•02•
HyungWon iba caminando, callado.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Chang pegándole en la espalda—. Estás como un zombi desde que salimos del estudio.
—Nada… Oye, tu profesor… Es raro. ¿No lo crees?
Chang frunció el ceño y se encogió de hombros.
—Es simpático. Un poco solitario, tal vez, pero es agradable. Y no es mucho más viejo que nosotros. Debe tener como 26 o 27 años. ¿Por qué? ¿Te dijo algo?
—No. By the way, tiene un trasero escandaloso.
Chang hizo una mueca asqueada.
—¿Por qué le mirabas el trasero a mi profesor?
—Estaba aburrido y ustedes estaban muy concentrados. Y bueno, el tipo se puso esos jeans que debió habérselos calzado con fórceps. Está buenísimo.
—Mantén tu bragueta lejos de él. Necesito aprobar este curso así que no hagas de las tuyas.
HyungWon alzó las manos e hizo un puchero con los labios.
—¿Es gay?
Chang suspiró resignado.
—No lo sé. Te daré su número si quieres. Pero prométeme que no harás lo mismo de siempre.
HyungWon detuvo el paso y se cruzó de brazos.
—¿Y qué es lo que hago siempre?
—Los metes en tu cama y luego los ghosteas.
Quiso protestar, pero su amigo tenía un punto. No era de estar en relaciones. A lo sumo podía acostarse con la misma persona un par de veces, pero nada duradero.
—En serio. Hoseok es un buen tipo, no quiero que termine como todas tus conquistas.
Entraron a la pizzería donde estaban esperándolos sus amigos.
—¿Creen que debería invitarlo a salir? —preguntó Nunu mientras se embutía un pedazo de pizza en la boca.
—¿A quién? —preguntó Chang mientras tomaba asiento.
—Al enano nerd de contabilidad —respondió otro muchacho.
HyungWon resopló y tomó una porción de pizza.
—Tienes que estar jodiendo —protestó—. Casi mato a ese idiota hoy.
Nunu rio y se lamió los labios.
—Pero no puedes negar que es lindo, raro, sí. Pero lindo.
—Yo entiendo que tengas tus fetiches, todos los tenemos, pero en serio, ese pitufo es insufrible. Está todo el día dando órdenes y pavoneándose como si hubiera ganado algún premio.
—Justo como me gustan. Pequeños y mandones.
—Estás loco. Ese cuatro ojos acabará contigo. Luego no digas que no te avisamos.
Dejó el plato a medio comer sobre la mesa y decidió darse un baño para sacarse la pereza que estaba consumiéndolo. No podía darse el lujo de dormir, debía terminar de preparar algunas cosas para el día siguiente y aún no había avanzado nada en los trabajos para la galería. Se vistió con un cómodo pantalón de algodón gris y una camiseta blanca ajustada. Revisó las pinturas para elegir cuáles irían a la muestra cuando su celular vibró sobre la mesa. Miró el reloj y frunció el ceño. No recibía muchas llamadas y mucho menos a las once de la noche.
—Diga…
—Hola, disculpe la hora… Verá, acá hay un muchacho que está muy ebrio y su número figuraba como profesor…
¿Y él qué tenía que ver en todo eso?
—No entiendo. ¿Cómo se llama el muchacho?
—No lo sé. Yo solo lo vi acostado en la acera. Y tenía el teléfono en la mano y su ventana de chat abierta… ¿puede venir por él? No sé dónde vive y no podría subirlo a un taxi…
Hoseok resopló y miró su mesa de trabajo. Iba a ser una larga noche.
—Bien, dígame la dirección, por favor. Iré en un momento.
Agarró su abrigo y las llaves de su auto y se dirigió a la dirección que la persona le había mandado. Cuando llegó vio a dos muchachos. Uno estaba parado hablando por teléfono y otro recostado sobre la pared a su lado, despatarrado y con una capucha enorme cubriéndole todo el rostro. Sacudió la cabeza, incrédulo ante la irresponsabilidad de los jóvenes. El muchacho que hablaba por teléfono, sonrió al verlo.
—¿Usted es el profesor? Lo siento, amigo, pero ya debo irme. ¿Podrá con él? —preguntó mirando hacia abajo—. No parece muy pesado.
Hoseok lo despidió y se agachó frente a su alumno y lo sacudió por el hombro. Entonces la cabeza del muchacho cayó hacia atrás y Hoseok quedó mudo. Era él. Otra vez. Su corazón comenzó a latir desesperado y algo en su interior se agitó. ¿Qué hacía ahí y por qué lo habían llamado a él? No recordaba haberle dado su número. Tras unos minutos sin saber qué hacer, intentó despertarlo, pero sólo logró que el muchacho suspirara y frunciera los labios. Esos labios hermosos que en sus sueños murmuraban su nombre. Ahuyentando cualquier pensamiento ajeno a la situación, logró levantarlo lo suficiente como para arrastrarlo a su auto. El chico no se quejó y cuando le abrochó el cinturón de seguridad, Hoseok pudo sentir su perfume. Era una locura pero no pudo evitar recrearse ante la imagen del hermoso joven que tenía enfrente. Era increíble. Sabía de memoria cada rasgo de aquel rostro divino, hasta el lunar que tenía en el labio inferior. Miró más de cerca y efectivamente, existía ese lunar. Era todo demasiado extraño. Era obvio que no se conocían. Entonces, ¿cómo era que sus sueños podían ser tan detallados y vívidos?
El viaje a su apartamento era todo menos placentero. No podía evitar desviar la mirada hacia su pasajero. Y tampoco quería hacerlo. Estaba fascinado.
Llevar al chico dormido hasta el primer piso no fue tarea fácil, aún cuando el chico era delgado y él era bastante grande. Cuando cruzó la puerta, miró el sofá y pensó que el chico podría dormir allí. Era amplio y cómodo por demás, así que haciendo un último esfuerzo lo recostó allí y le quitó las botas negras que usaba. El chico debía ser de alguna banda de metal porque su vestimenta era toda negra. No podía sentirse disgustado, el chico era hermoso y el color oscuro solo resaltaba el color natural de su piel. A medida que las horas pasaban, Hoseok trabajó en su proyecto y de ratos se paseaba alrededor del sofá, contemplando al chico dormido. No había demasiados cambios. Su respiración era estable y apenas si se movía entre sueños. Cuando el reloj dio las dos de la mañana, decidió que ya era hora de acostarse, así que se lavó los dientes para sacarse el gusto a café que sentía y se metió en su habitación, dejando la puerta entornada por si había algún problema con el chico ebrio de su sala.
Ya podría interrogarlo por la mañana.
La cabeza le daba vueltas y HyungWon se incorporó y se puso de pie como pudo. Tambaleándose llegó hasta el cuarto de baño y luego de enjuagarse la boca, que sentía pastosa, con un poco de pasta dental, apagó la luz y se metió en la primera habitación que encontró. Se quitó la ropa ya que sentía calor por la calefacción y trepó a su cama. Había alguien allí. Intentó hacer memoria, pero cuando se pasaba de tragos, su cabeza parecía empantanarse. Parpadeó e intentó divisar el cuerpo que yacía de espaldas. Era grande y musculoso. Al menos ebrio seguía teniendo buen gusto. Se recostó a su lado y acercó su nariz al hombro del tipo. Olía demasiado bien. Y su piel era muy suave y cremosa y vestía solo un bóxer oscuro. Se mordió el labio porque su conquista de esa noche tenía un cuerpazo. Era una pena no poder recordar cómo habían pasado las horas previas, pero el tipo aún estaba ahí y su líbido empezaba a despertarse.
—Hey, oye… —le susurró al oído. El hombre se giró con una mano sobre el rostro y HyungWon aprovechó el momento para volver a recrearse la vista con el cuerpo esculpido del desconocido. Su pecho amplio subía y bajaba acompasadamente y ese abdomen era como una tableta de chocolate. Fuerte y trabajada. Sus ojos fueron radiografiándolo lentamente y cuando llegó a su entrepierna, soltó un silbido admirado.
Sin esperar más, se acaballó sobre él y paseó las manos sobre el suave y amplio pecho.
—Wow, alguien ha estado haciendo ejercicios… —dijo riendo. El tipo murmuró algo, dormido, y finalmente se descubrió el rostro y parpadeó.
—Oh, no. Otra vez estoy soñando… —dijo cerrando de nuevo los ojos.
HyungWon se acercó más y finalmente pudo verle el rostro.
—¿Profesor? Vaya, debo estar delirando. Aunque es un buen cambio de escenario. ¿Estaré soñando yo también?
Se movió lentamente y entonces el profesor gimió. Eso le encantó y volvió a moverse, esta vez acariciándole los muslos. Estaba maravillado con la suavidad de su piel.
—Hey, vamos… despierta… —dijo en tono juguetón. Entonces el hombre abrió los ojos de golpe y se incorporó casi golpeando sus cabezas.
—¡Estás despierto! —exclamó.
HyungWon algo confundido asintió, pero volvió a sonreír, esta vez echándole los brazos al cuello.
—¿Qué sucede, profe? No es la primera vez que estamos juntos…
Hoseok ladeó la cabeza sin entender qué estaba sucediendo. No estaba soñando, o al menos eso creía. Pero si no estaba soñando, ¿qué hacía el chico semi desnudo en su habitación? Estaba completamente vestido cuando lo dejó durmiendo en la sala.
—¿Qué…?
Pero el chico no lo dejó continuar porque le apoyó un dedo sobre los labios, callándolo.
—Shhh, no digas nada. ¿Acaso viniste a mi apartamento para no hacer nada?
—¿Tú ap-apartamento? —dijo en voz baja, hipnotizado por los movimientos que el chico estaba haciendo encima suyo.
—Tú déjate llevar, profesor…
Hoseok echó la cabeza cuando el chico barrió su cuello con la lengua. Apretó los dedos contra los muslos contrarios y lo sintió sonreír en su cuello. No entendía qué estaba sucediendo, pero como cada vez que soñaba con él, su cuerpo se mandaba solo y su mente quedaba en blanco.
El cuerpo largo siguió frotándose contra su entrepierna hasta que esta despertó por completo.
—Oh, creo que alguien decidió unirse a nuestra pequeña fiesta —dijo HyungWon encantado y moviendo una mano hacia atrás para acariciarlo por encima del bóxer–. Vaya… sí que eres grande…
Hoseok murmuró algo inentendible y se humedeció los labios con la lengua.
—Estás más atrevido que antes —dijo con cierta timidez.
El chico enarcó una ceja pícaramente y sonrió de lado.
—¿En serio? Vaya, eso habla muy mal de mí, ni siquiera he empezado… Descuida, te lo compensaré, profe.
Apenas terminó de decir eso, se hizo a un lado y le quitó los bóxers de un tirón, para sorpresa de Hoseok que jadeó en voz alta. En los sueños anteriores jamás habían hecho juegos preliminares. Pero por supuesto, no se quejó.
Pero cuando el chico sacó la lengua y lamió a lo largo de su miembro, su cerebro se volvió espuma y sus ojos rodaron detrás de su cabeza. Sus sueños habían alcanzado tal realismo, que estaba seguro que cuando despertara no iba a poder mirar al chico a la cara de nuevo. Gimió despacio, disfrutando de aquella boca caliente y húmeda. Era increíble.
—¿En serio me quede dormido con todo esto a mi lado? —preguntó HyungWon dejando una última lamida a su muy erguida erección—. Jamás había tenido una tan grande en mi cama…
Hoseok pasó saliva, agitado y demasiado excitado. Con destreza y cuidado, tomó al chico por el cuello y lo arrastró a un beso ansioso, clavándolo sobre el colchón.
—Hey, más despacio titán, tenemos toda la noche. No me iré a ningún lado.
Hoseok sonrió y entonces hizo rodar el boxer por la piernas largas para luego comenzar a besar su pecho.
—Y pensar que Chang no quería darme tu número…
Hoseok, en un momento de lucidez, lo miró. En sus sueños el chico casi nunca hablaba y ahora estaba de lo más comunicativo. Pero Chang… ¿Qué tenía que ver su alumno con…? Oh…
Se apartó rápidamente y casi se cae cuando intentó salir de la cama para encender la luz. Cuando lo logró, sus ojos se desorbitaron a tal punto que creyó que no iba a ser capaz de parpadear de nuevo. El chico, Wonnie, estaba desnudo sobre su cama. No estaba soñando. ¿No?
Salió corriendo de su habitación hacia la sala y solo la encontró vacía. Las botas del chico seguían el mismo lugar y entonces miró hacia el pasillo y vio su ropa dispersa por el piso.
—Oye… ¿qué diablos haces? Vuelve aquí —le gritó el chico desde la habitación.
Casi en estado de pánico, se asomó por la puerta. HyungWon estaba de brazos cruzados, el cabello revuelto y los labios hinchados. Y aún así lucía hermoso.
—¿Acaso viste un fantasma? —le preguntó. Luego miró alrededor, entrecerrando los ojos. —Hey, esta no es mi habitación.
Hoseok negó con la cabeza, sin saber qué hacer.
—Oh, ¿esta es tu casa? ¿Cómo llegamos aquí? No recuerdo cómo nos encontramos… pero eso no importa, ¿por qué no vienes aquí y terminamos lo que empezamos? Estábamos pasándola tan bien…
Hoseok entró a la habitación, cubriéndose con las manos. Esto pareció divertir al chico que se echó a reír a carcajadas.
—No puedes decir que tienes vergüenza ahora. Ya ví todo eso —dijo haciendo un círculo con los dedos y apuntando hacia sus manos— y también lo probé.
Hoseok se sonrojó violentamente y sin saber que hacer, caminó de espaldas hacia su armario y abrió un cajón. Se vistió rápidamente con un short y se revolvió el cabello con las manos, ansioso.
—Escucha… Wonnie… Ese era tu nombre, ¿no es así? Creo que hubo un error.
—Primero, mi nombre es HyungWon, pero si te gusta dime como tú quieras. Y segundo, ¿error? ¿Qué se supone que significa eso? ¿No querías acostarte conmigo? —dijo sintiéndose ofendido. Jamás nadie lo había rechazado, mucho menos estando desnudo y en la cama.
—¡No! ¡Sí! —Hoseok resopló, enojado por su propia estupidez.
—No quieres o sí quieres. Oye, ¿no te parece injusto rechazarme así luego de que te hice una mamada?
Hoseok abrió los ojos sin poder creer lo que estaba pasando.
—Escucha, HyungWon. Lo que quiero decir es que yo no te traje para acostarme contigo…
Aunque la sola idea le encantaba.
—¿No? —El chico, visiblemente enojado, comenzó a buscar su ropa interior entre las sábanas—. Pues no te oí quejarte hace un rato.
—Anoche alguien llamó para que fuera a buscarte. Estabas casi desmayado y al parecer el chico que te encontró, solo vio que tenías mi número y el chat abierto…
HyungWon alzó la mirada y frunció el ceño.
—¿Dices que tú fuiste a buscarme y me trajiste aquí? ¿Por qué?
Hoseok asintió. Todavía sentía el cuerpo caliente.
—No sabía dónde vivías…
—Podrías haber llamado a Chang cuando viste que era yo.
Hoseok se pateó mentalmente porque la solución obvia ni siquiera había cruzado por su cabeza.
HyungWon salió de la cama y quiso salir de la habitación pero Hoseok se interpuso en su camino.
—Me dejarías pasar, necesito mi ropa…
—Espera. No te vayas… por favor.
HyungWon suspiró y se acomodó el cabello con las manos.
—¿Por qué debería quedarme? Ya me dejaste en claro que no querías acostarte conmigo. ¿Quieres que juguemos a las cartas?
Hoseok negó con la cabeza.
—Quiero que hablemos.
—¿Hablar? Oye, si quieres darme un sermón sobre la bebida y eso, no estoy interesado. Estás bueno y eres caliente, pero no lo suficiente como para que puedas retarme. Soy un adulto. Puedo beber lo que quiera.
—No es por eso..
—¿Entonces?
Hoseok lo tomó del brazo y lo arrastró hacia el pasillo.
—Ven conmigo.
Hoseok empujó la puerta de su pequeño taller y luego hizo pasar a HyungWon.
—¿Qué…? —empezó a decir cuando vio su cara por todas partes. En cuadros grandes, en algunos pequeños, en otros circulares e incluso en hojas y hecho al carboncillo. Su boca se abrió de estupefacción.
—Eres tú —dijo Hoseok.
HyungWon entonces lo miró.
—Bueno, eso es obvio. ¿Eres un acosador o mi fan?
Hoseok quedó desconcertado ante la pregunta.
—¿Qué? No…
—Debo admitir que tienes talento, pero ¿no hubiera sido más fácil sacarme fotos? ¿Cuánto tiempo te llevó hacer todo esto? —preguntó mientras se acercaba a un retrato de su rostro en primer plano.
—No. No entiendes. Yo jamás te había visto antes de que fueras al estudio ayer por la tarde.
HyungWon entonces lo miró.
—¿Dices que jamás me habías visto y sin embargo has hecho todo esto? Mira, no sé qué clase de loco eres, y he conocido todo tipo de locos en mi vida, pero no sé cómo sentirme con esto.
Hoseok se apoyó contra la mesa de trabajo y dejó caer los hombros.
—No lo sé. Solo sé que he soñado contigo desde hace un tiempo.
HyungWon pareció interesado y se sentó en la banqueta alta de madera en la que Hoseok pintaba.
—¿Sueñas conmigo? ¿De veras esperas que crea eso? Aunque admito que eres original.
—Es en serio. Jamás te había conocido en persona. Por eso ni siquiera pude hablarte en el taller.
—Pensé que era porque estaba desnudo.
Hoseok juntó los labios y lo miró.
—Yo no supe qué decir. Creí que estaba volviéndome loco.
—Bueno, lo siento amigo, pero muy cuerdo no eres… —dijo señalando los cuadros.
—Lo siento. Lo que pasó allí adentro, en mi habitación, creí que estaba soñando contigo de nuevo.
—¿Puedo preguntar qué tipo de sueños tenías?
Hoseok se sonrojó de golpe y volteó la cabeza hacia la pared del costado.
—Ah, ya veo —se notaba que HyungWon estaba conteniendo la risa—. ¿Entonces por qué me rechazaste? ¿No es acaso lo que querías?
Hoseok volvió a mirarlo.
—¿Qué clase de persona crees que soy? Te traje casi inconsciente, ¿cómo iba a aprovecharme de ti?
—Te hice una mamada…
Hoseok carraspeó.
—Yo…Yo pensé que estaba soñando en ese momento —dijo bajando la mirada al piso.
HyungWon soltó una carcajada.
—¡Qué conveniente! ¿No es así?
—Te lo juro. Fue así. Jamás me aprovecharía de una persona que no está en sus cabales.
HyungWon chasqueó la lengua y se puso de pie.
—Está bien. Supongamos que creo todo eso de los sueños…
—¡Es cierto! —se atajó Hoseok.
—Entonces, ¿qué haremos?
—¿Con qué?
HyungWon caminó hacia él y se coló entre sus piernas y con un dedo acarició el contorno de su rostro.
—Debes compensar el mal rato que me hiciste pasar… —Hoseok lo miró sin entender y con las mejillas encendidas—. Me hiciste pensar que no me deseabas.
Hoseok tragó con fuerza y sacudió la cabeza.
—N-no… ¿cómo puedes pensar eso?
HyungWon se encogió de hombros y movió apenas el muslo contra la entrepierna de Hoseok. Este jadeó.
—¿Me deseas?
Hoseok asintió con la cabeza.
—Entonces, ¿qué dices si llevamos esto a la habitación y hacemos realidad tus sueños?
Hoseok le pasó un brazo por la cintura y lo atrajo contra su cuerpo.
—Creo que es la mejor idea que escuché en mucho tiempo…
HyungWon se mordió el labio y cuando estaban por salir, le apretó la mano. Hoseok lo miró.
—¿Puedo llevarme ese cuadro? —preguntó señalando un retrato suyo donde yacía acostado sobre un edredón rojo y una bata color crudo.
Hoseok frunció el ceño.
—Lo siento. Ese es de mi colección privada. Deberás pagarme si lo quieres…
HyungWon rio.
—No tengo dinero.
Hoseok se acercó y atrapó su labio inferior con los dientes.
—Descuida. Ya pensarás en algo…
Fin.
El chico de la máscara dorada
Y colorín colorado, esta pequeña historia ha terminado.
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