Me levanto, desayuno, me visto, voy a trabajar, me pongo en mi puesto de trabajo en las oficinas. Hago unos informes, los imprimo, y voy a la chica de la grapa...

-¿Mm?-. Murmuré confuso. -¿Han movido el puesto de la chica de la grapadora?-. Pregunté, buscándola con la mirada.

-¡No!-. El chico sonrió. -Ahora soy yo quién grapa los informes, siento haberte decepcionado-. Bromeó, y yo suspiré.

-Grapame esto...-. Pedí, pero se sentía algo raro, ya no era lo mismo que antes...

-¡Aquí tienes!-. Me lo devolvió grapado, y yo me sentí incómodo.

Me iba a ir, hasta que...

-¿Ni gracias ni nada?-. Me dí la vuelta.

-E-Em..., ¿Por qué debería darte las gracias?, Es tu trabajo-. Dije, sorprendido.

-¿Y qué?, ¿Crees que trabajo aquí por gusto?-. Preguntó, levantando una ceja.

-Se supone que sí, ¿No?-. Pregunté. El chico rubio de la grapadora apoyó su cabeza en su mano. Parecía estar viéndome con aires de superioridad.

-Quizás, pero... Lo más probable es que esté aquí porque no he encontrado nada mejor, ¿No crees?-. Preguntó en un tono que no me gustó nada.

-Emm...-. Me toqué el pelo, nervioso. -Bueno, adiós-. Dije mientras me daba la vuelta, yéndome a mi puesto de trabajo...

Aquel chico era tan extraño..., No pude de parar de pensar en él, era como que todo había cambiado desde ese momento.

Terminé mi trabajo, me fui..., ¿A cenar?, Y creo que..., Emm..., Sí, creo que luego me fui a dormir...