🎃🪦 ¡FELIZ HALLOWEEN! 💀👻
El cementerio encantado.
El pueblo de Christiana ubicado en Pensilvania es el lugar donde nací, un pueblo tranquilo donde la paz abunda en él, desde mis diecisiete años de nacimiento llevo viviendo aquí, y me encanta.
Sobre todo tengo amigos, salimos a todos lados juntos siempre, nos encanta pasar tiempo el uno con el otro.
Y ahora en esta estación de otoño era hora de aprovechar, quería que fuese más espeluznante y mejor comparado a ir a pedir dulces en las casas.
Habíamos hablado brevemente sobre nuestros disfraces, hasta que ya era hora de irnos.
Avancé hacia la dirección correcta para llegar al cementerio, pasaremos el Halloween ahí a hacer una pijamada, pero no amaneceremos. No tenemos las agallas de hacerlo sinceramente.
—¿Te sabes el camino? —inquirió Alan enarcando una de sus muy pobladas cejas, asentí una vez.
—Sí.
Es un poco raro que me sepa el camino sin nunca haber ido a una funeraria, nunca me lo permiten. No sé el motivo.
—Vale, porque yo no me lo sé —admitió Daphne entre risas de Alan, avanzando por igual.
Cuando entran a las calles donde ya las farolas verdes no están encendidas, encendemos las linternas de los celulares al nivel más alto que contengan.
—Andas muy callada ¿no? —comenta Alan, estaba detrás de mí y Daphne pero se adelantó quedando al otro lado mío.
—Es que estoy un poco nerviosa, es la primera vez que hacemos esto.
—¡Estás asustada de seguro, porque se le ocurrió la absurda idea de venir aquí! —exclamó Daphne moviendo su cabeza remarcando las palabras.
—¡Ey ey, no estás obligada a venir aquí princesita! —enarqué una ceja enseñándole su dedo índice para que se detenga.
Caminamos hasta llegar a aquel cementerio, parecía de muchos años construido, y sin ninguna renovación, porque tenemos una forma fácil de entrar.
La puerta principal está cerrada, pero al fondo hay unos bloques que no están pegados al cemento y mejor veo dos tirados en el suelo junto a un hueco perfecto para subir y entrar por ahí. Caminé junto a mis amigos.
Vi que uno de los bloques estaba colocado sin untar cemento, y aproveché mi momento para quitarlo con pesadez hasta tirarlo en el suelo como apoyo para impulsarme hacia arriba. En un salto pude entrar al cementerio.
Mis amigos repitieron el procedimiento, Alan fue el último y como es el más torpe se tardó en poder lograrlo.
Mis manos estaban marcadas y rojas por el gran apoyo a las paredes, las sacudí ya que tenían tierra y espero a por los demás encendiendo la linterna de mi celular. Y entre los tres exploramos aquel cementerio.
—No amanecer —advierte Daphne con una sonrisa nerviosa y apuntándome con el dedo.
—No amanecer —me puse de acuerdo con ello y me siento en una de las tumbas.
Mis amigos con forme íbamos pasando a observar las tumbas, ellos ya se iban burlando de los nombres hasta pasar por otras más serias, eso me aliviaba de que al menos tuvieran sentimientos y no permanecían burlándose de cada tumba.
-Horacio -corregí enarcando una ceja-, trata de no burlarte de los cadáveres si no quieres que te atormenten en tú casa.
—Creo que muchas películas de terror te dañaron el cerebro, Alondra —mencionó Daphne con una sonrisa llevándose unas patatas a la boca.
Pasaron una hora, y todo continuó normal en risas, cuentos terroríficos o anécdotas...
Hasta que vimos unas palas, yo con sus ojos muy abiertos ya tenía una idea en mente que agarré una. Tenía interés en excavar en una de las tumbas y ver un ataúd por primera vez. Jamás he ido a un cementerio.
Mis amigos de inmediato entendieron la referencia y se negaron a ser partícipes de aquello, torcí sus labios en desaprobación y enterró la pala en la tierra para dejar al descubierto el ataúd de este fallecido.
Al final, después de ellos dejar tantas excusas para no hacer nada, terminamos excavando entre los tres, fue más rápido ahora hasta encontrar la tumba.
Era un ataúd de una buena madera pintando de blanco y con detalles dorados, Alondra y los chicos sacudieron la tierra que tenían encima y notaron con extrañeza que el ataúd se abría con facilidad,
ya que no llevaba candado.
Entre los tres solo intentamos confirmar que la caja quizás si estaba asegurada, pero no, de un pequeño abrir la caja terminó abriéndose completamente con brusquedad, y lo que había ahí nos succionó.
Yo solo pensé en esa pequeña curiosidad de saber cómo es que un ataúd estaría sin cerradura, normalmente todos los ataúdes tienen su cerradura aún siendo enterrados en kilómetros bajo tierra.
A mis amigos le gustan jugar de mi juego con tal de no abandonarme en nada o quedarse afuera, porque aunque se burlen de que las películas de terror me tienen loca, ellos igual compartan esto conmigo.
En realidad no se vió el fondo del ataúd, estaba iluminado por una luz blanca que al fin y al cabo nos dejó caer como si fuese un agujero.
Los gritos al caer se podrían escuchar en todo el cementerio, yo me deslizaba rápidamente alejándome de aquel ataúd, la caída se sentía como algo eterno, nada más podía ver toda la tierra que solo me rodeaba.
Busqué con la mirada a mis amigos hasta que llegué al suelo, me raspé en los brazos y piernas por la brusquedad de la caída, pero era como un callejón sin salida.
Se sentía como si estuviera en el país de las maravillas y me tocaría buscar la mesita con la poción. Lastimosamente no era así, quizás me quedaría atrapada y no había forma de pedir ayuda, de pronto todo parecía como una señal para tener esperanzas y me agaché cuando mi pie por rara cosa se iluminaba como con una linterna pequeña.
Vi un hueco con una luz igual de fuerte que la que me llevó a este lugar, podría llamar la atención de cualquiera.
Presté atención por unos segundos y me coloqué de pie de regreso a patear con las manos para extender más aquel hueco y poder salir de alguna forma.
Minutos después de haberlo logrado, seguí todo con forme al pequeño plan que tenía, y eso por suerte me llevó a una salida.
Parecía una cueva, rara. Me llevé una mano cerca de los ojos por la gran luz que le alumbraba y salí por completo.
Pero no parecía casa, no parecía mi pueblo...
Fruncí el ceño y comienzo a llamar con desesperación a los chicos, pero fue en vano, no hay respuesta.
Suspiré preocupada y caminé con tal de poder buscar ayuda.
Frente había una carretera, y desde lejos en una pequeña montaña una gran casa, decidí ir hasta allá para encontrar a alguien que por lo menos pudiera decirme dónde estoy.
Al cruzar la carretera, había muchas plantas altas y hierbas parecía todo una selva, de seguro tienen un siglo sin podar un césped en este terreno.
Esquivo con las manos del camino algunas hierbas y camina hasta poder alcanzar la entrada de la casa. Toqué la puerta, pero no se escuchaba ni pasos, ni nadie que quizás vivía ahí.
Insistí pero no hay nada.
—¿Hola? ¡¿Hay alguien aquí?! —pregunta en voz alta tocando la puerta, al final me rindo y chasqueé la lengua.
No tenía la osadía de entrar en aquella casa, se veía tenebrosa, con tan solo empujar la puerta con mi pie y alejarla de inmediato, un chillido agudo resonaba con forme puerta se abría lentamente de forma espeluznante.
Entreabrí mis labios, en shock en cuanto una ola de susurros retumba mis oídos, sentía como si algo grande dentro de la casa disfrazado en una simple silueta se quería acercar cada vez más a mí.
Doy pasos hacia atrás, asustada, los susurros abundan en mi cabeza amenazando con hacerme explotar, eran demasiados. Yo pegué un fuerte grito cuando se detuvo todo y la iluminación de la luna llena daba detalle de que era lo que se iba acercando.
Alguien con un machete.
Comencé a correr de inmediato huyendo con desesperación de aquel psicópata, no paraba de perseguirme, y corría rápido con aquel machete.
No sé cómo es esto, pero cuando estaba cerca mío podía escuchar sus latidos, muy fuertes y claros, y cada vez que me iba alejando no podía oír nada. Como si los latidos me notifican cada vez de su acercamiento hacia mí.
Había caído lastimándome mi raspón de forma horrible, y aquella bestia aprovechó mis dificultades para levantarme que solo le costó nada el estar a punto de matarme, con mi fuerza agarré el machete e intenté alejarlo de mi misma, pero el señor con pinta de ser muy mayor, podría superar mi fuerza.
Justo no sé cómo, pero de un impulso solo pude cortar su cuerpo en la mitad y causarle una herida grave desde su estómago hasta su pecho. Suspiré aliviada.
En cuanto me alejo viendo como se desangraba, mis cejas se arrugan en cuando vió que en vez de empeorar, él mejoraba. Hasta susurrarme estas palabras.
—Vengo a cumplir lo que me pidió el diablo.
Susurró como un maldito demente poseído, negué lentamente con la cabeza y mejor opté por correr hasta encontrar un método de hacerlo distraer.
Su herida se estaba sanando, pero claro, no era algo que durara mucho, apenas podía perseguirme perfectamente como antes.
Pude engañar a aquella bestia haciéndole creer que abrí la puerta trasera de su casa, y corrí a un árbol lo más lejano posible a subirme en él.
Y en él pasé toda la noche, ocultándose lo más que pude.
Al día siguiente, no había un cielo azul, solo estaba oscuro, con las nubes y lo que parecía más un sol que la misma luna. Me sentía extraña en aquel lugar, necesitaba salir con prisa.
Respiré profundamente guardando la calma, hasta escuchar gritos de sufrimiento y dolor, al oírlos. No sé cómo pasó, pero era como si todo el dolor que sufrió quién sea que haya muerto lo haya vinculado conmigo.
Lágrimas bajan de mis ojos al igual que gritos, no sabía que me ocurría, me sentía como una loca. ¿Por qué tanta necesidad en que me afectara la muerte de una voz desconocida? No parecían ni la de mis amigos, por suerte, y esperaba con ansias de que estuviesen bien.
Me llevé una mano al pecho donde estaba mi corazón y bajé la cabeza viendo como a mi pantalón le caían las lágrimas del sufrimiento, sorbí mi nariz, sintiendo como ya la persona se va.
Observé un punto fijo analizando sobre todo esto, ¿cómo es que con tan solo ir a un cementerio terminaría atrapada en todo esto?
Escucho pasos entre las hierbas, pero no podía escuchar ningún latido, quizás... no era la bestia.
Intenté asomar mi cabeza por un segundo entre las hojas del árbol, no era ella, no tenía un machete. Era más bien un joven.
Me alejé hasta que al parecer pudo verme o quizás como sin querer moví una pierna haciendo caer hojas en la rama. Así que comenzó a llamar:
—¡Ey! Te vi.
Mi respiración se descontroló del miedo y la desesperación de que se vaya y pensara que no fue nada. Pero no lo hizo, mejor avanzó hasta encontrarme.
Al abrir un ojo, lo tenía ahí con la vista fija en mí, mis labios se entreabrieron del mal presentimiento que sentía ahora.
—No muerdo, ¿de acuerdo? No tienes que asustarte, llegué aquí y no sé qué pasó...
Me quedo callada.
—¿Y-y la bestia?
—Está en la casa —al parecer está empezando a trepar, mis ojos se abren como platos sin creérmelo.
—¿Qué haces? No, vete a otro árbol.
—Me da miedo estar solo.
Al final se quedó conmigo cuando alcanzó subir, por suerte encontró un lugar y una posición donde no se le vería al acercarse al árbol.
Agarré una hoja y comencé a jugar con ella dubitativa, no me fiaba de que estuviese aquí. El chico no tenía mi edad ahora que lo pienso parecía un treintañero de estatura media.
—¿Cuánto llevas aquí?
—Amanecí aquí.
Nunca me contó cómo vino, solo me explicó de forma resumida que fue por un ataúd al igual que yo. Lo cuál de ingenua, me lo creí.
Iba pasando el tiempo y me caía increíble, incluso tenía un repelente y dos chocolates, uno que le iba a regalar a su hermanito menor pero al final me lo regaló a mí.
Me echó un repelente, ya que los mosquitos y las moscas abundan, unos muy pocos kilómetros cerca de aquí hay una fosa llena de cadáveres desmembrados, sangre, cabezas y órganos como una sopa. Me pareció tenebroso con tal de que me lo contara, ya que entró a la casa y era peor que esto afuera.
Suspiré con los ojos cerrados, porque quería seguir durmiendo, pero nuevamente pasó lo mismo que ahorita. Solo que el grito lo podía reconocer de una de las últimas personas que jamás quería que le pasara esto.
Alan.
Sus gritos del dolor partían mi corazón en mil pedazos, esta vez mi dolor hacia él era el doble, se trataba de mi mejor amigo que lo llevaba conociendo desde hace años.
—¡¡Alan!! —grité su nombre como si entre los gritos de su sufrimiento pudiese oírlo, aquel señor con amabilidad decidió abrazarme triste de la situación.
Dolía bastante, mi corazón latía poco, apagándose de esto. Duré media hora llorando a pesar de que mi despedida hacía él eran sus gritos, quería pensar que se trataba de algo que solo pasaba aquí y que él me esperaría con los brazos abiertos, pero estaba preocupada, no quería pensar en que a Daphne le tocaría lo mismo.
—Su hermana, ella debe de estar destrozada —susurré ratos después con mi única compañía.
Fue mala idea gritar porque ahora la bestia estaba afuera, y nos tocaba ocultarnos más hasta querer hacerme pequeña en esa esquina.
Por suerte andaba a los otros lados, y de repente el señor se quedó observando con extrañeza un punto detrás mío, estaba confundida hasta girarme y ver un panal de arañas listo para venir a atacarnos.
Quería alejarme, pero decidí quedarme quieta por si volvía, y él señor se levantó un poco de rodillas.
—Empujaré con esta rama el panal —me anuncia en voz baja, susurré asintiendo.
Justo en cuanto se acerca, esperaba que fuera a tirar el panal, pero en verdad la rama estaba en la mano perfecta para clavármela como una navaja en mi estómago.
Mi boca se abre de sorpresa y lo observé lentamente sin poder pronunciar las palabras, no me lo creía.
Por poco quería agarrarle confianza a aquel señor, pero su traición no cabe duda que terminó sorprendiéndome.
—Eres la salida de esto —susurra en explicación.
Justo cuando iba a sacar de mi estómago aquella rama, con mi pie pude empujarlo haciéndolo caer al suelo. No me iba bien porque así la bestia estaría más cerca, pero tenía que huir.
Aunque él haya caído —quizás muerto porque no se levantaba—, yo como quiera también terminé herida, haberlo pareado hizo inclinarme hasta caer después de él en lado contrario. Me costó levantarme y correr agarrando la herida con tal de buscar ayuda.
Como un alivio de la vida, Daphne corría llamándome huyendo de aquella bestia, no me importaba, mi amiga. Al fin la veía y estaba viva.
Sonreí en medio del dolor de aquella herida y corrí hasta alcanzarla, ya que corría en mi dirección.
Al verme herida, de inmediato se arrancó con fuerza una tela de su pantalón y comenzó a rodearla en mi cintura con tal de que el sangrado pudiera detenerse.
—Estarás bien, estarás bien. No vas a morir, aquí no se muere, el lugar donde suenan las voces...
—¿Es... ahí donde? —intenté preguntar y ella asintió con los ojos llorosos por su hermano, no podía evitar aguantarme las lágrimas por igual.
Ella rápidamente tenía que cubrirme y acabar con aquella bestia, no tenía armas, lo más que podría brindarle era una rama.
Ver a Daphne enfrentar a aquel monstruo en vez de huir me hizo sentir débil e inútil, pero lo había logrado. Acabó con ella casi de la misma forma que yo pensé que lo había logrado.
Le quitó el machete de sus manos y comenzó a cortar su cabeza, a matarlo con una mueca horrible en su rostro. Hasta sacar de su pecho su corazón.
—La única forma para que muriera es arrancarle su corazón —me explica cuando lo tira al suelo entre los gritos de el psicópata.
Tira el machete y corre a ir donde mi a tratar de abrazarme.
—Podremos salir de aquí, estaba con una señora huyendo de esto y entre las dos lo logramos, y habían.. unas puertas. Es largo de explicarte pero tenemos que hacerlo justo ahora, Alondra -sí, ese era mi nombre-, no puedes morir, tú tienes la llave de salida de este lugar. Te haré una herida justo en tú corazón y de ahí te sacarás la llave.
Y así como me lo avisó, estaba a punto de hacerlo, negué lentamente con la cabeza. Desconfiada por completo.
—¿Cómo sé que eres Daphne?
—Usas panties de Marvel, por Dios. Esto es un mundo diferente a casa, no te va a pasar nada -me asegura con voz temblorosa. Yo había soltado una pequeña risita nostálgica, ya que se había acordado de eso de cuando era pequeña.
Obedecí a lo que dijo, y ya preparada para el dolor físico que me tenga que tocar, me hago una herida lentamente en mi pecho rompiendo parte de mi traje. Hacía demasiado viento, como si esto se estuviese por derrumbar.
Daphne intenta no mirar aquella escena con sus cejas acostadas, la tierra empezaba a temblar, como si el fin de esto se aproxima.
—Se está desmoronando todo ahora que la bestia murió. ¡Vamos, tú puedes!
Al lograr sacar con mucha dificultad una llave dorada, embarrada de sangre observé con confusión esto. Busqué en busca de la salida y ambas vemos que es la puerta de la casa, así que corremos.
Mejor, ella intentó ayudarme casi cerca de cargarme, con mucha desesperación entré la llave, y finalmente salí de aquel lugar que parecía como...
***
Desperté con la respiración agitada observando todo a mi alrededor en estado de shock...
o quizás:
Alucinación.
Me puse de pie sin dejar de mirar a mi alrededor, poco a poco dejaba de ver menos borroso, y el pitido insoportable en mi cabeza de iba desvaneciendo.
Hago una mueca de dolor, lo primero que sentí es que estaba llena de tierra, incluso tenía pegada varias hojas secas en mi cuerpo. Armé una teoría; seguro al haber cruzado esa puerta mi cuerpo estuvo inconscientemente enterrado ¿Cómo pudo ser posible? Me gustaría descubrirlo, era difícil que me vaya así por así.
Con urgencia, empecé a llamar a mis amigos, fruncí el ceño observando el suelo ya que con mucha dificultad levanté un zapato que pensé que estaba tirado. En realidad estaba levantando el cuerpo de Alan, mis labios se entreabrieron, descartando el hecho de que pueda estar inconsciente, lo saqué de ahí con fuerza sacudiendo la tierra que le amontonaba encima.
Este automáticamente por lo menos mostró estado de consciencia, su pecho subía y bajaba. Se veía relajado, a pesar de lo que vivimos hace un rato, en las piezas que iba encajando agregué como una teoría más sobre de que seguro lo que vivimos fue una pesadilla al tocar ese ataúd. ¿Pero cómo es posible?
Sacudiéndole la cara a Alan, me percaté de que en su rostro hay manchas de sangre las cuales yo no sabia de dónde venían. Me pasé una mano por un lado de mi mejilla para confirmarme de que no hayan manchas y mis labios se entreabrieron de la sorpresa al bajar la mano, también yo tenía sangre.
Al parecer de mis ojos lloraron sangre, no sabía como reaccionar.
Daphne se despierta de golpe tosiendo, los restos de tierra amontonada caen de su cabeza y cuerpo, yo aún seguía gélida sosteniendo a Alan. Quería despertarlo, pero...
—¿Q-qué...? ¿Qué fue lo que pasó? —susurró mi amiga, sus cuerdas vocales parecían desgastadas ya que su voz se entrecortaba al formular las palabras.
Sacudí la cabeza apretando los labios, una ola de miedo enmienda en mi ser.
Ni siquiera yo misma podría explicar que ha sucedido.
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