Melanie se aproximaba hacia Nathan, ella vestía un vestido blanco, cosa que causaba que el destello de su cabello dorado fuera mayor.

Él chico aún no podía creer que su chica de cabello dorado estaba ahí, con él.
Poder volver a mirar a la chica que todavía estaba en sus pensamientos le hizo derramar algunas lágrimas.

¿Por qué lloras?—Preguntó ella limpiando algunas de las gotas que corrían por las mejillas de Nathan.

—¿Acaso soy un recuerdo triste para ti? Yo quiero que seas feliz.

Nathan solo podía observar a Melanie, temía que al tocarla esta desapareciera.

—Quiero que seas feliz, así como tu me hiciste a mi.—Exclamó Melanie feliz.—Pero tienes que olvidarme Nathan, yo no volveré.

Las últimas palabras que pronunció la chica lograron activar algo en Nathan, él todavía creía que su chica de cabello dorado volvería. Así que si quería seguir adelante tendría que tomar una decisión. Olvidarla.

No la olvidaría, nunca olvidaría a alguien al que amo tanto, ella siempre seria parte de él. Solo la recodaría sin que ese recuerdo doliera.

Alzando la mirada con una sonrisa pintada en su rostro observo como Melanie caminaba y mientras lo había poco a poco se desvanecía.

—Nunca te olvidaré.—Susurró Nathan.

Y tomando una decisión se preparó para correr.