El bosque era tan espeso que Runa no veía por donde corría, su cuerpo cambiaba bruscamente lo que la hacia correr a dos o cuatro patas alternadamente.
No podía detenerse, a pesar de que llevaba ya varias horas corriendo, hasta que cayó en una trampa para osos que cazadores furtivos habían puesto.

Con trabajo intento quitarla pero no podía. No hacia más que llorar y gruñir, su cuerpo aún se acostumbraba al nuevo codigo genético que tenía corriendo por sus venas.
Por fin después de mucha lucha su corazón se rindió.

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Después de huir de su padre, Sergei había regresado a aquella reserva que pertenecía a la familia de su madre. Ya habían pasado varios días desde que llegó, pero al ser una propiedad enorme tardó un poco en llegar a donde quería.

Sin saber que mientras caminaba encontraría una serie de trampas para osos en el suelo. Al seguirlas encontró un rastro de huellas tanto humanas como animales y fue entonces cuando la vió.
Un ejemplar magnífico de una pantera, atrapada en una de esas trampas. Su pata estaba seriamente dañada, pero al parecer todavía respiraba. Con todas sus fuerzas intento abrir la trampa, y al hacerlo el cuerpo de aquel magnífico animal se convirtió en el frágil cuerpo de una jovencita.

Este yacía desnudo y herido, uno de sus tobillos bastante lastimados. El joven ruso no pensó dos veces y la tomó en brazos llevándola hasta aquel lugar que años antes había sido el hogar de su madre.