La venganza al enemigo se sirve en plato (de mierda) frío
Capítulo final escrito por mi. Muchas gracias por llegar hasta esta aventura llamada colaboración entre LuisaPaz4 y su servidor.
Nos vemos en el próximo proyecto si lo hay algún día.
Y sin son hamburguesas mejor...
Playa de Koh Samui, una isla situada en el Golfo de Tailandia, al sur de Tailandia. 12:35 pm 30 de marzo
El aire fresco con olor salado llegaba a sus fosas nasales y le gustaba. En sus manos tenía un deliciosa bebida fría de a saber que fruta, pero demonios; era deliciosa por lo que no le importaba.
A cada lado suyo estaban sus mejores amigos. Estaba seguro que si les pedía a ese par de chicos matar con él y esconder el cadáver lo harían. Y bueno; ahí estaban los resultados.
Los tres en esa elegante playa, disfrutando de la vista, su pequeño hijo jugaba con un hiperactivo rubio frente a ellos con una hermosa sonrisa en su rostro.
Acaricio su visible vientre cuando vio como uno de sus amigos que se veía un poco más grande, vomitaba copiosamente la arena mientras lloraba y no pudo evitar rodar los ojos en molestia. Pobre, lo suyo era aún más molesto.
¿Pero cómo es que habían acabado ahí todos ellos por ya más de un mes?
Bueno...
28 de Febrero, sábado; desayuno con sus amigos
Kagami estaba que moría, de miedo, de dolor, de muchas cosas que se reunían en su cabeza como un remolino, uno muy destructivo. Habiendo pasado ya más de dos años de todo los sucesos dolorosos de su vida, eso; no era algo con lo que pensó se toparía.
Escuchaba las risas de su hijo fuera de las pequeñas cuatro paredes en las que se encontraba, exactamente en el baño de un muy extraño en actitud, Kouki. Ya después averiguaría porque estaba más nervioso que lo habitual.
—¿Kagami-kun está bien ahí adentro?—
Ah, ciertamente ese era Kuroko. Sabía que su amigo era de temer. ¿No estaría demás preguntarle a alguien como el que hacer en su situación? Después de todo ¿No decían que era un ente maldito dispuesto a devorar el alma de tu enemigo por el precio correcto?
—Si... lo estoy, pero... me preguntaba si... podrías ayudarme en un... Asunto—
Había evitado magistralmente un ataque asmático a penas por nada. Puesto que sus frías y temblorosas manos sostenían una prueba positiva de embarazo.
Salió del cuarto de baño con la prueba bien guardada, viendo la ceja levantada del peli celeste preguntando en silencio algo que podía intuir en su mente.
—Claro que puedo Kagami-kun—
—Hiro es un buen niño— le dijo el castaño desde la sala, mientras le daba vueltas a su retoño y este reía sin parar.
Esa tarde se dio cuenta de que las apariencias engañan. No solo porque mientras las palabras brotaban de su boca junto con las lágrimas, las expresiones del siempre asustadizo Furihata Kouki cambiaron y después cambiaron la propia y la del peli celeste, con el mismo pensamiento bien enraizado en sus mentes.
Furihata Kouki era un ente malvado.
Uno peor que Kuroko, pensó además el pelirrojo.
La venganza nunca olvida. La venganza no caduca. Si tu enemigo piensa que le has perdonado la vida, mejor. Así le caerá de sorpresa. Así que ahí estaba una semana después de su charla con ese par de chicos a los que llamaba amigos.
Kagami no era una persona mala, al menos eso pensaba muchas veces por las noches. Después de todo lo vivido, de todo el dolo y el sufrimiento, pensó que eso de las venganzas no era para él. No quería seguir alimentando un ciclo interminable de odio.
Había pasado mucho tiempo después de su "infortunado accidente" puesto que no era fan de andarle diciendo a la gente por toda la tribulación a la que había sido sometido.
Había vuelto a las clases, a una vida diaria, a una rutina de creciente que le gustaba, estaba a meses de graduarse con un buen puesto de trabajo en un pequeño bufete de la cuidad. Es por eso que en esos momentos la sangre le arde por dentro. Está furioso, indignado y la sed de venganza contra quien le hizo daño crece por momentos.
Más se ocupa en regular su respiración mientras prepara el más delicioso de los banquetes. Kagami ya no es un idiota, sabe mover adecuadamente sus cartas, las ganadoras por supuesto.
¿Es posible lo que intenta hacer? Quizá. ¿Es saludable? Puede serlo. ¿Le conviene? En eso no va a pensar ahora.
Sabía que la ira le cobraría una buena cuota en su salud y ahora no era solo la suya. Miles de fantasías se desata en su cabeza a las cuales sabe no debe darles rienda suelta. No quiere, no puede pasar por todas las tonterías que salen de su cabeza.
Las velas inundan con su luz tenue la cocina de su nuevo hogar, demonios; si no estuviera enojado esa sería la mejor noche de su vida. Así que prefiere sentarse calmadamente a esperar a su pareja.
Le ama, por dios que sí; pero se ha pasado con sus acciones, porque sabe bien la forma en la que van dirigidas.
Escucha las llaves en la puerta y como esta es abierta, escucha como deja sus cosa en la pequeña mesa del recibidor y como se acerca a donde está. Suspira y le duelen algo los pulmones del puro estrés pero lo soporta.
— ¿Taiga? Que es... ¿Qué es esto?—
—Nada importante Daiki... solo quiero pasar una linda noche contigo—
— ¿Y Hiro?— Daiki esperaba que su pequeño retoño lo recibiera con los brazos abiertos como lo estaba haciendo desde que aprendiera a caminar sin dificultad.
—Ya esta durmiendo— respondió secamente, pero aun con una sonrisa enmarcada en su rostro.
Aomine obedeció y se sentó tranquilamente cual cordero en el matadero, ambos comieron y a percepción del moreno; pensaba que con cada bocado, su pelirrojo parecía más feliz. Después todo ser militar inactivo no le quitaba ciertas sensaciones. Y definitivamente las que emitía su pareja no cuadraban con su sonrisa.
—¿Ta-Taiga?—
Aomine se fue de lado cayendo con fuerza a la alfombra, no podía mover ni un músculo.
Vio entonces como su pelirrojo se sentaba a un lado suyo, como cruzaba sus piernas y ladeaba su cabeza para verle en un mejor Angulo.
—Sabes Daiki, para ser frio y calculador eres un completo imbécil en otras cosas—
—Tai-Taiga... pue... puedo expli...plicarlo—
—Encontré mis anticonceptivos. Supongo que no necesitas que te diga el resto. Tienes buenas intenciones; pero siento que mis sentimientos, mis metas y lo que pienso no son prioridad para ti—
Aomine podía ver la decepción en su mirada, cuando pensó y cambio los medicamentos o había hecho por un impulso obsesivo del momento, después se arrepintió pero ya era demasiado tarde. Así que ahí estaban los resultados
— ¡Pero es porque yo te adoro, te amo!— alcanzo a decir con todas sus fuerzas
—No quiero ser adorado, quiero que me ames de verdad y esto no es amor así—
Kagami ya no escondía sus lágrimas, su dolor y su respiración algo irregular. Se acercó al inmóvil moreno que hacia todo lo posible por salir del estupor en el que se encontraba y le beso la frente.
Vio como el moreno luchaba con la droga que le había administrado en la comida. Fue un shock tanto para el como para Kuroko saber ciertas cosas con las que contaba su amigo castaño en su departamento y de muchas otras cosas que hizo para ayudarlo. Sabía que había más allá de sus acciones, pero en esos momentos no le eran importantes.
—Si eres quien dices ser, vendrás a mi cuando estes listo. Solo espero que no tardes mucho—
Más Aomine no lo escucho, puesto que el resto del somnífero o lo que fuera que le había dado ya había hecho efecto dejándolo completamente noqueado.
— ¿Y si le sucede algo cuando me vaya y le deje ahí Furi?— le había preguntado antes al castaño
—No te preocupes, tengo a la persona perfecta para hacerse cargo— Kagami había temido un momento por la vida del moreno cuando vio la luz algo macabra en los siempre dulces ojos avellana, pero aun así decidió confiar en el
—Aun así te amo Daiki... —
Una semana después del rescate de Kagami, después de que fuera pillado en la unidad de rescate.
—Sexo...—
Kouki sabía que sus idas de lo que el Emperador le pediría; como sabía que le llamaban, no estaban tan erradas.
—Así que para Akashi-san le es tan difícil encontrar un coño para joder que tiene que rogar por el mío— le había dicho con furia
—Oh, por supuesto que no— le refuto acercándose a su cuerpo sin pudor, apegando bien su parte baja a la del castaño, mostrando más que sus músculos bien tonificados que se escondían bajo ese elegante traje —Es solo que quiero ver cuán carmín se tiñe tu rostro por mis atenciones, "coños" como tú dices— le dijo haciendo énfasis en esa palabra —Me sobran—
—¡Bien! Si eso es lo que quieres—
Kouki jalo de la chaqueta al heterocromatico, no era ningún virgen puesto que también tenía necesidades, pero no significaba que lo hiciera con el primero que se le cruzara. Tampoco le iba a decir que tenía un año sin sexo.
Le obligo a entrar en una sala vacía del hospital en el que estaban soltándolo y comenzando a desnudarse frente a un impávido pelirrojo, mas sus acciones fueron detenidas cuando estaba ya desnudo.
—Eres tan sexy, que me enfurece saber que has sido de alguien más—
El color nacarado de las mejillas del castaño fue notorio, mas su ceño molesto no desapareció, sintió como las manos del Emperador tocaban cada centímetro de su piel, obligándose a detener cualquier resquicio de su placer fuese notorio. Sintió la tibia sensación del aliento del pelirrojo muy cerca de su cuello, hasta llegar a su oído.
—Más debo rechazar tan deliciosa oferta. Es lamentable dejar ir tal manjar que deleita mi vista pero, solo tendré tu cuerpo bajo mis términos—
La ira de Kouki no dejo lugar a nada más en su mente, se quedó ahí; furioso a muerte cuando el pelirrojo desapareció tras la puerta, se puso la ropa a velocidad de la luz y se abría jurado que no se pondría nada ahí abajo para hacer que le ardiera el pene al pelirrojo, porque seguro su agujero sufriría y no quería eso.
—¡Púdrete en el infierno Akashi Seijuuro!—
—Ambos se ven tan patéticos ahí, pero me resultan tan~ fascinantes—
La peli rosa veía como sus amigos se compadecían de sí mismos, había pasado ya una quincena y ni pista del paradero sus amigos, ni taiga ni Kouki y lo más impresionante; Kuroko, habían supuesto que se encontraba el trio junto, mas Hiro, claro está, pero solo habían encontrado un departamento vacío y una carta en medio de la mesa que decía claramente con la firma de los tres que decía; púdranse, gracioso claro está que la letras de Kuroko se vislumbrara en la misiva, pero suponían era una burla macabra a sus situaciones, así que ambos estaban sentados en el sofá como si quisieran que el oxígeno no pasara por sus pulmones.
—Nunca pensé ver llegar el día en el que te viera derrotado Aka-min—
El mencionado no dijo nada, intentando parecer digno más obviamente no lo lograba.
—Y de ti ni digo nada Ahomine, te mereces lo que tienes—
—Cállate Satsuki—
— ¿O qué? Me embarazaran para tratarme como si fuera una inútil— dijo mirando fijamente al moreno, este solo gruñó y esquivo la mirada —O para obligarme a un matrimonio y ser lo que mi padre había intentado desde el principio—
—Tu padre no ha intentado nada de eso contra ti Satsuki—
—Por supuesto que no, antes le siembro droga hasta en el armario ¡Pero el Coronel Furihata a Furi-min sí! Es que no parece que seas un genio Aka-min—
15 días antes...
En cuanto Aomine despertó de lo que fuera que le hizo su Taiga, supo que algo andaba mal. No solo porque lo primero que vio fue a su ex jefe, sino porque casi que sintió en la forma en la que los vellos de todo su cuerpo fueron erizándose, que su esposo no estaba.
Moviéndose como drogado; que lo estaba, busco en cada habitación y lo que más había temido se hizo realidad.
Su Taiga no estaba.
Así que hizo lo que habría hecho en esos casos. Enloquecer.
Akashi Seijuuro vio de primera mano cómo los años de terapia de su amigo se iban al caño, mas no se guardó el tacto para decirle que había sido culpa suya.
—¡¿Y tú que mierdas haces aquí?!— le había gritado ya in temor a lo poderoso que podía llegar a ser el Emperador
—Kouki me informo amablemente que viniera a buscarte—
Y por amable, noto entonces el moreno, fue el claro golpe e un lado del ojo del más bajo, demonios; no conocía bien a Furihata, pero había de ser muy hábil para dejarle una marca a la piel blanca del heterocromo.
—Así que ¿Se quedaran ahí rumiando sus desgracias o piensan hacer algo al respecto?— les dijo la peli rosa.
Ella sabía exactamente donde estaban y con quien, lo había sabido desde el principio ya que se encargó de evitar cada intento del par de idiotas que veía frente a ella de encontrarlos. Sabía que Akashi sospechaba de ella pero no tenía pruebas que lo avalara, más que todo por que el dinero de Kagami no había sido tocado y era bien sabido para ella y para l pelirrojo que Kouki tenía sus maneras de conseguir dinero, alias tenerlo en bancos no tan éticos.
—Por supuesto que arrastrarme en el fango si es necesario por el perdón de Taiga— había dicho el moreno
—Y tu Aka-min—
—Eso no te incumbe...— dijo seguido de levantarse para marcharse
— ¡Prepararé un paño frio entonces para tu próximo moretón!— le grito la peli rosa mientras se carcajeaba
Cinco meses después del ataque de Taiga.
Para Akashi Seijuuro fue muy satisfactorio cazar a su presa, por una semana después de ver el delicioso cuerpo al que venía deseando desde la primera vez que lo vio años atrás, fue una tortura.
Kouki era un ejemplar del cual se deleitaba a ojos cerrador. Le conoció debido a un amigo en común y aunque al principio le pareció alguien insignificante, todo se fue al caño cuando vio su otra cara.
Si bien el castaño podía dejar ver un aura dulce y armoniosa, fue impactante para el ver su lado más oscuro. Para Seijuuro, Kouki era como la luna. Una enorme estrella que embellece la noche cuando se puede ver la cara brillante por las noches, pero la cara que se esconde en la oscuridad y los misterios de esta era algo que le gustaría disfrutar en descubrir.
Y cuando lo investigo encontrando de quien era hijo y saber que prácticamente era "Incasable" no dudo en escarbar más.
La muerte extraña de algunos de sus prometidos, el hecho de que se alejara al completo de su familia, linaje y que decir de la fortuna de esta, de la por demás aun; muerte extraña de su padre y de ese alto mando militar. No hubo mayor duda en su mente.
Debía de saber más.
Y cuando le enfrento en la redada en la que fueran en búsqueda de Kagami, ver la forma limpia y delicada pero a la vez mortal con la que acabo con cada persona que se le cruzo en el camino se fascinó más. Sobre todo porque a la hora de hablar no era ese conjunto de temblores y dulces palabras que le había visto a diario hacer con quienes conocía a su alrededor, o cuando saludaba a los niños del prescolar en el que trabajaba con Kuroko, o cuando el imbécil de Kiyoshi; al que por cierto había hecho que cambiaran de institución, con tal de que no le sonriera al castaño de la manera que lo hacía, pero por supuesto no había sido su intención espiarlo de alguna manera, todas eran curiosas casualidades.
Kouki no bajo la mirada cuando se cruzó con la suya, porque a pesar de ver el leve temblor de sus manos, el leve sonrojo de sus mejillas, este no vacilo en sostenerle la mirada. Es más le veía con bravura en sus irises castaños.
Vas a ser mío se dijo en ese momento.
Por eso había estado ahí, cazándolo hasta que sintió que sus testículos se caerían necesidad de golpear las dulces nalgas del castaño.
Una semana lo había besado aplastándolo e el capo de su coche, dejando sus labios rojos e hinchados, otro día lo intercepto tras u callejón cuando se dirigía al departamento que compartía con el peli celeste. Que agradeciera Kuroko estar de novio con Kise, que si no le habría hecho alejarse del castaño.
Así que fruto de esas acciones que; según él, le aseguraban que el castaño se deshiciera en gemidos por sus atenciones cuando al fin se las diera, esperaba ver a Kouki sonrojado con amor en su mirada y gimiendo por más.
Pero no fue así y eso le frustraba.
—Vamos Kouki, no te resistas más—
Y Seijuuro mismo estaba que no resistía. Tenía al castaño boca abajo atado en su cama tal y como lo dejo después de hacerle todas esa cosas en las que había estado pensando desde hacía semanas.
Escucho sus gruñidos dispuestos llenos de furia, pero sabía que también eran de deseo, podía notarlo en su cuerpo. Acaricio por encima de su ropa puesto que aún estaba vestido, acercándose a la orilla de la cama para acechar y admirar su creación.
Kouki estaba desnudo salvo las sogas que adornaban su cuerpo, rojas como el color de su cabello, puesto que el rojo era propio de él, su marca. Sus rodillas estaba flexionadas y las manos tras su nuca en nudos complejos fáciles de maniobrar y en sus labios los guantes que usara el día en que acabo sin miramientos con la vida de Angélica, añadiéndole el recuerdo claro de lo peligroso que podía ser; limpios por supuesto. Sus ojos los cubría, su propia corbata haciendo énfasis en que era de su pertenencia, le enojaba el que vieran sus ojos inocentes, la brillantez de su piel. ¡Todo Kouki debía de pertenecerle!
Seijuuro dejo escuchar una risa contenida entre sus labios, acercando sus manos a una bandeja que tenía dispuesta con hielo, les dejo el tiempo suficiente para bajar la temperatura de sus palmas, haciendo saltar en su lugar al castaño en cuanto hicieron contacto con su piel, masajeando cada centímetro disponible de su cuerpo, amasando sus nalgas y halando sus pezones hasta dejarlos duros.
—Te vez tan lindo así, sin esa mirada guerrera en tu rostro cuando la cruzas con la mía—
Y esa era otra de las razones por las que enfurecía cuando lo espiaba, es decir; cuando casualmente lo veía. Siempre y dulce y sonriente para todos menos para él.
Seijuuro tomo un cubo de hielo y lo paso por la piel canela, derritiéndolo un poco hasta llegar a ese pequeño y dulce agujero rosado, presionando con un poco de dificultad, metiéndolo y sacándolo hasta que este ya no salió, añadiendo entonces tres dedos más, viendo como la respiración de Kouki era cada vez más rápida, deleitándose por la dureza de su erección que colgaba solitaria entre sus piernas.
Seijuuro elimino la mordaza, escuchando como la respiración agitada no se ralentizaba. Desnudándose con parsimonia frente a la mirada impactada y molesta de Kouki.
—Eres un hombre muy malo ¿No?— dijo a penas el castaño
Seijuuro escucho triunfante el gemido extasiado de su Kouki cuando lo tomo sin aviso, penetrándolo con brutalidad mientras se aferraba sus muslos con fuerza, viendo como con dificultad le ocultaba sus gemidos al morderse los labios y ocultar el rostro tras la almohada.
—Algunas veces... algunas veces, dime Kouki ¿Porque te haces el difícil? Si esto te gusta tanto como a mí—
—Oh, auxilio, el guapo, exitoso y deslumbrante Akashi Seijuuro se ha vuelto loco y me tiene a sus pies q
¡Que alguien! ¡Quien sea! Me salve ¿Eso te gustaría que dijera?—
Kouki gimió sin dejarle de ver a los ojos, le dolía todo el cuerpo ahí donde le rozaban las sogas, pero también estaba mortalmente excitado. Apretó su lleno esfínter, sintiéndose poderoso por el ronco gemido que le saco al pelirrojo.
— ¿Te gusta jugar conmigo no es así? Eres el único que se ha atrevido a hacerlo—
Acto seguido se arrepintió cuando Seijuuro presiono aún más sus omoplatos a la cama y comenzó a embestir duro, sin coordinación, con furia buscaba el orgasmo del castaño, queriéndole dar una lección.
—Anda, déjame escuchar tus dulces gemidos...—
Kouki claramente no era de piedra, así que sin poderse negar, se rindió a las sensaciones que le entregase su cuerpo. Gimiendo roncamente, volteando los globos oculares tras sus pupilas y bañando copiosamente de semen las sabanas bajo suyo.
—Ves, tan lindo y erótico que es tu rostro después del orgasmo— le dijo el pelirrojo al oído —Pero esto no es todo lo que puedo lograr en ti—
Kouki a penas y coordinaba un pensamiento tras de otro, pero no evito tensarse al ver como el emperador tomaba una daga que; no había visto antes, pero que estaba al lado suyo.
—Oh no, no pienses que te heriría, al menos no de esta manera—
Seijuuro comenzó a moverse de nuevo puesto que aún estaba dolorosamente erecto, besado y mordiendo la piel morena con fuerza, tomo sus manos y parte de su cabello jalándolo hacia sí, dejando marcas y escuchando los gemidos de placer y dolor de su castaño. Este no se dio cuenta en que momento le había desatado, más si cuando con fuerza; después de salir de su interior, le volteo para dejarle frente a su rostro y besarle con algo de violencia, sintiendo la lengua dulce barriendo cada centímetro de su interior.
— ¡¿Qué has hecho?!— grito indignado
—Te dije que aún no había terminado—
Le hizo abrir las piernas lo más que su flexibilidad le permitió, manos en su pecho, arqueándole la espalda cuando volvió a entrar dentro de su interior cálido y resbaladizo.
— ¡Por favor para! Es demasiado, n-no puedo... no ¡Ahhhh!—
Kouki termino de nuevo entre sus vientres, su respiración agitada y sudorosa. A penas reacciono cuando sus manos fueron desatadas y volteado hasta quedar arriba del pelirrojo.
—Vamos Kouki... compláceme— le dijo al oído, dándole una fuerte nalgada —Estuve practicando todos estos nudos, solo hasta que el momento fuera oportuno, para usarlos en ti—
Kouki gimió perdido en el placer, moviéndose primero temblorosa y vergonzosamente, hasta que las sensaciones se hicieron tantas que solo busco su orgasmo.
—Justo así Kouki... así es como me gusta, tan estrecho y caliente—
Decir que la palabrería que uso no impresiono al castaño seria mentir, por lo que su agujero se estrechó más, haciendo gruñir al pelirrojo, aumentando la velocidad de la "montada" hasta sentir como su interior era llenado caliente y espesamente.
Kouki dejó caer su rostro contra el pecho bien tonificado de su amante, exhausto y satisfecho. Mas el movimiento de algo duro en su interior lo saco de su somnolencia.
—Espere mucho por ti Kouki, esto solo él es comienzo, hare que ruegues mi nombre...—
En cuanto amaneció y Seijuuro despertara, no se decepciono cuando vio al lado de su cama un lugar vacío. Mas en ese momento decidió que Kouki seria siempre suyo y que mataría a todo aquel que osara en tocar su piel como el la había tocado.
Estuvo rondando tras de Kouki por meses y meses hasta que se dio cuenta que a pesar de que terminaban teniendo sexo hasta en el callejón cercano a su departamento, Kouki jamás se embarazo y eso le lleno de frustración.
Quería a Kouki a su lado como suyo, como la madre de sus hijos. Era obvio que el castaño tomaba anticonceptivos, Seijuuro estaba limpio ya que no había otro más que Kouki en su cama y estaba seguro que era lo mismo con el castaño, después de todo Seijuuro se encontraba "Cuidando" del castaño con un par de sus hombres. Así que en un ataque de irracionalidad, acoso a su médico y en lugar de anticonceptivos este le entrego placebos.
Esperaba que al verse en espera, Kouki acudiera a él, esperaba ver su sonrisa llena de felicidad, lágrimas al mostrarle que esperaban un hijo.
Más lo que encontró no era lo que esperaba.
Kouki estaba recargado en el lujoso sillón de su mansión en Kyoto. A su lado en fila sentados, amordazados y heridos sus guardaespaldas, la seguridad de su hogar y en una esquina de la sala la servidumbre tomando el té.
—Pueden marcharse, déjennos solos y no nos molesten— dijo a su gente el pelirrojo, ellos acatarían sus palabras. No se acercarían ni aunque escucharan al castaño gritar por ayuda
Con ayuda unos de otros se marcharon, más antes de decir palabra alguna lo que recibió fue un doloroso derechazo del castaño.
—Te pusiste en peligro al atacar a mi gente— le dijo sin inmutarse
—¡No tenías derecho!—
—Cásate conmigo, así el niño llevara mi apellido y no tendrás que darle explicación a la gente— lo tenía en sus manos, lo sabia
— ¡Antes muerto! Además ¿Quién te dice que no puedo abortarlo?—
—¡No te atrevas a retarme! ¡Es mi hijo quien llevas en tu vientre!—
Vio como Kouki alzaba una de sus manos frente a su rostro. La acción sin violencia lo hizo tambalearse por lo que le extraño, tarde se dio cuenta de que en la palma con seguridad llevaba impregnado algún tipo de somnífero y vio en sus fosas nasales un plástico transparente que vitaba funcionara en el propio Kouki.
Seijuuro no era alguien débil por lo que se le fue encima al castaño, Kouki le tomo de los hombros en un fuerte abrazo, maniobraron tirando jarrones y fotografías, hasta que Seijuuro quedo debajo del Cataño. Este presionaba su palma derecha en la nariz del pelirrojo, ambas piernas a cada lado el torso, espalda contra pecho, mientras que con el antebrazo izquierdo forzaba a que quedara boca abajo en el suelo.
Seijuuro no pudo evitar rendirse al sueño y cuando se despertó se encontró con la mirada incrédula y sonrojada de su mayordomo, entendiéndolo cuando le paso un espejo y viera su rostro rayado en tinta negra permanente con tantas groserías que solo hicieron que por primera vez gritara lleno de furia. Además de una hoja que le indicara fuera ver el estado de Aomine.
Estando entonces en la actualidad, casi una quincena después sin saber qué hacer.
—Si me permite joven Seijuuro. Le recomendaría un enorme ramo de flores rojas y la palabra perdón escrita en su rostro y salida de sus labios—
Si no se rompió el cuello fue pura suerte, más el siempre callado mayordomo no se inmuto por la mirada de su amo.
—También un cortejo normal; y por normal llamo a las cartas, las citas y los chocolates, no serían mala idea—
—No sé de qué me hablas, no es algo que te importe—
—Quizá es verdad, pero le conozco desde niño y debo de decir que es igual de imbécil que su padre. Pensando que un tratamiento bárbaro y lleno de sexo e hijos es la respuesta—
Seijuuro no cabía en sí mismo de la impresión, más algo dentro de él le dijo que se callara y escuchara al hombre ya mayor lleno de sabiduria en el que tanto su madre, como su padre alguna vez habían confiado.
—Creo que si le hubiera pedido al joven Furihata una cita como una persona decente, a pesar de las circunstancias del pedido, este habría aceptado. Así las cosas abrían ocurrido de manea natural y como dios manda. En estos momentos estaría felizmente casado y acariciando el vientre embarazado de su pareja y no sufriendo como el imbécil que es por no tenerle cerca—
El mayordomo se sentó en el sillón cerca, tomo un puro y después de encenderlo se lo paso al pelirrojo.
—Quizá no lo vio de su padre pero le fue difícil conquistar a su difunta madre. Le envió una orden a los padres de esta para que la entregaran en matrimonio, ellos por supuesto aceptaron por miedo, pero el día de la boda ella dijo que no y huyo le dejo todo el teatrito bien montado sin remordimientos. Su padre la persiguió por meses hasta que esta acepto después claro de muchas citas normales y la devolución de un par de islas, joyas y casas a su nombre. Después de un año de felicidad usted vino al mundo y el resto bien lo sabe—
—Arrastrarme como la escoria que soy ¿No?—
—Por supuesto joven Seijuuro, además de muchos chocolates—
— ¿Aun sigues con la cabeza dentro de tu culo?— escucho decir de Satsuki cuando entro a la habitación en la que durmiera con el su pelirrojo
—Soy malo y toxico para Taiga— le respondió entre las cobijas de la cama, bien cubierto por ellas
—Tai-chan abría aceptado tener un hijo tuyo si se lo hubieras pedido, si lo hubieran planeado—
—Lo se...—
—Entonces ¡Porque lo hiciste así!—
—¡Me equivoque joder! Taiga ha avanzado tanto que pensé que ya no iba a necesitarme—
Satsuki tomo de su bolso un par de boletos, mostrándole un par de fotografías de una hermosa playa y en ellas a un Hiro sonriente mientras era cargado por Kise. A Taiga y Kouki cómodos en un par de tumbonas, felices. Muy embarazados y felices.
—Ese perro desgraciado, voy a matarlo ¡¿Cómo pudo Tetsu traicionarme?! Y Kise ¡Lo matare!—
—Si quieres que Tai-chan vuelva algún día contigo te aconsejo que no hagas nada en su contra. Y de lo que puede hacerte Tetsu-kun ni te hablo, Kise-kun es otro que; si de su seguridad se trata, quizá no te mate pero si te dejaría muy mal parado, lo he visto luchar. Además de que te encontraras en el Medio Oriente por el resto de tu vida útil si siquiera osas mirar a Furi-min. Después de todo Aka-min no permitiría que dañes a su hijo—
—Hare que le den únicamente vuelos a Alaska a esa maldita Rubia traidora o al Sahara. El chihuahua, con Akashi ¿Es enserio? Demonios, ese chico sí que está loco—
—Espero no ser yo quien es llamado loco Daiki...—
—¡Akashi!—
—No son necesarios los boletos, iremos en mi Jet privado. Mas no iremos hoy, hay cosas más importantes primero que hacer—
—¡Porque entran a mi casa como si fueran los dueños y no tuviera el mejor dispositivo de seguridad del mundo!—
—Son galletas saladas, dicen que son buenas para las náuseas y no, no lo investigue ni te espié. Pude verlo mientras caminaba hacia acá—
Kouki lo ignoro mientras acariciaba su pronunciado vientre.
—Perdóname por favor. Perdóname por no haber sabido cómo hacer las cosas desde un principio. Pero me fascinaste y... no supe cómo actuar—
—No hay un pero que me valga— le respondió aun sin verle el castaño
—Lo sé y hare lo que sea para que veas que no quiero que te sientas como un florero más en mi casa. Quiero que sepas que te respeto por quien eres y respetare tus decisiones siempre. Así que por favor, aun si no me perdonas, no me alejes de mi hijo—
—Tus hijos...— esa había sido la razón al parecer de que a pesar de haber pasado ya el primer trimestre, aun siguiera con náuseas y vómitos.
— ¿Qué?—
—Son dos... pe-pero que conste que no me has convencido completamente... —
Kouki se sonrojo cuando le dirigió la mirada por fin y Seijuuro casi sintió morir por ver la expresión que siempre había querido que fuera dirigida para sí. Un Kouki nervioso, sonrojado y tembloroso por su presencia. No de miedo, no de ira. Casi que se lanzó a besarle más se contuvo. Despacio, se dijo.
—Y te traje chocolates—
Y la risa que soltara el castaño hizo sonreír al pelirrojo. Si Kouki volvía a reír así para él. Le daría la viejo Hanekuza un buen fondo de retiro y unas buenas vacaiones.
—El amor es algo que confunde, que te puede llevar muy alto como dejarte en lo hondo. Cuando deseas pasar mucho tiempo con una persona, tu vida se torna en una montaña rusa; notas que no puedes tener control sobre lo que el otro hace y te arriesgas a caer en los celos, en el engaño y la manipulación. Tienes que tratar con tu confianza Aomine y con la confianza que le tengas a tu pareja si quieres que lo suyo funcione después de esto—
Las palabras de su psicóloga aún eran fuertes en su mente. A pesar de haber pensado y pensado lo que le diría a su pelirrojo, sintió morir cada palabra en su mente en cuanto lo vio.
Casi siente un deja cuando le vio de pie en el balcón del hotel en el que se encontraban. Más ver su tenue sonrisa mientras acaricia su vientre le borro la preocupación que había pasado su mente.
— "Lo siento soy un imbécil" Debió de ser idea de Momoi-chan ¿Cierto?—
Taiga se veía tan hermoso, tan lleno de luz. Aomine tomo con fuerza los hilos que mantenían en sus manos el montón de globos de helio que flotaban.
—Si... dijo que te gustarían—
La tensión podía ser cortada fácilmente hasta con un pan. Mas Aomine no presiono como Kagami pensó que lo haría.
—Habla— le dijo
—Desde que te conozco he sido otra persona; contigo soy una versión mejorada de mí mismo, por esa razón a veces me siento inseguro si no estás conmigo. Eres la persona más importante de mi vida y confío sólo en ti, y acepto que en algunas ocasiones no te lo demuestro pero deseo que sepas que te amo para siempre—
—Una pareja normal tiene discusiones de vez en cuando Daiki, es algo por lo que todos pasan, es parte de la convivencia de dos seres humanos, somos distintos y es de esperarse que surjan diferencias en algún momento— le respondió Taiga, se le notaba sereno, tranquilo. Suponía por el descanso que se había tomado —Estar distanciados me hace sentir mal, te extraño y necesito estar contigo, quiero que sepas que te amo con todas mis fuerzas, mas eso no justifica lo que hiciste. Sacarte de mi corazón es una tarea imposible, no lo quiero hacer, aún siento lo mismo por ti —
Los ojos de Daiki se llenaron de lágrimas, su corazón pesado se liberó y permitió a sus lágrimas salir sin ningún impedimento. Por primera vez ante el pelirrojo, mostraba su debilidad.
—Por favor, estoy postrado aquí a tus pies— Le dijo cayendo de rodillas, dejando que los globos de sus manos se perdieran en el cielo anaranjado del atardecer —Es cierto que soy muy egoísta con la felicidad que me regalas, pero te prometo de ahora en adelante tenerte más confianza y darte más de mi honestidad, por favor créeme y enséñame a abrirme más con los demás, deseo comprenderte y apoyarte en todo lo que hagas. Espero que puedas perdonarme aun si es más adelante —
Taiga no dudo en acercarse al muy abatido moreno, con dificultad se medió acomodo entre sus brazos y le alzo la mirada que tenía gacha.
—Tenemos un duro camino por delante... lo sabes ¿Verdad?—
—Lo se Taiga, luchare ¿Dónde está mi otro bebe?—
—Lucharemos Ahomine y está en la cama—
—Entonces vayamos a la cama—
— Más lento Profesor, ni siquiera me has pedido una maldita cita —
—¡Hey! Ya he escuchado eso antes—
Ambos se tomaron de la mano, sintiendo que las piezas antes sueltas de sus almas encajaban lentamente.
—Por cierto... — le dijo achicando la mirada hacia el moreno —Quiero unas 10 hamburguesas con queso—
—Solo la mitad Bakagami...—
—Bien...—
Lo que no sabía Aomine Daiki era que en Tailandia no habían hamburguesas con queso. Al menos no como las quería Kagami.
FINAL, POR FIN EL FINAL REAL
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