-¿Quién se supone que eres tú?

Era lo único que me importaba de aquella mujer con rasgos parecidos a los míos, con la pequeña excepción de que sus ojos no eran negros; eran fabulosamente azules.

-Nadie... No soy nadie especial -bajó la mirada y luego volvió a su mirada firme -pero me tomaré el atrevimiento de preguntarte algo -se acercó un poco, yo no me moví ni un centímetro -¿Por qué has regresado?¿Tienes todo con tu esposo no es así?

¿Qué se suponía que debía responderle? ¿Regresé para que Trunks me dé dinero y volverme a ir con mi esposo dejándolo a él y a su... Nuestro hijo solos, otra vez? No lo creo, hace falta sólo una mente estúpida para dejar pasar esa estupidez.

-No es algo que te importe -articulé después de unos segundos de su pregunta.

Me di la vuelta, no quería seguir platicando con aquella mujer. En primera: No tenía porqué responderle algo, ni siquiera la conocía. Y en segunda: no sabía qué responderle, pero siendo de la manera que fuere de mi boca no saldría ni una sola palabra respondiendo cualquier tipo de pregunta hecha por aquella pelinegra.

-Si en realidad fueras una mujer de verdad te darías cuenta que él no te merece y que jamás debiste reaparecer en su vida... -dijo mientras yo tomaba camino a casa, haciendo caso omiso a lo que dijo, la escuché, sí, pero hice parecer que no.

(•••)

Subía las escaleras con desesperación, un sentimiento en mi pecho que a decir verdad, ni yo misma sabía porqué se hallaba allí; pero eso no me detenía para seguir subiendo, no sabía a donde iba, porqué lo hacía, era como si mis pies tuvieran vida propia e hicieran los que se les dé la gana, yo era como un títere al que quien sabe qué o quién manipulaba.

Llegué a un lugar donde habían muchos espejos, otra mujer que no fuese yo, estaría encantada por ver su rostro en aquel montón de vidrios, pero yo, yo estaba aterrada. Dejé mi bolsa de mano en el suelo gris, a decir verdad todo en aquel lugar -enorme -era de ese mismo y lúgubre color. Me llevé un mechón de mi cabello hacia atrás de mi oreja, y despacio me acerqué a uno de los tantos grises espejos y me quedé embelesada viendo mi rostro... Era raro, sí, pero no podía dejar de hacerlo por más que quisiera; o más bien, que lo deseara.

Escuché un tenue sonido de tacones acercándose hasta donde yo estaba, voltee a ver quien era, pero su rostro no se daba, estaba detrás de una sombra que había por la luz que se colaba por los vidrios de una ventana gigante.

Otros pasos escuché venir ahora desde donde estaba la ventana, tampoco podía ver a quien pertenecían porque la luz de la enorme luna no dejaba que su rostro se mostrará de manera clara.

Ahora era detrás de mí, otro sonido de tacones se escuchó y con pavor voltee para divisar a la persona que estaba allí, detrás de mí, pero la sombra que estaba del otro lado no me dejaba ver. ¿Qué pasaba? Era como estar ciega, pero con ojos abiertos. No lo puedo soportar, quiero moverme pero no puedo, quiero gritar, pero mi voz simplemente se ha ido.

-¡Suéltame por favor...!

Escuché una voz en uno de los espejos, sin darme cuenta, las lágrimas salían de mis ojos, ¿Por qué lloraba? No sé. Sólo sabía que los gritos aquellos me provocaban dolor y desesperación a la misma vez. Me acerqué y me vi allí, yo, tirada en el suelo, llorando, desnuda....

-No... Esto no...

Fue lo que apenas salió de mis labios para luego tirarme de rodillas al suelo, me tapé el rostro con ambas manos y sin consolación lloraba ante los sollozos de mi pasado.

-La vida no vale la pena.

Ahora eran sollozos míos de niña, cuando estaba en aquel baño de la mansión Son, cuando intentaba con los vidrios de aquel espejo cortarme las venas para dejar de sufrir...

-¿Por qué no te quitas la vida de una sola vez?

-Vengan todos la nueva está llorando.

-Gohan debió adoptar a alguien mejor que tú...

-¡Te metiste con mi esposo estúpida!

-Gohan murió... Y es por tu culpa.

¿Por qué me pasaba esto? ¿Dónde estaba? ¿Qué es esto? ¡Dios... Si en verdad existes ayúdame!. Lloraba, golpeaba el piso y me despeinaba por la desesperación que recorría por mis venas.

-¡Vete de mi casa antes de que cometa una locura!

Las palabras de Trunks la ves no lo dejé por borracha, por buscar calentura en brazos de otro, por estúpida, por tonta, simplemente por interesada, ¿Ahora es cuando me arrepiento? Pues sí, es ahora. Para lo que no poesía respuesta era para el porqué. Quizás el volver a ver a Trunks me hizo recordar todo, a él, a Videl, a... Mi hijo.

-¿Mamá ya no me quieres?

La dulce vocecita de aquel niño de mis sueños hace un tiempo regresó, me hizo sentir aun peor cuando lo miraba llorando con la cara entre sus piernas.

El niño corrió hasta la persona que estaba entre la luz de la luna que pasaba por los vidrios de la ventana, dos brazos lo alzaron y lanzaron unas pequeñas sonrisas de alegría y felicidad, las dos mujeres se les unieron y se fueron así como llegaron, sin dar la cara, y sin decir nada.

Quería seguirlos para averiguar quienes eran, pero como antes, no podía moverme del lugar donde estaba, estaba tan débil como lo estaba después de la violación de aquel hombre rubio de ojos color de mar.

Cuando menos lo esperaba pero lo deseaba ¡BUM! desperté, sin emitir sonido alguno, sólo abrí mis ojos que estaban Igual que mis mejillas, mojados, mojados por las lágrimas amargas de mis recuerdos, mis peores recuerdos.

Cuando miré la hora supe que eran las 07:40 y como el sueño se había esfumado por aquellos recuerdos horribles convertidos en pesadillas, decidí ir a bañarme ya.

Kurota aun dormía, de manera silenciosa me vestí y salí de allí, me sentía acosada y decidí salir a tomar algo de aire fresco en algún lugar.

Estaba sentada frente a una heladería con el teléfono entre las manos, la verdad no sabía porqué lo tenía entre manos, si ni siquiera lo utilizo.

-¿Por qué tan sola Pan...? -se escuchó la voz de una mujer que hablaba a mi costado, de soslayo miré para ver de quien se trataba y me sorprendió ver lo que -valga la redundancia -vi.

Guardé silencio unos cuantos segundos, los segundos que la mujer aprovechó para sentarse a mi lado, pero luego hablé: -Aveces pienso que estoy sola siempre... -la miré directamente -¿Y tú qué haces aquí... Videl? -arquee una ceja dando el signo de duda.

-Me enteré hace poco que habías venido a la ciudad y... Me tomé el valor para hablar contigo... -llevó su mirada a la heladería, pero luego la regresó a mí -vengo a decirte que... Lo siento Pan, yo... Estoy arrepentida de todo lo que te hice en tu infancia, de como te traté y... Estoy consiente que quizás me digas que es muy tarde pero... Al menos estaré conciente que te pedí... -parecía que en verdad le costaba decir esa palabra -estaré conciente de que te pedí perdón... Yo la verdad lo siento Pan...

Estaba en estado de shock, impactada, completamente fuera de órbita, ¿La mujer que estaba enfrente de mí era realmente Videl Satán? No lo creía. Ella por su parte se levantó del asiento y se dispuso a ir, yo aún seguía en trance, pero unos segundos después la detuve:

-Videl... Espera... -la ojiazul volteo y yo me levanté y caminé hacia ella -te perdono Videl... También he cometido errores y sé lo qué se siente estar arrepentida... -e hice lo nunca se me pasó por la mente: la abracé, un abrazo que ella correspondió segundos después.

-¡Gracias...!

Mencionó Videl de manera casi inaudible, no respondí sólo me dediqué a seguir con el cariñoso abrazo, por primera vez, sentía lo que sentía una hija con el abrazo de su madre.

-¿Interrumpo algo?

La voz de una mujer nos separó. Era una rubia alta, con unos ojazos celestes muy hermosos. Me sonrojé un poco por la manera en que los encontró.

-Para nada... Pan -me miró - ella es Marron, mi sobrina -apuntó a la rubia -Marron ella es Pan... Mi hija... -me miró y la miré con ternura.

-¡Hola...!

Dije apenas.

-Oh... ¡Pero si que es guapa! -miró a Vi... A mi madre -¡Hola guapa!

Me abrazó con confianza y besó mis dos mejillas. No me importó eso, me apreció normal. Pero emití un quejido ahogado al sentir como me tocaba el trasero con su mano y se separaba con una sonrisa realmente traviesa, mientras yo, yo pues cambiaba de color a cada segundo...

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Continuará...