Ahora si puedo decir que me doy la gran vida.

Llegar como toda una reina en un carro rojo del año a todas las grandes fiestas de la ciudad, sobre todo cuando paso por la alfombra roja del brazo de mi apuesto novio, es sumamente fascinante.

Es hermoso cuando todos esos flashe's te apagan las luces de los ojos pero aun así salgo hermosa en todas las revistas de Japón, soy la envidia de las demás cuando voy a ver las peleas de mi novio al octágono. Todas me miran con esos ojos que matarían a cualquiera pero yo soy sonrío de lado para mi novio y muevo el cabello como la diva que soy.

Los hombres siempre detrás de mí, me halagan, me dicen de cosas que muchas veces son molestas pero los soporto.

La moda, soy amante de ésta desde que soy parte de la vida de Kurota, no existe un diseñador famoso al cual no le haya comprado su mejor atuendo. Gastar, glamour, sonreír, son una de las mejores cosas que me pasó en la vida, soy una princesa... Y las princesas no trabajan.

Vivo rodeada de lujos, joyas, el mejor apartamento de toda la ciudad, un novio que me consiente y con el cual tengo el mejor sexo del mundo, sobre todo cuando gana una pelea. El sentirme presa por sus musculosos y fuertes brazos es algo que me enloquece.

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Domingo por la mañana, salía del baño con solo una toalla enrollada en mi perfecto y escultural cuerpo de reina, traía unas pequeñas bragas negras ajustadas a mi silueta, era lo único que llevaba puesto. Tiré a la cama la toalla que me estorbaba dejándome casi como Dios me trajo al mundo.

Busqué en mi armario un sostén que obviamente combinaría con mis bragas.

Luego de encontrarlo me coloque cerca del gran espejo que estaba cerca de una de las ventanas de la habitación. Aquel objeto dejaba ver mi cuerpo completo, no había un detalle que no faltara. Mi vida es perfecta.

Me acomodé la prenda y me quedé viendo unos segundos en el espejo, me sequé mi cabellera y lo dejé suelto.

-Soy hermosa... -susurré para mí misma besando mis dedos y luego pegándolos en mis mejillas, hice como unas tres veces la misma acción.

No sé porqué pero desvíe la mirada unos centímetros y desde el hotel que estaba enfrente a nuestra habitación había una ventana abierta. No volteé a ver para no parecer obvia, solo me limité a ver atreves del espejo.

La ventana abierta, un cuarto que claramente se miraba desordenado y oscuro. Cuando menos lo imaginé un chico se detuvo detrás de ésta, con lo que se veía estaba sin camisa, hizo algo con sus manos y luego mire que tenía unos binoculares en sus manos, los cuales los llevó a sus ojos y apuntó su mirada en dirección a donde estaba yo.

No podía seguir allí y rápidamente tomé mi toalla y la coloqué alrededor de mi cuerpo, tomé mi ropa y me fui a vestir al baño asustada.

-Tengo un acosador... En la ventana frente a mi casa...

Me siento... ¿amada?¿acosada?... Se siente raro pero a la vez bello.

Daba pequeños saltos de felicidad en el baño, esto es raro pero a la vez tengo que tenerle miedo a ese tipo, no sé quién es y tampoco sé que es lo que puede hacerme.

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Por la tarde bajé para ir a comprarme algunas cosas, para verme hermosa como siempre, glamurosa y envidiada por los y las demás.

Iba vestida como siempre, bella, el botones siempre que me miraba derramaba la baba por mí, era asqueroso y daba risa al mismo tiempo.

Caminaba mientras el sol y el viento impacataban contra mi perfecto rostro, llevaba la bolsa en mi mano derecha y en mi otra la mano llevaba un batido de fresa el cual disfrutaba debido a que hacía calor.

Escuché que algo sonó como si se hubiese quebrado detrás mío, volteé y lo poco que pude ver fue a alguien esconderse detrás de unas cajas que habían cerca de un lugar donde vendían frutas. Fruncí el ceño en señal de confusión, inmediatamente pensé que podría ser uno de los tantos seguidores de mi novio, seguí mi camino con normalidad.

Un tipo vestido de negro en sus totalidad se detuvo en frente mío, cogí el camino de la izquierda pero él hizo lo mismo, volteé al otro lado para seguir caminando pero de nuevo repitió la acción.

-Si quieres bailar, cerca de aquí está la discoteca, y créeme no quiero bailar hoy -le dije enojada y con las mejillas rojas del enojo.

-Bailarás conmigo alguna vez hermosa -me dijo el muy estúpido con una sonrisa y guiñando uno de sus ojos -¡Qué suerte tiene mi... Kurota! -mencionó siguiendo su camino dejándome a mí con duda en mi interior.

Por la noche llegué al apartamento donde estaba mi apuesto novio el cual como siempre me recibió con un beso ardiente y fogoso.

-Amor, habrá una fiesta este fin de semana, iremos sin duda, te presentaré a alguien especial, espero que te caiga bien -yo solo asentí y luego lo besé suavemente.

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-Mamá... ¿Ya no me quieres?...

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Continuará...