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El chico de la clase nocturna

Capitulo escrito por mi.



Kagami taiga ya no era el idiota que antes había sido.

Kagami ahora luchaba por su pequeño Hiro. Su bebe, su todo.

No le importaba los desvelos, el cansancio del trabajo, el hacer sus tareas con las piernas entumecidas cuando su bebe se quedaba dormido en su regazo.

Sabía que a carrera que había elegido era muy difícil y más para alguien como él; no porque fuera un idiota, porque al menos académicamente se esforzaba, si no por todas las trabas que al parecer sus allegados le ponían.

Primero fue su estupidez, el creer en el amor, en las promesas. En esos momentos de su vida sabía que había sido la falta de cariño paterno lo que de alguna manera había influenciado sus decisiones, el hecho de haber caído en las garras de ese hombre que alguna vez le profeso amor y que después con el paso del tiempo se convirtió en su verdugo.

Y luego estaba su madre, quien creía firmemente que el hecho de ser alguien que podría traer vida al mundo, su deber era solo atender a su marido y bajar la cabeza.

No, no dejaría a Hiro en manos de semejante hombre con creencias del siglo pasado. Saldría adelante con o sin él y últimamente estaba mucho mejor sin él.









Aomine Daiki le había prestado una muy sutil atención de más a Kagami, él lo sabía y sabia también que no era nada bueno; para ninguno.

¿Pero cómo no hacerlo? El pelirrojo era de los que más se esforzaba, de los que más prestaban atención, todo de él era imposible no notar. Desde el color de su cabello hasta las peculiares cejas en su rostro. Pero eso no era lo que le preocupaba al moreno, era su delgadez, las ojeras bajo sus lindos ojos. La ropa que se notaba un par de tallas más grandes para su cuerpo, el cansancio y sobre todo, a su vista entrenada; el miedo.

El pelirrojo tenía miedo de su alrededor, de confiar, de fracasar. Lo sabía y le ardía la sangre en saber la razón de ello. Sabía que por sus conexiones, un par de llamadas a su general con el cual aún tenía buena comunicación sabría hasta la primera multa de tránsito, pero dudaba que tuviera un auto. Un par de llamadas a Satsuki y hasta el tipo de sangre tendría en sus manos.



Más no lo hizo.



Ver entonces el pequeño en sus brazos le sorprendió, era una calca de su madre, porque entonces Kagami tendría que serlo. El pequeño no le temió a pesar de tenerle entre los brazos cuando este se puso algo intenso y decir que era la primera vez en su vida que tomaba algo tan frágil en sus brazos sin romperlo removió algo que no supo identificar en lo que creía que era su frio corazón.

Aomine llevaba la clase de derecho penal solo tres veces por semana; miércoles a viernes, asi que cuando llego el miércoles por la tarde se sorprendió de ver a uno de sus mejores estudiantes con mangas largas en plena temporada de calor, con lentes oscuros cuando sabía que pronto oscurecería.

No pudo hacer nada puesto que no era de su incumbencia pero la sangre comenzó a hervirle en las venas cuando al acercarse vio en la piel acaramelada una suerte de tonos morados a verdes sobre salir del lente oscuro.









Kagami no sabía porque en cuanto vio a su profesor ingresar al aula, sintió su cuerpo encogerse en su lugar, estaba seguro que era la vergüenza por lo ocurrido en el examen o por su apariencia, no lo sabía. Decir que le fue fácil concentrarse seria mentir. Pero debía hacerlo, tenía que hacerlo.

Transcurrió la clase con relativa calma, siguió cada indicación dada y pregunto en donde sabia debía. Miro un par de veces su reloj, ese día su buen amigo Kouki había accedido a cuidar a su Hiro sin problema alguno, puesto que Kuroko se hallaba fuera de la ciudad, sonrió algo enternecido al recodar al pequeño castaño gritarle y llorar por no haberle pedido ayuda con anterioridad y fil a sus palabras le dijo, que con él tendría niñera asegurada.

Así si alguna vez voy a la cárcel, más te vale me saques gratis− le había dicho –Y prepárate, que cuando llegue Tetsuya, seguro te aventara a Nigou

Tembló ante la terrorífica idea, solo esperaban no llegar a eso.

—De las cuatro ramas del derecho, necesito que para próxima clase ya tengan en cuenta cual es la rama a la que van a especializarse, si bien este es su segundo año, es mejor saber cuál va a ser para prestarles mayor importancia a sus ideales a futuro. Eso es todo, pueden retirarse—


Kagami guardo los útiles que celosamente protegía, aunque había aceptado la ayuda para sus amigos cuidaran de Hiro, estos también tenían sus problemas y no pensaba llenarlos con más.

Sintió la pesada mirada de su profesor, estaba por salir de la aúlla cuando decidió hacer lo que debía, lo que había pospuesto desde el lunes; porque bien había podido ir a la sala de profesores y terminar con el asunto, pero su vergüenza no lo detendría de agradecerle por fin.

—Muchas gracias profesor Aomine, por cuidar de mi hijo el día del examen. Estaré agradecido infinitamente—  acompañado de sus palabras hizo una reverencia, cuidando que sus lentes no cayeran al suelo.

—Con la frente en alto muchacho, no agradezcas así, mejor demuéstrame con tus acciones académicas que mi tiempo valió la pena—

Por primera vez en días Kagami sonrió, ocultas tras los lentes oscuros una lagrima casi corrió por su mejilla, así que solo afirmo fuertemente en acuerdo con las palabras que su profesor le dijera y salió con ánimos renovados en busca de su hijo. Deseaba que esa clase de ánimos se los demostrara su madre, pero en lugar de ello solo se la pasaba aceptando toda la mierda que salía de los labios de su ex pareja.









Aomine no pudo evitarlo, de verdad que quiso pero las ansias de saber qué clase de penurias estaba pasando el pelirrojo, le pudieron más.

Por nada del mundo iba a permitir que se repitiera la historia nuevamente. Así que ayudado de sus habilidades se vio siguiendo al su estudiante. La primera parada, contrario a lo que pensó no fue a donde se encontrara su pequeño, si no que a una hamburguesería donde comió una ínfima comida, eso para nada era bueno no solo para su metabolismo, seguro que esa pequeña porción no le satisficiera. Luego le vio entrar a la biblioteca pública y salir con un buen conjunto de libros y; según su visión ayudada por los binoculares en sus manos, de Derecho Constitucional, las más difícil de las carreras. Sonrió, sin poder evitarlo, el chico apuntaba alto.

Entonces, salido de la nada vio un hombre comenzar seguir al ingenuo pelirrojo, iba a unos pasos tras suyo, su caminar era errático, concordante con un hombre influenciado con sustancias prohibidas. Pensándolo detenidamente, no sabia si Taiga estaba con el padre de su hijo, pero al parecer; y esperaba equivocarse, los obvios signos de violencia eran debido algo relacionado con ello.







Kagami estaba terminando de enviar el mensaje a Kouki acerca de que llegaría un poco tarde por Hiro, después de comer recordó que ya no le quedaban más papillas para alimentarlo y debido a su situación se había visto en la necesidad de comprarlas envasadas.

Fue completamente rápido que fue enviado al suelo de un certero golpe en el estómago, como fue que el tipo le cubrió de inmediato no lo supo, pero seguro era por ir viendo su teléfono, mismo que fue a dar a unos buenos metros seguro roto.


−Si vienes ahora conmigo, no te ira peor−


Reconocería eso voz donde fuera, lo único que le agradecía a ese tipo, era el hecho de volver su vida más llevadera con la llegada de su pequeño. Kagami respiro con dificultad y pronto se lo quitó de encima, el aroma pastoso de la droga le llegaba hasta las fosas nasales, causándole repugnancia.

¿Cómo no pudo ver semejante monstruo antes? ¿Cómo no pudo ver las malas intenciones disfrazadas de dulces sonrisas? Bastardo.



− ¡Aléjate de nosotros Nash!−



Los lentes cayeron al suelo, dejando ver el verdusco moratón en su ojo derecho, al parecer una nueva herida se notaria pronto en la piel de su vientre.



−Hiro también es mi hijo y te recuerdo Taiga, que si quiero puedo quitarlo y no le veras nunca más, de eso me encargo yo−



−N-No.. no...−



Kagami ya sabía que eso no era posible, sabía que la ley se pondría de su lado, que si interponía una denuncia fácilmente se lo quitaría de encima, ¡Maldita sea, estaba estudiando para eso! ¡Taiga lo sabía! Pero su miedo no era ese, su miedo recaía en el hecho de que su madre apoyaba a ese bastardo, que si ambos se lo proponían se llevarían a su Hiro muy lejos y no lo volvería a ver.

Entonces una sombra salida de a saber dónde hizo caer al rubio, fue como en cámara lenta, ver como esa sombra se aferraba a la muñeca levantada lista para asestarle un nuevo golpe, como una pierna era interpuesta en medio y hecho caer y al final ver como un par de esposas era puestas en las muñecas tras la espalda ahí tirado en el suelo.



−Agresión física, psicológica, patrimonial o económica, amenazas. Cargo por posesión de drogas o consumo y un largo etcétera será lo único que obtendrás esta noche. Aléjate de Taiga...−



Kagami no tardo nada en socorrerse tras su profesor en cuanto se separó de su ex pareja, después preguntaría bien lo que estaba sucediendo. Pero por ahora era su barco salvavidas.

Vio a Nash tambalearse cuando con dificultad se levantó y sonreír con egocentrismo, Kagami temblaba de la ira, la vergüenza y el dolor. Pero agradecía infinitamente la presencia del moreno ahí, con él.



−Así que ya le abres las piernas a este bastardo... no me sorprende, doncel bueno para nada...−

−Si eso fuera afirmativo, para nada sería de tu incumbencia, tú no estás a mi nivel−



Los tres hombres guardaron un incómodo silencio, antes de ver como el rubio aun esposado se daba la vuelta sin pena alguna, caminando en dirección contraria.



−No te olvides de mis palabras Taiga, sin mí no llegaras a ser nada y más te vale que más pronto que tarde vuelvas con nuestro hijo o tú y tu amante lo lamentaran−



En cuanto se hubo ido Kagami no pudo evitar caer sobre sus rodillas, sintiendo las fuertes manos lastimar sus brazos por la fuerza en la que era tomado.



−¡¿Por qué demonios no has tomado medidas legales?! ¡Ni siquiera pareces el mejor de mi clase maldita sea!−



Kagami no respondió, en su mente solo estaba se repetía una y otra vez la misma frase. 

Proteger a Hiro

−No quiero perder a mi bebe− únicamente dijo


Aomine no necesito más, sabía que algo andaba seriamente mal, así que sin dilación hizo levantar al pelirrojo del suelo.



−¿Dónde está Hiro? ¿En qué lugar te estas quedando? Olvídalo, te vienes inmediatamente conmigo y antes de que te niegues, que sepas que soy capaz de declararte incompetente si no accedes. Piensa en tu hijo−

Kagami no dijo nada, se aferró sumisamente; algo que odiaba con toda el alma, de la chaqueta del moreno, indico con voz queda y entrecortada por el llanto la dirección a la cual acudir por su pequeño, Aomine tenía razón en algo, tenía que pensar en su hijo.



−Lamento haberle metido en esto−

Aomine no respondió, si lo hacia la ira mal dirigida le haría daño al pelirrojo y lo que menos quería era hacerle pasar por mas esa noche, lo guío a su coche y con rapidez y pericia se dirigieron donde el pequeño.

Las cosas cambiarían de ese momento en adelante.

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