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No debió pasar.

—¿Es tu hermana? —pregunté —¿Desde cuándo tienes hermanas? —cuestioné de nuevo.

—Sí —afirmó —. Es mi hermana, Pan.

—¡Aaahhhh! —gritó emocionada, Bra.

—¿Qué te pasa? —preguntó el de cabello lavanda.

—¡No puedo creer que conocí a la ex, de mi hermano! —exclamó igual de emocionada que antes.

—Mejor me voy —fueron las últimas palabras mencionadas por Trunks.

Bra y yo nos quedamos confundidas por la repentina acción de él, pero luego de eso, la bella chica me jaló del brazo y me sentó en el mismo lugar donde estaba anteriormente.

—Cuéntame, Pan —inició ella —¿Qué ha sido de tu vida?

La verdad estaba muy confundida por la actitud de la hermana de Trunks, a decir verdad, me esperaba un golpiza de su parte, pues fui yo quien dejó a su hermano, dejé a su sobrino, mi hijo, mi pequeño y precioso hijo...

Hablamos por unos largos minutos, de cosas sin importancia, cosas triviales como por ejemplo a qué nos dedicábamos, o cosas simples, nada de llegar a temas personales, una de las cosas que me gusta de Bra, es que no le importa los problemas que tengo con Trunks, en eso no se mete, me comprende y la comprendo.

Era ya de madrugada, me tenía que ir a casa, me despedí de la chica de cabello extravagante y me dirigí a mi morada, pero antes de salir del lugar aquel me llamaron:

—¡Pan! —volteé para averiguar de quien se trataba, y era Marron. Me había olvidado completamente de ella —¿Pensabas dejarme sola? —cuestionó.

—Perdóname, Marron... —susurré mi disculpa —Mejor nos apresuramos.

—¡Esperen, esperen! —nos detuvo una tercera voz. Bra.

—¿Bra? ¿Qué se te ofrece? —le pregunté con duda.

—Bueno, mañana habrá una fiesta en mi casa, están ambas cordialmente invitadas —dijo emocionada.

—¡Gracias! Allí estaremos —siguió Marron y yo sólo sonreí. Luego de eso nos dirigimos a casa.

Pasó la parte de la noche que quedaba, llegó la mañana, desgraciadamente, pero para mí no fue una hora correcta para levantarme, pasé de paso hasta la tarde, deseaba que el tiempo no pasara para que yo pudiera seguir durmiendo, pero no fue así, era tiempo de arreglarme para la fiesta que dará Bra, en su casa.

Esta fiesta poseía tres partes buenas: la primera era que me divertiría, pasé mucho tiempo triste desde que Kurota murió, pero estar así por siempre no me traería nada bueno. La segunda era que me volvería a encontrar con Trunks, no es que sea una zorra, que apenas murió mi marido lo busco a él, pero siendo sincera conmigo mismo, lo extrañe todo el tiempo y volverlo a ver me hizo bastante bien. Y la tercera era que de nuevo tendría frente a mí a mi pequeño ángel, mi hijo, el hermoso niño en el que está convertido.

Mi madre no estaba, ni idea de donde estaría. Decidí irme sin siquiera comer, al fin y al cabo, iba para una fiesta, ¿Qué fiesta es esa donde no hay comida? No sé.

Marron llegó en un fabuloso deportivo de color amarillo, me hizo una mueca para que me subiera, y así lo hice. De camino a la mansión de Bra, ninguna de las dos habló nada, todo fue silencio, pero fue un silencio amistoso.

Llegamos, la primera en recibirnos fue Bra, amable como siempre, y nos invitó a pasar. Todo en la fiesta era muy animado, no era como un antro, pero era una fiesta, había que disfrutar.

Pasados los minutos, me dieron unas terribles ganas de orinar, me daba más que vergüenza pedirle a Bra que me prestara su baño, pero tenía que hacerlo, estaba a punto de que mi vejiga reventara y yo me hiciera aquí, frente a todos.

—Bra —la llamé —. ¿Me puedes prestar tu baño? —cuestioné con mis mejillas sonrojadas.

—Claro —respondió amable. Me indicó el camino para llegar al baño más cercano de la casa, y seguí sus indicaciones.

Mientras cursaba el gran pasillo, que supuestamente llevaba hasta el baño, escuché unos pequeños ruidos provenientes de una de las habitaciones aledañas. Me acerqué, despacio y haciendo el menor silencio posible, abrí la puerta, y me encontré con él, mi hijo, mi hermoso y bello, Vegeta.

—Vegeta... —susurré mientras me acercaba a el.

Estaba durmiendo, se veía aún más bello que cuando estaba despierto, parecía un ángel, el ángel más hermoso de todos los universos habidos y por haber.

Iba a tocarlo, acariciarlo, apartar el fino cabello que ahora caía sobre su delicado rostro. Pero una fría y gruesa mano me detuvo de hacer aquella acción.

—¿Qué estás haciendo? —me preguntó, más frío aún, que lo frío de su mano.

—Sólo quería... —pausé un instante para volver a verlo —Verlo —terminé. Y tú... ¿Me estabas siguiendo? —pregunté mientras me acercaba a él.

—Para nada —titubeó su frase mientras se alejaba de mí.

—Siento que me estás mintiendo —susurré con sensualidad.

En una escala de tiempo más que corta, me jaló del brazo con una fuerza casi mínima y me besó, le correspondí, obviamente no perdería la oportunidad de volver a saborear esos labios, los labios que alguna vez fueron sólo para mí, pero hoy estaban de vuelta otra vez, labios casi mágicos que hacían perderme en un vaivén de emociones, labios que me hacían sentir amada.

Esa noche la recuerdo bien, me llevó hasta su cuarto, estaba muy cerca de la habitación de nuestro hijo, e hicimos el amor, definitivamente, el amor. Mi cuerpo gritaba de pasión con sólo sentir su piel, fue espectacular, ¿Y como no? Era Trunks. Me devolvió el amor que no le di y que no me dio desde hace mucho tiempo.

Pero. Siempre hay un pero en todo. Este caso no fue la excepción.

Así como todo lo bueno se tiene que acabar y como todo lo que sube tiene que bajar. Aquello terminó de la misma manera que comenzó, repentina. Él se levantó como alma que llevaba el demonio, se puso sus pantalones y acomodó su camisa, se vistió casi completamente, mientras yo me quedaba con cara de confusión, aún desnuda entre sus sábanas.

—¿Qué pasa? —pregunté llamando su atención.

—De todo —susurró —. Esto no debió pasar, Pan —fue su sentencia. Dichas aquellas palabras se fue de la habitación sin hacer ningún ruido.

Me quedé peor que antes, más anonadada aún. Comencé a vestirme, mientras cogía mi ropa, miré que él había dejado algo, ¿Lo olvidó? Quizás, pero ahora su bóxer era mío. Descaradamente lo llevé a mis fosas nasales y inhalé su enriquecedor aroma.

Al fin y al cabo, sí fui la zorra que apenas murió su marido, buscó a otro que la sustentara, y al fin y al cabo, mis ganas de orinar se fueron por el caño.

—Te amo, Trunks... —susurré sosteniendo aún aquella prenda en mi nariz.

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Continuará...

¡Hola! ¿Cómo están?
Ya estoy de vuelta, ¿Si se fijaron que no hice Lemmon, no?
Pues es que ahora voy a la iglesia y no hago ni veo cochinadas. OKNO!
Es sólo que me he propuesto no hacer Lemmon en esta historia... Así que niñas guapas, a buscar Lemmon a otro lado que aquí no lo van a encontrar ╥﹏╥ –llora fideos –. Bueno, nos leemos de aquí a un añote, porque este chico que está aquí escribiendo, no actualiza nunca xD.
Ah... Se me olvidaba, les informo, que este pequeño Fanfic está llegando a su fin \('-')/ . Sí, lamentaré no volver a escribir más.  Peeero, veré como me las arreglo para que nos sigamos leyendo. Ahora sí guapuras de la vida, me despido. RECUERDEN:

No hay chicas feas, sino ,bellezas raras.

Amén.

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