EPÍLOGO
Una mañana más en aquella ciudad aburrida.
La alarma sonó como siempre a las 7:30 de la mañana. Jungkook se dio la vuelta dentro de la cama para apagarla, aún sumido en su sueño. Sin muchas ganas, se sentó en la cama, estirando los brazos. Qué ganas de quedarse un rato más acostado.
Una vez en el baño, Jungkook tomó su cepillo de dientes que se hallaba junto a otro dentro del vasito y empezó a cepillarse, mientras contemplaba sin ánimo su reflejo en el espejo. Cara de sueño, ojeras y cabello despeinado.
De pronto, una mano tomó el otro cepillo y su dueño empezó a cepillarse al lado de Jungkook, con un semblante mucho más somnoliento que él.
—Me duele la cabeza —anunció Jimin sin poder siquiera abrir los ojos.
—Hueles a alcohol. ¿Cuánto tomaste anoche? Apresúrate, debes ir al trabajo —lo regañó Jungkook.
Tras una eternidad en el tráfico de la mañana, Jungkook llegó a la oficina y empezó a organizar su material sobre su escritorio.
—Jungkook —lo llamó Seokjin —luego del trabajo vamos a ir a un pub a festejar el año nuevo.
—No, gracias hyung
—Pero te lo estoy diciendo, si vas una vez lo entenderás —insistió el mayor.
—Vamos o llegaremos tarde a la reunión con Genie —lo apresuró Jungkook.
—¡Buena suerte! —los despidió Taemin.
Esa primera entrevista que tendrían con la empresa de ropa interior femenina Genie era muy importante, pues en ella se decidiría si ésta contrataría los servicios de publicidad para trenes de la compañía donde trabajaban Jungkook y Seokjin.
Allí conocieron a quien se haría cargo del proyecto, el señor Kim Namjoon, con quien intercambiaron tarjetas de presentación, tal y como decía el protocolo.
Fue una entrevista larga pero fructífera en la que coordinaron los pormenores del proyecto con éxito.
Una vez fuera, Jungkook se despidió de Seokjin porque tenía que hacer unos trámites en el banco y quería aprovechar su hora de almuerzo para ello.
Ese día, el viento de finales de año era frío y hacía que bufandas y abrigos volaran si es que no estaban fuertemente agarrados a sus dueños.
Tras salir del banco, Jungkook esquivaba al montón de gente que iba y venía hacia sus oficinas luego de la hora del almuerzo y en su apuro, chocó sin querer con un hombre mayor que llevaba una bolsa de papel, haciéndola caer al suelo. La esposa de este hombre, también una señora mayor, asustada, lanzó un grito por el susto, pero luego rio ante la situación.
—Lo siento muchísimo señor —se disculpaba Jungkook mientras se agachaba y ayudaba al señor canoso y de gafas a recoger lo que había tirado, que resultaron ser paquetes de comida para gato y juguetes varios.
El señor mayor se detuvo un momento en lo que hacía y reparó en Jungkook, algo sorprendido. El joven le entregó un juguete en forma de ratón y el hombre río.
—Esto es vergonzoso, disculpe — el señor rio amontonando las cosas en la bolsa nuevamente.
—Es que un gato callejero vino a nuestra casa y decidimos adoptarlo —la señora le explicaba a Jungkook el raro contenido de sus compras —así que ahora tenemos todo esto para él.
Jungkook río también.
—Mil disculpas, no quise chocarlo señor
Los tres se pusieron de pie tras recogerlo todo y se despidieron amablemente. Era curioso, a Jungkook le parecía haberlos visto antes, pero no recordaba dónde.
***
Seokjin se había salido con la suya y logró llevar a Jungkook a ese pub a festejar el año nuevo. En realidad, no era una fiesta con baile y música movida, era más una reunión de colegas de trabajo y demás asistentes al lugar, portando sombreros alusivos a la fecha y bebiendo en la barra o en las mesas mientras escuchaban música relajada.
—¿Por qué no puedo encontrar a ese alguien, Jeon? ¿Por qué no puedo y él sí? —se quejaba Seokjin con un cigarrillo en las manos y el semblante pasado de copas.
Jungkook se reía de él. Nunca había ido a beber con nadie de su oficina y ver así a su supervisor era divertido. Volteó al otro lado en la barra y vio a Taemin también riendo, siendo la causa de la pena de su jefe.
—Felicidades —sonrió Jungkook sinceramente a Taemin
—Lo siento por tener buena suerte y casarme en esta época especial del año —fanfarroneó Taemin mostrando su anillo de casamiento.
Pronto, el jefe de publicidad, más tomado que Seokjin, se acercó a Taemin y lo llevó casi a rastras a beber con la mesa contigua, festejando su casamiento. Seokjin se unió a ellos, dejando a Jungkook sentado en la barra, tomando su bebida.
De repente, los parlantes del pub lanzaron una canción del estilo que estaban acostumbrados.
"Había campanas en una colina,
Pero nunca las oí tocar,
No, nunca las oí en absoluto,
Hasta que llegaste tú"
Sobre la mano con la que Jungkook agarraba su vaso, una fina cicatriz empezaba a moverse al ritmo que su dedo marcaba con la canción.
"Había pájaros en el cielo,
Pero nunca los vi volar,
No, nunca los vi en absoluto,
Hasta que llegaste tú"
Seokjin se acercó a Jungkook desde el otro lado de la barra para decirle que se les uniera, pero se quedó de pie sorprendido al ver su rostro. Estaba llorando... llorando mientras cantaba esa agridulce canción de los Beatles. Las lágrimas mojaban sus mejillas mientras él sonreía... y no sabía el porqué.
"Luego había música y rosas maravillosas,
Que me cuentan en dulces y fragantes
Praderas sobre el amanecer y sobre ti"
"Había amor por todo el rededor,
Pero nunca lo oí cantar,
No, nunca lo oí en absoluto,
Hasta que llegaste tú".
"Luego había música y rosas maravillosas,
Que me cuentan en dulces y fragantes
Praderas sobre el amanecer y sobre ti"
"Había amor por todo el alrededor,
Pero nunca lo oí cantar,
No, nunca lo oí en absoluto,
Hasta que llegaste tú".
"Hasta que llegaste tú"
***
Pasaron unos meses luego de aquel triste año nuevo. La primavera había llegado a la ciudad con sus cantos de pájaros, su clima templado y apacible y los árboles de cerezos adornando los parques. Un respiro para el alma, una nueva esperanza para vivir.
Era una de las estaciones que a Jungkook más le gustaban en el año, porque podía disfrutar de ese ambiente mientras se desplazaba por la ciudad en su rutina diaria... como ese domingo, que decidió sacar su bicicleta y dar una vuelta por el parque cercano. No sabía por qué, pero se sentía más ligero, como si se hubiese sacado algún pesar de encima, como si el final del invierno se hubiera llevado consigo todo el frío junto con su tristeza inentendible.
Ese día lo sentía como fresco, nuevo, como la primera hoja de papel de un cuaderno muy valioso que había esperado por empezar a escribir. Aunque no sabía muy bien cómo comenzar o qué anotar en ese cuaderno de su vida, tenía la esperanza de que todo fuese hermoso desde ese momento.
Se detuvo frente a un banco de madera a observar los hermosos colores de los árboles de cerezo alrededor, tiñendo el ambiente y el césped de tonos rosados y lilas con sus pétalos perecederos. Era todo tan pacífico y calmado, como una caricia para su corazón ermitaño. El viento rozaba la sonrisa que nacía en sus labios. El agridulce sabor de su soledad ya no lo lastimaba.
En su interior, algo estaba cambiando. La ansiedad por las cosas futuras, por los logros que no había alcanzado y que tal vez nunca lograría, ya no rasgaba su interior hiriendo su autoestima y haciendo que se comparara con otros. Él era único e irrepetible, con sus aciertos y errores. Por fin entendía que la vida no se trataba de competir para ser el mejor, sino de vivirla de la manera más feliz que pudiera.
Aun así, Jungkook sentía que le faltaba una pequeña parte para sentirse totalmente en paz. Suspiró con ese sentimiento pegado en el pecho, cuando de repente, sintió un pequeño golpecito en su pierna izquierda que lo hizo mirar hacia abajo.
Un pequeño gatito gris se había acercado a él y le rascaba los pantalones para que lo alzara.
Sonriendo, Jungkook estacionó su bicicleta junto al banco de madera y tomó al tierno felino entre sus manos. Pero éste, intranquilo, se movió como pudo y escapó rápidamente hacía el camino de césped y pétalos rosados. Allí, alguien lo agarró con suavidad y lo posó sobre su pecho.
Jungkook se puso de pie lentamente sin perder de vista al muchacho que tenía en sus brazos al gatito. Era alto, de porte elegante. Vestía un suéter verde, pantalones beige, una boina y gafas de marco grueso que le daban un aire bohemio. Pero lo que más le llamó la atención fue su sonrisa cuadrada... encantadora en verdad. Ese muchacho combinaba perfectamente con aquel día soleado de primavera y el parque de árboles de cerezo. Una postal digna de guardarse en la memoria.
—¿Te... gustan los gatos? —le preguntó el muchacho a Jungkook con una voz profunda que contrastaba de una manera particular con sus dulces rasgos.
—Sí... —contestó Jungkook en un hilo de voz, sin quitar su mirada de los ojos almendrados y grandes que no se apartaban de él.
El menor no sabía por qué, pero en ese momento todo empezó a cuadrar dentro de él, como piezas de un rompecabezas que se encontraban dispersas por el camino de su vida. Ahora cada una calzaba a la perfección.
Jungkook sonrió como no había sonreído hace mucho tiempo. Presintió que ese encuentro sería el comienzo de algo muy especial.
FIN
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Espero que este final haya sido de su agrado luego de tantas penas.
Como les comenté, fue muy fiel a la película, solamente cambiando nombres, la canción principal y aumentando lo que me parecía que los personajes sentían y pensaban.
He tardado bastante en escribir esta historia, pero la he disfrutado mucho, porque me ha servido como práctica de escritura de algo que jamás intenté, pasar una película a letras.
Les agradezco mucho a todas las personitas que la han leído, han sufrido y me han ido comentando por acá. Espero que esta historia tenga un lugarcito en su memoria y corazón.
Gracias!
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