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Capítulo 40 "Hombre de Palabra"

10 de Diciembre del 2018
Alemania. Ciudad sobrenatural de Kolstaf.

En la Ciudad Sobrenatural de Kolstaf, la mercenario, cuervo, estaba acostada junto al edificio de gobernación, junto con su enorme lobo al cual acariciaba, su pelaje resultaba suave al tacto.

—¡Cuervo! Te tengo un trabajo.

La mujer suspiró, su gorro de pirata oculta sus ojos verdes, los cuales rodó con hastío. Al acomodarse el gorro vio al híbrido de pie frente a ella.

—Te he dicho que mi nombre no es cuervo.

—Si si, como sea, tu estás aquí bajo mi paga y a mis servicios, por lo que el como te llame no es importante.

Dijo restándole importancia, eso le molestó, pero por como dijo. Estaba allí por el dinero, así que decidió ignorar eso que le molestó.

—Bien, necesito que embosques al cazador si logra tomar Dormenst.

—¿Te da Miedo que llegue a Dormenst?

La burla en la voz de la mujer no pasó desapercibido para el joven de ojos bicolores. El mismo se cruzó de brazos.

—Se que el imbécil del gobernador de Dormenst no podrá detenerlo.

Cuervo se puso de pie con rapidez, encarando al líder de los rebeldes. Ambos se miraron por unos segundos.

—¿Por qué luchas contra alguien que te supera?

El rostro del híbrido cambió a uno de desconcierto. Esa pregunta le dejó fuera de base, iniciando la chispa de la ira. Una que se dirigía hacia la mujer.

—¿Qué?

—Estas luchando contra un enemigo que te supera, tanto en condiciones físicas, como de combate y belicamente.

Ella le dió la espalda, dirigiéndose al lobo que ya estaba en sus cuatro patas. Le colocó la silla de montar con las mochilas. La ira del Híbrido no se hizo esperar.

—¡¿Ahora estás de su Lado!?

—No, solo digo que tú guerra con el Abismo terminó en Gerfeullem, esto es solo la rabieta de un niño pequeño.

Respondió dándole la espalda. La ira del hombre se había dispersado por todo su cuerpo hasta su último poro. Al darse la vuelta, el Híbrido la tomó del cuello, apretando con fuerza. Ella llevó sus manos al fuerte brazo del Híbrido.

—Yo solo digo órdenes, órdenes de mi líder, supremo líder. ¡Y una asquerosa mercenario no va a cuestionar su sabiduría!

De una patada, se liberó del agarre del híbrido. El ser la miró, el enorme lobo le gruñó amenazante, ella lo calmó acariciándolo. Con un suspiro, subió al lobo.

—Este será el último trabajo entre nosotros, ten lista la paga, volveré en unos días.

Y sin dejarle responder, el lobo con sus poderosas patas emprendió el rumbo fuera de la ciudad, bajo la furiosa mirada del ser. Con el viento impactando en su rostro, cuervo tuvo un macabro pensamiento.

Volveré a cobrar, si sobrevivo.

Se perdieron entre la espesura de los árboles.

*******************
? ? ?

La joven de ojos verdes despertó,  con suavidad, en un sitio incomprensible. Estaba en una eterna pradera. Junto a ella, algo aturdida, estaba una mujer de cabello gris. Ambas se miraron, claramente no se conocían de
ningún sitio.

—Bienvenidas, Señoritas.

Ambas dirigieron la mirada hacia la voz. La dueña de esa voz no era ni más ni menos que Angelique, Angel del Abismo. Cuervo la reconoció y al sentirse amenazada llevó su mano a su cintura.

No tenía sus armas consigo. Le dió una mirada sorprendida al sitio donde debería estar su espada. Angelique soltó una suave risa.

—¿De que te ríes?

—Aquí no tenemos porqué ser enemigas o porqué luchar. No te sientas intimidada mercenario, y por lo que se, tu no eres una combatiente.—Eso último fue dirigido a la joven de cabello gris, la cual era ajena a todo ello.—¿Verdad? Bruja.

Cuervo la miró con el ceño fruncido. La joven de cabello gris bajó la mirada, incómoda.

—¿Eres una bruja?

—Si, pero yo no uso mi magia.... Para lo que crees.

Respondió algo cortante, como si hablar de ello le molestase. Angelique se cruzó de brazos con un suspiro. Con una sonrisa leve miró a las dos.

—No tengo mucho tiempo, así que atiendan.

Ambas miraron al ángel. Ella estaba parada con seguridad y confianza. Su mirada era intensa.

—Ustedes, ahora están bajo las órdenes del General Cazador, por lo cual yo les pido que lo protejan, puesto que ahora son sus sirvientas.

Angelique esbozó una sonrisa burlona ante la mirada de terror y asco de la mercenario. La bruja no se mostró afectada por ello, eso también alteró a la mercenario.

—¿¡Que!? Estás demente si crees que seré sirvienta de ese tipo.—Cuervo miró a la bruja.—¿Y tú qué? Parecería que no afecta. Es más ¿En dónde estamos?

Preguntó mirando la infinita pradera. Angelique carraspeó.

—Estamos en un espacio tiempo creado por magia avanzada mía, y no creo que negarte pueda hacer algo contra lo que ya está hecho.

—¿A qué te refieres?

— Se me acaba el tiempo y debo de ver a alguien, todo lo entenderán cuando despierten.

Los ojos de la Ángel brillaron con intensidad.

—¡Cuiden al cazador!

Y sin poder hacer nada, fueron arrastradas a la oscuridad.

****************
16 de Diciembre del 2018.
Alemania. Campamento 1er Batallón Panzergrenadier.

En una de las tiendas de campaña, las dos mujeres dormían profundamente. Mientras que fuera, ya era de mañana, el desayuno estaba a punto de ser servido. Los soldados se ocupaban de sus tareas rutinarias. Limpiar el equipo, los tanques, recuento de municiones. Revisión de los transportes, etc.

Agitada y respirando con fuerza, Cuervo despertó, ante ella se mostró el verde alrededor de la tienda de campaña. En seguida un dolor agudo le atacó en el cuello, se quejó del doliey, cayendo de nuevo en su improvisada cama. Se acarició el cuello.

Recordó destellos de la noche anterior, la emboscada, el combate, la huida, el dragón. ¡Su lobo! Se levantó exaltada y sin perder tiempo salió de la tienda de campaña, apresurada en buscar a su lobo.

Al salir, la fría brisa de la mañana acarició su cuerpo. Al dar un paso fuera de la tienda, fue víctima de las miradas de casi todo el batallón. Los Panzergrenadiers, con sus uniformes de camuflaje, intervinieron sus tareas para mirarla a ella.

Fue cuando notó algo crucial. Estaba en ropa interior. Con rapidez se cubrió su cuerpo como pudo, su rostro se torno rojo. Incluso desvío la mirada y cerró los ojos presa de la burla. Para su sorpresa, a su oído vinieron los sonidos de todos volviendo a sus tareas. Ella les miró.

Todos le ignoraron.

Parpadeó incrédula, ese no era el comportamiento típico de los hombres que conocía, pensó que sería víctima de burlas, piropos obsenos o peor. Lo típico de los guerreros. Violación.

—Señorita.

Sintió dos toques en su hombro, al dirigir la mirada, el color abandonó su rostro. Se empequeñecio. ¿Eso era el Miedo? Pues se quedó helada. Sus ojos estaban fijos en la máscara negra del Spectre. Esa que se asemejaba a un rostro inexpresivo. Para mal, eran dos.

Dió un par de pasos atrás y trastabillo, cayendo de trasero. Ante ella, dos enormes Spectres, con sendos fusiles automáticos. Ahora sí, ellos si la violarian y matarían, podría luchar pero solo moriría ante los demás guerreros.

Los dos comandos se miraron. Bajo sus máscaras estaban expresiones confundidas ante el miedo irracional de la mujer.

—¿Por qué tanto miedo?

El otro se encogió de hombros. Uno de ellos se agachó y retiró la máscara. Dejándo ver un rostro bastante agradable. Era Andy. El otro Spectre, Simón, informó por radio del despertar de la mercenario.

—¿Usted es cuervo, no? Tranquila, no vamos a hacerle daño, si estás aquí es porque eres de los nuestros ahora.

Tanta amabilidad la dejó desconcertada, habría esperado lo que sea de los hombres armados menos un trato tan humano. El Spectre, temido guerrero de elite del Ejército imperial del abismo, le daba una sonrisa brillante.

—La General Rosamund ya viene por ella con la Spectre 13.

La, acaso dijo ¿La Spectre?. Eran demasiadas cosas para ella que se había olvidado de su casi desnudez. A la escena llegó Aldrich, que justamente pasaba por allí.

—Vaya.... Cuervo, estás un poco ligera de ropa.

Le dijo con su sonrisa burlona. La mujer rodó los ojos ante la risa burlona del General. Al lugar llegó Rosamund con la Spectre. Ella bufo al ver a Cuervo casi desnuda. Le tendió una mano.

—Ven, vamos a qué te uniformes y te presentes ante el General en Jefe.

Cuervo observó a la mujer, tanto a Rosamund como a la Spectre, se podía saber que era mujer por su cuerpo fino y esbelto. Se puso de pie y fue abrigada con una manta por la comando.

—Sigueme.

El trío recorrió el campamento. Cuervo miraba a lo guerreros del abismo, ocupadas en sus tareas, ignorando la presencia de las mujeres e incluso varios, al pasar Rosamund, se le paraba, con rapidez, sonando los talones de sus botas y haciendo un gesto con la mano. Extraño. La verdad era que ella no comprendía muy bien el extremo militarismo del Abismo.

Al llegar a la tienda de campaña de comando, ingresaron. No había nadie por el momento. Rosamund se dirigió hacia unos baules de los cuales sacó el uniforme de los Panzergrenadiers. Gorra, guerrera, pantalón y botas. Por igual le entregó el chaleco estándar de la Infantería.

—Ponte esto.

Cuervo recibió, aún confundida, entre sus manos, el uniforme camuflado. Rosamund la miraba con seriedad y desconfianza.

—No que habrá visto Víctor en ti, pero bueno. Órdenes. Cuervo, bienvenida, ahora forma parte del Primer Batallón de Policía Militar Panzergrenadier del Abismo.

Ella parpadeó asombrada. Rosamund se dirigió a la salida, antes de retirarse, hablo con la Spectre.

—Ayudela a uniformarse.

Rosamund se retiró, quedando solas las mujeres. La Spectre dejó el fusil en una mesa, se quitó la gorra negra y la máscara, dejando ver un rostro blanco con un cabello dorado. La mujer de ojos avellanas le miró con seriedad. Parecía analizarla.

—Tu... —Le apuntó con un dedo.—¿Fuiste la que se enfrentó anoche con nuestro General?

—Si... si te refieres al cazador, si.

Los ojos de la mujer se iluminaron. Con una media sonrisa, le dió un leve golpe en el brazo- del cual se quejó- a cuervo. Allí pudo saber que era ruda.

—Brutal, eres la primera mujer que veo enfrentar a nuestro general y sobrevivir.

Ella desvío la mirada con el ceño fruncido. Recordó el sufrimiento de su lobo, su herida y su rendición. Exhaló desganada.

—Perdí.

—Pero ahora estás bajo la protección del General, digo, todos lo estamos, somos sus hombres y se preocupa de todos por igual, pero aún así. Debes de ser importante.

Cuervo se quitó la manta, sentándose en una camilla, colocando la ropa junto a ella. Su mirada fue a la Spectre, su uniforme era distinto, negro. Y portaba una calavera en el hombro.

—¿Estoy bajo la protección del cazador? Es decir que... Si no fuese así, todos esos hombres... Me hubiesen intentado... ¿Violar?.

La expresión de la Spectre cambió. Parecía, para asombro de la mercenario, que le hubiera contado el mejor chiste. Aguantó, hasta que soltó la fuerte carcajada. Cuervo me miró sin entender lo gracioso.

—No te confundas, no me causa gracia lo de violar.—La Spectre se tornó sería.— Aquí no hacemos eso.

—Pero.. los guerreros.

—Aqui no somos guerreros, somos soldados. Y entre todos hay respeto.

—Esa mujer, ¿Que tanta autoridad tiene?

—Está por debajo del General Cazador.

Eso asombro a la mercenario. Primera vez en su vida que oía de una mujer con autoridad sobre guerreros o Soldados. Era algo muy fuera de lo común y casi imposible de ver en los grupos armados de las ciudades.

—Basta de charla, uniformate.

Cuervo miró extrañada el uniforme. Incluso había una camisa manga corta y un par de calcetines. Con una mirada burlona, la Spectre le indicó como usar de forma correcta el uniforme.

Fueron diez minutos, hasta que estuvo lista. Salió de la tienda de campaña, una Cuervo con el uniforme del Batallón. El cual le quedaba un poco grande, se miró en el, claramente no era su estilo pero era la mejor opción. Lo único que le gustaban eran las comidas botas. Con ella salió la Spectre con su máscara.

—Te recomiendo que vayas con el General. Está esperándote.

—¿El cazador? ¿Dónde?

—Sigue por allí y encontrarás un río, debería de estar ahí, hasta donde sé, solo.

La mercenario asintió. Si dirigió hacia el lugar, bajó una que otra mirada de los Panzergrenadiers. Continúo, siguiendo el camino indicado.

Notó que gracias al grueso uniforme era más fácil atravesar la maleza, recorrió con cierta facilidad el trayecto, hasta poder oir el curso del río. Apresuró el paso, hasta que llegó.

Frente a ella se mostraba un vivo y hermoso rio cristalino. Incluso logró ver un pez saltar fuera del agua. Su mirada se dirigió hacia los dos presentes allí. Su cuerpo se llenó de alegría al ver a su enorme y hermoso lobo, el Guardian de la Luna, bebiendo agua del río. Se veía fuerte y sano.

Junto con él, estaba uno de aquellos soldados, únicamente con el pantalón y botas. Acariciando el pelaje del lobo. Ella se comenzó a acercar a los Dos. Fueron varios pasos hasta que él hombre se giró. Era él, el Cazador. Se quedó petrificada ante la mirada carmín del joven.

Estaba sin la gorra, camisa o guerrera dejando a la vista todo su cuerpo superior. Se podía ver el tatuaje de dragón que subía por su brazo hasta su cuello. Para tener tal fuerza, no tenía una musculatura exagerada ni muy grande.

—Cuervo. Al fin despiertas.

Ella dirigió la mirada a su rostro. Era una mirada bastante seria. Por algo no podía simplemente apartar la mirada, como si algo la obligase.

—Nunca pensé que te vería usando el uniforme de mi Infantería granadera. Bueno...

Victor le dió una palmada al lobo en la cabeza. El ser le dirigió la mirada, le susurró algo y señaló a la mujer que se liberó del trance en su rostro. El lobo se giró hacia su dueña y con una expresión de felicidad se arrojó sobre ella.

Victor pudo decir que era la primera vez que escuchaba reír a la mercenario, mientras recibía lamidas del pulgoso. Ella lo abrazó con fuerzas. Él notó aquella figura negra en su cuello, abrió los ojos de más.

Al separarse del lobo, Cuervo se puso de pie, aún acariciando su cabeza.

—Estaba preocupada por el, pensé que le habías asesinado.

—Soy un hombre de palabra, así como espero que tú seas una mujer de Palabra... Eh...

—¿Que?

Ella le miró extrañada.

—Tu nombre.

Cuervo quedó algo fuera de lugar. La gente no solía darle importancia a su nombre al ser solo una mercenario..  y una mujer. Estaba acostumbrada al maltrato pero, ahí, todos la trataban con cortesía.

—Yo..  yo me llamo Erika.

—Vaya, así que mis soldados cantan para ti.

—¿Cómo dices?

Victor movió la mano en un gesto que le quitó importancia. Con los ojos cerrados y una sonrisa. Al abrirlos suspiró, con una sonrisa, que dejó ver sus dos colmillos. Colmillos, al verlos, ella recordó la asfixia, la mordida, la sangre. Se llevó una mano al cuello de forma instintiva.

—¿Cómo sientes el cuello? ¿Despertaste con dolor?.—La sonrisa malvada de Victor crecía con las preguntas.—¿Ya viste tu tatuaje?

Ella abrió de más los ojos, sorprendida por eso. Corrió hasta el río, usando la agua cristalina como espejo. Lo que vió la terminó de descomponer. En su cuello, en el lado izquierdo, tenía la marca de una calavera, perfectamente trazada, con un cuervo arriba de ella. Acarició la marca.

—¿Que..? ¿¡Que me hiciste!?

Se giró de golpe gritando, pero su voz se cortó al tenerlo casi rosando sus narices. Ella casi cae, pero fue atrapada por una de las manos del cazador.

—Solamente, es el precio por salvar a tu amigo.

Ella se soltó con fuerza, alejándose, negando rapidez. Casi en crisis.

—No no.. no ¿Que es esto? ¿¡Que me hiciste!?

Victor le dió un fuerte zape sacándola de su crisis nerviosa. Ella se acarició la cabeza, dónde le golpeó el cazador.

—¡Deja el drama que eres una mercenario no una adolescente imbécil!

Le gritó, logrando dejarla calmada. Victor suspiró, relajándose, juntó ambas palmas, casi pegándolas a su rostro.

—Bien.—las estiró al frente, apuntandole a ella.—Tu... Erika, bonito nombre por cierto.

Ella desvío la mirada con mejillas rojas.

—Como decía, Erika, tú fuiste marcada por mí, pero no como mi alma gemela, sino como mi servidora.—Ella lo miró horrorizada.—Espera, antes de que armes un escándalo, no pienso usarte como una simple herramienta o arma, solo necesito tu ayuda para llegar al híbrido.

—¿Solo eso? No, eso es muy poco. ¿Cómo sé que no vas a tratar de abusar de mi o dejarme a merced de tus guerreros? Te advierto que aun desarmada soy....

Fue cortada en seco al ser atraída se golpe hacia el cazador. Movida por la magia del espectro. Sus rostros quedaron muy cerca, cerca de esos ojos rojos como la sangre que la obligaban a mirarlos, solo mirarlos, fijamente.

—Si yo quisiera podría usarte, abusar de ti hasta que ya no quedase nada, y tú no harías nada para detenerme porque estarías bajo mi control.—Susurró muy cerca de sus labios, la mano, fría, del cazador acarició su mejilla.—Podria dejar que mis hombres se sacien contigo y con aquella bruja...

Dijo con esos orbes carmines mirando hacia ella mientras acariciaba su labio con su pulgar.   La dejó libre de sus poderes y de su control. Ella respiró de golpes, alejándose. Victor desvío la mirada, sus ojos, como día focos en mal estado, parpadearon entre el rojo brillante y el negro Infinito de su mirada humana. Negó con fuerza, como volviendo en si.

—No lo hago porque no soy de ese tipo, yo no veo a las mujeres como herramientas u objetos. Yo las veo como iguales que incluso nos pueden superar.—Suspiró.—Ustedes son más valiosas de lo que creen. Y no somos guerreros, somos soldados.

—Y eso lo agradezco.

Tanto Victor como Erika dirigieron la mirada hacia la bruja, que acababa de llegar, por igual con el uniforme de los Panzergrenadiers. El lobo aprovecho para acercarse a su dueña en ese momento.

—Al fin despiertas ¿Cómo van esas heridas?

—Estan cerradas, a excepción de un pequeño dolor en el cuello.

—Si, perdona por eso, aún no soy muy bueno mordiendo.

—¿Ahora resulta que también eres vampiro?

Victor miró con cierta burla a Erika, que repuesta de la sorpresa, miraba con dureza al cazador.

—Es complicado, miren no estamos desviando del tema y debemos de movernos, señoritas, necesito vuestra ayuda, que me van a dar, para llevar hasta el híbrido y derrotarlo.

—¿Y luego que?

—Erika, Giselle. Yo como General Cazador le estoy dando la elección de unirse a las filas de mis Panzergrenadiers, luchar para el Abismo y volverse parte de él, podrán gozar de muchos beneficios pero el mayor de ellos sería... Tener un hogar. Una familia, una vida. Cuando terminemos con esto, me podrán decir, si se quedan o se van y yo les daré libertad si desean irse.

Ambas mujeres le miraron, algo sorprendidas, Victor señaló al campamento.

—Ahora regresen y ordenen su equipo, partimos en una hora.

Ambas mujeres comenzaron a volver, acompañadas de lobo. Erika se dió la vuelta, para ver si venían seguidas del cazador. Pero él se quedó en el río.

—Voy a bañarme.

Dijo señalando el río. Cuervo desvío la mirada, asintiendo. Una vez ambas estuvieron desaparecidas, Victor suspiró. Dirigió la mirada al río, luego a las piedras y a dónde estaba su guerrera y camisa. Busca algo.

—¿Dónde se metió Hitler?

De la nada, el gato surgió de las aguas con un pescado entre los dientes, ignorando el frío y el peso de uniforme, se dirigió hacia un arbusto a comerlo. Victor parpadeo asombrado.

—Ese gato no es normal.

El joven dirigió la mirada, pensando en ese momento con Cuervo, casi se deja llevar por la ganas de beber de su sangre, de nuevo. De tomarla por la fuerza y degustar su sed de sangre, lo notaba. Notaba los cambios que mencionaba el libro, los cuales eran para bien.

Pero ahora  has desencadenado la necesidad de sangre.

Le advirtió Alwyrm, el joven acarició uno de sus alargados colmillos.

—Siempre me pregunté para qué servirían.

—Esto es serio, Victor,  ahora debes de mantener controlada la sed de sangre, pues como a los vampiros, ese impulso es casi como el impulso sexual, pero más fuerte.

—Si, tendré cuidado con Cuervo y la bruja.

Aún podía oír la sangre recorrer el cuerpo de ella. Es más, ahora su visión, olfato y oído eran más agudos.

Se estaba volviendo más peligroso.

**************
16 de Diciembre del 2018.
Alemanía. Ruta a Dormenst.

La columna blindada avanzaba, con el tanque de Victor en cabeza. El General Cazador estaca abstraído en su lectura, Rosamund jugaba con las patitas de Hitler mientras hablaba con Aldrich. Giselle, la bruja, se mantenía con los ojos cerrados y Cuervo, ella no sabía que hacer.

Decidió mirar a los otros tanques, múltiples soldados iban en los otros Blindados, por igual en los camiones.

—¿Así que ahora tenemos dos compañeras más?

Preguntó Adrich.

—Si.

—¿No era más fácil dejarla a ellas dos libres?

—No.

—¿Se supone que no van a ayudar?

—Si.

—¿Y como?

Victor cerró con fuerza el libro soltando un gruñido de enojo. El vanguardia sonrió complacido. El General lo miró con ojos rojos.

—¿Quieres ver? Muy bien, Erika.

Cuervo le miró sobresaltada, no estaba acostumbrada a que la llamasen por su nombre.

—He oído que tú magia es más que todo animal, y que eres famosa por saberlo todo gracias a tus cuervos.

—Has investigado.

—No estás aquí por capricho. Ahora, ¿podrías usar ese poder y decirnos si tenemos enemigos adelante?

Cuervo asintió. Victor ordenó el alto y toda la columna se detuvo en el sitio. La mujer suspiró, se quitó la gorra y cerró los ojos. De su cabello negro, emergió como humo, la figura de la oscura ave. El cuervo grazno. Emprendió vuelo, controlado por ella. Abrió sus ojos, viendo en su mente lo que el ave veía.

Más adelante, como 10 kilómetros, todo el camino estuvo despejado hasta que se encontró con unas siluetas en el camino. Al descender, el ave se posó en tierra, ignorada por aquellas personas.

—Como a diez kilómetros, una mujer huye, con un bebé en brazos, es perseguida por.... Tres licántropos.

El cuervo se disolvió en el aire. Victor se puso de pie, mirando hacia el camino delante.

—¡Avancen! ¡Preparen armas!

La columna blindada retomo el rumbo. Tras una hora en la cual Victor daba por muerta a la mujer, pudieron ver su figura corriendo. Ella cayó de bruces, evitando golpear al niño. Fatigada. Detrás venían las figuras de los lobos.

Sin previo aviso, Cuervo saltó del tanque, callendo en el lomo del lobo guardian. Corrió con enorme velocidad hacía los seres. Interponiendose entre ellos y la mujer.

Al momeb, Victor se teletransporto al sitio. Ignorando a los lobos, se agachó tomando el rostro de la mujer.

—¿Está bien? Joder... ¡Médico!

La mujer respiraba muy agitada, labios resecos, se veía fatigada. Al trote llegó un médico en compañía de unos Panzergrenadiers. Detrás los tanques terminaron de llegar. Los lobos se convirtieron en sus formas humanas. Sus cuerpos con físico de culturista de dejaron ver con su desnudez. Cuervo les dió una mirada de asco. Giselle, estaba preparándose para arrojar algún conjuro. Victor los miró burlón.

—Buenos días señores, ¿Se puede saber porqué están cazando a esta humana?

—Estamos de cacería, y está mujer es nuestra presa. Aparta de nuestro camino pobre humano.

—¿De que manada son?

—Colmillos de Acero. Ahora aparta asqueroso humano.

—Me temo que eso no va a pasar, ustedes no van a matar a esa mujer.

Ordenó Victor llevando su mano a la funda de la pistola en la pierna. El fusil lo había dejado en el tanque. Cuervo y su lobo se tensaron al igual que el resto de presentes.

—¡¿Y quién eres tú para darnos órdenes!?

Victor no respondió. Suspiró negando. O esos lobos eran muy idiotas o nadie sabía aún de la nueva Policía Militar de la Kaiserliche. El General se giró hacia Erika y Giselle.

—Señoritas, háganse cargo ustedes.

Sin titubear, Cuervo y su lobo se arrojaron sobre los licántropos. El guardian de la Luna, con sus fuertes patas, dió un salto. En mitad de la caída, Erika saltó del lomo de su lobo. Apuntó y disparó, encajandole un tiro en el hombro a uno de los lobos.

El guardian aterrizó sobre uno, aún humano. El peso del descomunal ser fue más que suficiente para atrapar a su víctima. Este gritó antes de sentir los colmillos del guardian en su cuello.

Cuervo cayó y rodó. El lobo herido se arrojó transformado sobre ella. Sin miedo lo dejo llegar, usando el impulso de él, de un rápido estoque enterró su espada en el cráneo del licántropo. Hasta la base.

Un gruñido la hizo girar la mirada, sin quedaba un lobo. Con sus filosos colmillos se arrojó contra ella, Erika no logró sacar su espada. El lobo impacto contra un muro invisible. Quedando aturdido por el impacto.

Giselle había creado un campo de fuerza. Ahora con su magia ignea se encargaría del asunto. Sus ojos se tornaron cobrizos. Desde la tierra bajo el, una descarga de fuego surgió cuál géiser, convirtiendo su cuerpo en antorcha.

Finalizado el combate. Victor sonrió y los demás asintieron. Incluso un soldado silbo asombrado. Erika y su lobo volvieron con ellos.

—Bien hecho señoritas, al parecer son más letales de lo que aparentan. Me gusta.—Victor les sonrió. Luego se dirigió a la mujer, arrodillándose frente a ella.—¿De dónde es usted?

—De Beltruchs.

—Bien, está de suerte, nosotros vamos para allá. ¡Ustedes dos ayudarla a subir a uno de los camiones!

Dos Panzergrenadiers ayudaron a la madre a abordar uno de los camiones de transporte. Una vez listos, Victor subió al tanque. Se sentó en la torreta, tomando a Hitler entre sus brazos.

—Primer Batallón ¡avance!

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16 de Diciembre del 2018.
Alemania. Ciudad Sobrenatural de Beltruchs.

—Pobre de usted, gobernador.

El Acechador sonreía con burla frente a él. El hombres se mantenía tenso, la presión sobre él esos días había aumentado. Si no detenía el avance del Cazador, su familia moría. Esas fueron las palabras del híbrido y el grupo de Acechadores en Dormenst tenía órdenes de ejecutar a la familia si el hombre fallaba.

Ahora, se arrepentía tanto de formar parte de esa conspiración.

—Ustedes me están pidiendo lo imposible, la guardia de Beltruchs no podrá contra el poder de los soldados del abismo.

Dijo cansado el hombre. El Acechador golpeó con fuerza la mesa de dónde estaban. El hombre dió un salto por ello.

—Calla, tu no eres más que otro conspirador cobarde, Claude murió por su incompetencia, contigo aún falta por ver.

El Acechador se puso de pie, tomando su pistola, se detuvo tras el hombre apuntandole con ella en la cien. El gobernador tembló al sentir el frío metal.

—Yo solo le digo algo, si tú fallas, es mejor morir en las manos del Cazador que en las mías, dicen que él es rápido y preciso.

La carcajada del hombre invadió la estancia. Dejando que el sentimiento helado del miedo a la muerte trepase por el hombre.

—Está casi a nuestras puertas, mejor prepara a tus hombres.

Le susurró.

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16 de Diciembre del 2018.
Alemania. Campamento Panzergrenadier.

La noche, fría compañera de aquellos que caminan en la oscuridad. Esa se había cernido sobre Alemania. El Batallón hizo una parada, la última, pues al día siguiente atacarían Beltruchs.

El plan había consistido en que Alwyrm y Victor volasen por encima de la Ciudad, haciendo un reconocimiento. Si estaba fortificada, a la espera de ellos, las artillerías se encargarían de las posiciones fuertes. La compañía A dirigida por Víctor, iría en cabeza a por el gobernador, la compañía B dirigida por Adrich daría apoyo tomando el lado este de la ciudad y la compañía C de Rosamund el lado oeste.

Si la ciudad estaba en calma, entrarían directamente a por el gobernador sin emplear artillería.

Tras haber decidido eso, los tres Generales y el resto de oficiales se dispersaron. Al irse todos, Victor notó que en la tienda de campaña solo quedaba Alexa. La mujer le sonrió.

—¿Crees que logremos darle fin a esta guerra?

Victor se quitó la gorra, dejando ver su cabello negro alborotado. Ese que resaltaba con sus ojos rojos. Tomó asiento.

—Eso espero, solo quiero.... Paz.

Victor miró la Cruz de plata, Alexa vió ese detalle.

—¿De dónde vienes?

—No lo sé, la verdad siempre me lo he cuestionado. Solo recuerdo... Fuego y a Aldrich salvandome, tendría unos 12 años cuando ocurrió aquello. Ahora tengo 17, y no recuerdo gran cosa de mi infancia.

—Eres un misterio en muchos sentidos.

—Admite que eso fue lo que te atrajo de mí.

Victor guiñó un ojo y ella soltó una risa. Fue un momento relajante. Un par de risas sanas. Edison ingresó a la carpa.

—¿Disculpe General no ha visto a Ale?... Oh. Aquí estabas.

—Tome asiento y póngase cómodo, Señor garras.

—Mira, no hables mucho Señor sangre de dragón.

Ambos rieron con esa rivalidad. De repente su cuerpo se tensó, al sentir cerca la presencia de Giselle y Erika. Le recordó su sed de sangre. El aroma de ellas.

—¿Victor?

Le llamó Alexa. El parpadeó y dirigió la mirada hacia ella.

—Sabes, extraño mi Zweihander, creo que debería de retornarla.

—Mas grande no significa mejor.

Victor miró a Edison con una sonrisa burlona.

—Lo dice el señor garras gigantes.

—Touche.

Al llegar la media noche, parte del campamento dormía y la otra estaba despierta, de guardia. En ese momento, Victor estaba en su tienda de campaña. Se vistió con su antigua ropa del Espectro. Incluso se colocó la máscara. Se armó y preparó para salir.

Erika y Giselle estaban dando una caminata nocturna. vieron a los diferentes Soldados en la guardia, y solo un Spectre se dejó ver. Ambas se mantenían en un silencio cómodo. Erika dirigió la mirada a su lobo, acariciandolo. Giselle se detuvo de golpe, cuervo se giró a ver qué la detuvo con la mano en la espada. Una calavera se dejaba ver entre la oscuridad.

—El Espectro de Alemania.

Erika sacó su espada. Apuntandole al mercenario, provocando la risa en este.

—No deberías de apuntarle a tu General.

Erika bajó la espada, con los ojos bien abiertos al igual que Giselle. Victor se quitó la máscara, dejándo ver sus ojos rojos, acompañados por una sonrisa felina y un par de colmillos.

—¿Desean acompañarme a una aventura nocturna? El lobo no puede venir.

Preguntó Victor tendiendoles la mano. Ambas se miraron, esa aura misteriosa y de peligro que rodeaba al Cazador era algo muy notorio. De la nada, Adrich, el Vanguardia del Abismo apareció tras ellas.

—A un superior no se le dice que no.

Les susurró causándoles nervios.
Dejaron al guardian en el campamento. Con la máscara en el rostro. El Espectro y si grupo partieron hacia Beltruchs.

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16 de Diciembre del 2018.
Alemania. Ciudad Sobrenatural de Beltruchs.

Bajo el amparo de la luna y la noche, el grupo dirigido por Victor se infiltró en Beltruchs. Los guardias de Beltruchs, que vestían elegantes uniformes de guerrera azul, con pantalón blanco, botas de montar, casco y fusiles de pedernal, fueron burlados por los dos comandos. Guiando los pasos de las mujeres inexpertas.

Una vez dentro, con sus rostros tapados por las capas que llevaron, a excepción de Victor, comenzaron a recorrer las calles que a esa hora aún tenían cierta presencia civil, gracias a la seguridad que daba la guardia.

Los pocos civiles eran aquellos que iban a las tabernas o burdeles. Uno que otro miraba al Espectro, solo para desviar la mirada intimidado. Sin contar con el grupo que le seguía, parecían saludos del más allá. Tras unos minutos de recorrido, se toparon con la primera patrulla de la guardia. Al ver a los individuos, decidieron dejarlos de lado. Suponiendo que pertenecían al gremio de cazarrecompensas de Beltruchs.

Todos menos una mujer guardia. Ella se giró, mirando al grupo que se metía en un callejón. Al ser la última de la comisión, decidió ir tras aquellos sujetos extraños.

Al ingresar al callejón, no vio nada, usando la antorcha que tenía, se adentró. Tras unos pasos, alguien se arrojó sobre ella, acorralando la contra la pared. La antorcha cayó, trató de gritar pero una fuerte mano tapó su rostro. La otra presionaba von fuerza su cuello, podía sentir como se cortaba el aire.

—La curiosidad mató al gato.

Minutos después, la joven guardia yacia desangrándose, tirada en el suelo del callejón.

Llegaron a la gobernación. El Espectro se detuvo junto con su grupo. El sitio estaba fuertemente vigilado por guardias. Aldrich notó a otros hombres, con uniformes de camuflaje gris, reconoció las armas.

—Acechadores.

Erika reconoció a la temida y letal unidad merodeadora, más Giselle no. La vigilancia era fuerte y constante.

—¿Alguna idea para ingresar?

Giselle captó la atención del grupo, con unos orbes marrones brillantes y un extraño símbolo creciendo en sus manos.

—Yo tengo una.

Usando lo más cercano a un hechizo de invisibilidad, solo que este alteraba la realidad alrededor de ellos, en lugar de hacerlos directamente transparentes, atravesaron el patio frontal. Dieron la vuelta y entraron por la puerta de la cocina.

Una vez dentro, fuera del hechizo. Victor y Aldrich tomaron sus fusiles. Cuervo su revolver y Giselle, pues ella era el apoyo. Atravesaron la cocina solitaria. Siguieron avanzando. El Espectro usó su visión de Cazador, las siluetas se podían ver tras las paredes.

Llegaron a las puertas dobles que salían de la cocina al comedor. Justo uno de los sirvientes venía entrando. Los comandos se posicionaron junto a las puertas.

El sirviente, apenas entró, vio la figura sonriente de Cuervo, confundiendolo. De repente, Victor lo tomó por los hombros, golpeándolo contra la pared. El frío filo del cuchillo le hizo callar.

—¿Donde está el gobernador?

—Segundo piso, a la derecha. La habitación con los guardias.

De un golpe en la cien, el hombre fue noqueado. Su cuerpo cayó con fuerza. Armas en riste, el grupo llegó hasta el pabellón, tomó las escaleras, siempre esquivando a los guardias con la visión del Cazador.

Los dos Acechadores no tuvieron oportunidad contra las sombras del Cazador, que desde la penumbra emergieron, degollandolos.

El grupo ingresó a la habitación, sus pisadas hicieron despertar alterada a la esposa del gobernador junto con su hijo. Viendo las armas apuntarles, la mujer abrazó al niño.

—¿Y su esposo?

Preguntó con voz distorsionada el Espectro ella lo miró con recelo.

—¿Viene a matarlo?

—Solo responda la maldita pregunta.

Ella desvío la mirada. En voz baja contestó:

—Está en la habitación adyacente. No lo dejan dormir con nosotros hasta que el cazador muera.

El Espectro le dió la espalda dirigiéndose a sus acompañantes.

—Vigilenlos, yo iré con el Gobernador.

Al salir de la habitación, Victor caminó un par de metros más, topandose con la habitación, sin vigilancia externa del gobernador, gracias a su visión, vió al guardia dentro junto a la puerta.

El Acechador sintió la presión repentina en su cuello, cortandole el oxígeno. Victor ingresó y terminó la tarea clavando la espada en su cuello y en la pared. Dejándolo clavado.

El gobernador dormía incómodo.  Solo bastó un par de palmadas en su rostro para despertarlo, el hombre se despertó, sobresaltado. Casi grita por la calavera frente a él.

—Usted es un maldito cobarde.

Fue lo primero que le espeto el cazador antes de retirar su mano de la boca del hombre. El Espectro se alejó, mirando al hombre de pie, desde las sombras.

—Tu no tienes moral para decirlo, Espectro de Alemania. ¿Acaso te pagaron para matarme?

El Espectro rió.

—Estoy aquí, por su traición al Abismo, por su conspiración contra el mismo y los muertos causados por ello.

—¿Ahora trabajas para los imperiales?

El Espectro se quitó la máscara, dejando ver parte de su rostro y los dos ojos rojos característicos. El gobernador entonces supo que él Espectro y el Cazador eran uno solo.

—Mis órdenes son, lamentablemente, de llevarte con vida. Mi señor opina que tú puedes tener información útil.

—Dudo mucho que logres sacarme vivo. Si tú no mueres, yo lo hago.

Victor tomó una silla y se sentó frente al hombre. Ambos se miraron por pocos segundos. ¿Acaso estaba bajo amenazante de muerte? Eso explicaría a los Acechadores. Tantos de ellos en otro sitio donde lo estuviese su líder era extraño.

—¿Porqué tanta vigilancia? ¿Miedo?

Preguntó con burla el cazador. El gobernador le dirigió una mirada sería, molesto, para él aquella situación no era graciosa. Tal vez era cierto lo que decían de los Cazadores. Para ellos la muerte no es más que un mal chiste.

—El maldito híbrido me amenaza con matar a mi familia si no te detengo.

Victor casi suelta una carcajada.

—¿Tan desesperado está? Por favor, usando rehenes como un terrorista.—Una sonrisa como la del diablo surco los labios de Victor.—Bueno, yo puedo tratar de ayudarte ¿Que me ofreces?

El gobernador lo miró por largos segundos. Casi esperanzado, sabía que no iba a salir impune y tendría que pagar por su conspiración, pero le importaba más su familia que su propio bienestar.

—Te puedo decir dónde está la base del Híbrido...

Victor sonrió con malicia. Era justo lo que quería. Se puso de pie, asintiendo.

—Bueno, tienes mi palabra de que te ayudaré, pero si me estás mintiendo, tu y tu familia pasarán largos años en el Campo Disciplinario del Abismo.

Eso lo hizo estremecer. Con un ademán Victor se retiró, envolviéndose en la oscuridad. El gobernador lo vió desaparecer, sentía miedo, nervios. No sabía si hacer tratos con alguien como él era bueno.

Victor y su grupo se retiraron de Beltruchs. Dirigiéndose de regreso al campamento. Faltaría poco para el amanecer y debían de descansar. Llegaron rápido gracias a la teletransportación de Aldrich.

Estaban ya en el campamento.

—Bien, todo seguirá como está planeado, Aldrich, descansa.

Ambos compartieron un apretón de hombros. El vanguardia le sonrió.

—Tu por igual descansa.

Las dos mujeres estaban por retirarse, Victor les detuvo. Ambas le dirigieron la mirada.

—Erika, ven, por favor.

La mujer se acercó, y con leve "acompañame" de Victor, ambos se adentraron en el bosque. Caminaron por largos minutos, hasta que se detuvieron. Cierta desconfianza aún tenía la mujer hacia el General Cazador. Y su miedo aumentó al verlo con los afilados colmillos aparecer con su sonrisa.

—No...no otra vez.

Erika dió unos pasos atrás, con rapidez el Cazador la acorraló contra un árbol. Ella no desvío la mirada, esperaba algún golpe, una mano en su cuello asfixiandola, pero no. Solo la miraba fijamente. Incluso tenía una mano lista para tomar su espada.

—A pesar de que las dos estén marcadas, no puedo beber mucho de la sangre de Giselle, su magia puede causar efectos adversos en mi.

Victor acarició su mejilla con delicadeza. La mano del Cazador estaba fría.

—Te dije que dejaría con vida a tu lobo, pero tendrías que pagar un precio.

—¿Sabes quién soy? Soy la mercería más temida se Alemania.

—Tu solo eres mi fuente de sangre y aquella que me llevará al híbrido.

Se apegó a ella, incómodandola. Con sus instintos sanguinarios a tope, Victor sintió el aroma dulzón de ella, su miedo, podía olerlo. Acercó sus colmillos a su cuello. Al estar tan juntos, pudo sentir la calidez de ella. Sus pechos chocar con su cuerpo.

Entonces le mordió.

Y para sorpresa de ella, aquello no le hizo sufrir, de nuevo. Fueron unos pocos segundos. Al despegarse, ella se mareo y Victor la llevó en brazos.

—No lo hago por maldad, creeme, es solo una necesidad.

Retomaron rumbo al campamento. Ella poco a poco fué cerrando los ojos, sintiendo el sueño cubrirla.

Cayendo en brazos de Morfeo.

***************
17 de Diciembre del 2018.
Alemania. Ciudad sobrenatural de Beltruchs.

A las 0600 los primeros silbidos de la muerte se dejaron oír.  Tras haber realizado un reconocimiento con Alwyrm, Victor indicó los sitios donde habían más guardias.

Los dos únicos cuarteles más día puestos de reunión, se alertaron apenas se escuchó el primer silbido de artillería. La primera explosión impactó en uno de los cuarteles. En todo el centro. La explosión acabo con los guardias en el patio, y destrozando parte de la estructura.

—¡Despierten despierten! ¡Los imperales les traen el café!

Gritaban los guardias a sus compañeros que dormían. Un obus de artillería impactó de lleno en el segundo cuartel, destrozando parte de la estructura

Los puestos de reunión, fueron barridos por el poderoso fuego de artillería. Por igual la entrada a la ciudad sufrió bombardeos de artillería, eliminando a los enemigos cercanos.

Los corrieron a sus casas, asustados, con miedo. Las noticias de lo ocurrido en Gerfeullem y Dormenst habían llegado a ellos. Lo mejor que hacían era rezar por no ser arrasados.

En la gobernación las cosas se agitaron cuando los Acechadores tomaron al gobernador y a su familia. El hombre, bajo amenaza, obligado a dar la orden de luchar.

—Da la orden, o tu familia muere.

Amenazó el Acechador apuntandole a la mujer a la cabeza con una pistola. El gobernador recibió a los oficiales de la guardia, un Sub Teniente y un Teniente. Los hombres miraron con miedo a su líder.

—¿Que hacemos señor? ¡Hemos perdido casi la mitad de los hombres!

El gobernador, bajo la mirada amenazante del Acechador dió, con pesar la orden. Los dos oficiales se miraron asustados.

—Es suicidio.

Lo sabía, y lo lamentaba, pero su mejor opción era esperar la llegada del Cazador. Contaba con la palabra de aquel ser.

En el bosque, con las compañías ya divididas entre hombres y tanques, todas listas ya para avanzar, estaba Victor viendo el panorama con binoculares. Los bajó y examinó su alrededor. Sus soldados ya estaban en los semiorugas, los Spectre en los tanques. Giselle iba con él y Cuervo en su lobo. Vió una enorme sombra volar sobre ellos. Elevó la mirada, era Alwyrm.

Era hora.

—¡Primer Batallón! ¡Dispuestos para el combate! ¡De frente.... Mar!

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Acatando la orden, la Primera compañía arrancó, los tanques tomaron delantera, dirigiendo la columna blindada, tres leopards y cinco semiorugas.

Victor se preparó con fusil en mano. El artillero de ametralladora superior cargó la Mg3. Giselle trató de apartarse. Junto con ellos a su ritmo una Erika y su lobo.

Detrás iban las demás compañías. Victor vio a Alwyrm descender y escupir sus poderosas lenguas de fuego elevándose y retomando el vuelo. Glorioso.

En la puerta un grupo de guardias abrió fuego con sus mosquetes, rápidamente fueron eliminados por el fuego de ametralladora de los tanques. Al ingresar la Primera compañía, rompieron la fila, los tanques se separaron en dos filas y entre ellas iban los semiorugas.

Los tanques se detuvieron. Frente a ellos, un grupo numeroso de guardias metidos en casas y callejones. Los Spectre descendieron cubriendose tras los tanques, mientras los semiorugas se abrían paso. El fuego de mosquetes era demasiado, pero impreciso.

Los semiorugas, vehículos Blindados con sus ruedas y el resto orugas, avanzaron hasta detenerse metros más adelante, eliminando Infantería con sus ametralladoras. Los Panzergrenadiers por igual disparaban por los laterales.

Al detenerse, las puertas traseras se abrieron dándole paso a la Infantería. Los soldados abrieron fuego con sus subfusiles contra el enemigo.

Los tanques apuntaron contra los edificios, disparando. Sus cañonazos destrozaban las estructuras. Victor descendió del tanque, los Spectre disparaban y eliminaban a sus enemigos.

—¡Avancen!

Ordenó, los enemigos se retiraban al verse superados por el poder de fuego. Lo mismo era con Aldrich y Rosamund. No podían contra los Panzergrenadiers.

La primera compañía, avanzó por el centro. Un disparo surgió de una ventana. Victor disparó contra él, destrozando los cristales, más no le dió. Un Panzergrenadier tomó una granada, quitó el seguro y la arrojó dentro. Un segundo después, la explosión.

La compañía de Rosamund se encontró con un grupo de Acechadores, antes del combate, estos ardieron bajo los chorros de fuego de Alwyrm, si darles oportunidad alguna. La compañía de Aldrich se topó con una barricada llena de guardias. Con una orden, los tanques la destrozaron sin piedad.

Erika acabó con dos guardias que surgieron de un callejón con su pistola, un tercero logró apuntarle, con rapidez desvío el cañón del hombre con su espada, luego lo elimino a disparos.

Victor avanzaba con los Spectres y Panzergrenadiers, esquivando disparos. La gobernación ya se veía. De frente llegaron vários Acechadores, disparando a los soldados.

No pudo reaccionar a tiempo. Sin predecirlo, las balas se detuvieron en el aire. Para luego volver con la misma velocidad a sus tiradores. El grupo de Acechadores cayó fulminado. Giselle había creado un campo de repulsión.

Al llegar al edificio de ks gobernación, los Acechadores allí se giraron a los Panzergrenadiers. Alwyrm descendió soltando sus lenguas de fuego, acabando con los enemigos. Los tanques se separaron, mientras que Victor, un grupo Spectre y otro Panzergrenadier se adentraban.

De una patada abrieron las puertas. Al final de las escaleras estaba otro grupo de Acechadores. Dispararon hiriendo a dos Panzergrenadiers. Una explosión tras ellos los eliminó. El disparo de un tanque.

—¡Atiendan a los heridos! ¡El resto conmigo!

Subieron las escaleras, dirigiéndose a la habitación del gobernador. Todos se detuvieron con las armas en alto, apuntando.  Allí estaba la mujer, con ojos llorosos de miedo, abrazando a su hijo, su esposo y detrás de ellos el jefe de aquellos a Acechadores.

—¡Quieto! ¡Baja el arma! ¡Estás bajo arresto de la policía militar imperial!

—¡No den un paso o los mato! ¡Bajen las armas!

Victor soltó el fusil con lentitud. Alzando las manos. De la nada su mano brilló azul, con su magia, el general arrojó lejos la pistola del hombre y con su otra mano lo mandó al suelo de un fuerte empuje.

Se puso de pie con rapidez, solo para ser reducido al recibir un golpe en el estómago. Fue esposado y llevado bajó custodia. En ese momento el gobernador corrió, abrazando a su esposa e hijo. Un hermoso momento familiar al final de tanto caos.

—Mi General, ya llegaron los generales Aldrich y Rosamund, la guardia se rindió.

Victor asintió. Bajo escolta de soldados, el gobernador y su familiar fueron llevados fuera con el Cazador. A las puertas de la gobernación, se encontraron con las tres compañías y una situación más ligera. En ese momento Alwyrm aterrizó estremeciendo la tierra.

Victor pudo ver el brillo en los ojos de sus Soldados. Brillo de orgullo, de victoria. De felicidad. Habían cumplido.

—¡Beltruchs es nuestra!

Todos los soldados alzaron sus puños mientras gritaban. En señal de Victoria. Alwyrm arrojó un poderoso rugido al cielo. Que sacudió el lugar.

En ese momento, el gobernador se acercó a Víctor. Ambos se miraron.

—Gracias, por cumplir su palabra.

—Solo era un trato, le di mi palabra.

Los soldados en ese momento comenzaron a organizarse.

—Creí que no lo cumpliría.

—Soy un hombre de palabra. Usted y yo tenemos un trato.

El gobernador sonrió.

—Y por igual yo soy un hombre de palabra.

Bueno mis Cazadores, aquí otro capítulo. Ya estan cada vez más cerca de su meta.

¿Logrará Victor acabar con la amenaza del Híbrido o será el otro simple peón?

Lo sabrán en el siguiente capítulo: Poder de Fuego.

Hasta la próxima.

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