Capítulo 10
«Me debes un beso.»
Mis mejillas ardieron al escuchar eso y me giré mirando a Geno a los ojos.
La luz fue apagada por el último en salir de la habitación y sus cabellos doraban como plata pura y perfecta.
Sus mejillas se dejaban ver teñidas por un suave carmesí, como el más suave tono de una rosa roja.
Su mirada decía todo sin ni siquiera mover un músculo.
«Creí que con el beso en la mejilla estaba saldado...»
Mi voz en aquel momento salió tímida, Geno suspiró con gracia, se acercó a mí y me besó.
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