Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

❈•≪02. Primeras interacciones≫•❈

Girando sobre sí mismo, la inconsciente figura dejó escapar un quejido. Arrugando su entrecejo, intentó hundir aún más su cabeza al punto de querer traspasar esa cómoda superficie que lo sostenía. Desesperado por mantenerse entre la cálida neblina del sueño.

Pero el ruido del exterior lo hacía difícil y si bien no era estruendoso, la forma consecutiva con la cual se repetía lo hacía complicado de ignorar.

Harto, YunHo abrió sus ojos y se enderezó sobre su cama. Su habitación no se encontraba para nada iluminada pero aún así, le costó mantener sus ojos enfocados con propiedad. Y tras restregar el dorso de una de sus manos por éstos, se dignó a ir en busca de aquello que tanto alboroto estaba causando. Dando con su celular y su pospuesta alarma.

Su mente recién despierta, se sintió por un momento desorientada. Confundida con la situación y para cuando sus funciones comenzaron a activarse. Su estado sosegado rápidamente cambió, alterándose. A las prisas salió fuera de su cama y cogió su uniforme de la silla en la cual reposaba. A tropezones se deshizo de su pijama para colocárselo y aunque por esa razón tardó más, no le quedó de otra. Iba tarde a clases.

O sus primeras dos alarmas no sonaron o él realmente no las escuchó. Cualquiera fuera la razón, ya no importaba. Iba tarde por casi diez minutos.

Ingresando al baño, acomodó su cabellera lo mejor que pudo y con las mismas prisas, se encargó de lavar sus dientes. Para el final, tirar un poco de agua sobre su rostro todavía hinchado. Considerando que eso era mejor que tardar menos de un minuto lavándolo. Ya que ni siquiera se lo secó.

Y asegurándose de tomar su celular, se colgó su mochila al hombro y finalmente abandonó su habitación. En cinco zancadas, acabó en la sala. Sin ver a sus padres por ningún lado siguió de largo, sentándose con cierta brusquedad en el escalón de la entrada para colocarse sus zapatillas. Y con ese pequeño detalle solucionado, se dispuso a correr.

Esperar por el transporte no le tomaría más de dos minutos, tal vez. Cinco si no tenía mucha suerte. Pero queriendo ahorrar el mayor tiempo posible, siguió con su pensamiento de que corriendo, tardaría menos. Además de que, se convenció de tener cierta ventaja al no tener que hacer paradas obligatorias para recoger a otras personas. Asimismo, siempre podía correr más rápido cuando el semáforo se hallaba en amarillo. O eso se dijo.

Para cuando su reloj marcó 8:37, se encontró frente a la puerta de su salón. Su respiración era pesada y le estaba costando recuperar el aliento. Teniendo en cuenta los factores de que no vivía cerca, había tenido que esquivar varias personas y subir dos pisos completos para llegar hasta su destino, era comprensible que su estado fuera ese.

Pero con total franqueza, el esfuerzo no le había servido de nada porque su profesora se hallaba saliendo en ese instante, la campana resonando por toda la longitud de su secundaria y anunciándole así, que en efecto, no asistió a su primera clase.

Elevando una ceja, la mujer pareció asombrada de verlo. Y en semejante estado.

—Debería de beber algo, joven Jeong. Antes de que su siguiente clase empiece.

Farfullando una disculpa atropellada y realizando una reverencia, se hizo a un lado. Dándole pase a la mujer. Y con su rostro caliente por la pena, se acercó a su asiento. Ocupándolo con cierta desfachatez.

En comparación a sus compañeros adormilados, él no sólo lucía despabilado sino que también con más energía de la que alguien podría tener tan temprano en la mañana.

—Creímos que no vendrías.

Con su respiración ahora regulada, YunHo levantó su cabeza. Sus amigos se encontraban viéndole con expresiones divertidas.

—Sí, yo también lo creí así.— admitió en un suspiro, ignorando el hecho de estar siendo burlado.

Curvando sus labios con afabilidad, SeongHwa estiró su brazo y palmeo su hombro derecho. En un gesto amistoso.

—Lo bueno es que conseguiste llegar a tiempo para la clase del profesor Roh.

—Ni me lo recuerdes.

Pasando ambas manos por su rostro, YunHo exageró su inexistente congoja. El profesor de historia coreana, no era mal profesor. Al contrario, era bueno enseñando y llevando a cabo su rol. El único inconveniente era su severidad al momento de hacerlo. Aparte de su exigente estándar para todos ellos.

En aspectos generales las clases eran difíciles, pero las de él, escalaban tres escalones más. Y hasta ahora, no conocía un alumno que se la pasara bien en sus dos horas.

Y para cuando el reloj marcó con exactitud: 8:45, el hombre se hizo presente. Expresando un monótono buenos días al mismo tiempo que repasaba el salón entero con sus ojos ocultos tras unas gafas. En una fracción de segundo, todos se hallaron levantándose de sus asientos y realizando una educada reverencia. Pronunciando al unísono, un saludo en respuesta.

Para cuando tuvieron permiso de tomar asiento otra vez, los ruidos de las mochilas abriéndose resonaron mientras el adulto encargado de dictarles clase, comenzaba a pasar asistencia. Nadie habló o dijo algo más que "presente". A sabiendas de que, aparte de ser grosero al hombro no le gustaba.

—De acuerdo, el día de hoy y antes de que su primera evaluación llegue, decidí organizarlos para un trabajo en pares.— anunció el profesor de gafas, tomándose el tiempo de ver a cada uno de sus alumnos a los ojos—. Como sabrán, mi criterio de evaluación se basa en sus participaciones orales. No sobre cuánto puedan memorizar.— agregó, un tono serio y sin ninguna peculiar emoción resaltando—. Les daré una hora para que preparen una corta presentación sobre la invasión de Japón. 

Tan pronto la asignación del día fue anunciada, más de uno contuvo la respiración. YunHo incluido. Era un tema que ya habían trabajado, no sólo con ese hombre y hace casi dos meses. Sino que años anteriores también, por lo que debería ser para todos, fácil.

Después de todo, había sido un suceso histórico que marcó a su sociedad en muchos aspectos.

Pero ese hombre siempre les hacía lo mismo, seleccionando temas "fáciles" para presentaciones sin previo aviso, sabiendo que más de uno fallaría o sería poco decente al momento de exponer.

No es que fueran malos estudiantes, que en parte podrían serlo. Pero con toda la información que recibían día con día, por más de once horas, sus mentes se encargaban de almacenar datos específicos o muy superficiales. A veces los necesarios para salir de un aprieto cuando eran llamados a responder una pregunta X. Cualquiera sea.

—Como también sabrán, yo les diré con quiénes tomar asiento así que pueden recoger sus cosas.

Y sin más demoras, el adulto empezó a leer nombres de una lista que, como se esperaba de él, había preparado con anterioridad. Resignando así, las posiciones de sus estudiantes por esas dos horas.

Ingenuamente y durante ese proceso, YunHo esperó que al menos, le tocara con uno de sus amigos. Él prefería realizar esos trabajos con ellos porque si le iba a ir mal, al menos sería en confianza. Pero a medida que éstos fueron reasignados antes que él, su pensamiento se redujo a que al menos, le asignaran un compañero con el que haya tratado antes.

Para que así, la incomodidad inicial que solía existir en esas situaciones, no se entrometiera entre ellos e hiciera de su trabajo uno torpe.

«Por favor, por favor, por favor».

—Jeong YunHo— el hombre lo miró y sin más, el aludido se levantó. Aguardando por sus palabras—, siéntate con Kang YeoSang.

Descolocado y ciertamente dubitativo de a quién se refería, dio un par de pasos. En su clase habían dos Kang únicamente. Él sabía eso. Pero sólo cruzó palabras y algunas vagas interacciones con quien tenía por nombre: WooMin. Y ante lo evidente que su confusión era, el hombre suspiró y sin mediar palabras, señaló a su compañero. Para luego proseguir con las asignaciones restantes.

Ocupando el asiento disponible, YunHo inhaló con profundidad. Un tanto nervioso y ciertamente incómodo. Los trabajos en conjunto no eran sus favoritos. Pero no había nada que pudiera hacer para evitarlos.

«Cómo sea, serán sólo dos horas. A darle», se dijo para sí, alentándose como uno de sus amigos solía hacerlo.

Carraspeando, se volteó hacia el chico a su lado. Tenían una hora para realizar un trabajo medianamente decente por lo que debían empezar ya si querían conseguirlo.

Y en escasos segundos después de su ejecutada acción, el pelinegro a su lado alzó la mirada, ladeando el rostro en su dirección. Viéndole con una expresión sosegada pero increíblemente plana.

—Soy YunHo.

El alto podía ser alguien bastante enérgico y sin muchas complicaciones en su día a día, referente a lo social, claro. Pero en verdad, con personas nuevas tendía a comportarse de manera nerviosa. Por no decir también torpe.

Y apenas unos centímetros, vio cómo la ceja izquierda de su contraparte se elevaba. Sorprendido porque se presentara, quizás.

—Lo sé, el profesor lo dijo.— expresó, su voz siendo tranquila pero destacando en ella, un atisbo de impersonalidad genuina—. YeoSang.

Tal vez su incomodidad y falta de respuesta fue la justa, como para obligar al chico a decir su nombre también. Aunque fuera innecesario.

—Sí, sí... eh, ¿deberíamos comenzar?

YeoSang asintió, procediendo a colocar su cuaderno en el medio del asiento compartido. Tomando un lápiz para luego, volver a verle.

—¿Qué prefieres hacer?— le preguntó—. La invasión Japonesa es un tema demasiado amplio y sólo tenemos menos de una hora, ir por lo seguro no nos brindará una buena nota e ir por lo momentos cruciales tampoco. Ya que no podemos usar libros y no es algo que recuerde a la perfección.

Y allí estaba a lo que YunHo se refería con severidad. Limitando sus recursos: nada de libros, hurgar en sus cuadernos por datos y ni hablar de sus dispositivos tecnológicos. No podían usar nada de eso.

Ese profesor como algunos otros, se encargaban de que ellos realmente aprendieran.

—¿Y si nos enfocamos en las consecuencias que nos trajo el tratado de puertas abiertas?

Con ambas cejas elevándose, el chico pareció sorprendido—. ¿Desde el punto económico?

—Y del social también estaría bien. Nos daría más puntos, creo.

Con una expresión resuelta, las facciones del pelinegro dieron la impresión de parecer más animadas, pero ante la falta de sonrisa decorando sus labios, no estaba seguro.

—¿Queriendo apelar a sus sentimientos?

—Puede funcionar.

YeoSang asintió, pero no dijo más y tras discutir sobre el si hacer un resumen o esquema, ambos se dispusieron a trabajar en ello en sus respectivos cuadernos. Aunque les fuera mal, tener la información les beneficiaría.

✦• ───── ✾ ───── •✧

«Finalmente».

Desplomándose sobre la superficie de su escritorio, YunHo exhaló con profundidad. Sus brazos estirados, llegando a tocar la espalda de su amigo.

—¿Exhausto?— preguntó el pelirrojo, con humor en su voz.

—Como no tienes idea. Incluso MinGi está durmiendo.

Y eso era verdad, el amigo de ambos yacía dormido sobre su escritorio, en una posición aparentemente cómoda y con los brazos cruzados para amortiguar su cabeza. Eran 10:05, el inicio de su primer receso. Y como el rubio, varios chicos más se hallaban igual. Durmiendo.

Un escenario bastante usual a esas horas.

En esos diez minutos de receso, era muy extraño ver a alguien salir en lugar de sólo aprovechar y dormir.

—No es bueno madrugando y no le fue muy bien tampoco.

De los tres, MinGi era a quien más le costaba despertar por las mañanas. Su celular tenía seis alarmas, a veces incluso le pedía a su madre que lo llamara. Pero una vez lo hacía y superaba esa etapa inicial de adormecimiento en su sistema, su ánimo era exuberante.

Pero el día de hoy, ese no era el caso. La clase de historia coreana aparte de exigente y compleja, era también desalentadora. Y en la evaluación que tuvieron, todos terminaron exhaustos.

MinGi y su compañera tuvieron una calificación de 5. Bastante baja. En cambio SeongHwa y WooMin tuvieron una calificación de 6, no era mala pero tampoco la mejor. Y él con YeoSang consiguieron también un mediocre 5. Y a pesar del panorama desastroso, el resto de evaluados obtuvieron notas similares o menores, como un 4 o un 3 podrían serlo. Y entre ellas, sólo dos 8 resaltaron.

De 30 alumnos, ninguno consiguió llegar al 10. Nota perfecta y máxima. Lo que hizo del ambiente uno caído.

—Dicen que es mejor tener una nota a no tener ninguna.— replicó por lo bajo, sin tener mucha idea de qué contestar.

—Tal vez.

Viendo al pelirrojo sonreír, YunHo cerró sus ojos. Disfrutando de ese momentáneo silencio. Y para cuando la campana se hizo escuchar por los cuatro pisos que componían su secundaria, algunos pequeños quejidos fueron expresados por sus compañeros. Al mismo tiempo que, aquellos que dormían empezaban a despertarse.

Las siguientes clases fueron más ligeras, dentro de lo que podían serlo. Y a medida que las horas pasaban, todos empezaban a ponerse en sintonía. Participando con mayor regularidad y perdiendo esos rastros de cansancio en sus facciones.

Y para cuando el reloj anunció, 19:45 de la tarde. Pocos se hallaron festejando por su partida a casa, SeongHwa siendo uno de ellos.

—¿En serio seguirán asistiendo a clases de auto-estudio?— preguntó Park, con sus pertenencias guardadas. Su expresión aún manteniendo cierto atisbo de incredulidad.

—A mí no me vienen mal así que sí.— respondió MinGi, seguro y sin ver a ninguno de sus amigos. Su atención enfocada en su mochila, buscando por sus libros—. ¿No lo había dicho ya?

—Quiero asegurarme.— replicó el pelirrojo, virando hacia YunHo—. ¿Qué hay de ti?

—Aún no lo sé.— musitó el alto de cabellos claros, descuidando su postura—. Si veo que es demasiado le diré a mis padres para que me excusen.— agregó tras encogerse de hombros—. Pero si MinGi puede, yo también.

El mencionado rubio volteó, con sus ojos entrecerrados le dedicó una mala mirada para luego hacer el amago de querer golpearlo con su libro de matemáticas. Ocasionando que el par contrario, riera.

—Sólo porque dos asientos nos separan, están a salvo.— pronunció, dándoles la espalda y procediendo a abrir su libro—. Idiotas.

Colgándose su mochila al hombro, SeongHwa rió por segunda vez. Divertido—. No te lo tomes en serio, sabemos que lo necesitas.

—Sólo piérdete, imbécil. No soy yo quien sacó cuatro en economía.

—Me largo.— anunció el atacado, verificando la hora en su móvil—. Buena suerte, chicos.

Y sin más, SeongHwa se fue. Con su partida, la cantidad de alumnos allí dentro se redujo a quince. Nueve chicas y seis chicos que pasarían dos horas estudiando por cuenta propia o realizando la tarea que se les fue dejada para eliminar carga al momento de llegar a sus casas.

Esa era la función de las clases de auto-estudio.

Y tras corroborar que apenas habían trascurrido cuatro minutos, se dispuso a imitar a su amigo. Sacando él su libro de inglés, dispuesto a finalizar con su tarea.

Colocándose sus auriculares, YunHo se aseguró de bajarle el volumen a su móvil y seleccionando la misma balada de siempre, el silencio exterior se vio rápidamente llenado. Satisfecho con esto, se puso en marcha.

✦• ───── ✾ ───── •✧

Dejando escapar un pronunciado bostezo, YunHo soltó su lápiz y levantando sus brazos por sobre su cabeza, estiró sus músculos. Las dos horas ya habían pasado. Y como el resto, se dispuso a recoger sus cosas.

No había necesidad de girar su rostro hacia las ventanas para saber que la noche ya se había acentuado fuera. Eran poco más de las nueve, el sol hacía tiempo se ocultó y tiñó el cielo de un oscuro manto.

—No sé cómo puedes soportar esto.

Colgándose a la espalda de su amigo, YunHo simuló pequeños quejidos. Obteniendo de MinGi un resoplido.

—Sólo lo hago, no es tan difícil una vez te acostumbras.— respondió con sencillez, frunciendo su ceño sin ser visto—. Oye, me estás ahorcando.— anunció entre dientes.

Rodando sus ojos, el chico de cabello melocotón, quitó sus brazos entorno al cuello contrario. Enderezando su postura y caminando por su propio pie.

—¿Tus padres vendrán por ti?

—Sí, mi madre.— MinGi asintió cortamente y apartó la mirada de su móvil para verlo, una de sus cejas en alto—. ¿No quieres que te llevemos?

YunHo se halló dispuesto a aceptar, agradecido con el ofrecimiento. Eran nueve y media, si su transporte no estaba próximo a pasar, ya lo había hecho. De ser así, tendría que esperar hasta nueve y cuarenta y cinco para que otro apareciera. Lo que significaba, que estaría llegando a su casa alrededor de diez y cuarto. O y veinte si habían muchos pasajeros.

Pero al recordar el pequeño detalle de que ambos vivían en direcciones opuestas, su ferviente exclamación se disolvió a mitad de camino. No podía hacer que la madre de su amigo manejara innecesariamente hasta su casa para luego tener que volver para irse a la propia.

Era demasiado tarde de su parte y una atribución que, sin importar cuántos años se conocieran, no podía tomarse.

—No, estaré bien. No te preocupes.— sonriendo, palmeó la espalda de su amigo—. Dile que dije hola.

—Seguro, le digo.

—Nos vemos.

Llevando sus dedos índice y corazón hasta su sien derecha, YunHo despidió a su amigo una vez cruzaron el enverjado. Su tranquila caminata hacia su parada no duró mucho, a la distancia podía ver como su transporte se encontraba estacionado, aguardando por que tres personas con su mismo uniforme subieran.

«Rayos».

Pasando de caminar a correr en una fracción de segundo, gritó para que el conductor esperara por él. Y no sabe si sus largas piernas o sus alaridos desesperados le ayudaron, pero el hombre adulto visualizó su figura a través del cristal y cuando se hallaba a menos de tres metros.

—Gra...Gracias.

Agitado por segunda vez en el mismo día, YunHo consiguió llegar. Avergonzado, subió y tras pagar por su boleto, se encaminó con prisa hacia el fondo. Ocupando un asiento vacío. No habían muchas personas, lo que era bueno. Pero eso no aligeraba su bochorno por haber llamado la atención de esa forma.

Haciendo su cabeza hacia atrás, cerró sus ojos un momento y en simultaneo, cogió una profunda respiración. Cuando el autobús se detuvo en la siguiente parada, más chicos subieron. Cinco siendo de diferentes secundarias entre sí y sólo uno, vistiendo su mismo uniforme.

Divisando cómo ocupaba uno de los primeros y últimos asientos disponibles, el reconocimiento ocasionó que una ligera observación encerrada en una incógnita repentina llegara a su mente: «¿Así que toma la misma línea que yo?».

Tan repentino pensamiento vino acompañado de la cualidad de fugaz, por lo que, cuando se bajó del transporte. No reparó más en su existencia y se dedicó a caminar hacia su casa, ansiando llegar para poder tomar una ducha y dormir. Ignorando que aún tenía tarea que terminar.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro