyándose de sus dedos para enumerar cada actividad. Con énfasis medido—. Lo que puedo hacer allí, perfectamente lo puedo hacer aquí.
—¿Y cómo fueron tus notas el año anterior?— replicó ella—. Aplicando ese método.
—No tan malas.— señaló con su semblante arrugándose—. Y ahora tampoco mejoraron mucho.— se apresuró por añadir. Adivinando las posibles palabras de su progenitora.
—¿Pero lo hicieron, cierto?
Con su expresión cayendo por la ligera indignación, YunHo no encontró cómo refutar.
Sí, sus notas habían mejorado. Pero no mucho. Y estaba siendo objetivo al respecto. Totalmente sincero de hecho.
Escuchando a su madre suspirar, se levantó del asiento y se encaminó hacia el lavado. Con el tazón en mano.
—Una semana.— expresó su madre, Sorim. Flaqueando al querer mantener una postura más firme para con su único hijo—. Si te sigue siendo muy difícil entonces hablaré con tu padre. Pero tus notas no pueden bajar. Es tu último año— resaltó esas palabras finales con mayor contundencia, estrechando su mirada una vez fue observada—, si quieres entrar a esa universidad debes esforzarte el triple, ¿entendido?
—Por supuesto.
Sonriendo de manera amplia, el adolescente asintió con vehemencia. Animado por haber obtenido tan satisfactorio desenlace.
Pecando de franqueza, no se lo esperaba. Sus padres no eran excesivamente rigurosos en muchos aspectos, pero cuando se trataba de sus estudios, eso era tema aparte. Como cualquier otro padre creía él.
Agradeciendo dos veces más, YunHo cogió su mochila y tras sacudir su mano con rapidez, se despidió de su madre. Saliendo de su casa una vez se colocó sus zapatillas de siempre.
Esta vez, iba a tiempo. Por lo que caminó con calma. A un ritmo moderado. Observando el cielo matutino por unos fugaces segundos. Con su vista moviéndose a los árboles, se percató lo cercana que estaba la primavera de finalizar. El verde llamativo y mayormente ligero que adornaba el color de sus hojas, era un tanto más vibrante ahora.
En un indicio de que el verano se asomaba con parsimonia. Tiñendo con sutilidad el entorno completo y aquellos pequeños adornos que lo decoraban. Y hacían de él, lo que era.
Respirando hondo, su interés por seguir contemplando dicho escenario disminuyó hasta que lo perdió. Y deteniéndose en una pequeña tienda que solía frecuentar, se dirigió a la parte trasera. Donde las bebidas se ubicaban.
Esforzándose por silbar la misma melodía que se hallaba sonando por el lugar, terminó rendido y tarareando la misma en su lugar. Encontrando por fin, su bebida láctea de preferencia se encaminó hacia la caja y pagó por ella. Retomando su andar hacia clases. Ensimismado en su mente y acción de colocar el sorbete donde debía.
Disfrutando de la fresca bebida sabor chocolate, notó que estaba a menos de un metro del enverjado de su secundaria. Más estudiantes como él, pronto aparecieron frente a su escenario. Ocupándolo sin mucho esfuerzo. La tranquilidad que lo rodeaba, se vio interrumpida por la rudeza inadvertida de un brazo anclándose a su cuello.
Tosiendo, viró su rostro y con ojos entrecerrados, miró a su amigo.
—¿Quieres matarme?— preguntó con arrugas asomándose en su frente.
Riendo, MinGi frotó sus cabezas—. No te enojes ni exageres, no fui tan brusco.— replicó con calma, el matiz alegre aún decorando el timbre de su voz—. Te vi y me acerqué a saludar. Hola, ¿trajiste mi libro?
Con su expresión cambiando a una plana, YunHo se dijo que proferir una queja no lo llevaría a ningún lado. Por lo que resoplando con exagerada sonoridad, se empujó fuera del agarre de su rubio amigo.
—Sí, lo traje.— respondió con falsa exasperación—. No te preocupes.
Palmeando su espalda una sola vez y con vehemencia innecesaria, MinGi le mostró una gran sonrisa. Complacido. A la par que levantaba su pulgar mientras se le adelantaba en las escaleras.
Su ladeada sonrisa pasó a segundo plano cuando comenzó a subir los primeros escalones.
—¿Por qué nuestra clase está en el tercer piso?— farfulló el más alto de ambos, en un quejido lastimero. Encorvando su postura para aseverar su descontento teatral.
Volteándose a verlo, MinGi enarcó una ceja—. Peor sería si estuviera en el cuarto.— replicó con lo que podía decirse, era neutralidad. Encogiéndose de hombros ante la realidad compartida y lo poco que ésta le importaba—. Pero aún así, ¿no estás en el club de deportes?, son sólo cuarenta escalones.
«¿Y eso no es nada?», YunHo miró con grandes ojos a su amigo. Expresando con ellos, su pensamiento no dicho.
Eran veinte escalones para llegar al segundo piso, y luego tenían que subir veinte escalones más para llegar a su salón. Para él era bastante. Más cuando el tiempo solía jugarle en contra.
Terminar el año con agitaciones innecesarias, no es a lo que aspiraba. En lo absoluto.
—Este año no estoy en ninguno.— informó, corrigiendo al contrario cuando finalmente llegaron al segundo piso. Exhalando con profundidad.
—¿No estabas en el club de baloncesto?— inquirió con asombro genuino, deteniéndose para hacerle compañía.
—Lo estaba en los años anteriores, pero me aburrí y pedí mi salida.
Asintiendo de manera fugaz, MinGi dejó escapar una corta exclamación. Comprendiendo a su amigo.
—Y sabiendo eso, tu condición física debería poder soportarlo.— anunció sin más, girándose para retomar su andar.
«Este bastardo», pensó ante su indiferencia.
—¿Y cómo es que alguien como tú, miembro del club de lectura, no le afecta esto?
—Creo que cuatro meses, es tiempo suficiente para acostumbrarse a la rutina.— saludando a un par de compañeros que pasaban por su lado, el moreno de hebras rubias se volteó a verle—. Y no soy tan flojo, ¿sabes?— agregó con simpleza.
—No es lo que yo recuerdo.— farfulló por lo bajo, casi entre dientes. Decidiéndose por cambiar el tópico—. Y entonces, ¿por qué el club de lectura?— preguntó—, parecías cómodo sin estar en ninguno.
La mayoría de clubes no eran obligatorios, por lo que muchos se excluían de inscribirse a ellos. Decididos a usar ese tiempo para estudiar. Ya que la función de un club era básica, constando de: mantener en actividad a los alumnos y de otorgarles puntos extras. Aunque no fueran muchos, servían.
Y su amigo nunca mostró interés en conformar alguno. Sin importar cuánto se esforzara por obtener buenas notas.
Con una amplia zancada, MinGi subió de manera limpia cuatro escalones, marcando una clara diferencia entre ambos. En sus gruesos labios descansaba una sonrisa sugerente.
—Es un secreto.— pronunció con su índice permaneciendo cerca de su boca.
Acabando con su bebida, YunHo notó que no importaba cuántas preguntas quisiera formular, MinGi no le daría ninguna respuesta relevante. Ni siquiera una útil. Esa actitud juguetona cargada de misticismo sosegado se lo evidenciaba a la perfección.
Con tantos años de amistad lo aprendió.
Y llegando finalmente a su salón, SeongHwa los recibió con un afable "buenos días". Estando en su asiento, primero que ellos. Las ventajas de vivir en áreas cercanas, se dijo. Sonriéndole de regreso mientras iba a su asiento.
Casi todos estaban allí y faltaban tan sólo tres minutos para que la campana sonara.
✦• ───── ✾ ───── •✧
Para cuando la clase de educación física llegó, todos estaban más animados. Por obvias razones. Faltaban veinte minutos para que se hicieran las dos de la tarde, momento en el que iniciaría su tercer y más largo receso.
Luego de que todos terminaran de calentar y estirar sus músculos de manera correcta, el profesor había hecho sonar su silbato en señal de que se acercaran donde él estaba.
—Se dividirán en dos filas y practicarán pases de voleibol, diferentes estilos.— anunció con voz clara, la impersonalidad destacando en sus palabras—. Para cuando haga sonar mi silbato, cambiarán de compañero. Adelante.
Y sin más demoras, todos obedecieron. Formando dos filas pares. El silbato sonó y empezaron con la segunda actividad de la jornada. El hombre observándolos con atención y señalando pequeños detalles a corregir de algunos. Pocos se hallaban conversando entre sí, al profesor no es una actitud que le molestara. Siempre y cuando hicieran las actividades de manera apropiada.
Los primeros dos minutos, fueron amenos. El silbato sonó varias veces y a YunHo finalmente le tocó con uno de sus amigos.
—¿Sabes por qué MinGi está tan emocionado?
Fue lo primero que SeongHwa dijo, sin verle. Lógicamente, ninguno quería recibir un golpe del balón por distraerse.
—¿Lo está?— murmuró en respuesta. Con total sinceridad, no había notado que su amigo desbordara más energía de la usual.
—Siento que sonríe más.
Cuando el balón estuvo en sus manos, se detuvo. Buscando entre sus compañeros al rubio en cuestión, hallándolo a cuatro personas de su posición. Conversando con WooMin. No tenía idea de qué, obviamente pero por cómo su expresión estaba suavizada, no debía ser de nada muy complejo.
El silbato sonó otra vez y más de uno se sobresaltó, él incluido.
—Cambien.— dijo el hombre—. Jeong YunHo— llamó con neutralidad—, no te distraigas.
—Sí, lo siento.
—Atrapado.— susurró SeongHwa, riéndose de él mientras se movía de posición.
El alto de hebras claras no se molestó en replicarle con alguna maldición, era innecesario y el profesor estaba cerca de ellos, podía escucharlo. Así que se conformó con rodarle los ojos de manera exagerada, para luego enfocar su atención en su nueva pareja.
«Oh».
—Otra vez compañeros.— farfulló YunHo con afabilidad.
YeoSang correspondió a su mirada de forma fugaz y en respuesta a su señalamiento obvio, asintió. En una acción rápida y a su misma vez corta.
Comportamiento que hizo para YunHo difícil el decir algo más. Ya que no tenía idea de si recibiría alguna respuesta verbal o no.
Interactuar con alguien no siempre era sencillo o siquiera fluido.
Y sabiendo eso, se dijo que mejor se enfocaba en realizar la actividad en silencio. De esa manera ninguno se incomodaría. Aparte de ideal, sería lo mejor para ambos.
—De acuerdo— exclamó el hombre con suficiente volumen como para que todos le presten atención—, ahora estiren con sus compañeros. Dos minutos, y cuando terminen den veinte vueltas al gimnasio.
Entregando el balón al profesor, tanto YunHo como YeoSang compartieron miradas. La duda nerviosa y le incomodidad proviniendo de ambos cuerpos.
—¿Quieres ir tú primero?— musitó el pelinegro, su voz proyectándose baja. Insegura o quizás tímida.
Al ser los únicos sin haber empezado aún, YunHo se apresuró por tomar asiento en el suelo.
No se les había indicado qué ejercicios hacer, sólo se les ordenó que estiraran. Por lo que todos estaban haciendo lo indicado por cuenta propia.
—Voy a empujar tu espalda, dime si es demasiado.
—Adelante.
Asegurándose de separar bien sus piernas, YunHo se inclinó cuánto pudo al mismo tiempo que YeoSang colocaba sus manos en la parte superior de su espalda y una vez listo, empujó. La desconfianza siendo evidente en la poca presión que ejerció.
Enderezándose el chico de hebras melocotón dijo—. Está bien si eres un poco más confiado.
—Ah... okay. Lo tengo.
Sus palabras fueron atropelladas pero a pesar de eso, fue más vehemente. Haciendo que sus músculos se tensen lo justo. La expresión de YunHo se contrajo cuando la sensación se tornó sentida pero mantuvo la posición por varios segundos.
Y de esa manera continuaron por varios ejercicios más. Ayudando al otro.
Hasta que, como el resto, terminaron sentados cara a cara. Sus miradas rehuyeron de enfrentarse y pronunciando una risa nerviosa, YunHo tomó la iniciativa de extender sus manos hacia YeoSang. Quien las sostuvo de forma endeble.
Estirar de esa forma dolió, pero para suerte de ambos no estuvieron ni cuarenta segundos así cuando el silbato resonó para todos. Y sin recibir indicaciones, se levantaron y se pusieron a dar las veinte vueltas al gimnasio antes mencionadas.
✦• ───── ✾ ───── •✧
Ya eran nueve y veinte para cuando YunHo se halló en la parada a unos metros de su secundaria, MinGi se había marchado hacía un par de minutos mientras que SeongHwa hacía horas. La oscuridad era la justa para ser finales de primavera.
Sacudiendo su pierna al ritmo de la música que se reproducía en sus oídos, sus ojos se mantuvieron fijos en la calle ante él y a menos de un metro de distancia. La cantidad de autos que pasaban por segundo era impresionante. En su mente pensó que, muchos de ellos debían estar siendo conducidos por personas que salían de sus trabajos. Cualquiera fueran.
Por el rabillo de su ojo derecho pudo divisar como anticipar, el acercarse de varias personas, por lo que sus intenciones por murmurar la canción que escuchaba, se menguaron. No tenía tanta confianza como para sólo hacerlo.
Más personas llegaron pero sólo dos tomaron asiento en la banca que él ocupaba. Todos estudiantes, observó. Y no de su misma secundaria.
Levantándose, tomó distancia de la pequeña aglomeración allí formada. Su trasero se estaba adormeciendo y según el letrero de la parada, no faltaba mucho para que su autobús llegara. Disculpándose con quienes estaban allí, terminó a unos pasos de YeoSang sin planearlo.
El chico aguardaba por el transporte como todos, sin ver su móvil ni portar auriculares. Lucía tranquilo, ciertamente imperturbable allí parado.
YunHo no esperaba cruzar palabras con él, pero al estarlo mirando con tanta notoriedad, terminó consiguiendo una respuesta de su parte. La cual no fue verbal, sino que YeoSang le miró de regreso.
Su rostro estaba algo inclinado y a pesar de la poca expresividad en sus facciones, sus ojos eran lo suficientemente inquisitivos que lo compensaban. Y apenado, YunHo sacudió su diestra casi de inmediato. Negando con efusión desbordante.
—No era mi intención.— masculló con cierta torpeza. Su mano izquierda ascendiendo hasta cubrir sus labios. Su bochorno estaba incrementado, haciendo a sus mejillas arder—. Yo sólo me quedé viendo más de lo debido... lo siento.
Apretando sus labios, el pelinegro intentó sonreírle—. Está bien, ¿querías preguntar algo?
YunHo enmudeció. No había nada que quisiera preguntar honestamente. Nada relevante. Ni siquiera tenía algo para decir. Y la sensación caliente en su rostro, llegó a un punto donde era difícil de ignorar.
—Hola.— susurró justo cuando el autobús llegó.
Asombrado, YeoSang parpadeó un par de cortas veces. Y tras dejar ir un suspiro, sus labios se curvaron con mayor naturalidad. Brindando un gesto más sincero que el anterior.
—Hola.
Carraspeando, se pronunció vacilante—. ¿Cómo te fue allí dentro?— murmuró, meneando su cabeza en dirección del edificio dejado atrás—. En las clases de auto-estudio.
Ladeando más su rostro YeoSang musitó—. Sin muchas complicaciones. Aunque la tarea de inglés fue bastante.
—¿Usaste el tiempo para hacerla?
El asombro no era sólo palpable en su exclamación, sino que en su mirada también. Sus ojos se habían abierto con mayor ímpetu.
—Claro, ¿tú no?
Caminando a la par hacia el transporte aún estacionado, YunHo negó con suavidad. Parte del tiempo se la pasó prestando atención a las canciones que escuchaba y para cuando recién una hora transcurrió, hizo su tarea de literatura. Nada más.
—No tengo mis prioridades bien establecidas todavía.— respondió en una evasiva que intentaba justificar su comportamiento poco honrado.
Sonriendo con mayor confianza YeoSang le dijo—. Creo que va siendo hora.
Para cuando subieron, cada uno tomó asiento donde usualmente lo hacían. Separados y ajenos del otro. Para cuando llegó a su casa, YunHo habló con mayor entusiasmo de su día.
✾
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro