Capítulo doce: Babeando señor
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Dalma
Había estado el fin de semana con mi madre, ella se encontraba feliz a pesar de estar tan mareada, antes se puso triste cuando le confesé que deje la universidad, no tenía sentido ocultarle se entraría por otro lado y sería peor, por el momento es lo mejor y al final lo comprendió, ahora con el nuevo tratamiento le recomendaron que se quede en el hospital, es muy probable que los mareos y los vómitos incrementen por sus defensas bajas, así también sería más fácil para los doctores monitorear su progreso, aunque se negó al principio acepto a regañadientes.
En esos dias había salido con mi amiga para recuperar el tiempo perdido, de a ratos volvía a la casa y al hospital, me siento una tonta y desagradecida, antes tenía más oportunidades para estar con mi madre, pero siempre la dejaba para lo último y ahora daría todo porque ella este bien y no acá, débil. Ahora comprendo que las personas se asustan cuando alguien se enferma, pero cuando está bien apenas si nos acordamos de decirle buenos días.
Ya pasado el mediodía del domingo me fui, el bus llego a la noche, apenas pise el departamento, me dispuse a descansar.
Al otro día llegué temprano a la empresa, Eunice fue la primera en recibirme con una sonrisa y en cuanto a Federico se sorprendió al parecer no esperaba que volviera y eso es raro porque yo le había asegurado que volvería.
Esa mañana el jefe no vino a la empresa, parece ser que tenía reuniones afuera, así que apenas dieron las nueve Federico salió corriendo con unos documentos que necesitaba el jefe, y yo me he quedado junto con Eunice que cuanto más la conozco más me simpatiza, me ha comentado como funciona todo en esta empresa incluso me dio una copia de lo que hace generalmente Fede y me pareció exagerado, no es un asistente sino un esclavo de ese hombre.
Luego fuimos a almorzar y ahí me presento a algunos empleados con los que ella se lleva y todos son buena onda y muy amables, lo que me parece fantástico de este lugar es que no hay etiqueta en los puestos, solo su desempeño, un puesto de secretaria no necesariamente la ocupará una mujer, sino también un chico podría hacerlo, al igual que el chófer del jefe en realidad es una chica, creo que es una buena forma de romper esquemas.
Después que regresábamos nos topamos con el jefe en ascensor, queríamos ignorarlo y esperar el próximo, pero fue imposible cuando Federico nos instó a subir con ellos, Eunice pareciera que se iba a desmayar, como me tenía sujeta su agarre lo sentía cada vez más, pobre chica ¿seria por el jefe o por Fede?
Como nos colocamos detrás del jefe solo podría ver su espalda, mi vista iba bajando por cada parte de su atlético cuerpo, como lo se, solo lo estoy imaginado porque solo puedo ver su traje, detalle sus hombros anchos, su espalda firme y su trasero poco abultado, otros detalles como el marrón de su cabello, peinado perfectamente hacia atrás, su rostro carece de imperfecciones o cicatrices, posee una barba corta y prolija que hace más varonil y maduro.
Pareciera que sintió que alguien lo observa, porque se gira y me ve fijamente unos segundos, segundos que pude observar un lunar cerca de sus labios, que lo hace ver sexi, rápidamente mire hacia otro lado, no sé si me descubrió, pero mejor seria fingir demencia.
Llegamos y apenas pasaron por el área de descanso, el jefe al parecer vio algo en el lugar, se acercó al umbral y luego se giró hacia Fede, nosotras lo veíamos desde el puesto de Eunice, cuando oímos que grito.
—¿Quién se atrevió a traer esas cosas a la oficina?
Como no entendíamos a que se refería, nos acercamos más, al buscar el culpable de su enfado.
Después vemos como apunta a las bolsas de snack y frituras que había dejado en la mesa, ¿será que le molesta el desorden?
—Son míos señor —me acerco —los iba a guardar, no se preocupe no se quedarán a la vista, si quiere puede tomar uno.
—Tíralos —me dice cortante sin mirarme.
—¿Disculpe?
—Que los tires, que sea la última vez que traes algo así, apesta a aceite.
No entendía, pero tampoco me iba a poder a discutir, apenas entró a su oficina tome todas las bolsas y las guarde en una esquina, está loco si cree que las tiraré, no salen dos pesos.
Fede me palmea el hombro, no lo oí llegar —No te preocupes, es que es un poco quisquilloso y el olor a aceite le disgusta.
Luego de seguir aprendiendo y recordando datos necesarios, veo venir a Fede, con una bolsa negra, esa que se utilizan para guardar ropa.
—Dalma, hazme un favor llévalo a Daemon, tengo que hacer algo urgente.
Lo tomo insegura y me meto de una a la oficina olvidándome que tenía que tocar antes.
Mis ojos no creían lo que veía, mi jefe aquel que se enfada por todo, ahora se encuentra de espaldas sin camisa y ahora si puedo notar que tan fuerte esta, está haciendo unos movimientos de brazos que hacen que sus músculos se contraigan y tencionen, tiene un tatuaje en forma de serpiente, me dan ganas de tocar.
¡Basta que estoy diciendo! Me insulto mentalmente.
Cuando parece que no puede empeorar se gira mostrando su firme pecho, tampoco es que tiene abdominales así de infartantes, pero ese cuerpo está bien trabajado y merece ser admirado.
—¿Que haces ahí?
—Babeando señor.
—¿Qué? —pregunta desconcertado.
¿Que he dicho? no- no- mi mente me jugo una mala jugada.
—Trabajando señor... disculpe esto le mando Fede.
Le entrego la camisa y salí como si mi superpoder es la velocidad ¡qué vergüenza!
Dije babeando, pero desde cuando digo las cosas sin pensar, que me trague la tierra.
Autora: Danna
Univers
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