Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

AFERRARSE A LA ESPERANZA: NO FUNCIONA.

Parte escrita por LuisaPaz4

— ¡Tenemos un paciente inconsciente!

Cada movimiento leve le enviaba una descarga de dolor descomunal.

— ¡Contusiones graves en pecho, espalda, piernas y cabeza!—

¿Habría muerto ya? Quería morir. Ha vivido toda la vida con dolor, desde los ocho años en que su padre muriera no había conocido otra cosa que el desprecio de su madre.

— ¡Estamos perdiendo los signos vitales carajo!—

Había intentado entenderla. Había buscado cualquier excusa para su madre. Puesto que era su madre; y se supone que todas las madres aman a sus hijos.

— ¡Tiene un pulmón colapsado, preparen quirófano! ¡Ya!—

¿Por qué Angélica era diferente? ¿Era culpa suya?

Sería bueno morir, no quería averiguar la respuesta de eso... pero...

— ¡No puede pasar! ¡Señor! ¡No puede pasar!—

La sonrisa de su quejumbroso pero adorable hijo...

¿Quería darle el mismo destino que tuvo él?

— ¡Dai-chan! ¡Estás retrasando a los médicos, suelta la camilla!—

No.

Su bebé tenía derecho a ser feliz. Tenía derecho a tener una vida maravillosa.

Se dejó ahogar en las densas aguas del dolor.

Y se fue...


—Dai-chan, el pequeño necesita comer, déjamelo un segundo y...—

—Prepara el biberón—

—Dai-chan, tu nunca has...—

—No voy a soltar a Hiro, se lo prometí a Taiga cuando entró a quirófano hace 6 horas y media. Prepara. El. Jodido. Biberón. — Dijo con suave frialdad, mirándola duramente.

La pelirroja no pudo más que obedecer, sólo quería que su amigo hermano descansara un poco, pero no podía obligarlo.

En ese momento a la sala privada que se les había asignado (sin comentarios) entró un hombre un poco mayor que Daiki, pero más bajo, con un aura imponente y una impenetrable mirada heterocromatica.

—Los tenemos. — Dijo al sentarse con la pierna cruzado en uno de los sofás, el Akashi hizo una mueca ante la incomodidad. Sin embargo, Aomine ni siquiera levantó la vista del pequeño bebé que se removía inquieto. — ¿Los quieres?—

— ¿Qué? — Satsuki volvía con el biberón en la mano, por supuesto había entendido la corta frase y lo que ella implicaba. — ¿Qué crees que estás haciendo, Aka-min? — Reprochó.

—Los quiero. En la mejor de las condiciones, alimentados, nutridos, fuertes...—

— ¿Qué? ¡No, Dai-chan! ¡Tu ya no eres así!—

—Silencio, Satsuki, molestas a Hiro. — Espetó el Moreno.

—Excelente. ¿Qué quieres hacer con ellos?—

—Nash va a desear día a día que la muerte tenga piedad de él, y para Angélica tengo algo muy especial—

— ¿En qué puedo ayudarte?—

Aomine esta vez sí alzó la cabeza, mirando escrutadoramente a su interlocutor.

—Ya te debo una grande, ¿Qué más quieres conseguir de todo esto?—

— ¿Lo vale Taiga? ¿Cualquier cosa que vaya a pedirte?—

—Jodidamente lo vale—

—Con eso es suficiente. — Afirmó el heterocromatico.

—No me lo creo, estás ocultándome algo, y sabes cuanto lo detesto, también sabes que puedo pedirle a Satsuki que investigue—

— ¡A mi no me metas en tus mierdas! ¡No pienso colaborarte en nada! — Gritó la chica decepcionada, le entregó el biberon y salió de la sala hecha una furia.

—Te queda. — Comentó Akashi, ignorando la rabieta de la pelirrosa.

— ¿Qué me queda? — Arqueó una ceja Aomine.

—Ser papá—

Un silencio incómodo se formó en la sala.

Varios segundos.

Y fue roto por un leve resoplido del pelimagenta.

—Imbecil. — Gruñó Daiki, sin dejar de ver como el pequeño chupaba con ahínco de la fórmula.

—No olvides que sigo siendo tu General en Jefe, Daiki—

—Como olvidarlo. — Rodó los ojos el Moreno. —¿Qué te mueve, Akashi?—

El General guardó silencio, sopesando los pros y los contras de hablar: si callaba, podría obtener dos favores a cambio de uno, y si hablaba... No, no ganaba nada confesando.

—En honor a la verdad este favor se lo estoy haciendo a otra persona. —Dijo, de igual forma, estaba satisfecho con lo que conseguiría por otro lado, no necesitaba nada del Moreno por los momentos. —Que te beneficie a ti es solo un plus—

— ¿Quién te lo ha pedido? ¿De qué hablas?—

—Hablo del hijo del Coronel Furihata. — "Quién resultó ser toda una joya" pensó

—Tengo entendido que el hijo del Coronel Imbecil es solo un Doncel...—

"Solo un Doncel" he ahí lo maravilloso del asunto. Todos creían que el - ya no- inocente y asustadizo chico era solo alguien con el don de engendrar, y allí era dónde todos fallaban, pero no Akashi, jamás Akashi.

—Los detalles de mi arreglo son confidenciales, pero me pongo en tus manos para lo que necesites. — Seijurou se levantó y se sacudió el traje, alizándose pequeñas arrugas de la chaqueta. —Estaremos en contacto, Daiki— Y sin más caminó fuera de la sala, pero se detuvo en el umbral—Por cierto, todos los gastos hospitalarios de Taiga están pagados—

—No es necesario, puedo cubrir sus gastos sin problema alguno. — Gruñó Daiki colocándose al bebé contra el hombro.

— ¿Con tu pobre sueldo de profesor? — Se burló, aunque bien sabía que Aomine tenía sus arcas llenas. —Es un regalo para mí ahijado. — Finalizó y se perdió por el pasillo.

— ¿Ahijado? — Murmuró. Luego dirigió la vista al dormido Hiro. — ¿Eres ahijado de Akashi Seijurou? — Preguntó incrédulo.

Entonces la puerta de la habitación se abrió de golpe.

— ¡Ya terminaron de operarlo!—

El corazón le zumbó en el pecho ante el grito de Satsuki. Por un momento se sintió en el limbo, temeroso de escuchar el resultado.


La estancia era cálida y el jardín enorme, aunque difuso. Kagami ya no se esforzaba en ver una cosa en especifico, puesto que si enfocaba lo que creía era una flor, ésta se emborrecia y de pronto ya era solo un manchón de colores pasteles. Lo mismo con la fuente, lo mismo con los bordes.

Lo único que era en verdad solido era la persona que tenía en frente.

— ¿Entonces, nos vamos a quedar aquí? — Preguntó por quién sabe cuanta vez.

El hombre pelirrojo de ojos castaños sonrió dulcemente.

—No, mi carmín, tu tienes que volver—

— ¿Volver dónde? No quiero más dolor, me quiero quedar aquí, contigo. — Protestó el pequeño niño, tirándose a los brazos de su padre.

—Pero alguien te espera, están desesperados por que vuelvas—

— ¿Quién me espera? — Cómo todo niño curioso levantó la cabeza con los ojos grandes.

—No puedo decirlo, tienes que arriesgarte y descubrirlo por ti mismo, mi pequeño rubí—

— ¡Entonces no quiero ir! ¡Quiero quedarme contigo!—

—Taiga, papá te ama—

—Y-Yo también te amo... ¿Por qué te estás despidiendo? — Balbuceó con la cara roja.

—Porqué aunque quisiera tenerte conmigo para siempre, no puedes dejar a mi nieto solo... —Sonrió el hombre, alejándose completamente de su retoño.

— ¿Ni-nieto? ¿P-papá? — Jadeó Kagami extendiendo una mano, pero el mayor se desvaneció ante sus ojos, y con él, todo lo demás: las flores, la fuente, el jardín, la luz...

Quedó de rodillas sobre la nada. Hiperventilando, el espacio cerrándose a su alrededor.

Y cuando creyó que perdería el conocimiento...

Una risita tintineante rebotó en algún lugar. Y a esa le siguieron muchas más.

Luego un par de ojitos rojos, un cabello bicolor... Un balbuceo...


Tres días había estado Taiga en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivo) y fueron los tres días más difíciles de la vida de Aomine y los amigos del pelirrojo.

Nadie quería irse del hospital, la sala de espera que el primer día le habían cedido a Daiki ahora era exclusivamente para uso de él y los amigos de Taiga.

Hiro no dejaba los brazos de Aomine, más que para dormir. Y nadie tenía permiso de hacerse cargo de él, más que el mismo pelíazul.

Cuando Taiga salió por fin de la UCI tuvieron un par de días de paz, hasta que el galeno comunicó que el chico no despertaba porque estaba en coma.

Tres semanas habían pasado de eso, el doctor no daba ni quitaba esperanzas, apenas hablaba sin balbucear con la intensa y depredadora mirada del moreno sobre él.

—H-hiro... D-dónde...—

— ¿Taiga? — Kouki se levantó de la silla dónde había estado y se acercó corriendo al lado de la cama.

—M-mi... B-bebé...—

— ¡Oh, Dios mio! ¡V-voy a llamar al doctor! — Y dos segundos después de correr afuera, una tanda de doctores y enfermeros entró a tropel, rodeandolo por todos lados, revisando sus pupilas, sus signos vitales y preguntando de todo.

Antes de volver a la inconsciencia pudo escuchar una voz grave en la habitación, creyó que era Aomine ¿Pero que hacía él ahí? Donde sea que fuera ahí...

La segunda vez que despertó lo primero que observó fue a su bebito en brazos de alguien.

El corazón se le llenó de amor y de esperanza, al mismo tiempo que el cuerpo le mandaba descargas de dolor.

—No te muevas, lo llevaré hasta ti... — Tranquilizó Daiki, manteniendo la calma por el bien del Doncel. Se levantó y con delicadeza dejó al somnoliento bebé a un lado, en la camilla doble. Akashi estaba pagando por los mejores cuidados para Taiga.

—Q-quiero cargarlo... — Balbuceó Taiga moviéndose un poco, y resintiendo en el proceso cada fibra de su ser.

—Shh, calma, tranquilizante... — Aomine lo sostuvo desde los hombros, inmovilizándolo con cuidado sobre el colchón. —No podrás cargarlo por un tiempo, Taiga—

El Doncel sintió que volvía a caer a un vacío, se sintió golpeado, y las lágrimas no tardaron en bajar y humedecer sus mejillas.

—No, vamos, no llores, Taiga. — Gruñó Daiki mortificado, limpiando con los pulgares cada una de las saladas gotas que no dejaban de bajar. — Estás muy débil, Hiro pesa mucho, pero en cuanto te recuperes no va a soltar tus brazos. — Prometió.

Kagami cerró los ojos y tomó una larga inhalación. Debía ser fuerte, no podía dejarse vencer ahora que todo había pasado por fin.

— ¿Qué sucedió?—

— ¿No recuerdas nada?—

—Lo recuerdo todo. — Gruñó el Doncel como respuesta. — ¿Qué ocurrió luego de que me desmaye? Lo último que sentí fue dolor, y lo último que escuché fueron disparos—

Aomine sopesó lo dicho con mucho cuidado. Debía planear bien sus palabras de ahí en adelante.

—Tu madre murió. — Expresó y lo miró con atención.

Las pupilas rubíes se endurecieron.

—La hubiera matado con mis propias manos, muy lentamente, para hacerle sentir una mínima parte de lo que yo sentí cuando me arrebató a mi bebé de los brazos. — Rugió con odio contenido. —Esa mujer ya no era mi madre—

—Muy bien. Nash... También murió—

—...—

Esta vez Taiga no fue capaz de decir nada, se sentía tan aliviado de escuchar eso. Se sentía libre por fin. Ya no habría un loco tras suyo, ya no temería ser atacado en un callejón, no sentiría el miedo ficticio de llegar a perder a su hijo.

Todo estaba bien. Todo iría bien a partir de ahora.

— ¿Cuándo me darán el alta? — Si, necesitaba ponerse en pies y empezar a planear que hacer de ahora en adelante, no olvidaba que no tenía casa, que la que su padre había comprado, Angélica la había hipotecado y posteriormente perdido y que vivían con Nash. Ahora que había salido vivo junto a su bebé de esa terrorífica situación, deseaba más que nada comenzar a valerse por sí mismo, empezar a hacer las cosas bien de ahora en adelante. Tomaría un trabajo de medio tiempo (o hasta dos) para pagar una niñera a Hiro, la mitad de la universidad que no cubría la beca y otras necesidades, no sabía de que manera iba a lograrlo, incluso puede que necesitará ayuda del gobierno (préstamos definitivamente no), lo único que sabía es que ahora si que iba a poder hacer todo lo que quería para que su hijo fuera feliz y nunca le faltara nada.

Daiki lo observó con frialdad. No había otra expresión que pudiera poner ante esa mirada esperanzada. Era su manera de lidiar con la pronta desilusión.

—Iré a buscar al doctor, él te lo dirá. — Anunció y sin más salió de la habitación. Obviamente sabía el diagnóstico completo del pelirrojo, pero no iba a ser él quien rompiera esa dulce expresión en su cara.

— ¿Por qué le mentiste? Su madre no está muerta, mucho menos Nash—

—Lo estarán, Satsuki. Deja de fisgonear—

— ¿Pero por qué le mentiste?—

—Estaba probándolo, en su boca estaba la sentencia de esos dos, y fue dictada. — Respondió fríamente, sin tentarse ni un poco con la expresión decepcionada de la pelirrosa.



— ¿Asma? ¡¿P-pulmón colapsado?! — Chilló pálido, la maquina que seguía su ritmo cardíaco empezó a sonar agudamente, con bip-bip-bip incistentes.

—Joven Kagami, si no sé tranquiliza, me temo que tendré que cedarlo, no podemos permitir una crisis en éste momento. — Riñó el galeno.

— ¡No! — Gritó Taiga asustado. Luego miró a Daiki detrás del doctor. — ¡N-No!—

—Nadie va a cedarte, pero cálmate. — Ordenó.

Taiga inhaló un par de veces, hasta que sintió que no saldría corriendo de allí.

— ¿Cómo asma? Nunca sufrí de asma—

—Son las consecuencias del colapso pulmonar, logramos rescatarlo al intervenirte de manera inmediata, sin embargo las secuelas son inevitables—

— ¿Y es curable? ¿Qué debo hacer?—

El doctor suavizó la expresión. Era un Doncel demasiado joven para todo lo que tenía encima.

—No hay cura para el asma, Taiga—

—P-pero, no es tanto, solo debo tener un inhalador en caso de q-que... Tuve un compañero en primaria, no pasaba nada, él actuaba normal... — Intentó con todas sus fuerzas aferrarse a la esperanza.

— ¿Cuántas veces tuvo una crisis? — Cuestionó el galeno.

—N-nunca. Pues, creo una vez... En la clase de educación física, corrió muchísimo y...—

—Lo tuyo es completamente distinto, Taiga. Tu Asma es grave, puedes entrar en crisis tan solo por alterarte de más, incluso estando sentado. En cualquier momento y si no se te atiende de manera correcta y al instante... No estoy diciendo que no puedas valerte por ti mismo, sin embargo tienes que pensar en tu hijo, en algún momento, cuando te acostumbres podras volver a andar por ti mismo, incluso podrás atenderte en caso de una crisis—

— ¿Cuándo me va a dar el alta?—

—Taiga...—

— ¿Cuándo? — Gruñó con dureza.

El galeno miró a Daiki, cruzado de brazos contra la pared, al pendiente de todo, al recibir asentimiento volvió la mirada a su paciente.

—Un mes—

Taiga sólo lo observó, se tragó todo lo que estaba sintiendo, junto al dolor que le causó voler a acostarse, se enrolló junto a su bebé y cerró los ojos, ignorando todo a su alrededor. Deseando que todo fuera un sueño.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro