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Capítulo 27 "El Peso de la Guerra"

7 de Enero del 2018
Alemania. Ciudad sobrenatural de Dormenst.

Los rayos del sol iluminaron la hermosa ciudad de Dormenst. Bañándola en sus hermosas luces doradas. La ciudad despertaba, con las campanas de los negocios anunciando su apertura. Los jóvenes niños preparándose para asistir a clases. de Beltruchs y Gerfeullem, Dormenst era la ciudad más parecida a una humana. Todos lo que habitaban la ciudad eran Sacra. Muy pocos seres sobrenaturales se podían observar allí, de vez en cuando era visitada por licántropos, magos, vampiros, incluso enanos o los misteriosos elfos. Era llamada la ciudad de los humanos entre todas las sobrenaturales.

Ese día, en una posada no muy lujosa del sitio. Una apartada, no muy llamativa, perfecta para pasar desapercibido. El temido Espectro de Alemania terminaba de entrenar. Estaba en el suelo terminando una serie de diez flexiones militares, luego se puso de pie, caminó colocándose entre dos sillas, se apoyó en el respaldo de ambas, elevó las piernas y bajó, luego subió marcando luego diez fondos. Al finalizar, con la frente perlada de sudor, suspiró. Había aprendido a entrenar sin equipo y sin peso. Una vez finalizado su entrenamiento. Decidió meditar mientras su cuerpo se enfriaba,antes de darse una ducha. Solía hacerlo para así organizar lo que haría en el día.

Se sentó cruzando las piernas. Respiró profundo, poco a poco aclarando, calmando su cuerpo. Poco a poco lo logró. Logró apartar todos sus pensamientos. Respirando en un patrón calmado. Logró alcanzar un estado de calma y paz que lo llevó a un estado más allá del terrenal. Navegando en las sensaciones del mundo, como ente que le rodeaba, sintiendo las palpitaciones mágicas que emanaban del mundo. Tanto las sensaciones placenteras de paz, de aquellos lugares de magia pura, de paz, de vida, de estabilidad. Pero por otro lado podía sentir el llamado de la destrucción, del caos, de la muerte, de la oscuridad que residía en él.

Entonces, tan potente como un estallido. Por su mente pasó la imagen de Alexa defendiendo a ese joven. La imagen de esa vigilante había perturbado su estado de constante indiferencia. Pues aún tenía poder en esa parte de él que se había jurado alejar, desterrar, destruir, pero por lo visto, su carrera despiadada de mercenario no había logrado su cometido.

Abrió los ojos respirando agitado. Se llevó una mano lentamente al pecho, calmando su respiración. Se propuso a darse un relajante baño. Se levantó, despojándose de su pantalón y ropa interior. Tomo una toalla personal adentrándose en el baño. Allí dentro le esperaba un rustico cubo de metal con agua, junto con un pequeño envase para poder bañarse. Sin tardar se cubrió de agua. La sensación fría, refrescante recorrió su cuerpo. Suspiró mientras procedía a enjabonarse su cuerpo. Las imágenes de la peliazul invadieron su mente. No debía de haberse encontrado con ella, por lo menos aun no.

Al salir del baño, se secó con la toalla enrollándosela en la cintura. Antes de salir se observó en un espejo que allí había. Ahí estaba él reflejado, sin su característica máscara. Allí no estaba viendo al Espectro de Alemania. Estaba viendo a esa persona que luchaba por esconder, a una persona débil, a una persona que aún creía en el amor. A una persona que acababa de presenciar como había sido reemplazado, parecía que después de todo, ella había encontrado a su soulmate. Era de esperarse, era obvio que eligiera a su pareja por encima de él. Víctor Perez, antiguo Cazador del Abismo, ahora conocido bajo el nombre del Espectro de Alemania, suspiró bajando la mirada, dejando de ver sus ojos negros. Puede que no fuese su pareja después de todo,,podían ser solo imaginaciones violentas de él.

Salió del baño. Decidió vestirse con su típica ropa del Espectro. Iría hacia la herrería en buscar sus piezas de armadura en donde las había dejado. Se terminó de poner la pistolera junto con la pistola, luego, apenas se empezaba a poner la franelilla cuando unos toques a la puerta le hicieron ponerse en guardia, apuntando a la puerta. Avanzó con precaución, separando la mano derecha alargándola a la misma dirección. Sus ojos se tornaron azules mientras la máscara, movida por alguna fuerza, por lo visto mágica, se acercaba flotando envuelta en un halo azul. Se la colocó.

—¿Quien?—Preguntó con la voz distorsionada de la máscara.

Tardaron unos segundos. Entonces, una delicada voz contestó.

—Personal de limpieza.

El Espectro le dejó pasar mientras se terminaba de vestir. Se colocó la franelilla, luego la sudadera, seguida del chaleco táctico donde enfundó cuatro cargadores de fusil y cuatro de pistola. Luego se colocó la gabardina. Guardó su espada, se llevó el fusil de francotirador a la espalda gracias a las correas, con las mismas se colocó el fusil de asalto en el pecho. Decidió inspeccionarlo. Un fusil Ak-103. Un arma al cual le había agarrado gusto. Esta tenia mira de punto rojo, empuñadura vertical, culata ajustable, y mira láser.

—¿Tu eres el famoso Espectro de Alemania?

El Espectro no se giró hacia concentrado en guardar todos sus suministros, acomodó la mochila llevándosela a la espalda.

—Si.

—Debe de ser un trabajo peligroso.

—Lo es, si.

—¿Vale la pena?.

—La paga, y el poder matar merodeadores, lo vale.

—¿Asi que apoyas al abismo en esta guerra?.

El Espectro entonces le miró. Era una joven hermosa, de piel blanca, tan blanca que le daba una apariencia angelical. Tenia su rostro salpicado de pecas, acompañado de una nariz puntiaguda, cabello corto y unos ojos verdes intensos. Juraba que era la mujer más hermosa que había visto. Sentía que no era de este mundo, pues la energía que emanaba de ella, podía sentirla. Poderosa, pero no era maligna.

—Yo no apoyo a nadie, solo sigo mi camino.

Ella sonrió. Miró al suelo mientras barría con su escoba.

—Todos tenemos un lado que tomar en esta guerra, el peso de la guerra recaerá sobre todos de algún modo u otro.—Ella sonrió mientras de un momento a otro clavaba sus ojos verdes sobre él.—Victor, Cazador, Espectro, como quieras llamarte, el peso de la guerra, del cual has estado escapando por hace ya tiempo, te ha alcanzado.

Ella mantuvo su sonrisa mientras terminaba de barrer. Victor, por su parte, se quedó helado. Alguien sabia quien era detrás de la máscara. Su secreto mejor guardado, había caído de alguna manera. ¿Acaso había entrado en su habitacion mientras dormía? ¿le había espiado? Pero de cierto modo. ¿Como iba a saber ella, una simple joven de limpieza, su verdadero nombre?. Dedujo que ella era más de lo que aparentaba.

—Fue un gusto al fin conocer a mi protegido.—Dijo con una sonrisa coqueta.—Hasta luego Espectro, nos veremos cuando el destino lo requiera, siempre tendré un ojo sobre ti.

Y salió antes de que el pudiera preguntar algo. Parpadeó detrás de la máscara, aun estupefacto. Cuando reaccionó abandonó su habitación fusil,en mano apuntando al pasillo de las habitaciones. Nada. Dispuesto a obtener respuestas, corrió por todo el lugar, bajando hasta recepción. Una vez allí, se acercó al recepcionista elevándolo con su magia azulada, estampandolo contra la pared. El hombre asustado y asombrado, se retorcía contra la pared.

—¡¿Donde está la chica!?.—Demandó.

—N..no sé de quien habla...

—Claro que sí, de limpieza, ojos verdes, cabello corto.—Describió.

El hombre le miró asustado.

—Nosotros no tenemos personal de limpieza...

Media hora después, el Espectro abandonó ese lugar, con todo su equipo, perturbado. Decidió ir al Gremio de Mercenarios a buscar algún pedido, posiblemente lejos de allí. Muy lejos, que le ayudara a olvidar aquel momento. Siguió avanzando, hasta entrar en los barrios bajos, la zona pobre. Cuando avistó el infame edificio, sintió algo distinto en el ambiente. Un aire pesado, como si fuese más hostil. No sabía porqué. Cuando llegó, los dos mercenarios de turno le miraron con una chispa de violencia. Instintivamente llevó su mano a su espada y la otra a su pistola. Cuando ingresó, el ambiente lleno de música, bebidas acompañadas de hombres rudos, se detuvo. Todos se giraron a mirarle. El Espectro les ignoró caminando directo hacia Maverick. El hombre de estatura promedio con musculatura notoria le miraba sombrío.

—¿Algún encargo nuevo?—Preguntó ignorando las miradas de todos.

Maverick bajo la mirada suspirando frustrado.

—Revisa la tabla por ti mismo.

Al llegar a la tabla, solo había un encargo. Arrancó el papel y lo examinó. Al terminar de leerlo, una ola de furia creció en su interior. Rabia, molestia.

SE OFRECE UNA RECOMPENSA DE DIEZ MIL PIEZAS DE ORO POR LA CABEZA DEL FAMOSO ESPECTRO DEL ABISMO. SOLICITADO POR EL LÍDER SUPREMO DE LOS MERODEADORES. GAEL. ADEMÁS, SE LE OTORGARÁ UN RANGO DE OFICIAL SUPERIOR EN LAS FILAS DEL EJERCITO MERODEADOR, JUNTO CON UNA VIVIENDA EN GERFEULLEM.

El Espectro arqueó una ceja. Apretó el papel en su mano mientras se giraba, detrás de él estaba Maverick mirándole con una sonrisa ladina. Se cruzó de brazos, confiado, con esa arrogancia característica de un buen mercenario.

—Esos asquerosos merodeadores vieron que no podrían contigo.—Dijo con voz gruesa y rasgada.—Así que han decidido usarnos. Tranquilo, he convencido a la mayoría no intentar nada contra ti, pero te advierto que cuando salgas, aquellos más avariciosos irán a por ti. Tomalo como el favor de un amigo.

El Espectro asintió.

—Gracias. Maverick.

Decidido a irse de Dormenst, se alejó del jefe del gremio. Caminando entre mercenarios que ahora le ignoraban. Pero con su mirada suspicaz, pudo observar como entre ellos había quienes le miraban como si fuese una presa. Se detuvo antes de salir. Mirando entre los rostros, logran captar uno que le miraba con intensidad. Pudo ver que era una mujer, entre la oscuridad no estaba muy seguro de ello. Su rostro estaba pintado con una calavera blanca y negra. De cierto modo se le hacia familiar. Sin perder más tiempo decidió salir.

Al estar afuera se detuvo en las puertas, junto a los dos mercenarios que la custodiaban. Ahora sabia porqué le miraban así. Suspiró tomando la espada y la pistola.

—Muy bien, ¿quien de ustedes dos comienza?

Pasaron apenas segundos antes de sentir como el guarda de la derecha se giraba hacia él con el puño alzado con brutalidad. Se agachó clavándole la espada entra las costillas, sin esperar le apuntó al otro disparándole con su pistola. Un tiro certero en el pecho. Ambos hombres corpulentos cayeron, muertos. Al ponerse de pie, avistó con su vista periférica a un arquero en el techo de un edificio cercano. Se hizo a un lado evitando la flecha, la misma se clavó en la pared. Apuntó con la pistola, disparando tres veces. El cuerpo del arquero cayó rodando por el tejado.

De una calle, aparecieron corriendo dos mercenarios que con un grito de guerra iban a por él. Ambos portaban espadas, e iban indisciplinados hacia él. Uno atacó desde arriba, a lo que se hizo a un lado cortándole el cuello. El otro, trató de apuñalarlo a lo cual detuvo el ataque, desvío la espada para al final clavar la suya en el cuello del hombre. Se giró al oír los pasos apresurados de otro, aparecer por la calle contraria. Se giró viendo a un mercenario asustado, con una ballesta el cual le apuntó. El Espectro, más rápido alzó su pistola, disparándole en el pecho derribándolo.

Luego de la pequeña lucha. El Espectro suspiró, enfundó su pistola y guardó la espada. Avanzó por un callejón, alejándose de allí mientras negaba con la cabeza. Ese día estaba siendo todo menos lo que había planeado. Sentía que la guerra le había encontrado, no le soltaría, sino que le seguiría a todos lados como un peso en sus hombros con el que debería de cargar. Gruñó frustrado. Ahora dirigiéndose hacia la herrería donde había dejado su equipo reparándose.

Al adentrarse en la calle donde estaba Gwin's Flame, observó como cuatro guardias del abismo ingresaban a lo que parecía una panaderia, con miradas duras e intimidantes, ingresaron con sus espadas enfundadas. No les prestó atención, ahora sabia que tenia que mantener un perfil bajo si no quería ser perseguido por todo Dormenst. Ingresó, sonando la campanilla de la puerta, rápidamente el mismo joven del otro día. Andy, aprendiz a herrero, salió al encuentro. Con solo verlo se giró sobre sus talones adentrándose de regreso a la forja.

El Espectro se cruzó de brazos, mirando en derredor. Habían espadas acomodadas en estantes. Espadas cortas, largas, hermosas Espadas bastardas, elegantes estoques con tocados dorados en la empuñadura, imponentes espadones, se acercó con curiosidad, observando los espadones. Incluso había un Zweihander, abajo del mismo había una inscripción. "La temida Zweihander, Espada portada por los legendarios Cazadores del Abismo" . Soltó una risa amarga, pues de legendario él tenia poco.

—Un excelente arma, ¿no es así?

El Espectro asintió sin mirar al herrero que le miraba cercano al mostrador. Inhaló despacio, observando el arma a detalle.

—Un arma que encaja tal cual con los Cazadores del Abismo.—El Espectro se giró hacia él caminando y mirando al suelo, paseándose por el lugar.—Según los libros de historia, los creadores de la Zweihander fueron los Alemanes, incluso su nombre es Alemán, el cual significa "A Dos Manos" cosa que se le nombró así por el peso y por como debía de blandirse.

Suspiró mirando al suelo mientras se perdía en el negro de sus gastadas botas militares. Se hizo una nota mental de hacerle una visita a los militares alemanes, quizá se robaría dos pares de botas. Unas de caña media, la otra de caña alta. El herrero decidió seguir con la conversación, dejando sobre al mesa la bolsa con las piezas metálicas, nuevas, porque las anteriores estaban irreparables. El causante de ello debió de ser una bestia sin control.

—Se dice que antes de las Zweihanders, los Cazadores usaban espadas de doble filo. Armas letales, que requerían de años de práctica, años de maestría para no cortarte con la misma arma.—Gwin sonrió mientras se rascaba la barba.—Aunque, tiempo después llegaron las Zweihanders y con ellas, los nuevos cazadores.

—Los nuevos Cazadores... Buenos hombres guiados por malos lideres.—Susurró el Espectro.

Gwin le miró con curiosidad, ahí fue el punto donde ambos se miraron, chocando la mirada gélida y pesada del Espectro contra la mirada llena de energía de Gwin.

—Dices tu, que los lideres son los que guían mal a los Cazadores, en este caso, los señores del abismo.

—Exacto. Cada Cazador tiene el poder de cambiar el mundo, lamentablemente lo usan para la destrucción.

—Y si tu fueras un Cazador del Abismo ¿para qué usarías tus poderes?

El Espectro caminó en silencio. Se acercó al mostrador tomando las piezas metálicas. Las examinó y se las colocó. Al ponérselas cómodas, decidió responder.

—Para hacer justicia... Para traer libertad.

Un estruendo resonó por el lugar. Los dos presentes se giraron hacia las vidrieras de la calle. Vieron como los Guardias del Abismo arrojaban con rudeza a un hombre contra el suelo. Con arrogancia, el líder de la guardias se colocó de brazos cruzados frente a él. Sin esperar más, el Espectro abandonó la tienda, dispuesto a encarar a los guardias.

El mismo grupo de cuatro guardias, ahora frente al pobre hombre, amenazándolo. El lider, que parecía un sargento recién salido de la escuela, le miraba con una sonrisa ególatra. El panadero, hombre adulto que rodaba los cincuenta. De cabello canoso y arrugas notorias. Tenía la expresión de completa indignación en el rostro.

—¡Esto es un atropello!.—Gritó desde el suelo.—¡Ustedes no son quienes para llevarse mi mercancía!.

La sonrisa del guardia se ensanchó, mientras los otros se reían detrás de él.

—Viejo patético.—Cortó la distancia entre ellos, soltandole una patada en la costilla, el hombre gimió de dolor.—Ahora, con Dormenst bajo el dominio del abismo tienes el deber de rendirle pleitesía a su señor, tomaremos estos panes que tiene mi compañero, como tributo a la fuerza armada.

Los guardias se fueron nuevamente mientras se palmeaban los hombros en complicidad. El Espectro, ya molesto de tal espectáculo, decidió intervenir. Avanzó colocándose en medio de la calle, mirando fijamente al sargento de esos guardias. El sargento miraba al hombre con malicia, pero los guardias detrás, al ver lo que se les acercaba, se hicieron atrás.

—Si hay algo que odio.. Más que a los merodeadores, es a los militares corruptos..—El sargento de la guardia del abismo levantó la mirada con ojos temerosos al reconocer la distorsión de esa voz.—Puede que sea un asqueroso mercenario... Pero no uso mi poder para forzar a los demás.

El sargento, miró al Espectro. El famoso Espectro de Alemania, el temido mercenario. Con instinto llevó su mano a la empuñadura de su espada por instinto, los demás guardias hicieron lo mismo. Sacando sus espadas antes que su líder. El Espectro se detuvo de lado, mirándolos con molestia, como aquel que ve una plaga.

—¡Largate mercenario!.—Espetó el Sargento.—No tienes nada que ver aquí, estos son asuntos oficiales de la Guardia del Abismo.

El sargento sonrió con burla.

—Vete por ahí con alguno de tus contratos miserables, que supongo te alcanzan solo para sobrevivir.

Los guardias rieron detrás de su líder, el cual estaba envalentonado. El Espectro se tronó los huesos del hombro mientras suspiraba aburrido.

—Dudo mucho que esos fueran asuntos oficiales, más que todo parece que ustedes querían quitarle su mercancía a este humilde panadero. Asquerosos.

El sargento, rojo de ira, perdió la paciencia.

—Suficiente. ¡Guardias atacar!.

Los tres guardias detrás se lanzaron hacia el Espectro, confiados del combate. Con simplicidad, el Espectro desenfundó su pistola Colt.45, apuntó como rayo y con precisión de halcón, eliminó a los cuatro de cuatro disparos. Los cuatro cayeron. Los tres soldados muertos, el sargento gritando de dolor por el disparo en la rodilla. El Espectro se acercó, disfrutando del sonido de sus botas al pisar. Se detuvo junto al sargento, colocándole la bota en el pecho. Al abrir los ojos, el sargento vio la boca del cañón apuntándole al rostro. Una detonación más resonó mientras la potencia del calibre 45 le destrozaba el rostro, dejándolo irreconocible. Al culminar, enfundo su pistola, se giró hacia el panadero. Al fondo desde la puerta de la herrería, Gwin y Andy veían la escena asombrados.

El panadero se asustó al ver tal ser acercarse a él. Cerró los ojos temblando, rezando por su vida. Él era solo un simple panadero, no tiene porqué morir. Pero para su sorpresa, sintió la textura de una bolsa acariciar su rostro. Abrió los ojos viendo como el Espectro le tendía la bolsa con los panes robados. Confundido los tomó, luego el Espectro le dio la mano ayudándolo a ponerse de pie. Ambos se miraron en silencio.

—Yo.. N-no.. No sé como agradecerle... Yo..—El hombre tartamudeaba aun con miedo.

—No tiene por que agradecer.

—Usted... Usted mató a esos guardias.. Eso es violar la ley..

El Espectro colocó una mano en el hombro del panadero, suspirando.

—Cuando la ley no cumple su función, se corrompe, se hace corrupta, es cuando creo mi propia ley.

Le dio una palmada en el hombro, forma de despedida. Pasó junto a él. Acercándose a la herrería. En la puerta miró a Gwin, no sabia porqué, pero tenia la certeza de que hoy seria el ultimo día que se verían. Después de todo, pensaba irse de Dormenst por un muy largo tiempo. Por lo cual, tomó la decisión, pasaría sus últimas horas allí, conversando con alguien que por lo menos, apreciaba la historia.

Sin nadie notarla, desde los tejados, una joven vestida con ropa de sirvienta. Los típicos zapatos negros, medias transparentes largas, vestido blanco con negro con la falda negra. Una joven de cabello corto y ojos verdes intenso, le miraban con una sonrisa complacida. Sabia que, en el fondo, su protegido, aquella persona de que se encargaría de seguir, cuidar y proteger hasta cumplir su destino, tenia un corazón bondadoso oculto bajó ese manto de oscuridad bajo el que se resguardaba. Lo curioso de él, era que no tenia un destino escrito. El de él, era amorfo, cambiaba constantemente. Eso, para ella, Una Ángel Del Abismo era lo más único e interesante en el mundo. No sabia porqué su madre, el Abismo, el había encomendado tal misión, pero agradecía, al ser esta única.

Entre todas ellas, eligió a la hermosa Ferrys. Una Ángel del Abismo con no más de 18 años en el mundo. Era alguien joven e inexperta, pero con un potencial enorme al casi dominar la magia a tal edad. Era única.

Pero su sonrisa, se vio interrumpida por el sonido de un enorme estruendo, la ciudad tembló. Con dificultad se mantuvo sobre la terraza mientras alzaba la mirada al horizonte, desde allí pudo ver como en uno de los muros de Dormenst, un gran pedazo del mismo caía destruyéndose contra el suelo, sonando como una explosión. Alzó la mirada al cielo. Estupefacta miró como inmensas bolas de piedras caían sobre Dormenst. Entonces, oyó el grito:

—¡Ataque merodeador!.

Y luego llegó el pánico.

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7 de Enero del 2018
Alemania. Ciudad sobrenatural de Dormenst. Destacamento 27 de la Guardia del Abismo.

En la ciudad de Dormenst, ahora bajo control del Abismo, se mantenían una serie de guarniciones militares del abismo. Dichas guarniciones estaban allí en caso de un ataque sorpresa. Solo que estas fueron enviadas al frente lideradas por el General de División Willswicht. Dejando en la ciudad al pequeño Destacamento de la Guardia del Abismo. Liderados por un Capitán.

Ese día, aquel Capitán, se paseaba por el muro del Noreste, dándole una revisión a los hombres allí, vigilando que no se quedasen dormidos en horas de guardia. Se paseaba mirándolos con seriedad, el Sargento que comandaba ese pequeño escuadrón, le seguía a un lado.

—¿Novedad?.—Preguntó el Capitán mientras decidían ascender hacia la parte alta del muro.

Mientras subían por las escaleras de piedra, en las que, en cada piso, habían arqueros, unos pocos, solo para mantener la guardia pues nadie esperaba que los atacasen. Siguieron ascendiendo con el eco de las pisadas de sus botas.

—Ninguna mi Capitán, no se ha visto movimiento enemigo.

Eso, era una gran mentira. Sus hombres y él mismo se habían dormido en horas de guardia, debido que habían tenido patrullaje nocturno, con los pocos hombres en Dormenst, era normal tener dos turnos de trabajo. Por lo cual, ninguno de ellos vio a los hombres a caballo que dos horas atrás, se acercaron a Dormenst, explorando la zona. Ahora, mientras subían, no esperaban un ataque. Fue cuando estaban a un piso de subir la muralla, que se escuchó. Tan fuerte, poderosos que parecía romper las nubes, rompía el silencio de la paz. No era uno, ni dos, eran varios cuernos, cuernos de guerra. Al oírlos, como una melodía que anuncia muerte, terror, los dos hombres subieron con rapidez por las escaleras, llegando a la parte superior. Con tan solo ver los rostros llenos de horror, de los arqueros allí arriba, sabían que sus peores temores se hacían realidad. Al girarse hacia el campo abierto del noreste, terminó de confirmarlo.

Era una fuerza inmensa, enorme. Seis enormes formaciones de infanterías pesadas de los merodeadores. Tenían armaduras completas, escudos de torre y espadas nuevas. Algunos portaban lanzas, otros picas y así iban. En perfecta formación disciplinada. Marchando hacia ellos, con armaduras de colores rojos y dorados. Delante de ellos venían filas y filas de caballería. Cientos de hombres a caballo y en el fondo, venían enromes catapultas. Era un ejército profesional contra un simple destacamento, que a duras penas tenia suficientes armas para defenderse. Maldijo en sus adentros, pues su fuerza militar había sido enviada a otro lado.

El capitán se giró hacia su sargento, era una batalla que no podían ganar, pero debían de ganar tiempo.

—¡Evacua la ciudad rápido! ¡Ve hacia el centro de mando, reúne a cuantos puedas por camino y saquen a los civiles!

El sargento asustado asintió dirigiéndose hacia el centro de mando. El capitán entonces se giró, sacó su espada mientras los pocos guardias del abismo, armados con arcos allí, miraban con temor la gran fuerza que iba a por ellos.

—¡Ni un paso atrás!.

Pero al ver como una enorme bola de piedra se dirigía hacia ellos, sabia que su fin había llegado.

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7 de Enero del 2018
Alemania. Ciudad sobrenatural de Dormenst.

El Espectro vio con asombro como la un gran pedazo de la muralla caía hacia los civiles abajo. Un enorme estruendo combinado con los gritos de muerte de las personas invadió el aire. Seguida de estas, más disparos de las catapultas llegaron. Sabia que era hora de huir de Dormenst, pero antes, se llevaría cuantos merodeadores pudiera con él. Se fijó como objetivo correr hacia la entrada noreste donde se estaba llevando a cabo el asedio. Antes de ir hacia allá, se giró mirando al asombrado herrero y a su ayudante.

—¡Huyan de aquí rápido! ¡Salgan por el lado este y escondanse en el bosque cercano, allí los buscaré!.

Estuvo a punto de correr cuando sintió como una fuerte mano lo detenía. Nuevamente dirigió la mirada al herrero, que le miraba determinado.

—No mueras.

Asintió. Sin perder más tiempo el Espectro corrió del lugar, girando en un par de calles, tomando una ruta que con suerte, lo llevaría a la calle principal de la entrada Noreste. Por el camino pudo ver como el caos se había desatado, personas gritando llenas de pánico, otras corriendo, algunas sin nada, otras con objetos de valor y las ultimas con familiares. Los comerciantes preparaban sus caballos para huir con mercancía, desde una calle aledaña a esa salió una docena de guardias del abismo, los cuales sin tardar comenzaron a calmar a la población, diciéndoles por donde salir de la ciudad. Por lo visto iba a evacuar. Algunos guardias al verle pasar, le miraron con esperanza. El Espectro por su parte, corría agitado mientras el sudor comenzaba a dar señales de aparición. Delante de él vio como uno de los guardias le colocaba un papel a un halcón, e enviándolo a volar. El Espectro supuso que esa carta seria para la división donde estaba Alexa.

Siguió corriendo, oyendo cada vez más los gritos de las personas, los choques de espadas. Mientras la muralla seguía siendo destruida. Veía las personas huir cual mar de gente, mientras él corría contra la corriente. Finalmente, llegó a la calle principal que conectaba con la entrada Noreste, allí no habían civiles. Pero si la calle estaba invadida de infantería merodeador. Varios, mas de 50 soldados avanzaban por la calle arrasando con todo. Eran demasiados, incluso para él, sin contar con los que venían detrás. E
Los soldados voltearon a verle, reconociendo la figura del ser más buscado por los merodeadores, no dudaron en lanzarse a por él.

El Espectro, al ver que era superado por mucho en números, decidió usarlos. Exhaló lentamente, mientras sentía las corrientes de energía mágica recorrer su cuerpo hasta su brazo, el cual extendió, la marca del Cazador se iluminó, dejando ver como esta tomaba un tono azul por la mitad, mientras la otra se tornaba de rojo. Sabia que ahora sus ojos, brillaban con esos colores. Los soldados se detuvieron al ver como el ojo derecho brillaba de rojo y el izquierdo de azul. Pero más que eso, los detuvo los dos enormes esqueletos de Dragón detrás de él.

Eran enormes, de tres metros. Dos esqueletos vivientes de dragón, que se alzaban imponentes en sus patas traseras, mientras movían sus garras expectantes, jadeaban soltando vaho negro. Sus calaveras, eran grandes, con los colmillos incrustados en las mismas. El esqueleto del lado derecho, tenia en la cuenca un punto de color rojo y el izquierdo tenía un punto azul. Ambos se colocaron en cuatro patas delante del Espectro protegiéndolo, apuntando contra los asombrados soldados. Ambos rugieron, un rugido tan fuerte que parecía que la tierra temblaba. Esperaban la orden de su amo, la cual no tardó en llegar. En el núcleo de sus cuerpos, uno tenía un orbe rojizo y el otro uno azul, ambos emnaban un ruido como si se estuviese almacenando energía.

¡Blasters! ¡Fuego!.

Ambos Blasters se aferraron con sus garras al suelo, abrieron sus fauces disparando con un estruendo la carga de energía, que fue liberada en forma de rayo enérgico. La potente descarga atravesó la distancia entre ellos y los soldados en pocos segundos, los mercenarios merodeadores no tuvieron tiempo de escapar. Pues al ser alcanzandos por la onda de energía pura, sus cuerpos quedaban calcinados mientras otros eran heridos de muerte. El disparo de energía se extendió por mas de medio kilometro antes de explotar llevándose consigo un rango más amplio de merodeadores. Una gran nube de humo se elevó en el cielo. Extendiéndose por la calle. Cuando el humo se disipó, la imagen de la carnicería se hizo presente. Restos calcinados y otros cuerpos mutilados por doquier. El Espectro jadeo por la cantidad de energía y obligandose a seguir, avanzó por la calle a trote rápido, empuñando entre sus manos el fusil kalashnikov. Detrás de él, corriendo a cuatro patas iban los poderosos blasters.

Poco a poco cortaba distancia contra la fuerza principal merodeaora. A unos metros de aquella entrada, se topó con más infantería. Mercenarios armados con espadas y lanzas, pero no eran rivales para su fusil. Con rapidez apuntó sobre uno de ellos, disparando dos veces sobre su pecho, luego giró el fusil, disparándole a otro en el pecho por igual. Escuchó el grito de guerra de otro mercenario, el cual se lanzaba hacia él con la lanza en alto. Al ver el Espectro descargó en el una ráfaga de tiros derribándolo en el lugar, sin perder tiempo siguió avanzando. Desde los techos se asomaron dos arqueros, apuntaron hacia el Espectro. No detectaron a los blasters, que usando sus garras, subieron por las paredes, apareciendo por los salientes tomándolos de los pies arrojándolos a la calle. Una vez allí se arrojaban sobre ellos, detrozandoles el cuello con sus fauces. Más arqueros aparecieron los cuales fueron eliminados por las ráfagas que el Espectro descargó en ellos. Infantería merodeador apareció en el acto acercándose al Espectro, eran cuatro mercenarios. De un oscuro callejón desde la derecha emergió una de la sombras, la de ojos rojos, la cual se arrojó sobre los dos mercenarios exterminándolos. Del lado derecho emergió la sombra de ojos azules la cual con rápidos movimientos de sus espadas despachó a los mercenarios.

Siguió avanzado, viendo como por las otras calles la poca resistencia de la guardia del abismo era arrasada. Sin darse de cuenta, un solo hombre estaba atravesando sus lineas sin darse de cuenta. Siguió avanzando hasta que llegó a la entrada. La gran apertura ovalada en el muro, ahora yacía casi destrozada, dejando ver una forma amorfa por la cual pasaban mercenarios, mientras los ya allí formaban un perímetro y se dispersaban. La fuerza merodeadora avistó al Espectro, siendo más que él, supo que tendría que usar sus habilidades. Les apuntó, aun tenía un poco más de medio cargador. Podría con ellos. Antes de jalar del gatillo, rápidos, como destellos, esferas blancas pasaron por su mirada chocando con la tierra explotando eliminando a los mercenarios mientras gritaban. El se cubrió del humo, luego se giró para ver de donde venían.

Al verla, arrugo la frente. Sabía que ella no era normal. Allí estaba, sobre uno de los techos, con esa sonrisa angelical, ojos verdes intensos, rostro perfecto al igual que su cuerpo, saltó del techo, descendiendo con suavidad hacia el suelo agitando la falda de su vestido de sirvienta. Observó con diversión la muerte delante de ella. Luego miró al Cazador.

—Siempre buscándole los nervios a los merodeadores.

El Espectro desvío la mirada, mirando al frente donde estaba la entrada. Mas mercenarios aparecieron, con una seña el Espectro arrojó a sus blasters a eliminarlos. Descuartizándolos, destrozándolos con sus garras y mandíbulas.

—Es lo mejor que puedo hacer.

Avanzó hacia la entrada, dispuesto a salir y por lo menos causar un ultimo gran daño con sus blasters al grueso del ejército merodeador. Antes de lograr salir, ella le tomó del brazo, se giró mirándole, topándose con esos orbes verdes intensos.

—No puedes morir, no puedo dejarte morir.—Sintió como aumentaba su agarre. Tenia fuerza.—Si sales morirás.

El se soltó con brusquedad. Una parte de él se sintió mal al hacerlo, pero la situación lo ameritaba.

—Ya estoy muerto.—Le dijo.—Tranquila, de todos modos no pensaba luchar contra el grueso del ejército merodeador.

Salió, viendo como en el amplio claro verdoso avanzaba, apenas a cien yardas, un ejército profesional. Se sintió asombrado, pues ellos nunca se organizaban así. "La guerra se torna interesante" pensó mientras apuntaba hacia el ejército delante de él. Supuso que con quienes se había enfrentado y quienes seguían dentro de Dormenst eran apenas la avanzada. Apuntó con la palma abierta, los blasters no tardaron en cargar su energía. A lo lejos, un capitán merodeador había ordenando fuego sobre el Espectro a las catapultas. El Espectro vio como las grandes catapultas se preparaban para disparar, pero su blasters eran más rápidos.

—¡Blasters! ¡Fuego!

Los dos esqueletos se aferraron a la tierra mientras soltaban aquella potente descarga de energía hacia la fuerza merodeador. Los dos rayos atravesaron el campo aniquilando a varias filas merodeadoras y a dos de las cuatro catapultas. Suspiró agotado por la perdida de energía que requiere ese ataque, por lo cual optó por algo más sencillo.

—Blasters, eliminar a los catapulteros.

Se dio la vuelta regresando a Dormenst, mientras los dos esqueletos de dragón corrían más rápido que un caballo con sus cuatro patas. Sabían su objetivo y no fallarían a su amo. El primer mercenario que les vio llegar alzó su espada con miedo mientras el imparable blasters abría sus fauces hacia él.

El Espectro entró en Dormenst. En el mismo lugar estaba aquella joven, la cual se enfrentaba contra dos soldados merodeadores. Uno de ellos se acercó alzando su espada mientras ella sólo alzó la mano con la palma abierta. Se detuvo en seco como si una fuerza sobrenatural lo aplastase para luego salir volando por el aire. El otro se acercó con otra espada, mientras ella sólo alzó el puño cerrado, elevando una rápida pared de tierra que impactó debajo de la mandíbula del mercenario noqueándolo. Ella se giro a verle sonriendole. Le miraba como si fuese lo más importante para ella en el mundo, a pesar de no conocerla. Era extraña.

—Aquí estoy, en una pieza.—Dijo el Espectro haciendo jerga de su miedo por su muerte.

—Así veo, eso me alegra.—Ella miró detrás de él.—¿Y los blasters?.

—Ya deben de estar por llegar.

Apenas terminó la oración, por encima del muro se asomaron los cráneos de los dos esqueletos, saltaron por encima del muro cayendo detrás del Espectro.

—Ahora señorita, alguna idea de como podemos llegar al bosque del lado este, necesito buscar a unos aliados y huir de aquí.

Ella sonrió aliviada de ver que por fin su protegido ponía confianza en ella. Se acercó a él, se detuvo acariciando lentamente a uno de los blasters que cual cachorro se dejó. Luego para sorpresa del Espectro, tomó su mano, la que sostenía el cañón del fusil, la de la marca. Estuvo a punto de retirar su mano, no le gustaba que le tocaran, pero con ella era diferente, era como si su tacto fuese distinto. Retiró el guante del Espectro revelando la marca del Cazador, ella pasó su pulgar por encima de la piel donde estaba aquella tinta negra. La miraba con admiración. Detrás de ellos venían más mercenarios merodeadores. No lograron llegar pues ella les sacó de allí.

Teleport.

Ambos desaparecieron en un pestañeo dejando solo el campo vacío y los cuerpos. Dejando atrás a Dormenst, pues esa no era la batalla destinada para ellos, ellos tendrían sus propias batallas claves, por ahora el Espectro se preocupaba por tres cosas: poner tanto terreno entre él y los ejércitos merodeadores, encontrar a Gwin con su ayudante, y descubrir quien es esa chica que le ayudó.

Casi nada.

******************
7 de Enero del 2018
Alemania. Bosques cercanos a Dormenst.

Ya llevaban dos horas de caminata por aquel bosque, buscando el rastro de Gwin y su ayudante. El Espectro avanzaba con el crujir de las hojas y ramas bajo sus botas, con sus manos aferradas al fusil con el que apuntaba hacia los lados, hacia atrás, cuidando los sectores. Detrás de él iban los dos Blasters, luego sus sombras seguidos de ella. Lo admitía, esa joven era un pozo de curiosidad innata, pero curiosidad de él. No sabía quien era ella, no sabia ni su nombre. Solo que le tenia una especie de cariño muy extraño, un afecto que hace tiempo no sentía.

Aún así, no habían entablado conversación en todo el trayecto. Ella solo le seguía con una sonrisa mientras él, bueno, él buscaba lo más cercano que tenia a un aliado. Pero cada vez se adentraban más en el bosque, cada vez más en la espesura, viendo que no aparecían. Sabía que a ese paso se acercaban más al corazón del territorio del abismo, llevando al mismo corazón del mismo: El Abismo. Se negaba a entrar allí, aún no era el momento. Su plan era encontrar a esas dos personas y luego huir, adentrarse en territorio merodeador, dejarlos a ellos seguros en Beltruchs mientras él se dirigiría a Berlin, para así rebastecerse de suministros militares. En cierto punto relegó la vigilancia a sus dos blasters y a sus dos sombras, quería pensar con calma.

Estando concentrado en sus pensamientos, no notó como la joven se colocaba a su lado. Fue por la intensidad de su mirada, era tanto así, que podía sentir como si le tocase la piel con ella. Era incómodo. Se giró a verle, chocando sus inexpresivos orbes cristalinos de la mascara contra los verdes de ella. Le pareció ver como su rostro tomaba una leve sonrisa de satisfacción.

—No deberías de esconder esos orbes negros, detrás de esa máscara.—Le sonrió mientras ambos mantenían la mirada.

No sabía porqué, pero sintió como si su voz fuese angelical. Única, algo puro, a pesar de haberla visto acabar con la vida de varios hombres. Ella era algo único.

—La máscara me protege la identidad.—El Espectro miró al frente.—Como te habrás dado cuenta, ayuda a separar al Cazador del Abismo del Espectro de Alemania.

—No importa el apodo que tengas ahora, siempre serás un Cazador, tu marca lo dice así.

Sintió como ella le tomaba de la mano, mirando el dorso de la misma, solo que ahora vio fue el guante negro antes de que él apartase la mano con brusquedad, se alejó a pasos rápidos de ella, deteniéndose frente a la joven, mirándola con molestia.

—No soy un Cazador del Abismo, ya no más, ahora soy un mercenario y tengo libertad de hacer lo que quiera, de poner mis habilidades en una buena causa y no en las manos de un imbécil corrompible como tu señor del abismo.—Dijo con fuerza en su voz.

Una leve expresión de dolor pasó por su rostro, pero decidió aparentar y seguir con su sonrisa.

—¿Como sabes que es mi señor? ¿Acaso todavía no es tu señor?.

—No, ahora soy libre.

—No Víctor.. No lo eres, no eres libre, pues mientras esta guerra siga, tu seguirás involucrado en ella, por ende, el peso de ella recae sobre ti.

Ella notó como el Espectro apretaba su puño izquierdo donde la marca empezó a brillar de un color rojo fuerte.

—¡No soy Víctor! Cuando porto esta máscara soy El Espectro un mercenario sin sentimientos, un ser despidado que no se detiene por nadie.—Se acercó a ella amenazador mientras detras, de ellos, sus sombras veían aquella discusión dispuestos a intervenir en ella si se tornaba violenta.—Yo nunca avanzaria si me detuviera a contar las hormigas que piso en el camino.

Su respiración era agitada. Apretaba los puños con ira. Acaso ella creía que podía llegar pensando que él aún servía al abismo. No, ahora él tenia libertad de decidir por quien y para qué luchar. Ella acortó la distancia entre ellos, elevando su mano, acariciando levemente la máscara en el lugar donde estaría su mejilla.

—Aun tienes bondad por dentro, has sido destruido, lo sé pero vengo a sacarte de allí, aun en la oscuridad debe de haber luz. Y allí dentro, hay luz, sabes que quieres dejar salir a Victor de nuevo.

Se apartó con brusquedad alejándose de ella, adentrándose en el bosque, ella le siguió y más atrás, sus blasters con las sombras por precaución. Llegó a un claro donde se detuvo, sentía que el mundo daba vueltas, se sentía débil, impotente, sentía la rabia recorrerle, sentía la máscara asfixiándolo. Llevó ambas manos a su cabeza, no tardó en quitarse la máscara revelando su rostro, respirando profundo. Ella vio todo aquello, manteniendo una expresión neutral. De un momento a otro sus ojos brillaron al ver ese rostro joven. Tenia que admitir que ese rostro resaltaba entre tanto negro de su ropa. Una piel morena, cabello negro con un curioso mechón blanco y un par de ojos negros con los cuales quedó encantada. Para ella, era hermoso, podía no tener ojos de un color único, piel blanca o cuerpo hercúleo, pero así como era, estaba perfecto.

Ella se acercó deteniéndose cuando la mirada de Victor cayó bruscamente en ella. Respiraba agitado y tenía los ojos cristalizados. Entonces una lágrima rodó por su mejilla.

—¡Esto es lo que soy!—Le gritó.—Un pobre joven jugando a ser militar, a ser mercenario, un pobre adolescente que se cree muy poderoso, un pobre estúpido que ha matado gente por dinero, ha matado seres por tener un poder que no deseaba, solo por ser algo que no pedí.

Cayó de rodillas mientras dejaba salir las lágrimas.

—Yo no pedí ser un Cazador, yo no nací para esto...

Sintió como una ola de calor, un calor que le causaba ese sentimiento de comodidad, de vida, de como si estuvieras en el lugar correcto, le recorrió cuando sintió un par de brazos rodearle, escondió su rostro en su hombro mientras dejaba salir parte de todo aquello acumulado, pues aún había cosas que no se perdonaba. Ella le acarició la cabeza mientras depositaba un cálido beso en su mejilla.

—A veces somos obligado a ser más de lo que queremos.—Le susurró con dulzura.—Tu naciste para ser Cazador, Víctor, si fuese lo contrario, mi madre jamás te hubiera aceptado y mucho menos, enviado a alguien a cuidarte.

Siguió acariciándole, mientras él poco a poco se calmaba, pasados unos largos minutos, él sin querer alejarse de la comodidad de sus brazos, decidió preguntar.

—¿Tu madre me aceptó?—Soltó con voz baja y confundida.—No recuerdo haber sido evaluado por alguna mujer en el abismo.

Ella soltó una dulce risa, una melodía tan única que le pareció musica a sus oídos.

—Yo soy Angelique, soy un Ángel del Abismo mi madre, madre de mis hermanas y madre de todo el Abismo, es él mismo Abismo. Y tu Mi Víctor, eres mi protegido.

Ella besó su frente, y sin cuestionar nada más. Por fin sintió como en años volvía a tener paz.

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7 de Enero del 2018
Alemania. Bosques cercanos a Dormenst.

El herrero de Dormenst veía con aburrimiento las virutas de fuego que emergían de la fogata, oía el crujir de la leña, observaba el fuego con calma. Hace ya una hora que habían cenado, una carne de un venado que cazó antes de anochecer. Su ayudante dormía con calma cercano a la fogata. Aún no podía creer que hace apenas horas, Dormnenst se mantenía en paz. Ahora seguramente era otra ciudad destruida. Bajó la cabeza suspirando, frustrado, había perdido años de trabajo y esfuerzo. Cuando la ciudad fue tomada por el Abismo, dejaron que sus habitantes luego vivieran bajo su protección pero los merodeadores. No tenían compasión. Ahora solo le quedaba esperar al Espectro. Aunque si amanecia y no llegaba, se irían.

Elevó la mirada hacia la oscuridad del bosque. El sonido de los búhos, junto con otros animales extraños llenaba el ambiente, fruncio el ceño. Podía jurar el sentir como día alguien le mirase. Abrió los ojos con temor, frente a el tenia un par de puntos rojos mirándole desde la oscuridad, junto a un par de puntos azules. Luego de la nada, aparecieron dos enormes esqueletos de dragón entre los arbustos mirándole fijamente. Gwin se paró de forma brusca soltando un grito por el susto mientras echaba mano a una espada cercana. A su lado, su ayudante se despertó, gritó por igual al ver al esqueleto de orbe rojo gruñendo hacia él.

Antes de que Gwin lleno de miedo, tratase de atacar a uno de los blasters, El Espectro emergió entre los arbustos, estaba tal cual se habían visto. No tenía herida alguna. Solo que ahora lo interesante era la chica de cabello negro y corto que llevaba entre sus brazos. Ella estaba aferrada a su cuello mientras dormía plácidamente. Gwin entonces bajó su arma.

—Espectro, si sobreviviste,

El Espectro se acercó al fuego de la hoguera, a un lado depósito a la hermosa Angelique, se quitó la gabardina cubriéndola con ella. Acarició con cariño su frente mientras se colocaba de nuevo de pie. Ahora el herrero podía ver porqué tenia el pecho abultado, no era por tener unos pectorales de culturista, sino por el chaleco táctico antibalas. Debajo llevaba una sudadera táctica de color negro con cuello de tortuga. Se acercó al herrero, dándole la mano, el herrero la tomó.

—Dormenst es historia por ahora. Debemos de alejarnos.

El Espectro miró a Andy el cual aun miraba con miedo a los blasters, solo que estos ahora no le prestaban atención. Se habían acostado cual perros en sus cuatro patas, mirando atentos. Las sombras por su parte, habían desaparecido.

—¿Son tuyos?.—Preguntó Gwin señalando a los dragones con complejo de perro.

El Espectro asintió.

—Son lo más cercano que he tenido a una mascota.

El herrero soltó una risa, mientras el Espectro sonreía bajo la máscara.

—Eres muy peculiar, pero ahora necesito que me digas, ¿Que piensas hacer con nosotros?.—Preguntó.—Se que debemos de alejarnos pero presiento que no nos pediste que te esperasemos solo para darnos un último adiós.

El Espectro se alejó dándose la vuelta, rodeó la fogata, sentándose sobre un tronco. A un lado de Gwin, se sentó Andy con curiosidad, después de todo no podría dormir tranquilo con aquellos esqueletos.

—Tengo un plan, un plan que aun no me convence, pero por el momento necesito aliados, gente leal.—Elevó la mirada a Gwin.—Necesito saber si ustedes dos querrían ser mis primeros aliados, en este esfuerzo contra los merodeadores.

Gwin tomó asiento ahora interesado. Mirando fijamente al Espectro.

—Piensas involucrarte de lleno en la guerra.

—Aun no, no de lleno, pero si podría comenzar a destruirlos desde sus propias lineas.

Gwin se rascó la barba. Arqueó una ceja.

—Somos simples herreros, ¿Que podrías tener de dos aliados como nosotros?

—Ayuda, con mis equipos, repararlos, crear más.

Gwin asintió. Antes de poder decir algo, Andy habló.

—Necesitaríamos una forja, una herrería para poder hacer eso que nos pides, ¿Donde se supone que encontraremos otra?

El Espectro suspiró, fijando la mirada en el suelo.

—Sinceramente no lo sé.

—Yo si.—Los dos miraron a Gwin el cual sonreía.—Hay un pequeño pueblo, ubicado en territorio apartado de la guerra, esta cercano a Beltruchs y, aun así, queda lejos de la ciudad. Mi pueblo natal, el poblado de Flakmern.

—¿Si nos recibirían allí maestro?.—Preguntó Andy.

Gwin asintió mirando fijamente al Espectro.

—A mi sí, por ser nativo del pueblo, a ti Andy por ser mi aprendiz, pero dudo que dejen quedarse con facilidad al hombre más buscado de Alemania.—Gwin suspiró.—Tendria que abogar por ti, pero para ello necesito algo de ti, algo que no te va a gustar.

En ese momento, Angelique miró a Víctor, se mantuvo en silencio sin hacerse notar, tenía rato oyendo la conversación, sonreia por el gesto de haberle dado su gabardina. Ella sabia que le iba a pedir.

—Necesito saber quien eres bajo la máscara, quien está detrás del Espectro de Alemania.

Un silencio tenso se instaló allí. Ella notó como el Espectro Apretaba los puños, tenso. Entonces, acercó su mano a la suya. Sus miradas chocaron, le mirada dándole confianza. El asintió hacia ella. Se puso de pie, con decisión. Mirando al herrero. Llevó sus manos a la máscara, quitándosela. Gwin y Andy se pusieron de pie asombrados por su rostro. Esperaban todo menos el rostro de un adolescente. El joven de piel morena, cabello negro y ojos iguales les soltó con potencia.

—Mi nombre es Victor Perez, antiguo Cazador del Abismo, ahora conocido como el Espectro de Alemania.

Ambos le miraban asombrados, Angelique por su parte le miraba con un brillo único en sus ojos. El brillo de ver a un líder.

—Mi pregunta es: ¿Están conmigo?.

Gwin, rodeó la fogata acercándose a Victor. Cara a cara, ambos se miraron, entonces le tendió la mano. Víctor la tomó en un fuerte apretón.

—Puedes contar conmigo, chico.

—Entonces, mañana partiremos a Flakmern.

Esa noche, Victor tuvo a sus dos primeros aliados en la guerra.

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10 de Enero del 2018
Alemania. Poblado de Flakmern

Ser un joven dedicado a la agricultura no era fácil. Eso era lo que pensaba Simón, un joven de apenas 16 años de edad. Tenia una piel casi morena, de ojos marrones, cabello negro y complexión media. Vestía una simple camisa de algodón ya desgastada en ciertos lados, un pantalón de tela que por las condiciones de su trabajo estaba gastado igual. No llevaba zapatos, andaba descalzo por los campos de siembra. Sobre su cabeza tenia un gran sombrero de paja que le cubría del sol.

Terminó con su tarea de abonar la futura cosecha, alzó la mirada suspirando. Pasó una mano por si frente limpiándose el sudor. Vio su pueblo, una serie de casas de madera, bastante decentes para la calidad de vida de algunos. En el centro había una iglesia donde se profesaba el catolicismo. Dicho pueblo contaba con una tienda de que surtía de todo. También tenia una vieja forja que ya no se usa. Todo eso le gustaba de su pueblo, lo que le daba asco y rabia era ver la bandera de los merodeadores. Junto con la bandera del tercer general merodeador. Le llenaba de indignación el ver como su pueblo era sometido, aunque hace meses atrás se habían olvidado de ellos.

Decidió volver con su padre antes de seguir pensando en esos asuntos. Recogió sus herramientas, incluida su hermosa daga plateada que cuidaba con su alma. Era un arma que dominaba a la perfección. Se detuvo al ver como unas personas se acercaban a su pueblo, desde la entrada sur. Eran un grupo numeroso. Desde allí no podía verlos bien. Solo con ver a dos enormes esqueletos y dos cosas que parecían seres hechos de humo echó a correr hacia la casa del jefe del pueblo.

Atravesó las cosechas, corriendo, casi llevándose consigo a varios agricultores que se volteaban a verle molestos. Sin prestarles atencion se adentró a la ciudad por uno de los lados, corriendo entre las casas, llegando a la casa más grande. Era una estructura que se alargaba por casi dos metros de terreno, hecha de madera, con múltiples habitaciones, abrió las dobles puertas de maderas y con urgencia entró. Estaba en la sala de estar. Donde frente a una gran figura que se veía religiosa, estaba su líder con la cabeza baja. Interrumpiendo su momento, habló.

—Jefe, tenemos a unos extraños en el pueblo.—Su voz se notaba con un tono urgente.

Su jefe, por su lado, se mantuvo en lo suyo. Aun mirando al suelo.

—Lo sé.

Simón, confundido pero aún temiendo la amenaza, que su jefe parecía no prestarle atencion, siguió presionando.

—Jefe, se ven peligrosos, iban con dos enormes esqueletos y unas figuras extrañas.

—También lo sé, joven Simón.

Extrañado por la calma de su jefe, estuvo a punto de hacer un último empuje, pero se detuvo al ver como su jefe se giraba a hacía él. Vio esos dos orbes grises carentes de color. Si, su jefe era ciego, a pesar de ello era un hombre con los pies sobre la tierra, más atento que varios de los hombres del pueblo. Un hombre que sabia donde estaba parado.

—Los he visto, he visto muchas cosas.

Entonces, las dobles puertas se abrieron. Simón se giró, viendo a dos hombres del pueblo que ingresaban y detrás de ellos, iban aquellas personas que él vio. Su mirada se paseó por ellos. Un joven de apariencia torpe y temerosa, un hombre musculoso, tosco, de gran temple, dos extrañas figuras humanas de color negro, parecían sombras que portaban peligrosas armas, aquellos dos esqueletos, entonces la vio a ella. Una hermosa joven que vestía un atuendo de sirvienta, con unos hermosos ojos verdes seguidos de ese rostro fino, casi angelical. Se le quedó mirando embobado, entonces notó a otra persona. Vestimenta negra, armado hasta los dientes, con una máscara de calavera en su rostro. Su corazón pareció saltarse un latido, era el Espectro de Alemania, su ídolo, aquella persona con el se busca de más dinero por los merodeadores.

El grupo se detuvo a varios metros del jefe del pueblo. Este sonrió pues a pesar de no verlos, podía sentir sus presencias. Los dos hombres que acompañaban al grupo, hablaron.

—Jefe, hemos traído a un grupo de extranjeros que solicitan hablar con usted.—Dijo uno de ellos.—Dicen venir en paz, con un par de peticiones para usted.

—¿Debemos de aguardar aquí con usted señor?.—Preguntó el otro.

El jefe sonrió. Podría verse viejo y débil. Aun así tenia un don para salir de toda situación usando solo la oratoria. Así que caminando usando un viejo bastón, se alejó de la figura religiosa, acercándose a sus dos hombres fieles.

—Podeis retiraros, ellos son gente buena, lo he visto.

Ambos se miraron claramente sorprendidos. Sin más asintieron y se retiraron del sitio. El adulto mayor, sonrió complacido, pues sabia quienes eran cada uno de ese grupo. Tal vez no podía ver como las personas normales, pero su verdadera visión iba más allá. Caminó hacia ellos con el bastón en mano, acercándose primero, a Gwin.

—Jefe de Flakmern, soy.....

—Se quien eres, Gwin, apenas eras un joven lleno de energía, vida y expectativas cuando dejaste nuestro pueblo.—Se terminó de acercar, colocando una mano en el musculoso hombro de Gwin.—A pesar de dejar a tu padre y madre con una profunda tristeza, también estaban llenos de orgullo por ti. Veo que la vida te ha tratado mal, pero ahora has vuelto, a un lugar donde te necesitamos.

Gwin, sonrió mirando al suelo pensando en sus padres. Sabían que habían muerto hace ya mucho, pero aun lograban tocar ese nervio de sentimientos en su alma. Alzó la mirada al anciano que ahora caminaba hacia Andy.

—Jefe, hemos venido a quedarnos por un tiempo. ¿Tenemos su aprobación?.

Le ignoró, deteniéndose frente al joven. El cuerpo del anciano, temblaba levemente pero su voluntad era mayor que la de muchos jóvenes.

—Toda pregunta tendrá su respuesta. Y tú, buscas dinero, tener una vida próspera con un hogar sencillo y tal vez casarte y formar una familia. Pero..—El viejo colocó una mano sobre el corazón de Andy.—Dentro de ti, late el alma de un guerrero, quieres gloria, respeto, incluso que te teman, quieres ser más, quieres ir más allá de tus limites. Andy, deberías de buscar un destino aparte de ser herrero..

Andy le miró con un repentino asombro y miedo. ¿Como podía ser posible que supiera su nombre? No podía saber todo eso de él, era imposible y aún así le había leído como un libro abierto. El anciano entonces, se detuvo frente a Angelique, que con una sonrisa retadora, esperaba ver que decía de ella. El jefe, sonrió de la misma manera, ambos parecían entenderse.

—Ya veo... Aquí tenemos a alguien muy peculiar, jovencita, éstas segura de que tu corazón debería de latir por esa persona, el destino puede ser cruel para ambos.

Angelique bajó la mirada. Su expresión se había tornado seria, se giró y se retiró del lugar. Sus pasos hicieron eco en el suelo de madera mientras salia. El Espectro le miró con el ceño fruncido, le hizo un ademán con su rostro a sus sombras y blasters, acatando la orden, los cuatro se retiraron siguiéndola. Cuando se giró, el anciano le miraba. Su expresión era relajada. Pero no podía confiarse.

—Hace tiempo que un Cazador no visitaba nuestro pueblo.—Victor rodó los ojos mientras fastidiado se quitaba la máscara, Gwin y Andy junto con el anciano soltaron una risa.—Veo más allá de los rostros y las mascaras, joven Cazador. Tienes una causa noble y justa, pero tu corazón, tu alma están manchados de oscuridad, quieres traer paz.. Pero no sabes como..

El anciano se dio la vuelta, caminando hacia la figura religiosa. Detuvo frente a ella bajo la mirada atenta de los tres.

—Pueden quedarse en la casa abandonada cercana a la forja del pueblo, supongo que Gwin querrá visitarla. El cementerio queda en el lado sureste, casi en el bosque, como pequeña curiosidad. Pueden retirarse.

Los tres se miraron, Victor se encogió de hombros ante la mirada de los otros dos. Los tres se dirigieron hacia la salida, antes de abrir las dobles puertas, desde su sitio, su voz llegó con tal fuerza que parecía que estuviese detrás. Eso les causó escalofríos.

—Le recomiendo al Espectro que se dejé puesta la máscara mientras ande por el pueblo, quiero hablar con él esta noche, estaré esperando aquí.

Víctor se giró, mirándole, asintió sin decir palabra. Se colocó su máscara. Los tres salieron al aire fresco de la tarde. Los rayos del sol impactaban contra ellos y todos los miembros del pueblo. Era medio día, a esa hora la gran parte de la población estaba en se casas almorzando con sus familias. Los pocos que transitaban, se les quedaban viendo con desconfianza antes de seguir por su camino. El Espectro se giró hacia ellos.

—Iré a buscar a Angelique, supongo que iras a la forja.

Gwin asintió.

—Tengo que visitar un lugar antes, pero nos veremos en la forja.

Sin más se retiró, Andy se despidió del Espectro con la mano antes de seguir al herrero. El Espectro por su parte, decidió dirigirse hacia donde estaba Angelique. Caminó por el pueblo, siguiendo el mismo camino de sus sombras. Pues ellas al ser parte de él, dejaban un rastro que solo él podía ver, era como un instinto. En cierto momento salió del pueblo adentrándose en una serie de arbustos para luego entrar a un bosque. Miró al suelo, allí se veían las huellas oscuras de las pisadas de ellas. Las siguió por el camino lleno de hierba. Esquivando arboles y observando como el bosque se volvía mas denso. Tras un rato de caminata. Se detuvo al ver varios rayos de luz colarse entre los arboles. Al acercarse, pudo ver a sus sombras, observando desde allí. Escondidos entre la maleza, estaban los letales Blasters.

Al acercarse, los cuatro voltearon a verle. Sin decirles nada, caminó quitándose la máscara. Una cálida brisa muy débil acarició su rostro. Se detuvo junto a un árbol. Era un simple claro del bosque, con una piedra en medio de este, plana, perfecta para sentarse, allí estaba ella. Sentada, con las piernas cruzadas, se le podía oír tararear una melodía con su voz melodiosa. Víctor suspiró. Por su mente pasó el recuerdo de cuando discutieron. Esa leve mueca de dolor, se sintió mal por ello. Esta vez, estaba dispuesto a hacer las cosas de una forma distinta.

"Puedo hacerlo" Se dijo en su mente mientras caminaba hacia el claro. Cuando estuvo a punto entrar en el mismo se detuvo dando media vuelta retrocediendo a paso rápido. "No puedo hacerlo" pensó mientras huía. Al cabo de unos minutos, armado de valor, por lo que iba a hacer. Ingresó en el claro. Estaba parado firme, mirando al frente. Ella no le notó. "O tal vez si y solo me ignora" hizo una mueca suspirando. Siempre de algún modo, se metía en los problemas emocionales de sus allegados. Estaba siendo el yo de antes, eso no le gustaba. Hizo una mueca, diciéndose que esperaba que eso valiera la pena. Acortó las distancias, deteniéndose detrás de ella.

—No pensé que volvería a tener aliados, cosa que me causa miedo, miedo a perderlos.—Suspiró.—Te pido perdón por ser el protegido que te tocó y te pido perdón por haberte gritado antes..

Se acercó más a ella, cuando Angelique se giró, veía la mano extendida de Víctor hacia ella. La joven sonrió tomando la mano del Cazador. Un tacto cálido recorrió el cuerpo de Víctor, mientras ella sentía la frialdad en las manos de él. Se puso de pie, aún tomándose de la mano.

—Me llamo Víctor Perez, Cazador del Abismo y Espectro de Alemania.

Ella soltó una risa, conmovida por lo que estaba haciendo.

—Angelique, Ángel del Abismo y tu fiel protectora.

Ella le guiñó un ojo de forma pícara, a lo que él bajó la mirada. No lo sabia pero sus mejilla tomaron calor. Se soltaron de la mano, Víctor elevó la mirada, observando ese rostro delicado.

—¿Por qué te fuiste?—Preguntó.—¿Que fue aquello de que tu corazón no debería de latir por cierta persona?.

Al lanzar esa pregunta, ella bajó la mirada, la felicidad de aquel momento, se desvaneció al recordar aquello. Ella se encogió de hombros, le miró sonriendo con amargura.

—Supongo que, me equivoqué de quien enamorarme, no pierdo la esperanza de que él y yo seamos felices juntos.—Victor le miraba con atención.—El aun no encuentra a su soulmate, y temo que lo haga porque será el día que lo perderé.

Víctor asintió, no tenia palabras para dar algún tipo de apoyo o aliento. El no tenía tacto para ese tipo de cosas. No tuvo que hacer nada, pues ella alejó la tristeza con otra encogida de hombros, sonriendo.

—Como sea, aun está por verse, por el momento debo de protegerte, mi cazador.—Dijo guiñándole otra vez un ojo, el desvío la mirada, ella rió.—Asi que... ¿Cual será nuestro siguiente paso?.

—Por ahora, reunirnos en la forja con Gwin, en la noche el viejo quiere verse conmigo.—Se giró hacia el bosque.—Vamos, deben de estarnos esperando.

Los dos se adentraron en el bosque. Caminaron por varios minutos, detrás de ellos iban las sombras junto con los blasters. Llegaron al poblado, antes de adentrarse se colocó la máscara, metiéndose en las calles. Caminaron entre las personas, las cuales le miraban con curiosidad y desconfianza. Tal ves fuese porque Víctor iba armado hasta los dientes. Siguieron caminando, hasta llegar a un cruce, siguieron entre casas de maderas, hasta avistar la forja. Estaba al final del camino, encima de una pequeña meseta. Era una estructura de piedra con una chimenea que estaba humeante. Avistó una casa de tamaño medio en la base de la pequeña meseta, de madera, donde estaba parado el joven Andy. Desde varias casa del final del camino, varios pueblerinos veían con asombro el humo saliendo de la chimenea.

Víctor y Angelique caminaron donde Andy. Al llegar allí, el les miró arrecostado en una pared con una sonrisa. Víctor miró a ojo rápido la casa, viendo que era espaciosa, la detallaría mejor una vez dentro. Angelique habló con Andy.

—Es Gwin quien está allí dentro, ¿cierto?

Andy asintió.

—Tenias que haberle visto cuando entró, sus ojos se volvieron agua al tener tantos recuerdos, me contó que allí fue donde forjó su primera espada. Con el tiempo fue perfeccionándose hasta que se fue, me dijo que si se hubiese quedado, Flakmern fuera un poblado con un mercado de armas complejo.

Ella sonrió mirando hacia la forja. Victor se colocó junto a ellos. Nuevamente miró a la gente.

—Se ven asombrado de ver la forja funcionar desde hace tanto tiempo, supongo.

Andy asintió de nuevo.

—Es correcto, por lo menos con esto, supongo que ya no seremos mal vistos por los pueblerinos.

Al cabo de unos minutos, Angelique bostezo, diciendo que tenía sueño. Se giró dispuesta a dirigirse a una habitación. Andy se ofreció a mostrarle la suya. Antes de seguir detrás de ella. Victor le tomó del hombro. Tal vez el joven no de percató de que sus miradas hacia ella eran muy notorias.

—Te recomiendo que no intentes nada con ella.

Le dio dos palmadas antes de hacerlo seguir con su camino. Él, decidió ir hacia la forja. Quería ver al herrero en acción. Subió la meseta, estando ya arriba, se detuvo ante la puerta de madera. Desde allí se podía oír el golpeteo de los martillos. Se detuvieron, entonces se escuchó el sonido del metal chillar al ser sumergido en agua. Entró, el sofocante calor le recibió como una ola infernal. Jadeo, tanto equipo allí dentro, era malo. Siguió caminando. Entre espadas y armaduras, se topó con la figura de Gwin trabajando arduamente en !a forja. Sudando, se pasó la mano por la frente al verle.

—Victor. Bienvenido a mi antigua forja.—Dijo soltando el martillo.—Por años mi familia ha tenido esta forja, creando las mas finas armas, ahora yo la pongo a tus servicios.

Victor sonrió.

—Entonces, será un honor tenerte como mi herrero.

Horas más tarde, después de todos haberse reunido en la casa de Gwin, donde compartieron una cena bastante deliciosa. Victor, El Espectro recorría las calles hacia la casa del Jefe. Sus botas crujían contra el suelo, iba sin su fusil de asalto o de francotirador, ni sus granadas, solo tenia consigo la espada y su pistola. Iba aparentemente solo, pero desde la oscuridad sus sombras le protegían. El Espectro sonrió, se supone que iba solo, aquel joven, cree que no se había dado de cuenta de que le seguían.

Llegó hasta la casa del Jefe, donde ingresó. El sitio estaba oscuro, iluminando tenuemente por una serie de velas en derredor. En el fondo, frente a la figura que se veía religiosa, estaba el anciano. Caminó hacia él, se detuvo en cierto punto, esperando que el señor hablase. Al cabo de unos minutos, eso pasó.

—Me preguntaba cuando llegarias. Ven, acercate.

El Espectro se terminó de acercar a él, colocándose a su lado.

—Supongo que esta reunión no será para decirme que vuelva a las filas del abismo.

El hombre negó.

—Me temo que mientras estén esos dos traidores en el poder militar, volver para ti es difícil mientras estés solo.—El anciano se tomó un momento para suspirar.—Podrás ser muy poderoso, pero tu solo no puedes contra el grueso del ejército del abismo. Por ahora volver no es factible.

Victor miró las velas, viendo como se consumían bajo la suave llama del cerillo.

—Entonces, para que me pidió verse conmigo.

—Verás, en este pueblo hay muchos jóvenes que han sufrido los atropellos de las fuerzas merodeadores, jóvenes dispuestos a luchar, a sacrificarse por una buena causa, jóvenes dispuestos a ser lo que sea por convertirse en guerreros.—El anciano se giró hacia él.—Tu sabes como se crea un guerrero, pues lo has vivido en carne propia, te traje aquí, para ofrecerte la oportunidad de formar guerreros leales a ti.

Fue cuando Víctor captó su idea. Era descabellada, tomaría tiempo y recursos que tendría que buscar antes. Sonrió bajo la máscara, eso le gustaba.

—Quieres que cree mi propio grupo de operaciones especiales.

El anciano sonrió.

—Serán los mejores. Yo traeré a los jóvenes, reuniré a los padres y hablaré con ellos.

El Espectro se dio la vuelta. Mirando hacia las puertas.

—Usted haga eso, mientras tanto, deme un par de días para obtener todo lo que necesito para empezar.

Simón escondido entre las sombras lo había oído todo.

Durante los días siguientes, El Espectro y Angelique no mostraron sus rostros en el poblado. Mientras ellos estaban desaparecidos, el jefe reunió a los padres de familia del pueblo. Les contó como sus hijos podrían formarse como guerreros bajo la tutela del Espectro de Alemania. Muchos, aceptaron al ver que lucharían por una causa justa, otros no fueron tan fáciles de convencer, pero al pasar esos días, fueron cediendo.

A los días siguientes, el sonido de maquinaria rompió la paz del pueblo. Los agricultores se giraron en sus campos, gente salia de las casas al oír tanto ruido. Todos miraban asombrados como un vehículo bastante alto se adentraba en la ciudad. Era un camión militar de color marrón, con gruesos y grandes cauchos. Tomado prestado del ejercito alemán, El Espectro lo estaciono junto la casa de Gwin. Lejos de las miradas curiosas. Allí Víctor y Angelique bajaron del vehículo. Andy y Gwin bajaron la meseta dirigiéndose a donde ellos estaban.

—Victor, Angelique, han regresado.—Dijo con alegría, luego miró el camión.—¿Que se supone que traen ahí?

El Espectro miró a la joven que rió con ternura y picardía, el se cruzó de brazos.

—Digamos que, pronto nacerá el terror de los merodeadores.

El Espectro bajó la tapa que sellaba la parte trasera del camión. Tras evitar cajas de equipo, consiguió lo que buscaba. Volvió a salir con un banderín en mano, extendiéndolo y colgándolo del la parte trasera de la tapa. Angelique, El Espectro y los dos herreros, se detuvieron a ver el banderín con satisfacción. Pues este marcaría el nacimiento de una esperanza. En banderín era negro, con una calavera en medio con dos pistolas cruzadas, un cuchillo enterrado en el medio de la misma. Abajo tenia una inscripción.

1er Curso de Operaciones Especiales
"SPECTRE"
"Los Primeros en Llegar, Los Últimos en Irse, Siempre Listos desde las Sombras"

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