Observa el reloj colgado en la pared de la sala de estar con preocupación, sin poder concentrarse en su bordado.
- Ya es tarde... ya debería haber llegado...
Masculla la mujer, levantándose del sofá para dirigirse a la entrada de su hogar con la esperanza de ver a su hijo aparecer por el camino.
No pasaron más de quince segundos cuando nota al burro de la familia acercarse a alta velocidad.
- ¿Tieh? Pero... -Mira a todos lados al notar que no había rastro de su pequeño- ¿Dónde está Andreu...?
Sintiendo como su piel se erizaba por el mal presentimiento, corre camino arriba, a la casa de sus hermanos, con la intención de buscar ayuda.
Mientras, en un lote vacío cerca de la zona pesquera del pueblo, los dos hombres con sombrero de copa intentaban interrogar al colorín sin éxito.
- ¡Deja de ser una peste, niño! Sólo dinos cómo funciona.
Brama uno con frustración, intentando encontrarle algún mecanismo a la brújula, mientras su compañero se dedicaba a propinarle fuertes golpes al menor. Sin importarle donde pudieran caer.
- ¡NO LO SE!
Grita Andreu con el dolor y el miedo anudándole la garganta, sin saber a esas alturas si lo que humedecía sus mejillas eran lagrimas o restos de su propia sangre.
- No mientas, niño...
- No estoy mintiendo... por favor... es la verdad, no se nada... -Jadea con su cuerpo y voz temblorosos, sin poder enfocar bien tanto por el dolor cómo por el hecho que sus lentes habían volado lejos luego del primer golpe en su rostro- Por favor... Por favor déjenme ir...
- Lo haríamos... -Exclama con una tranquilidad siniestra el hombre que se había dedicado esa ultima hora a usarlo como saco de boxeo- Pero no lo haremos.
- Veras niño... como dijiste, tu abuelo es alguien muy famoso, el mejor en su oficio. -Explica el otro hombre, sin dejar de observar con detenimiento la brújula- Y al morir, escondió algo muy valioso... muy poderoso, y nos pagaran una fortuna por encontrarlo.
- Así que... Si el viejo te dejo esa cosa, debe ser por algo ¿verdad?
- No... no, por favor... en el mercado... yo mentí, no me heredo nada, yo... yo lo encontré de casualidad, lo juro. -Gemía completamente aterrado, no podía verlos del todo bien, pero podía sentir la maldad que estos emanaban- No sé nada... por favor...
Iban a matarlo de una u otra forma.
-Que lastima... -Comento uno de los hombres, mirando a su compañero con una sonrisa socarrona.
-Significa que no nos sirves, niño.
- No... ¡No! ¡Por favor! ¡Ayuda! -Grita desesperado, removiéndose como puede cuando es tomado por uno de los hombres, empotrándolo con un muro de concreto con fuerza, provocando de ese modo que sintiera un agudo dolor en toda su espalda, cortándole la voz al instante. Con su rostro cubierto de lágrimas, sudor y sangre, sólo fue capaz de jadear lo primero y más importante que cruzo por su mente- Mamá...
- Ve con mamá, pequeño...
En el momento que el hombre se dispone a propinarle un golpe destinado al lastimero rostro del joven, escucha el gemido de sorpresa y dolor de su compañero a sus espaldas. Al voltearse, lo único que se cruzo en su rango de visión fue un puño estrellándose contra su nariz, obligándole a soltar al chico y, por la sorpresa, retroceder algunos pasos.
- ¿Qué mier...?
Antes de siquiera lograr estabilizarse y enfocar a su atacante, siente nuevamente un poderoso golpe en su mejilla izquierda, siendo seguido por otro en la mejilla derecha. Cuatro, cinco, seis, puñetazos en cada mejilla, sin piedad, sin siquiera darle el tiempo de defenderse.
Comenzaba a ver borroso cuando los golpes se detuvieron, pero lejos de ser el final, aquello apenas estaba comenzando.
Sólo pudo distinguir una cabellera de color rosa antes de que esta desapareciera de su vista. Mareado, gira con levedad su rostro hacia un lado. Y en el momento que, desestabilizado por los golpes, intenta voltear al otro lado, siente un fuerte y agudo dolor en su mandíbula, escuchando como esta se rompía en el proceso.
Un uppercut perfectamente ejecutado dictó el fin de esa corta pelea.
Sin embargo, al momento de exhalar por la victoria, escucha como el otro hombre se arrastraba tras de ella. Voltea para observar al tipo, quien había sacado del bolsillo interno de su chaqueta un pequeño revólver, Apuntando mientras intentaba sentarse.
- ¿Quién carajo eres?
Cuestiona e hombre mirándole con rabia y frustración. Sin ofrecer respuesta alguna, y en un movimiento demasiado rápido para el hombre de bigote, lanza con fuerza una piedra hacia el rostro ajeno.
Si bien esto no fue un ataque potente, sirvió como distractor para que se acercara rápido al tipo y, sin mostrar reacción alguna, dislocarle la muñeca que sostiene el arma. Aprovechando si posición sobre el cuerpo ajeno, y para evitar escuchar los gritos de dolor de este, lanza un certero golpe con el puño semi cerrado a la garganta de su oponente, conteniendo su fuerza lo necesario para sólo provocar un desmayo.
Como total campeón de esa lucha, mira a sus oponentes inertes en el suelo con satisfacción, luego, fijándose en el joven apaleado frente a ella, quien se estremece en el suelo con miedo y dolor, se acerca hasta incarse delante de él.
- Hey...
Andreu, al escuchar pasos acercándose luego de lo que parecía haber sido una pelea entre sus atacantes, se encoge en si mismo como reflejo protector, pero al escuchar una voz femenina, alza la mirada para intentar enfocarla.
- Tranquilo... estas bien ahora...
Explica la mujer, examinando los daños en el cuerpo y rostro ajeno con la mirada. Luego, con cuidado de no lastimarle, ayuda al peli naranjo a ponerse de pie.
- Gracias... -Murmura Andreu sintiendo su garganta arder por los gritos de antes- Mis... mis lentes...
- Aquí... -La misteriosa chica saca del bolsillo de su cartea los lentes del joven que había recogido momentos antes de enfrentarse a los otros- Se trizaron un poco...
Dejando salir un pequeño suspiro, el chico se puso los lentes para volver a mirar a su salvadora.
La chica no lucia demasiado mayor; ojos pardos, su melena rosa artificial un poco más arriba de los hombros destacaba bastante, era un poco más alta que él, y su cuerpo se acentuaba bien con aquel pantalón negro y corsé café sobre una blusa ajustada.
-Muchas gracias...
- No hay de que... ¿Por qué te atacaron estos tipos? -cuestiona la chica intercalando su mirada entre el joven y los dos desmayados.
- No lo sé... -Gime al intentar caminar, su cuerpo estaba demasiado dañado- Dijeron algo de mi abue... ¡La brújula! ¿Dónde está?
- ¿Esto? -Cuestiona la peli rosa recogiendo del suelo la muñequera con un dejo de confusión, no parecía una brújula- ¿querían esto?
- Tal vez... parecía importante... -Con cuidado, y reprimiendo cualquier gemido de dolor, abre la cerradura de la brújula, notando que estaba en perfecto estado, pero la flecha y la gema de tonalidades cobre, que anteriormente señalaban al noreste, se encontraban señalando al oeste, fijos e insistentes, justo, donde se encontraba la chica que segundos antes le había salvado.
Confundido, pero siendo llevado por su instinto, dio un par de pasos rodeando a la chica. Bingo, la flecha y la gema se movían, tal como pensó, señalando nuevamente a la joven, quien se encontraba registrando a los hombres, buscando sus identificaciones.
-disculpa... -Le llama Andreu a la chica, aclarando su garganta pues no dejaba de sentir ese ardor- ¿Conoces... a Axel Fuster?
La joven voltea a ver al peli naranjo con una ceja alzada, negando lentamente pero con determinación.
-No... nunca escuche ese nombre.
Antes de que Andreu pudiera volver a formular preguntas, escucha a lo lejos como su nombre era repetido una y otra vez entre gritos.
- ¡ANDREU!
- ¿Dónde estás?
- ¿Mamá...? -Interroga el joven sintiendo como su corazón estaba por salirse de la garganta al divisar a lo lejos la silueta de su madre acompañada con algunos de sus tíos- ¡Mamá!
Intenta dirigirse a ellos, pero sus heridas volvieron a jugarle en contra. Casi cae al suelo luego de dar unos cuantos pasos, siendo atrapado en el acto por la peli rosa.
-Tranquilo... Ya te vieron, vienen por ti.
Comenta con calma, sirviéndole al menor como soporte para caminar, siendo alcanzados rápidamente por los familiares del chico.
- ¡Andreu! Mi pequeño... ¿Qué... que te hicieron? -su madre inmediatamente rompe en llanto al ver el estado en el que se encontraba su hijo. Con temor a lastimarlo se acerca para poder limpiar el rostro del menor con sus manos- ¿Quién...? ¿Quién te hizo esto?
-Ellos... -Interfiere la chica indicándoles los dos cuerpos inertes en el suelo de concreto.
- ¿Quién eres? -Cuestiono la madre con cierto recelo, no era una mujer que confiara fácilmente en otras personas.
-Mi nombre es Tatiana... y no se preocupe, yo puse a esos idiotas a dormir.
- ¿Son de la Capital? -cuestiona uno de los familiares de Andreu, mirando con detenimiento las vestimentas de los hombres- ¿Qué hacen aquí?
- Y atacando a un niño.
Clama otro con furia, compartiendo miradas con los demás.
- Creo... -Susurra Andreu con la mirada baja, específicamente sobre la brújula- Creo que los inventos del abuelo son más codiciados de lo que parece.
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